Colom­bia. Apor­tes para el aná­li­sis de la movilización

Por Fede­ri­co Mon­tes, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 14 de junio de 2021.

Es nece­sa­rio hacer un peque­ño alto en el camino para deta­llar este con­cep­to de apues­ta polí­ti­ca, que en nada se refie­re a las aspi­ra­cio­nes de x o y par­ti­do o per­so­na. Más bien, a una nue­va eta­pa del movi­mien­to social, que inclu­so está en la prác­ti­ca asal­ta­do por esta reconfiguración. 

Lue­go de 37 días de movi­li­za­ción en los cua­les se han des­bor­da­do lo lími­tes polí­ti­cos, eco­nó­mi­cos, socia­les, mili­ta­res y en mate­ria de segu­ri­dad, se hace nece­sa­rio rea­li­zar algu­nas refle­xio­nes sobre el mode­lo de socie­dad con el cual con­ta­mos y, de paso, los serios desa­fíos que tene­mos para lograr reorientarla.

El esta­lli­do social evi­den­cia­do en la jor­na­da nacio­nal de movi­li­za­ción, que en un comien­zo, se tra­zó como obje­ti­vo el abor­da­je de al menos sie­te pun­tos que, si bien es cier­to, son ele­men­tos cla­ves en la vida del país, no eran por sí mis­mos el deto­nan­te que pro­mo­ve­ría ya más de 37 días de movi­li­za­ción en dife­ren­tes regiones.

La cri­sis social que hemos veni­do expe­ri­men­tan­do, agu­di­za­da por la no imple­men­ta­ción acti­va del Acuer­do de Paz, dada la fal­ta de volun­tad polí­ti­ca del actual gobierno, sir­vió de cal­de­ra para que se agi­ta­ran aún más las pica­das aguas de la con­flic­ti­vi­dad social.

Aho­ra sume­mos a lo ante­rior la des­acer­ta­da polí­ti­ca de mili­ta­ri­za­ción de la pro­tes­ta social como úni­ca herra­mien­ta que des­de el actual gobierno se ha emplea­do para la aten­ción de los múl­ti­ples lla­ma­dos al abor­da­je de estas pro­ble­má­ti­cas des­de dis­tin­tos sec­to­res de la socie­dad colombiana.

Vien­do así el pano­ra­ma, tene­mos un país caó­ti­co, eco­nó­mi­ca, social, ambien­tal, cul­tu­ral y polí­ti­ca­men­te hablan­do, y, lo que es peor aún, nues­tras fuer­zas de poli­cía y mili­ta­res han demos­tra­do con cre­ces el ana­cro­nis­mo de su doc­tri­na, que no hace otra cosa dis­tin­ta que ser­vir de cata­li­za­dor al ya bas­tan­te y gene­ra­li­za­do fenó­meno de indig­na­ción general.

Con­ta­mos con varios ante­ce­den­tes recien­tes como las movi­li­za­cio­nes del N21 en 2019, don­de cien­tos de miles de per­so­nas se movi­li­za­ron en las dife­ren­tes capi­ta­les del país, en una cla­ra mani­fes­ta­ción de incon­for­mi­dad social y, al mis­mo tiem­po, recla­man­do casi que en una sola voz la nece­si­dad de avan­zar en la imple­men­ta­ción del Acuer­do de Paz e, inclu­so, la posi­bi­li­dad de poten­ciar­lo para que real­men­te pue­da jugar su papel acti­vo en la supera­ción efec­ti­va de las cau­sas que duran­te déca­das han ali­men­ta­do el con­flic­to en Colombia.

Como era de espe­rar, las accio­nes des­bor­da­das por par­te del Esta­do se hicie­ron evi­den­tes y en una estra­te­gia de gue­rra sico­ló­gi­ca, pro­pia de la doc­tri­na mili­tar de la Teo­ría de Segu­ri­dad Nacio­nal, en una com­bi­na­ción de ele­men­tos encu­bier­tos, accio­nes de gue­rra sico­ló­gi­ca y accio­nes abier­tas con efec­ti­vos y heli­cóp­te­ros de las fuer­zas del Esta­do, se pre­ten­dió des­co­no­cer la ver­da­de­ra natu­ra­le­za de la jor­na­da, sus jus­tas recla­ma­cio­nes y, más allá aún, en una acción deses­pe­ra­da por man­te­ner el orden, sabo­tea­ron, estig­ma­ti­za­ron, cri­mi­na­li­za­ron, judi­cia­li­za­ron, tor­tu­ra­ron, secues­tra­ron y has­ta ase­si­na­ron a varias per­so­nas como un cas­ti­go que pre­ten­día gene­rar terror y de esta for­ma des­mon­tar la acción deci­di­da del movi­mien­to social.

El N21 del 2019 dejó pro­fun­das refle­xio­nes des­de las cua­les, sin lugar a dudas, se evi­den­ció una nue­va con­fi­gu­ra­ción de la lucha por la paz en Colom­bia, un men­sa­je con­tun­den­te que el actual gobierno no supo leer de la for­ma correc­ta y, por el con­tra­rio, empren­dió accio­nes pre­ven­ti­vas cada vez más fuertes.

En este mis­mo sen­ti­do pode­mos hablar de las movi­li­za­cio­nes rea­li­za­das entre el 9 al 22 de sep­tiem­bre del año 2020 don­de, moti­va­dos por la indig­na­ción gene­ra­da fren­te al ase­si­na­to del abo­ga­do Javier Ordó­ñez en un cla­ro caso de bru­ta­li­dad poli­cial, miles de jóve­nes se lan­za­ron a la calles y en pocos días en Bogo­tá y otras capi­ta­les del país se repor­ta­ban tre­ce per­so­nas más ase­si­na­das y 120 per­so­nas heri­das por armas de fue­go que fue­ron emplea­das y accio­na­das por la Poli­cía; cua­tro casos de abu­so y vio­la­ción sexual por par­te de agen­tes de la Fuer­za Públi­ca, 45 CAI des­trui­dos solo en Bogo­tá y una lar­ga lis­ta de abu­sos que varios medios logra­ron docu­men­tar lo sufi­cien­te como para hacer­los noti­cias de pri­me­ra página.

Esta jor­na­da de movi­li­za­ción nos dejó varias refle­xio­nes. Pri­me­ro, un cre­cien­te males­tar, recha­zo y repu­dio pron­to a esta­llar ante cual­quier nue­vo abu­so por la Fuer­za Públi­ca; y segun­do, la nece­si­dad inapla­za­ble de una rees­truc­tu­ra­ción de la doc­tri­na de segu­ri­dad que se impar­te tan­to a la Poli­cía como a las Fuer­zas Mili­ta­res. Ter­ce­ro, era evi­den­te que las movi­li­za­cio­nes no solo eran fru­to de la indig­na­ción, sino que traían con­si­go una serie de rei­vin­di­ca­cio­nes que poco a poco se fue­ron tejien­do en una apues­ta polí­ti­ca pron­ta a estallar.

Es nece­sa­rio hacer un peque­ño alto en el camino para deta­llar este con­cep­to de apues­ta polí­ti­ca, que en nada se refie­re a las aspi­ra­cio­nes de x o y par­ti­do o per­so­na. Más bien, a una nue­va eta­pa del movi­mien­to social, que inclu­so está en la prác­ti­ca asal­ta­do por esta recon­fi­gu­ra­ción. Ya las movi­li­za­cio­nes no se plan­tea­ban solo rei­vin­di­ca­cio­nes. No, las movi­li­za­cio­nes tam­bién empe­za­ron cada vez más jui­cio­sas a cues­tio­nar la for­ma en la cual se vie­ne gober­nan­do y la nece­si­dad de esta­ble­cer algu­nos refor­mas que fue­ran más allá de lo par­ti­cu­lar de las rei­vin­di­ca­cio­nes evi­den­cia­do en las múl­ti­ples luchas y movi­li­za­cio­nes que con valen­tía han veni­do movien­do los dife­ren­tes sectores.

Las tres gotas que rebo­sa­ron el vaso

Gota 1, la no imple­men­ta­ción inte­gral del Acuer­do de Paz

Con lo cual se siguie­ron incu­ban­do las mis­mas cau­sas evi­den­cia­das duran­te el con­flic­to arma­do, has­ta el pun­to de que, sin las cor­ti­nas de humo pro­pias del con­flic­to arma­do, ter­mi­nan por entrar en un esta­do pre­me­tás­ta­sis, por seña­lar algún ejem­plo, y que, de no ser abor­da­das de for­ma urgen­te con los avan­ces que el Acuer­do Final ya nos ofre­ce, segui­rán acu­mu­lan­do pre­sio­nes socia­les frá­gi­les e inestables.

Gota 2. Las nue­vas medi­das con­tra el pue­blo colombiano

La refor­ma tri­bu­ta­ria, aso­cia­da a otras refor­mas de carác­ter regre­si­vo que en el Con­gre­so hacen cur­so, fue la chis­pa que lle­gó al menos a par­te del pol­vo­rín social en que se ha con­ver­ti­do Colom­bia y que evi­den­ció una vez más la for­ma en que se fue­ron tejien­do múl­ti­ples rei­vin­di­ca­cio­nes para adqui­rir la for­ma aun tenue, pero muy dicien­te, de apues­ta polí­ti­ca, don­de hay ban­de­ras más comu­nes y un mayor com­pro­mi­so de los acto­res que a ella se van vinculando.

Gota 3. El mili­ta­ris­mo y su Teo­ría de Segu­ri­dad Nacional

El pri­mer fac­tor tie­ne que ver con la no imple­men­ta­ción de esce­na­rios de dia­lo­go, y lo que es peor aún, si inten­ción por des­le­gi­ti­mar la movi­li­za­ción, estig­ma­ti­zán­do­la y tra­tan­do de mani­pu­lar la opi­nión nacio­nal e inter­na­cio­nal pre­sen­tán­do­la como ván­da­los, cri­mi­na­les, terro­ris­tas, etc., con el obje­ti­vo de jus­ti­fi­car el empleo de la fuerza.

El segun­do fac­tor está liga­do al tra­to mili­tar y el uso des­bor­da­do de la Fuer­za Públi­ca como su prin­ci­pal herra­mien­ta de res­pues­ta. Agra­va­do por el modus ope­ran­di que las carac­te­ri­za, aho­ra com­bi­na­do con las accio­nes abier­tas don­de la Poli­cía rea­li­za ope­ra­cio­nes con­jun­tas con gru­pos de para­mi­li­ta­res de cue­llo blan­co y pro­pi­cian sen­das masacres.

Ter­cer fac­tor, el des­co­no­ci­mien­to de la Cons­ti­tu­ción fren­te a los dere­chos que tie­nen los ciu­da­da­nos a la par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca y la pro­tes­ta social, así como el des­co­no­ci­mien­to de los pro­to­co­los que regu­lan las accio­nes de la Fuer­za Públi­ca. Nos encon­tra­mos fren­te al rom­pi­mien­to de la ins­ti­tu­cio­na­li­dad, el des­bor­da­mien­to de la cons­ti­tu­cio­na­li­dad y en un esta­do de cla­ro incum­pli­mien­to de los com­pro­mi­sos y tra­ta­dos inter­na­cio­na­les en mate­ria de dere­chos huma­nos y dere­cho inter­na­cio­nal humanitario.

Un últi­mo apunte

El Gobierno ha per­di­do su nor­te, cla­ro está, des­de el momen­to mis­mo en que empe­zó a incum­plir las pro­me­sas de su cam­pa­ña, lo cual no es gra­to para quie­nes pre­ten­die­ron que el ratón era el ami­go del que­so; no satis­fe­cho con ello, aho­ra incum­plen la Cons­ti­tu­ción, y colo­can por enci­ma de los intere­ses nacio­na­les sus pro­pios cri­te­rios e idea­les, gene­ran­do decre­tos que des­co­no­cen en acti­tud desa­fian­te. Pero si hay algo que lla­ma tam­bién la aten­ción, es su des­aca­to fren­te a los acuer­dos inter­na­cio­na­les, has­ta el pun­to de pre­ten­der cues­tio­nar el papel de la Comi­sión Inter­ame­ri­ca­na de Dere­chos Humanos.

Ven­drán años com­ple­jos, ven­drán lar­gas jor­na­das, no solo de lucha y resis­ten­cia, sino de com­pro­mi­sos y nue­vas apues­tas, pero si hay algo segu­ro has­ta aho­ra, es que la Colom­bia que bro­te de entre las lla­mas, las barri­ca­das, las lágri­mas, la san­gre, no será igual a la cual nos pren­dían limi­tar a vivir.

*Inte­gran­te de la Comi­sión de Segui­mien­to, Impul­so y Veri­fi­ca­ción a la Imple­men­ta­ción (CSIVI) – Com­po­nen­te FARC

fuente:Agencia de Pren­sa Rural

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