Por Yuris Nórido, Resumen Latinoamericano, 1 de junio de 2021.
Cuba no envía médicos a lugares que los necesitan para ocupar primeras planas de los periódicos, ni para que se escriban loas, ni para ganar premios… Cuba envía sus médicos por pura vocación humanista, por principios, por solidaridad. Pero ese gesto (que algunos pretenden tergiversar) necesita de buenos cronistas. Primero para reconocer a los que ofrecen sus servicios sin que medien prosaicos intereses (demasiado se ofende a los profesionales cubanos que enfrentan crisis sanitarias afirmando que lo hacen sobre todo por dinero); segundo, porque los pueblos merecen conocer historias de amistad, colaboración, entrega… en tiempos de mercantilización y extravío de valores.
Enrique Ubieta —se sabe— es un buen cronista. Y su libro, que ahora presenta la Editora Abril en coedición con Resumen Latinoamericano, Diario de Turín. La solidaridad en tiempos de pandemia, es un volumen necesario y útil. Y también puede ser una lectura fascinante. Sin tremendismos, sin alardes de sapiencia, sin didactismos ni enfoques maniqueos… se nos ofrece un texto ameno, que “fluye” por su diafanidad… sin que eso signifique que se haya renunciado a la profundidad. Buen periodismo. Claro, directo, sopesado. Con vuelo y con raíz.
Nadie espere la “crónica” almibarada o exaltada a la que, lamentablemente, estamos acostumbrados. La dosis de emotividad ya la pone el tema. Ubieta es el testigo interesado, no ha pretendido ser el epicentro de su libro. Los protagonistas, obviamente, son los integrantes de las brigadas médicas que viajaron a Italia, a las ciudades de Turín y Crema, para trabajar en hospitales de campaña concebidos para enfrentar los embates de la Covid-19. Había mucho para contar, porque cada uno de estos profesionales, obviamente, tenía su historia y en Italia comenzaron a vivir nuevas peripecias. Los desafíos de otra realidad ya podrían ser tema para un libro. El encontronazo con cierta tecnología de punta, que los médicos cubanos no dominaban y con la que tuvieron que aprender a lidiar con relativa urgencia, fue una arista interesante. Y también la validez de un método clínico (el médico es un ser humano, como su paciente) que distingue en buena medida al profesional cubano.
Ubieta no se quedó en las anécdotas. Urgó. Preguntó. Relacionó. Y así el libro se enriqueció con una visión integral del contexto. Para valorar la incidencia de la colaboración médica cubana en esas ciudades había que hacerse una idea del terreno. Ubieta no perdió tiempo en ternezas (aunque ternezas hay) y propició un análisis serio, sin dobleces ni prejuicios, sobre la crisis que se concretó con la pandemia… y la que remarcó, porque ya estaba ahí.
Pero este no es un frío informe, ni un texto “académico”. Es un libro sobre valores y sentimientos, una narración sin ficción, un testimonio comprometido. La doctora Graziella Pogolotti, quien vivió un tiempo en Turín, escribe en el prólogo:
“Frente al costado oscuro de la realidad, un cálido aliento recorre el Diario de Turín. Llegados desde el otro lado del Atlántico, los colaboradores cubanos acudieron a prestar ayuda a los pobladores de un país inmerso en una crisis de la institucionalidad sanitaria y a compartir riesgos en la batalla contra la muerte”.
El pueblo de Turín premió a los médicos cubanos con muestras de agradecimiento y simpatía. El mensaje en la Mole Antonelliana, el edificio más emblemático de la ciudad, era corto, pero inmenso en sus implicaciones: Grazie Cuba.
fuente: Cuba Sí