Por Mariana Jaroslavsky, Resumen Latinoamericano, 10 de junio de 2021.
Entrevista a María Julia Mazzarino, integrante de la Asociación Argentina de Compostaje y especialista en suelos. Cómo es la evolución de los nutrientes, los efectos de la contaminación, las consecuencias del agro y la ganadería, la posibilidad de «crear suelo» para devolverlo al planeta.
“Otoño es la época que más me dedico al jardín”, es lo primero que comenta al ingresar al zoom. Vive en Bariloche, es ingeniera agrónoma, docente e investigadora del Conicet. Tiene más de 70 artículos científicos publicados, es parte fundadora de la flamante Asociación Argentina de Compostaje (Asacomp). Sabe mucho de suelos, contaminación y tiene mucha vocación de compartirlo. Además, fue directora de la Planta de Compostaje Cloacal de su ciudad, en la que se procesan los efluentes del 70 por ciento de la población y se produce alrededor de 5000 metros cúbicos de enmienda orgánica por año. Material de comprobada eficacia en la regeneración de suelos áridos y degradados.
María Julia Mazzarino proviene de una cuna de agrónomos. Un tío materno fue una de sus mayores inspiraciones, Antonio Prego, que investigaba suelos en el INTA de Castelar. Y desde su infancia en Añatuya (Santiago del Estero) y la colonia piamontesa San Francisco (Córdoba), recibió el legado de su familia por la tierra. Por ese mismo motivo también vivió en Alemania, donde realizó su doctorado sobre suelos acidificados, contaminados con azufre y distintos nitratos. “Quería aprender metodologías para medir»; recuerda.
– Usted menciona la «evolución» de los suelos. ¿En qué consiste?
– La génesis del suelo tiene que ver con el tipo de material original que tiene. Hay suelos que son muy nuevos, como acá en Bariloche, que cae permanentemente ceniza volcánica cada tantos años. Tenés un material original que salió del centro de la Tierra y de nuevo empieza a formarse un suelo. Y tenés, por ejemplo, un suelo como el de Misiones, rojo, en el que no queda nada. Eso es un esqueleto de hierro y aluminio que es lo que le da ese color, que nunca renovó su esqueleto original. Eso no quiere decir que sea malo, sino que empieza a atacar a los minerales que liberan sus nutrientes: calcio, magnesio, todo lo que las plantas necesitan que los toman gracias a esos microorganismos. Esa evolución en un suelo puede tardar 2000 años en formarse. En etapas de muy rápido desarrollo, en el que el material es muy fácilmente atacable, puede demorar 1000 años.
– ¿Qué se hizo con el suelo en los últimos años?
– El ser humano ha conseguido acelerar, para mal, procesos por la contaminación ambiental, porque llueve ácido y se aceleran los procesos de acidificación. Cuando eso debiera tardar 2000 años, la vegetación se va adaptando, desaparece un tipo de vegetación y aparece otra, van evolucionando. En Alemania los árboles se morían, sobre todo los abetos. Greenpeace denunciaba a Basf o a Bayer. Todos creían que la causa de todo era la industria y las centrales térmicas. Con el tiempo se dieron cuenta de que el principal factor contaminante era la ganadería y la agricultura. Ahí nos empezamos a dar cuenta de que los fertilizantes ácidos y los animales eran los más contaminantes a través de las heces, de la urea, que produce mucho amonio que se va al aire, se transforma en óxido de nitrógeno y cae diluido. Ahí vi todo el extremo del desarrollo humano. Acá se usaban los estiércoles, las vacas estaban sueltas y fertilizaban el campo. Por mucho tiempo pensamos que la mejor forma de producir era con animales. Pero en la medida que somos más y se necesitan altas cantidades de todo, de comida, empezaron estas fábricas de pollo, fábricas de vacas. Son fábricas. Si uno ve cómo se produce un pollo, no lo come nunca más.
Foto: Sergio Goya
– ¿Cómo evalúa la situación del suelo?
– En ambientes donde llueve mucho hay altas temperaturas y pendientes, la pérdida de suelo es tremenda. Cada vez que perdés diez centímetros de suelo estás perdiendo 2000 años de historia. La erosión es una cosa tremenda. Encima se le saca la vegetación, porque necesitás soja para vender o cosas por el estilo. El suelo queda desnudo, expuesto. También está el nitrógeno, que es el elemento que más necesitan las plantas y que no está en la parte mineral del suelo. El nitrógeno viene solo de la materia orgánica. Si el suelo la pierde, no sólo pierde la propiedad de mantener unidos los elementos, formar grumos, que el agua circule bien. La materia orgánica cumple tantos roles que es imposible contártelos todos. Descontamina, es increíble. Pero lo fundamental es que es alimento de las plantas.
– Ahora se agrega la molécula aislada, que no es lo mismo para las plantas.
– Claro. Si no tenés nitrógeno tenés que darle un fertilizante, y el que más se produce es la urea que se genera con un sistema de fijación de nitrógeno del aire. Algo particular es que el nitrógeno es el elemento más limitante para la producción en la Tierra, pero es el que más tenemos en la atmósfera.
Compostar, un proceso biológico
El compostaje es el proceso biológico por el cual los restos orgánicos (alimentos, poda, heces, cuerpos, hojas) se descomponen por la acción de bichos, hongos, bacterias y microorganismos, que los transforman en abono. Es el funcionamiento del sistema digestivo de los suelos, que siempre se está recreando a sí mismo. En Argentina se produce alrededor de un kilo de residuos diarios por persona y el 50 por ciento es compostable si se separan y se tratan en origen, ahí mismo donde se generan (o lo más cerca posible). Sin embargo, la mayoría de las veces, los residuos llegan mezclados a los más de 5000 basurales a cielo abierto del país. Materiales reciclables y orgánicos, sin tratar, que generan putrefacción y emisiones de metano, entre otros gases.
– ¿Con qué objetivos nació la Asociación Argentina de Compostaje?
– Asacomp reúne a personas que están haciendo compost. Nos asociamos para compartir nuestras investigaciones, análisis de laboratorio. Qué laboratorios pueden analizar, qué parámetros utilizar. Porque no todos los compost son buenos per sé, no se pueden aplicar así nomás a cualquier suelo. En Argentina el 70 por ciento de los suelos son áridos o semiáridos, llueve poco, hay poca vegetación y poca materia orgánica en los suelos, entonces los procesos de evolución de los suelos son muy lentos. Desde la Asociación impulsamos estudios y propuestas para ver cómo podemos hacer para que persista más la materia orgánica, para enriquecer los suelos, ver cómo podemos contribuir a la evolución de los suelos.
– ¿Cómo se vincula la situación del suelo, la basura y el compost?
– La palabra residuo quiere decir que es algo que produzco y que no lo quiero tener, que no me sirve. Y, en realidad, me sirve. Eso que llaman residuo no es basura, podemos utilizarlo. No creo que lleguemos a la basura cero, pero sí sé que al 50 por ciento de la basura la puedo reutilizar una vez que hago compost. Y a la otra puedo reciclarla en gran parte.
– ¿Cómo se puede abordar la gestión de los orgánicos en los residuos?
– Una forma es que lo hagan las ciudades e implica toda una compresión de cómo hacerlo. Lo ideal es tener muy separado lo orgánico de lo demás para asegurarnos que está lo más limpio posible. Está claro que no todos lo van a hacer y no tenemos normativa todavía que obligue al ciudadano a hacerlo, pero creo que hay mayor conciencia ciudadana que antes. Señoras y señores, no tiren la parte orgánica, traten de reciclarla y úsenla después para la maceta, para la plantita que está en el jardín de su abuela, o los arbolitos de la calle, o entréguenlo al municipio para las huertas. De esta forma, al compostar estamos devolviéndole suelo a la Tierra.
Foto: Sergio Goya
– ¿Qué posibilidades hay para la gestión de lo domiciliario de las ciudades y después llevarlo a campo?
– Hay muchos lugares del mundo donde se está haciendo. Por lo general se hace por ley, como en Francia y Alemania. Donde cada ciudadano es responsable de su parte orgánica. Hay formas de las cuales se puede discutir el tema del transporte, porque cada vez que transportamos algo estamos utilizando energía, lo que hace que se promueva cada vez más que se hagan tratamientos comunes, zonas de transferencia en donde se trate, se chipee la poda de los espacios verdes y jardines. Se han pensado montones de formas. Lo urbano también se podría utilizar para los parques de las ciudades y mantenimiento de céspedes.
– ¿Y ese mantenimiento de parques de las ciudades es valioso para la regulación de la atmósfera y la mitigación del cambio climático?
– Lo que es valiosísimo es planificar cuántas áreas verdes tiene que tener una ciudad, como lo que se está debatiendo sobre Costa Salguero en Buenos Aires. Eso hace a la respiración de la ciudad y mejora de calidad de vida. También cuántas plantas pudieran tener las personas en sus balcones. Muchas ciudades grandes tienen techos verdes que son terrazas de usos comunitarios que se sostienen con compost. No subís tierra, subís un material más esponjoso que permita la reproducción de plantas. Lo verde es imprescindible para la vida. Eso es fundamental. Y otras cosas tenemos que compostarlas industrialmente, no todo se puede compostar en una casa. Queremos convencer a los ciudadanos de que hagan las cosas lo mejor que puedan con lo que tienen. Por ejemplo, que no compren tierra negra, que la produzcan.
Este artículo fue producido en conjunto con la Campaña Mes del Compostaje (del 22 de marzo ‑Día del Agua – al 22 de abril ‑Día de la Tierra-).
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/al-compostar-estamos-devolviendole-suelo-a-la-tierra/, Rebelión.