Afga­nis­tán. La catás­tro­fe anunciada.

Gua­di Calvo*,Resumen Lati­no­ame­ri­cano, 20 de junio de 2021-.

Des­de que se sella­ron los acuer­dos de Doha (Qatar), entre la admi­nis­tra­ción Trump y el tali­bán, en febre­ro del 2020, nadie cre­yó que se esta­ba fren­te a un pac­to de caba­lle­ros, ya que aque­llo, no fue más que un sal­vo­con­duc­to otor­ga­do por el Tali­bán a los Esta­dos Uni­dos, para que estos pudie­ran reti­rar­se con cier­ta dig­ni­dad y no repe­tir las humi­llan­tes esce­nas de la caí­da de Sai­gón, el 30 de abril de 1975. (Ver Afga­nis­tán: ¿Acuer­do o sal­vo­con­duc­to para Trump?).

La teo­ría de la “hui­da” acor­da­da, que­dó con­fir­ma­da con los anun­cios del pre­si­den­te Joe Biden, el pasa­do 14 de abril, fecha en la que pre­sen­tó su plan de reti­ra­da, que se ini­ció el pri­me­ro de mayo pasa­do y ter­mi­na­rá, bas­tan­te antes del 11 de sep­tiem­bre, según lo había esta­ble­ci­do en abril (Ver: Afga­nis­tán, sin tiem­po para la paz). Lo demás no es más que la cró­ni­ca de una catás­tro­fe anunciada.

Como un dique que se des­plo­ma, cada día se cono­cen nue­vas grie­tas en la resis­ten­cia que inten­ta esta­ble­cer el gobierno de Kabul y des­de cada pro­vin­cia se repor­tan los cons­tan­tes avan­ces de los muyahi­di­nes del mullah Hai­ba­tu­llah Akhund­za­da, al mis­mo rit­mo, que las ofi­ci­nas del gobierno cen­tral en el inte­rior del país, cie­rran y se replie­gan hacia Kabul, inde­fen­sas tras los fra­ca­sos del Ejér­ci­to Nacio­nal Afgano (ENA) del pre­si­den­te Ash­raf Gha­ni. Que día tras día con­fir­ma nue­vas bajas entre sus hom­bres, se esti­ma que des­de 2001, las fuer­zas loca­les alia­das a Esta­dos Uni­dos han teni­do más de 65 mil muer­tos, los que podrían ser muchos más ya que los man­dos no infor­man muchas de esas bajas, al igual que las deser­cio­nes para seguir reci­bien­do esos suel­dos. Mien­tras se cono­cen bata­llas con­ti­nuas, don­de se pro­du­ces nume­ro­sa basas entre las fuer­zas afga­nas y el Tali­bán, no solo toma más y más pri­sio­ne­ros, sino que incau­tan, ingen­tes can­ti­da­des de armas, equi­pos de comu­ni­ca­ción y trasporte.

El des­or­den mayúscu­lo, que se vive por estos días en el inte­rior del país, se repli­ca inclu­so den­tro de las fuer­zas nor­te­ame­ri­ca­nas, que toda­vía no deci­den qué hacer ni con los cola­bo­ra­cio­nis­tas afga­nos, que están roga­do, ser asi­la­dos en Esta­dos Uni­dos, jun­to a sus fami­lias, lo que repre­sen­ta­ría una cifra de más de 500 mil almas, por temor a las repre­sa­lias de los inte­gris­tas; ni con los cer­ca de 18 mil con­tra­tis­tas (mer­ce­na­rios) de empre­sas nor­te­ame­ri­ca­nas, que toda­vía ope­ran en el país y des­co­no­cen en ver­dad cual será el des­tino que les dé el Pen­tá­gono, a pesar de que ya han infor­ma­do que sin su asis­ten­cia las fuer­zas de segu­ri­dad afga­nas no podrán man­te­ner en el aire sus avio­nes, heli­cóp­te­ros y dro­nes, las úni­cas herra­mien­tas en que supe­ran al tali­bán. Estas inde­ci­sio­nes no solo refie­ren a estas dos pun­tos, sino abar­can al inte­rior de los man­dos polí­ti­cos y mili­ta­res de las fuer­zas la misión Reso­lu­te Sup­port (Apo­yo Deci­di­do) que lle­gó a incluir 36 esta­dos miem­bros y socios de la OTAN de las que hoy solo se man­tie­nen tre­ce, con un núme­ro que ara­ña los 10 mil efec­ti­vos, ya que se encuen­tran en pleno des­ban­de sin acer­tar a levan­tar una facha­da más o menos creí­ble para disi­mu­lar la derro­ta. El pasa­do vier­nes 18, los man­dos nor­te­ame­ri­ca­nos pla­nea­ba rea­li­zar la solem­ne cere­mo­nia en la sede kabu­lí de la Reso­lu­te Sup­port y de mane­ra extem­po­rá­nea el even­to fue can­ce­la­do, sin que a nin­guno de los asis­ten­tes se le expli­que las razo­nes de la inte­rrup­ción de tan “magno” y con­fu­so even­to, lo que gene­ró más dudas y temo­res que moles­tias. Ya que se está dis­cu­tien­do seria­men­te dado los nive­les de inse­gu­ri­dad y la pre­sun­ción, muy cier­ta, de la inme­dia­ta caí­da de Kabul ape­nas sal­ga el últi­mo sol­da­do nor­te­ame­ri­cano de Afganistán.

Tenien­do en cuen­ta que los núme­ros de víc­ti­mas que está pro­vo­can­do la insur­gen­cia se han dis­pa­ra­do habien­do aumen­ta­do entre enero y mar­zo, en com­pa­ra­ción con el año pasa­do un 29%. En abril las víc­ti­mas del terro­ris­mo habían sido de 1645, tre­pan­do en mayo a 4375. Entre las que se cuen­ta, chii­tas haza­ras, tra­ba­ja­do­res huma­ni­ta­rios, los vacu­na­do­res con­tra la polio­mie­li­tis, perio­dis­tas, fun­cio­na­rios guber­na­men­ta­les y judi­cia­les. El actual cua­dro de situa­ción, y par­ti­cu­lar­men­te la vio­len­cia des­ata­da en Kabul, ha pues­to en aler­ta a muchas emba­ja­das, que pudie­ran ver­se obli­ga­das a cerrar.

Para peor agre­gán­do­le toda­vía más dra­ma­tis­mo a la situa­ción, hacia el inte­rior de la emba­ja­da nor­te­ame­ri­ca­na que ocu­pa un exten­so com­ple­jo en la zona más segu­ra de la capi­tal afga­na, que has­ta que comen­zó en repli­que con­ta­ba con cien­tos de fun­cio­na­rios, hoy se encuen­tra vir­tual­men­te para­li­za­da por el bro­te de covid-19 entre sus emplea­dos, muchos de ellos ya eva­cua­dos y otros con­fi­na­dos en sus habitaciones.

Cri­sis igual oportunidad.

Aque­llo de que el ideo­gra­ma chino que repre­sen­ta el ter­mino cri­sis, tam­bién repre­sen­ta la pala­bra opor­tu­ni­dad, de ser cier­to, podría ser apli­ca­do para que los Esta­dos Uni­dos, tras su fra­ca­so en Afga­nis­tán, tenien­do la opor­tu­ni­dad de tras­la­dar a varias nacio­nes riva­les y veci­nas de Afga­nis­tán: Chi­na, Rusia, Irán y Pakis­tán la pesa­da car­ga de lidiar con los otra vez vic­to­rio­sos tali­ba­nes.

La apa­bu­llan­te ofen­si­va de los muyahi­di­nes, pare­ce de mane­ra defi­ni­ti­va, que en poco tiem­po más Kabul cai­ga y todo el país, se encuen­tre como antes de la inva­sión de 2001, pero con un gobierno tali­bán, legi­ti­mi­dad, fren­te a los 39 millo­nes de afga­nos, des­pués de haber derro­ta­do en una gue­rra de vein­te años, al con­glo­me­ra­do béli­co más pode­ro­so de la his­to­ria: los Esta­dos Uni­dos jun­to a la OTAN.

El des­co­mu­nal esfuer­zo en vidas y miles de millo­nes de dóla­res, por par­te de occi­den­te debe­rá de algu­na for­ma ser jus­ti­fi­ca­do fren­te a sus pue­blos que lo han finan­cia­do, si no quie­ren que la derro­ta sea toda­vía mucho más estruen­do­sa y para eso si se pue­de con­ver­tir la cri­sis en una opor­tu­ni­dad, que sin duda debe estar en eva­lua­ción por los think tank, que en las som­bras rigen esas “demo­cra­cias”.

Para ello el Depar­ta­men­to de Esta­do nor­te­ame­ri­cano, se encuen­tra pre­sio­nan­do de mane­ra des­ca­ra­da a Pakis­tán, su anti­guo socio en la gue­rra anti­so­vié­ti­ca, de 1978 – 1990, cuya exce­len­tes rela­cio­nes se inte­rrum­pie­ron en 2011, para que Isla­ma­bad, pre­sio­ne al tali­bán, según se cree con estre­cho víncu­los, para ate­nuar las repre­sa­lias y con­tro­le a sus man­dos medios tras la toma del poder. Aun­que por su par­te el pri­mer minis­tro pakis­ta­ní, Imran Khan, decla­ró a prin­ci­pios de junio que: “Hay mucho mie­do en este momen­to en Pakis­tán y les ase­gu­ro que esta­mos hacien­do nues­tro mejor esfuer­zo para que haya algún tipo de acuer­do polí­ti­co antes de que los esta­dou­ni­den­ses se vayan” por lo que una fal­ta de un acuer­do polí­ti­co en el país vecino ten­drá con­se­cuen­cial en toda la región.

Pakis­tán, que cuen­ta con cer­ca de 36 mil madra­zas (escue­las corá­ni­cas) waha­bi­tas, semi­lle­ros de futu­ros terro­ris­tas, podría ver­se afec­ta­do fuer­te­men­te en tres ins­tan­cias, si final­men­te suce­de lo que todos los ana­lis­tas creen; que la inten­si­fi­ca­ción de la gue­rra en Afga­nis­tán, pro­vo­ca­ra nue­vas olea­das de refu­gia­dos a tra­vés de su fron­te­ra, hacia Pakis­tán, que no se encuen­tra en con­di­cio­nes finan­cie­ras para dar con­ten­cio­nes ali­men­ti­cia y de salud, a la olea­da de expul­sa­dos, que podría hol­ga­da­men­te supe­rar el millón. Al tiem­po, que podría ser afec­ta­do la alian­za con Chi­na, que tan­to ha apos­ta­do en el país con la cons­truc­ción del nue­vo Camino de la Seda. Para ven­cer la resis­ten­cia de Isla­ma­bad, Esta­dos Uni­dos, cuen­ta con el mejor alia­do, la India, que des­de hace años ha exten­di­do su influen­cia en Afga­nis­tán, pre­ten­dien­do ence­rrar a Pakis­tán entre dos fron­te­ras, nor­te y sur abier­ta­men­te hos­ti­les. Al tiem­po que la insur­gen­cia inte­gris­ta local, podría ver­se influen­cia­da por el éxi­to del tali­bán, al otro lado de la frontera.

Aun­que la fron­te­ra sur afga­na no es el la úni­ca que se podría sen­tir ame­na­za­da con los inte­gris­tas nue­va­men­te rigien­do el poder des­de Kabul. Hacia el nor­te Afga­nis­tán tie­ne fron­te­ras, con Tayi­kis­tán, Turk­me­nis­tán, y Uzbe­kis­tán, tres ex repú­bli­cas sovié­ti­cas, con las que Rusia, des­pués de años de des­en­cuen­tro, ha vuel­to a tener un fuer­te jue­go polí­ti­co y comer­cial, por lo que los tali­ba­nes, nue­va­men­te finan­cia­dos por Ara­bia Sau­di­ta y los Esta­dos Uni­dos, podrían comen­zar a gene­rar algún tipo de acti­vi­dad en esas tres naciones.

Por su par­te Irán que cuen­ta con más de cua­tro millo­nes de refu­gia­dos afga­nos en pro­xi­mi­dad de la fron­te­ra, de casi mil kiló­me­tros con ese país, ten­dría que incre­men­tar sus nive­les de segu­ri­dad, ya que impul­sa­dos por Washing­ton o Israel, podrían gene­rar aten­ta­dos den­tro del país per­sa.

En la fron­te­ra orien­tal, con Tayi­kis­tán y Chi­na, don­de se mue­ven con cier­ta como­di­dad, las ban­das extre­mis­tas, vin­cu­la­das al sepa­ra­tis­mo en la pro­vin­cia chi­na de Xin­jiang, enca­be­za­da por miem­bros de la mino­ría musul­ma­na uigur que pro­cu­ran la crea­ción de un esta­do inde­pen­dien­te cono­ci­do como Tur­kes­tán Orien­tal, con accio­nes del Movi­mien­to Islá­mi­co de Uzbe­kis­tán (IMU) y el Movi­mien­to Islá­mi­co de Tur­kes­tán Orien­tal (ETIM), que han gene­ra­do mul­ti­tud de ata­ques y aten­ta­dos, lle­gan­do a hacer­lo en Bei­jín, con el espal­da­ra­zo del tali­bán podrían vol­ver a acti­var­se y recu­pe­rar el terreno per­di­do a par­tir de 2013, sem­bran­do ines­ta­bi­li­dad en una región par­ti­cu­lar­men­te dís­co­la a los intere­ses norteamericanos.

A todo este cri­sol de juga­do­res en la región hay que agre­gar a Tur­quía, que ha incre­men­ta­do su pre­sen­cia en Afga­nis­tán, tra­tan­do de expan­dir su influen­cia a todo el mun­do islá­mi­co de Medio Orien­te y Asía Cen­tral. Por lo que según comu­ni­có el pasa­do jue­ves 17, el ase­sor de segu­ri­dad nacio­nal de Biden, Jake Sulli­van, el pre­si­den­te tur­co Tay­yip Erdo­gan, se ha com­pro­me­ti­do, tras con­ver­sa­cio­nes con Biden, a asu­mir la segu­ri­dad del aero­puer­to de Kabul, pun­to esen­cial para cual­quier plan de asis­ten­cia a la resis­ten­cia que pue­da esta­ble­cer el pre­si­den­te Gha­ni y su espec­tral ejér­ci­to, inten­tan­do evi­tar la catás­tro­fe anunciada.

*Gua­di Cal­vo es escri­tor y perio­dis­ta argen­tino. Ana­lis­ta Inter­na­cio­nal espe­cia­li­za­do en Áfri­ca, Medio Orien­te y Asia Cen­tral. En Face­book: https://​www​.face​book​.com/​l​i​n​e​a​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​lGC.

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