Colom­bia. Algu­nos logros del esta­lli­do social

Por Fer­nan­do Dora­do. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 12 de junio de 2021.

Hemos carac­te­ri­za­do la for­mi­da­ble movi­li­za­ción social que está en desa­rro­llo en Colom­bia des­de el 28 de abril del corrien­te año (2021) como un esta­lli­do social. Son más de 42 días de mar­chas, plan­to­nes, con­cen­tra­cio­nes, blo­queos de vías y carre­te­ras de diver­sa natu­ra­le­za e impac­to, en don­de la cons­tan­te ha sido la repre­sión vio­len­ta y cri­mi­nal por par­te del Esta­do, y en don­de el apo­yo de la pobla­ción ha sido mayo­ri­ta­rio y visible.

A pesar que el Comi­té Nacio­nal de Paro (CNP) con­for­ma­do por las cen­tra­les obre­ras, sin­di­ca­tos y otras orga­ni­za­cio­nes socia­les no ha sus­pen­di­do el movi­mien­to, que La Min­ga Indí­ge­na con sec­to­res cam­pe­si­nos y coca­le­ros agru­pa­dos en torno al “Pac­to Social”, y los Jóve­nes Rebel­des en pro­ce­so de arti­cu­la­ción en la Unión de Resis­ten­cias, han deci­do man­te­ner acti­va la movi­li­za­ción calle­je­ra, es evi­den­te que la pro­tes­ta entró en una fase de ago­ta­mien­to que no sabe­mos si en el cor­to pla­zo pue­da reac­ti­var­se o vuel­va a bro­tar más adelante.

Antes de avan­zar sobre una eva­lua­ción que per­mi­ta cons­truir algu­nas lec­cio­nes, es nece­sa­rio reite­rar varios aspec­tos impor­tan­tes sobre los logros de esta estu­pen­da y entu­sias­ma­do­ra expe­rien­cia de lucha social, polí­ti­ca y cul­tu­ral que han pro­ta­go­ni­za­do millo­nes de colom­bia­nos, a fin de rea­li­zar un aná­li­sis que debe ir más allá de los balan­ces pun­tua­les y coyunturales.

Tal eva­lua­ción que­da pen­dien­te para futu­ros escri­tos y debe con­te­ner como míni­mo una perio­di­za­ción del pro­ce­so de lucha con sus ante­ce­den­tes, la des­crip­ción de los acto­res socia­les y polí­ti­cos pro­ta­go­nis­tas, el aná­li­sis de las acti­tu­des desa­rro­lla­das por las fuer­zas más orga­ni­za­das, una carac­te­ri­za­ción más deta­lla­da de lo que lla­ma­mos “esta­lli­do social”, un balan­ce de las estra­te­gias impul­sa­das por las orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas que influ­yen en el movi­mien­to social colom­biano fren­te a la estra­te­gia del Esta­do (y de los dife­ren­tes sec­to­res de las cas­tas domi­nan­tes), y unas lec­cio­nes que sir­van para pre­pa­rar las fuer­zas popu­la­res para los nue­vos retos que están enci­ma. Todo para ali­men­tar el nece­sa­rio y fra­ter­nal debate.

Los logros

Hay que decir que el esta­lli­do social mis­mo es un gran logro en una socie­dad que por vivir en medio de la vio­len­cia había caí­do en una espe­cie de iner­cia y letar­go. El impac­to y la dura­ción del movi­mien­to sólo se pue­den expli­car por el amplio y masi­vo apo­yo que ha teni­do de gran par­te de la socie­dad, aún de aque­llos sec­to­res que recha­zan algu­nas for­mas de lucha como los blo­queos o cie­rres de vías o carre­te­ras, pero que son cons­cien­tes de las cau­sas estruc­tu­ra­les que han gene­ra­do tal gra­do de incon­for­mi­dad y protesta. 

Se des­ta­can las expre­sio­nes artís­ti­cas de la juven­tud que están en el cen­tro de las pro­tes­tas, que en reali­dad son ver­da­de­ros per­for­man­ces y obras de arte en don­de se invo­lu­cran miles de per­so­nas, espe­cial­men­te jóve­nes y muje­res. Ha sido un feno­me­nal y crea­ti­vo pro­ce­so de encuen­tro entre dife­ren­tes sec­to­res socia­les que poco a poco se está pro­fun­di­zan­do a medi­da que la soli­da­ri­dad y apo­yo ha reque­ri­do de accio­nes más visi­bles y decididas.

La for­ma como los logros polí­ti­cos y rei­vin­di­ca­ti­vos han sido arran­ca­dos al gobierno sin nece­si­dad de nego­ciar for­mal­men­te ‑al mejor esti­lo de lo ocu­rri­do recien­te­men­te en Chi­le- son aspec­tos a seña­lar y ana­li­zar, por cuan­to se corres­pon­den con la poten­cia del movi­mien­to y con la diver­si­dad y com­ple­ji­dad de los acto­res com­pro­me­ti­dos. Es más, el esta­lli­do social alcan­zó a aco­rra­lar al gobierno y colo­car­lo en “esta­do de renun­cia”, pero en reali­dad el grue­so de las per­so­nas que apo­ya­ban la pro­tes­ta no esta­ban intere­sa­das en aven­tu­ras insurreccionales.

La reac­ción vio­len­ta del gobierno que ha inclui­do la acción ase­si­na de la poli­cía y la uti­li­za­ción de civi­les arma­dos (para­mi­li­ta­res) y que pro­du­jo más de medio cen­te­nar de jóve­nes pro­tes­tan­tes ase­si­na­dos, no sólo gene­ró una pro­fun­da cri­sis de gober­na­bi­li­dad en el país has­ta el pun­to de que las cas­tas domi­nan­tes recu­rrie­ron a la mili­ta­ri­za­ción de las regio­nes y ciu­da­des más movi­li­za­das, sino que, tra­jo como con­se­cuen­cia el des­en­mas­ca­ra­mien­to del gobierno a nivel inter­na­cio­nal. Ha que­da­do cla­ro que este gobierno hace par­te de un régi­men anti­de­mo­crá­ti­co y vio­la­dor de los dere­chos humanos.

El mayor logro has­ta aho­ra alcan­za­do es la con­cien­cia adqui­ri­da en el pro­ce­so del des­plie­gue de la fuer­za popu­lar y algu­nas nue­vas for­mas de orga­ni­za­ción que están en pleno sur­gi­mien­to, como son las Asam­bleas Popu­la­res que están pro­ce­so de cons­truc­ción y orga­ni­za­ción, y que de lograr con­so­li­dar­se y hacer­se per­ma­nen­tes, podrán cons­ti­tuir­se en los gér­me­nes de un ver­da­de­ro poder para­le­lo, expre­sio­nes de una efec­ti­va auto­no­mía e inde­pen­den­cia polí­ti­ca, y en órga­nos de poder popu­lar que rom­pan con el con­trol ins­ti­tu­cio­nal que ha pre­do­mi­na­do y limi­ta­do al movi­mien­to social y polí­ti­co de nues­tro país. 

Un recor­de­ris pertinente

Este pro­ce­so de movi­li­za­ción social y polí­ti­ca ha cen­tra­do su lucha en enfren­tar al Gobierno de Duque (Uri­be). No obs­tan­te, es nece­sa­rio enten­der que esta­mos fren­te a un Régi­men cri­mi­nal y mafio­so. Dicho régi­men debe ser carac­te­ri­za­do y enten­di­do para poder­lo derro­tar. Por ello es nece­sa­rio cla­ri­fi­car las dife­ren­cias entre régi­men y gobierno.

El régi­men polí­ti­co tie­ne que ver con el carác­ter del ESTADO que en Colom­bia es “colo­nial-capi­ta­lis­ta-oli­gár­qui­co”. El actual gobierno de Uri­be-Duque hace par­te de ese régi­men pero tie­ne sus par­ti­cu­la­ri­da­des. Ejem­plo, tie­ne dife­ren­cias con el gobierno de San­tos, así sean mínimas.

A Duque lo con­tro­la una alian­za mafio­sa-terra­te­nien­te mien­tras que el gobierno de San­tos era lide­ra­do por la oli­gar­quía-capi­ta­lis­ta trans­na­cio­nal que acep­ta a las mafias pero no las quie­re al fren­te del poder polí­ti­co, no por pru­ri­tos o valo­res mora­les sino por intere­ses geopolíticos.

Es decir, el régi­men polí­ti­co es una for­ma­ción de tipo estruc­tu­ral-sis­té­mi­co mien­tras los gobier­nos son gru­pos de per­so­nas que repre­sen­tan cla­ses y sec­to­res de cla­se (par­ti­dos) que ges­tio­nan sus intere­ses des­de el apa­ra­to de gobierno (res­pon­den a intere­ses par­ti­cu­la­res y a momen­tos coyunturales).

Estos aspec­tos de la natu­ra­le­za del Esta­do debe­mos estu­diar­los más al deta­lle para no caer en idea­lis­mos que frus­tren más ade­lan­te nues­tras expec­ta­ti­vas. Es nece­sa­rio, por tan­to, enten­der que, aún si el pro­gre­sis­mo colom­biano acce­de al gobierno ten­drá que dise­ñar una estra­te­gia para con­vi­vir den­tro de ese Régi­men Polí­ti­co. Es decir, debe­rá desa­rro­llar for­mas de soca­var­lo y supe­rar­lo, o de lo con­tra­rio ter­mi­na­re­mos en un calle­jón sin salida.

Ese es el pro­ble­ma que los gobier­nos pro­gre­sis­tas y de izquier­da de Amé­ri­ca Lati­na (y Gre­cia y par­cial­men­te Espa­ña) se han encon­tra­do y no han podi­do enfren­tar ni resol­ver. Es un tema a pro­fun­di­zar si no que­re­mos ter­mi­nar “ador­nan­do” el régi­men colo­nial-capi­ta­lis­ta-oli­gár­qui­co con algu­nas flo­res pro­gre­sis­tas y limi­tar­nos a ges­tio­nar el “Esta­do Here­da­do” sin hacer­le un solo ras­gu­ño al Gran Capi­tal (den­tro del cual está el capi­tal de las mafias).

La ini­cia­ti­va que el esta­lli­do social aca­ba de dejar sobre el esce­na­rio de lucha es que el pue­blo y los jóve­nes movi­li­za­dos deben cons­truir Asam­bleas Popu­la­res (per­ma­nen­tes), o sea, “pode­res para­le­los” (des­de aba­jo), gobier­nos autó­no­mos, for­mas de orga­ni­za­ción inde­pen­dien­te de la ins­ti­tu­cio­na­li­dad exis­ten­te, para poder avan­zar hacia cam­bios ver­da­de­ra­men­te estructurales.

Es un asun­to que debe deba­tir­se con toda seriedad.

Itu­rria /​Fuen­te

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