Por Jorge Falcone, Resumen Latinoamericano 20 de junio de 2021.
«Los libertarios crecen a medida que la izquierda anticapitalista (cultivando estilos apolíneos) gasta sus días en prácticas fragmentadas, testimoniales o conmemorativas, a medida que las dirigencias de las organizaciones populares y los movimientos sociales piensan burocráticamente en administrar la gobernabilidad más que en organizar el conflicto. ¿Qué pasará cuando entre en erupción la bronca acumulada?».
Miguel Mazzeo
La revancha de la América Profunda
Este continente sistemáticamente estafado y tantas veces mancilladlo, que periódicamente parece perder su rumbo víctima de la Maldición de Malinche, afortunadamente cada tanto refresca las memorias de su encubrimiento y vuelve a transitar la senda trunca de sus libertadorxs.
Aquel inmenso nostramericano que fue Eduardo Galeano hizo escuela enseñándonos a interpretar el damero global de la realidad a partir de acontecimientos a primera vista ínfimos.
Recuperando su singular estilo, no correspondería pasar por alto que recientemente en México – por ejemplo – las comunidades indígenas de Michoacán votaron y expulsaron de sus territorios 92 puntos electorales. A partir de ello, sin partidos políticos, deciden administrar autónomamente sus recursos.
El hecho ocurrió en las últimas elecciones de diputados, gobernantes, alcaldes y autoridades locales. Al respecto, el Consejo Suprema Indígena de Michoacán informó de la no instalación de los puntos electorales en 20 de sus comunidades.
Dicha instancia también señaló que la decisión fue tomada en las asambleas generales, como expresión concreta de su libre autodeterminación política.
Así, los pueblos originarios de Michoacán avanzan soberanamente, lejos de gobiernos y partidos amparados en una institucionalidad que perpetua el poder de la casta política y los intereses económicos de los ricos. Acaso un ejemplo singular, pero demostrativo de que hay un camino posible de ensayar.
Las generaciones que hoy se levantan a lo largo de Nuestra América exigen cambios de fondo porque la pandemia muestra lo más despiadado de un sistema – mundo regido por el capital financiero trasnacional, que lejos de ceder y mostrar un rostro humanitario, negocia con las vacunas como nuevo instrumento de dominación y disputa mundial. No solo eso, sino que los sectores dominantes tampoco quieren ceder terreno en reducir su tasa de ganancia, pese a que muchos de ellos han ganado como nunca en este año y medio de pandemia, mientras millones de semejantes caen en el hambre y la muerte, se profundizan las diferencias sociales y se incrementa la precarización laboral, a la par de las políticas que destruyen los ecosistemas, envenenan pueblos enteros, contaminan y destruyen la tierra.
Estas cuestiones están en el ADN de una nueva configuración continental. Es mucho el acumulado de estos últimos años, agravado ahora exponencialmente por la pandemia mundial.
Las mujeres, lxs jóvenes y los pueblos originarios son protagonistas de los cambios. Nada es casual, desde lo más hondo de Nuestra América exigen manejar el futuro y se aprestan a conquistarlo. El camino no es lineal, tiene idas y vueltas, pero exigen que los Estados, cuando se imponen gobiernos que pretenden responder a las mayorías, estén a la altura de las necesidades, ya no de la emergencia, sino la de empezar a formatear una institucionalidad capaz de defender y construir soberanía, cuidando el medio ambiente, con perspectiva de género y transitando la plurinacionalidad en todos sus niveles.
En Chile, la revuelta originada en octubre de 2019 fue un punto de inflexión que marcó el inicio de una nueva etapa política en ese país. Se puso en discusión todo y se conquistó la convocatoria a una Asamblea Constituyente sin precedentes que – muy a pesar de sus limitaciones – va a cambiar la vigente, impuesta por el dictador Pinochet: Primero se arrancó el plebiscito y posteriormente se eligieron los representantes que trabajarán en la Asamblea. Por primera vez en el continente se integra una Asamblea con perspectiva de género, expresada en su composición. Y por primera vez hay 17 bancas sobre 155 para los pueblos originarios.
Los grandes ganadores fueron lxs candidatas independientes, sin partido, que estuvieron en la primera línea de batalla contra los carabineros en las históricas jornadas que aún sacuden al país andino. En su conjunto, esas listas obtuvieron un tercio de la Asamblea. La derecha sufrió una de las peores derrotas de la historia y las opciones de izquierda – como el PC en alianza con la centroizquierda -, también obtuvieron numerosas bancas y se alzaron con la Alcaldía de Santiago de Chile. Sin ir más lejos, el candidato que lidera las encuestas para las próximas elecciones presidenciales es afiliado al Partido Comunista.
Lo que sucede en Chile o Perú, también se vio en Ecuador, donde gigantescas luchas precedieron a las elecciones y fueron los candidatos Arauz y Yaku Pérez quienes expresaron las opciones emergentes de esas luchas, si bien fueron separados, lo que posibilitó el triunfo con denuncias de fraude del banquero Guillermo Lasso en el balotaje. Más allá de ese resultado, lo ocurrido también forma parte del nuevo escenario que se va configurando en la región, donde la radicalización de las luchas fuerza crisis políticas de gobernabilidad, frecuentemente aprovechadas por opciones populares que se unen para derrotar a enemigos poderosos en los procesos electorales, tensionando las reglas de juego del sistema, mientras la correlación de fuerzas no se presente favorable aún para transformar un auge de luchas, en una situación revolucionaria que se aproxime al poder.
La masacre sobre el pueblo Colombiano, confirma un panorama en el que a los gobiernos abiertamente fascistas como el de Iván Duque – llegado el momento, y sobrepasados por las luchas – no dudan en recurrir a sus fuerzas represivas y grupos paramilitares para masacrar al pueblo. Sin embargo, cientos de muertos, desaparecidos y torturados, no consiguen frenar las luchas, cuyos protagonistas van ensayando nuevas formas de resistencia a la represión brutal.
Justamente, en el comunicado en que se anunció el levantamiento del Paro Nacional, sus promotores anunciaron varias estrategias nuevas que pondrán en marcha a partir de ahora. Una de ellas es la realización de asambleas populares, eventos pedagógicos para explicar el contenido del Pliego de Emergencia; la segunda es la presentación de proyectos de ley que contengan las principales reivindicaciones del Paro Nacional el próximo 20 de julio, al inicio de las sesiones ordinarias del Congreso de la República; la tercera son jornadas artísticas y culturales, y el llamado a una movilización nacional el próximo 20 de julio.
Se trata pues de darse un respiro que permita reorganizar las fuerzas para las nuevas batallas que se avecinan en todo el territorio colombiano. El desenlace está en marcha y de seguro tendrá repercusión en las próximas elecciones presidenciales faltando menos de un año.
De modo que los procesos de masas son la principal escuela de cuadros a la hora de adquirir conocimientos para mejor librar la lucha de clases. El rol de los partidos y herramientas políticas amplias de unidad, es sin duda el de ganarse el corazón del pueblo buscando la síntesis que arroje su práctica para poder contribuir a que éste avance a saltos en su organización y preparación. Uno de los factores más importantes que emerge estriba en saber diferenciar la conquista de un gobierno con la conquista del poder. El papel de la subjetividad es fundamental a la hora de encontrar el rumbo a la explosión de las luchas.
Los avances en estos procesos impusieron algunos gobiernos que expresaron alianzas de clases electorales, mostrando que es necesario en determinados momentos, lograr unidades amplias y heterogéneas para superar a rivales de expresiones reaccionarias poderosas como el macrismo. Por otra parte, una vez conquistado el gobierno, los sectores populares deben coordinar su acción para lograr la hegemonía y avanzar en medidas que beneficien al pueblo. Esta es una acción permanente en una coalición heterogénea mientras se sostiene la unidad frente a los enemigos de la Nación.
El papel de la subjetividad radica en saber analizar los cambios en este nuevo auge de luchas en curso, aportar herramientas e iniciativas que ayuden a que no se detenga la marcha del pueblo por sus necesidades, sobre todo allí donde se ha logrado imponer gobiernos progresistas y populares.
Los procesos mencionados fueron demostrando que la unidad del pueblo se va forjando en la medida que recupera conquistas y adquiere certezas, no acerca de un camino de llegada, sino del inicio de una lucha por el cambio de la matriz económica que tendrá expresiones en la recuperación de áreas propias de producción soberanas, a la vez que irá recortando el poder de los monopolios y terratenientes. Este proceso, que no es corto, deberá repercutir en los cambios en la superestructura política para defender lo conquistado en la base económica y profundizar la marcha general del proceso emancipatorio.
Todo eso ha estado presente en una lucha con idas y vueltas en diversas experiencias regionales durante la etapa anterior al inicio del actual siglo, donde se conquistaron derechos pero no se avanzó en desarmar esa estructura económica dependiente y latifundista que predomina en la región, que sostiene modelos agro exportadores contaminantes de materias primas. Los sectores monopólicos que sustentan las expresiones políticas de la derecha, salieron fortalecidos y fueron los que dieron golpes de Estado y prepararon como nunca una red en la justicia y los medios masivos de comunicación, base de Fake News y Lawfare contra todo aquel que desafiara sus políticas. Se alimentaron de la división del pueblo, del control de los resortes claves de la economía, la justicia, las FFAA y seguridad.
Las enseñanzas que dejan demuestran que los procesos de cambio son largos, que revisten de diferentes aspectos según el sector, pero que todos tienen como común denominador que la acción debe ser permanente, tener plena confianza y empoderar al pueblo para que sea protagonista y no mero espectador.
Esa acción permanente del pueblo para hacer respetar y llevar adelante sin pausa las etapas, una vez ganado el gobierno es fundamental para defender lo conquistado mientras se va dotando de certezas al pueblo para que protagonice una transición que en muchos momentos será violenta, ya por acción de la derecha o por las concesiones y desviaciones del rumbo popular.
La nueva configuración que se va desarrollando en Nuestra América reclama y exige ir hasta el hueso en la soberanía, con un Estado presente y atiento a las necesidades populares, que ponga coto al poder monopólico de bancos y terratenientes, hasta ahora ganadores en cualquiera escenario.
Los nuevos vientos exigen instrumentos políticos de cambio que contribuyan al protagonismo del pueblo. En un mundo multipolar, el futuro está en saber aprovechar las contradicciones entre los poderosos para fortalecer el camino independiente hacia la liberación nacional y social.
Martín Guzmán como aguafiestas del oficialismo ante las PASO
Lo que hasta hace algunos días era la agenda para la campaña rumbo a las elecciones de octubre en Argentina, enfrenta ahora un súbito cambio de escenario. La rápida propagación de los contagios de Covid, en la indisimulable y potente segunda ola de la pandemia – que incluye la aparición de cepas aún más virulentas – obligó al oficialismo a modificar los planes. El contagio del Primer Mandatario no hizo más que acelerar tales decisiones.
Los funcionarios tienen su agenda repartida entre las medidas que sirvan para confirmar la recuperación de la actividad económica, tras el apagón de parte del año pasado, y aquellas iniciativas que permitan pasar esta segunda ola sin alteraciones profundas.
Está claro que a nivel macro, hoy el tema más preocupante remite a la aceleración inflacionaria. Después de un trimestre con una inflación en torno al 12%, se produjeron subas en varios de los alimentos que componen la canasta básica familiar.
El Banco Central no queda exceptuado de la regla. Miguel Pesce tiene configurada una estrategia para enfrentar el agravamiento del escenario sanitario.
Básicamente, el objetivo pasa porevitar una presión cambiaria en plena segunda ola. La novedad es que esa pretensión excede al canal «oficial». Sino que incluye a todos los dólares del mercado. Los denominados dólares «alternativos» (contado con liqui y MEP) y el «blue».
Lo viene logrando: la estabilidad ganada en el tipo de cambio mayorista (oficial) se trasladó al resto. Aunque con costos de reservas por la intervención de la autoridad monetaria en el mercado del MEP y el CCL.
Para los próximos días, la situación luce inmejorable. Al menos en los papeles. Los chacareros deberían liquidar una porción de la cosecha de soja, lo que ayudará al Banco Central a mantener estabilizado el frente cambiario y a recomponer las reservas.
Aunque sobre este último punto subsisten las dudas. Un repaso por los datos del primer trimestre acrecienta esa incertidumbre.
Entre enero y marzo último, la liquidación de divisas por parte del complejo agroexportador alcanzó a u$s 6.720 millones. Se trata de un volumen récord para un primer trimestre. Ni siquiera se había logrado en los momentos de mayor estabilidad financiera de los últimos años.
De esos u$s 6.720, el Banco Central pudo comprar u$s 2.178 millones. Sin embargo – y aquí va el dato revelador y complejo de la actual dinámica – de ese monto total, las reservas sólo crecieron en u$s 152 millones. Apenas el 7% de lo que la mesa de operaciones del BCRA compró en el mercado.
Para pasar en limpio: durante el trimestre de liquidación de divisas récord, el Banco Central prácticamente no pudo acumular nada.
No obstante, el “vaso medio lleno” indica que al menos el Central dejó de perder divisas, que es lo que venía ocurriendo hasta finales del año pasado.
La otra novedad tiene que ver con algo que influirá durante la campaña hasta octubre. Y es que parte de los dólares que el BCRA no pudo acumular se fueron en intervenciones en el mercado cambiario «alternativo».
Lo que sucedió en los últimos meses fue que el Central usó unos u$s 200 millones mensuales a intervenir en el mercado del»contado con liqui»y del MEPpara estabilizar las cotizaciones «alternativas», que quedaron por debajo del dólar «ahorro».
Se trata de una modalidad que llegó para quedarse. Que la mesa del BCRA mantendrá en tanto y en cuanto continúe la dolarización a través de esos mercados. El Gobierno no está dispuesto a permitir un ensanchamiento de la brecha cambiaria durante la campaña rumbo a octubre. Y mientras se extienda la negociación con el Fondo Monetario.
En el equipo económico hay voces que admiten que labrechapor encima del 100% – vista en octubre, con el «blue» orillando los $200 – fue responsable de la presión inflacionariade los últimos meses.
Por eso mismo, los funcionarios no están dispuestos a convalidar un salto de esa brecha yse mantendrán las intervenciones.
Otra arma para «pelearle» a la inflación – que el Banco Central ya demostró que está dispuesto a usar – refiere al ancla cambiaria de la cotización del «oficial» (dólar mayorista).
Los últimos números resultan elocuentes:
● En diciembre de 2020, con una inflación del 4%,
la cotización del dólar subió 3,5%.
● En enero, con una inflación del 4%, el dólar se elevó 3,75%.
● En febrero, los precios subieron 3,6% pero el dólar lo hizo un 2,9%.
● Y en marzo, contra una inflación cercana al 4%,
la cotización del dólar subió apenas el 2,4%
Como queda de manifiesto, en los últimos meses, el Banco Central puso en marcha un objetivo de devaluación por debajo de la inflación, con lo cual intenta apaciguar la expectativa inflacionaria.
¿Alcanzará con esa medida para desacelerar la dinámica de los precios? ¿O, por el contrario, lo único que logrará es que en algún momento el «mercado» descuente una futura devaluación?
Obviamente, todo dependerá de que el Gobierno acompañe esta medida con otras, como el plano fiscal. Lo mismo que el escenario monetario. El propio Martín Guzmán habla de una inflación «multicausal».
Por lo pronto, el escenario monetario del año pasado es irrepetible. Durante el primer trimestre de 2020, el Banco Cental emitió la friolera de $600.000 millones. En este 2021, la situación es bien distinta: la emisión para el Tesoro resultó de «apenas» $70.000 millones.
Guzmán se planteó un ordenamiento fiscalmuy prolijo, en línea con la esperada recuperación de la actividad económica. De hecho, una alta fuente del Ministerio adelantó que las últimas recaudaciones vuelven a exhibir cifras «muy positivas».
En simultáneo, el ministro quitó prácticamente toda la asistencia (gasto Covid): la última distribución del IFEfue en agosto del año pasado. Y el ATP(salarios complementarios a cargo del Estado) se mantuvo hasta diciembre. Desde ese momento se pagan parte de los salarios a través del Repro II, que es un programa más limitado que el ATP.
No fue el único ajuste en marcha: los salarios de la administración pública también quedaron bien por debajo de la inflación. Mientras que las jubilaciones se actualizaron 35,3%, un punto menos que la inflación, pero lejos del 42% que les hubiera correspondido en caso de que no se suspendiera la antigua fórmula.
El Gobierno ya probó lo costoso que puede significar un desvío de la consistencia fiscal. Tras la emisión récord – de alrededor de $2 billones a lo largo de 2020 -, el dólar «blue» llegó a los $195. Bajarlo de ese nivel fue muy trabajoso, asumen en el equipo económico. Y llevó tiempo.
Por eso mismo, ahora se montó una estrategia – para algunxs razonable, para otrxs rudimentaria – para intentar que el escenario financiero y económico se sostengadurante los próximos meses. Mientras la pandemia se extiende a la espera de más lotes de vacunas anti Covid.
En este contexto, las tensiones entre la cartera económica y el Instituto Patria escalan, en la medida en que trascienden algunas encuestas desalentadoras para el oficialismo en el distrito bonaerense, ineludible trampolín para sostenerse en el gobierno.
En tanto, algunas organizaciones sociales otrora afines a la coalición gobernante comienzan a desmarcarse insatisfechas, mientras los sectores populares más beligerantes entretejen alianzas cada vez más voluminosas, dispuestos a permanecer a pie de calle reclamando derechos desatendidos.-