Argen­ti­na. Memo­ria. A 66 años del bom­bar­deo gori­la a Pla­za de Mayo /​El mayor ata­que terro­ris­ta con­tra pobla­ción civil sigue aún impu­ne (video)

El 16 de junio de 1955, Bue­nos Aires vivió la úni­ca esce­na de gue­rra de su his­to­ria. No fue con­tra un enemi­go externo. 34 avio­nes de la Fuer­za Aérea y la Mari­na argen­ti­na bom­bar­dea­ron a la pobla­ción civil que se encon­tra­ba en ese momen­to en Pla­za de Mayo. Que­rían ase­si­nar al gene­ral Juan Domin­go Perón en su des­pa­cho de la Casa Rosa­da. Fue una masa­cre: las bom­bas esta­lla­ron sobres tran­seún­tes, autos y tro­le­bu­ses que se movían por el cen­tro de la ciu­dad en un medio­día como cual­quier otro. Muje­res arro­pa­das de invierno, niños que se diri­gían a la escue­la y ofi­ci­nis­tas fue­ron obje­ti­vos de los mili­ta­res. Perón no cayó ese 16 de junio, pero sí tres meses des­pués, en sep­tiem­bre, cuan­do ini­ció un lar­go exi­lio en Espa­ña. El triun­fo de la «Revo­lu­ción Liber­ta­do­ra» (deno­mi­na­da por los pero­nis­tas como «fusi­la­do­ra»), como la lla­ma­ron los gol­pis­tas, y el pro­fun­do anti­pe­ro­nis­mo que se ins­ta­ló duran­te déca­das en Argen­ti­na silen­cia­ron el núme­ro y el nom­bre de los muertos.

Autos y buses en llamas tras el bombardeo a la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955.
Autos y buses en lla­mas tras el bom­bar­deo a la Pla­za de Mayo el 16 de junio de 1955.Archivo

En 2009, una inves­ti­ga­ción del Archi­vo Nacio­nal de la Memo­ria (ANM) deter­mi­nó que el bom­bar­deo a Pla­za de Mayo y otros pun­tos del poder pero­nis­ta, como la sede de la Con­fe­de­ra­ción Gene­ral del Tra­ba­jo (CGT), dejó 308 muer­tos. Pero el docu­men­to advir­tió que a esa cifra debía sumar­se “un núme­ro incier­to de víc­ti­mas cuyos cadá­ve­res no logra­ron iden­ti­fi­car­se, como con­se­cuen­cia de las muti­la­cio­nes y car­bo­ni­za­ción cau­sa­das por las defla­gra­cio­nes”. Los his­to­ria­do­res ele­van a 364 los muer­tos, ade­más de casi 800 heri­dos. Sólo 12 de las víc­ti­mas esta­ban den­tro de la Casa Rosa­da, don­de impac­ta­ron 29 bom­bas. “El res­to de las bom­bas, pro­yec­ti­les y fusi­les semi­au­to­má­ti­cos FN de fabri­ca­ción bel­ga que los infan­tes de Mari­na estre­na­ron ese día estu­vie­ron diri­gi­dos a la pobla­ción”, según el infor­me del ANM.

Azotea de la Casa Rosada tras los bombardeos.
Azo­tea de la Casa Rosa­da tras los bombardeos.Archivo

Bue­nos Aires ama­ne­ció nubla­da y fría el 16 de junio de 1955. Un comu­ni­ca­do ofi­cial anun­cia­ba un acto en home­na­je a Perón que debía incluir el sobre­vue­lo de “avio­nes Glos­ter­Me­teor de las uni­da­des caza-inter­cep­to­ras de la Fuer­za Aérea Argen­ti­na” sobre la Cate­dral, ubi­ca­da fren­te a la Pla­za de Mayo y en dia­go­nal con la Casa Rosa­da. Pero lo que a las 12.40 sobre­vo­ló el lugar fue un avión Beech­craft, el pri­me­ro de las 34 que bom­bar­dea­ron el cen­tro de la ciu­dad duran­te casi seis horas. Las dos pri­me­ras bom­bas de 100 kilos caye­ron sobre la sede del Gobierno y el minis­te­rio de Hacien­da, ubi­ca­do enfren­te. La ter­ce­ra explo­tó sobre un tro­le­bús car­ga­do de pasa­je­ros. Todos murie­ron en el impacto.

Los gol­pis­tas se diri­gie­ron enton­ces a la sede de la CGT, el depar­ta­men­to de Poli­cía y la resi­den­cia ofi­cial de Perón, en Paler­mo. Hacia las cua­tro de la tar­de vol­vie­ron con más bom­bas y fue­go de metra­lla sobre la Casa Rosa­da. El gol­pe no tuvo éxi­to en su obje­ti­vo de matar a Perón, que aler­ta­do por las fuer­zas lea­les se había refu­gia­do en el minis­te­rio de Gue­rra, a 200 metros del lugar. Y si no hubo una masa­cre aún peor fue por la deter­mi­na­ción de Perón de con­si­de­rar al gol­pe una cues­tión a resol­ver “entre soldados”.

Adver­ti­do de que los sin­di­ca­tos se esta­ban reu­nien­do en la CGT para mar­char hacia el cen­tro, dio la orden de reple­gar­se. “Usted vuel­ve a la CGT y comu­ni­ca, de par­te del pre­si­den­te de la Nación, que a la Pla­za de Mayo no debe con­cu­rrir ni un solo hom­bre. Si estos ase­si­nos, para matar­lo a Perón, están bom­bar­dean­do impu­ne­men­te la ciu­dad, no les va a tem­blar la mano para hacer­lo sobre un mon­tón de obre­ros. Éste es un enfren­ta­mien­to entre sol­da­dos y, si cae­mos, cae­re­mos entre sol­da­dos”, le dijo Perón a un mensajero.

El Gol­pe fue domi­na­do y los cabe­ci­llas huye­ron hacia Mon­te­vi­deo en los mis­mos avio­nes con que habían bom­bar­dea­do Bue­nos Aires. Tres meses des­pués de la masa­cre alcan­za­ron el éxi­to y la mayo­ría de los pro­ta­go­nis­tas de junio ocu­pó car­gos impor­tan­tes en el nue­vo Gobierno. Nun­ca hubo dete­ni­dos ni nadie pagó por los muertos.

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