Chi­le. Los paya­sos se van pero lle­gan otros

POR MANUEL CABIESES DONOSO, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 1 de junio de 2021.

Más paté­ti­ca que des­pe­di­da de cir­co pobre fue la últi­ma fun­ción –post elec­cio­nes del 15 y 16 de mayo- del cir­co polí­ti­co. Unos paya­sos se van pero otros se pre­pa­ran para reem­pla­zar­los. La derro­ta del sis­te­ma de par­ti­dos en la elec­ción de la Con­ven­ción Cons­ti­tu­cio­nal fue con­tun­den­te. Los inde­pen­dien­tes obtu­vie­ron 2 millo­nes 320 mil votos. La coa­li­ción con­ser­va­do­ra, 1 millón 173 mil. El blo­que de seis par­ti­dos enca­be­za­dos por el Par­ti­do Comu­nis­ta, 1 millón 70 mil votos. La lis­ta del Aprue­bo (los sie­te par­ti­dos de la ex Con­cer­ta­ción), 825 mil votos. En la Con­ven­ción habrá 48 cons­ti­tu­yen­tes “inde­pen­dien­tes”; 37 de la dere­cha (entre ellos 17 de extre­ma dere­cha); 28 del blo­que PC-Fren­te Amplio (7 comu­nis­tas, 9 de Revo­lu­ción Demo­crá­ti­ca, 6 de Con­ver­gen­cia Social, y 6 de par­ti­dos meno­res) y 25 con­ven­cio­na­les de la ex Con­cer­ta­ción. Tam­bién se cuen­ta uno o dos inde­pen­dien­tes entre los 17 con­ven­cio­na­les de los pue­blos ori­gi­na­rios. Sin embar­go, no todos los “inde­pen­dien­tes” son inde­pen­dien­tes. Los hay de izquier­da, cen­tro y dere­cha, muchos son ex mili­tan­tes de par­ti­dos. La Lis­ta del Pue­blo, que obtu­vo 37 esca­ños, agru­pa a “inde­pen­dien­tes” más incli­na­dos a la Izquier­da. En cam­bio los 11 con­ven­cio­na­les de la lis­ta Inde­pen­dien­tes no Neu­tra­les, son más cer­ca­nos al cen­tro social­de­mó­cra­ta. En resu­men nin­gún sec­tor ten­drá por si solo la lla­ve del cerro­jo cons­ti­tu­yen­te: ni el ter­cio veta­dor, ni dos ter­cios de mayo­ría abso­lu­ta. Si las agru­pa­cio­nes neo­con­ser­va­do­ras se man­tie­nen uni­das y dia­lo­gan­tes con la cen­troiz­quier­da y los inde­pen­dien­tes mode­ra­dos –lo cual no es fácil‑, podrían guiar la Con­ven­ción en un derro­te­ro gato­par­dis­ta que cam­bie todo para no cam­biar nada. Exis­te, sin duda, el peli­gro que la Con­ven­ción se cons­tru­ya con sal y agua y –¡otra vez!- el pue­blo sea víc­ti­ma de una esta­fa política.

Si esto ocu­rrie­ra ‑por desidia de sec­to­res polí­ti­cos arra­ci­ma­dos en sus intere­ses par­ti­cu­la­res- , el derrum­be defi­ni­ti­vo de la ins­ti­tu­cio­na­li­dad sería un hecho que abri­ría paso a una aven­tu­ra de dere­cha o izquier­da.
El pue­blo ha ele­gi­do un camino pací­fi­co, demo­crá­ti­co y razo­na­ble para cam­biar los fun­da­men­tos de la Cons­ti­tu­ción y la sel­va de leyes y regla­men­tos que de ella depen­den. Se aspi­ra a cam­bios de ver­dad. La hoja­ras­ca ya está en la Cons­ti­tu­ción dic­ta­to­rial de 1980 –con los apén­di­ces de 2017‑, cuyo artícu­lo III con­sa­gra el dere­cho a la vida y la inte­gri­dad físi­ca y psí­qui­ca de la per­so­na y prohi­be la apli­ca­ción de todo apre­mio ile­gí­ti­mo (¡sic!). Reco­no­ce tam­bién el “dere­cho” de los ciu­da­da­nos a la edu­ca­ción y salud. Y a un mano­jo de otros “dere­chos” demo­crá­ti­cos en sus casi 130 artícu­los y dis­po­si­cio­nes tran­si­to­rias. Pro­cla­mar­los en la nue­va Cons­ti­tu­ción no le dará frío ni calor a la dere­cha ni a la cen­tro izquier­da, co-auto­res de la cata­plas­ma que tene­mos de Cons­ti­tu­ción. Tam­po­co esta­rán en des­acuer­do en reco­no­cer el carác­ter plu­ri­na­cio­nal de la nación chi­le­na. Lo mis­mo en admi­tir la igual­dad de hom­bres y muje­res en los car­gos de repre­sen­ta­ción públi­ca o de admi­nis­tra­ción de las ins­ti­tu­cio­nes. Sobre todo aque­llo habrá con­sen­so en la Con­ven­ción. Lo que per­ma­ne­ce­rá into­ca­ble es el cora­zón de la Car­ta Mag­na: el mode­lo eco­nó­mi­co, capi­ta­lis­ta y neo­li­be­ral, implan­ta­do por una dic­ta­du­ra median­te el terro­ris­mo de esta­do. Para modi­fi­car­lo, aun­que sea par­cial­men­te, se reque­ri­rá un aje­drez polí­ti­co y visión estra­té­gi­ca que hoy se encuen­tran per­tur­ba­dos por la dis­per­sión y sectarismo.

Mien­tras se cue­cen las habas de la Con­ven­ción, los par­ti­dos están más intere­sa­dos en las elec­cio­nes pre­si­den­cial y par­la­men­ta­ria de fines de año. Ocu­rre que el acon­te­cer polí­ti­co y social mar­chan por carri­les dife­ren­tes. Los par­ti­dos pro­si­guen imper­tur­ba­bles en su afán elec­to­ral. Para ellos es lo de siem­pre, pisan terreno cono­ci­do. Lo demos­tra­ron las elec­cio­nes muni­ci­pa­les y de gober­na­do­res, simul­tá­neas con la de cons­ti­tu­yen­tes. Con una abs­ten­ción supe­rior al 60%, los par­ti­dos tuvie­ron mejo­res resul­ta­dos que en la elec­ción de cons­ti­tu­yen­tes. Par­ti­dos fuer­tes en lo muni­ci­pal son pelos en la sopa de la Cons­ti­tu­yen­te. La Demo­cra­cia Cris­tia­na, que fue un gran par­ti­do de masas, eli­gió solo un con­ven­cio­nal, su ex pre­si­den­te. Pero tie­ne abun­dan­tes alcal­des y concejales.

Los par­ti­dos están ancla­dos en el pasa­do. Por eso las elec­cio­nes pre­si­den­cial y par­la­men­ta­ria de noviem­bre están en el cen­tro de sus preo­cu­pa­cio­nes y no así el deba­te cons­ti­tu­cio­nal. Los que sí lo hacen son los ave­chu­chos de las orga­ni­za­cio­nes empre­sa­ria­les y sus ten­tácu­los ideo­ló­gi­cos: los medios de comu­ni­ca­ción, las encues­ta­do­ras de opi­nión y los think tank espe­cia­lis­tas en mani­pu­lar con­cien­cias.
No obs­tan­te, a pare­jas con la polí­ti­ca tra­di­cio­nal, están desa­rro­llán­do­se los embrio­nes de poder popu­lar sem­bra­dos por la rebe­lión de octu­bre del 2019. Milla­res de orga­ni­za­cio­nes del pue­blo, derra­ma­das por el terri­to­rio, des­de ollas comu­nes a jun­tas de veci­nos y clu­bes depor­ti­vos, tejen el entra­ma­do social de un nue­vo poder. El poder popu­lar en ger­men trae con­si­go la revo­lu­ción cul­tu­ral nece­sa­ria para derro­tar la hege­mo­nía ideo­ló­gi­ca del neo­li­be­ra­lis­mo. No obs­tan­te, el poder popu­lar y la revo­lu­ción cul­tu­ral no ten­drán éxi­to fácil. El poder del sis­te­ma de ideas del capi­ta­lis­mo ‑que inclu­so alcan­za a sec­to­res de izquierda‑, impi­de un sal­to revo­lu­cio­na­rio. El con­su­mis­mo enlo­que­ci­do ha retor­na­do por sus fue­ros. Lo ali­men­tan más de 80 mil millo­nes de dóla­res de los aho­rros pre­vi­sio­na­les de los tra­ba­ja­do­res y los bonos que dis­tri­bu­ye el Esta­do. Las impor­ta­cio­nes de bie­nes de con­su­mo alcan­zan en los pri­me­ros cin­co meses del año a más de 8.700 millo­nes de dóla­res, entre auto­mó­vi­les, compu­tado­res, celu­la­res, tele­vi­so­res, elec­tro­do­més­ti­cos, etc.

Ante esta reali­dad resur­ge la nece­si­dad de cons­truir una Izquier­da socia­lis­ta (del socia­lis­mo de este siglo, por cier­to) dota­da de una tác­ti­ca que per­mi­ta avan­zar en la cons­truc­ción del poder popu­lar y de la revo­lu­ción cul­tu­ral.
En el plano polí­ti­co tra­di­cio­nal las elec­cio­nes pre­si­den­cial y par­la­men­ta­ria de este año tie­nen impor­tan­cia en la medi­da que via­bi­li­cen las tareas de la Con­ven­ción Cons­ti­tu­cio­nal y pro­te­jan las movi­li­za­cio­nes popu­la­res que pre­sio­na­rán por cam­bios pro­fun­dos.
Para cum­plir la fun­ción que les está seña­la­da para ese perio­do, los par­ti­dos tra­di­cio­na­les demo­crá­ti­cos debe­rían actuar uni­dos. Tie­nen un his­to­ria común en pac­tos elec­to­ra­les, gobier­nos comu­na­les, inclu­so han gober­na­do el país en coa­li­ción. Nin­guno pue­de apli­car cáno­nes mora­lis­tas –al esti­lo de “no me tiz­nes dijo el sar­tén a la olla”-, que se han con­ver­ti­do en vallas insu­pe­ra­bles para derro­tar a la dere­cha en las elec­cio­nes de noviem­bre. El sec­ta­ris­mo hizo impo­si­ble la lis­ta úni­ca de can­di­da­tos a la Con­ven­ción y el cuen­to se repi­te hoy con los mis­mos argumentos.

Hay que tomar los ejem­plos que die­ron las fuer­zas popu­la­res en la Región de Val­pa­raí­so, en la comu­na de San­tia­go y en otras loca­li­da­des don­de la uni­dad de par­ti­dos polí­ti­cos y orga­ni­za­cio­nes socia­les per­mi­tió alcan­zar la vic­to­ria en gober­na­do­res, alcal­des y con­ce­ja­les.
La alcal­de­sa elec­ta de San­tia­go, Ira­cí Hass­ler, comu­nis­ta, “fue elec­ta can­di­da­ta en una pri­ma­ria de un pro­ce­so pro­gra­má­ti­co del que par­ti­ci­pa­ron todas las fuer­zas de la Izquier­da, inclu­yen­do no solo al PC y al Fren­te Amplio sino que otras orga­ni­za­cio­nes como el Par­ti­do Igual­dad y el Movi­mien­to Patrió­ti­co Manuel Rodrí­guez, y medio cen­te­nar de orga­ni­za­cio­nes socia­les de la comu­na, como jun­tas de veci­nos, clu­bes cul­tu­ra­les, la Coor­di­na­do­ra Nacio­nal de Inmi­gran­tes, asam­bleas terri­to­ria­les y cabil­dos popu­la­res. Este pro­ce­so con­clu­yó con un pro­gra­ma de Alcal­día Cons­ti­tu­yen­te (así se lla­ma) y la can­di­da­tu­ra de Ira­cí, cuya ges­tión está com­pro­me­ti­da con una amplia par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na” (1).

Este es, sin duda, el camino para la cons­truc­ción del poder popu­lar y la bata­lla de ideas de este tiem­po. No hay que dete­ner la lucha social a la espe­ra de las reso­lu­cio­nes de la Con­ven­ción Cons­ti­tu­cio­nal. El pue­blo debe impe­dir que los caci­caz­gos elec­to­ra­les abor­ten el cam­bio social y polí­ti­co que nece­si­ta Chile.

MANUEL CABIESES DONOSO
1 de junio de 2021.

(1) Aco­ta­ción de Manuel Hidal­go Val­di­via, de la Coor­di­na­do­ra Nacio­nal de Inmi­gran­tes.
(2) Erra­re huma­num est: varios lec­to­res han repa­ra­do un error en mi colum­na “El pue­blo habló, ¿cachai”. El demó­cra­ta cris­tiano Jai­me Ravi­net, en efec­to, fue el pri­mer alcal­de de San­tia­go des­pués de la dic­ta­du­ra, no Joa­quín Lavín que fue el segun­do. Agra­dez­co la rectificación.

fuen­te: Pun­to Final

Itu­rria /​Fuen­te

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