Por Andrea Rodríguez, Resumen Latinoamericano, 26 de junio de 2021.
Es domingo y la familia López Morales recorre la Avenida Simeón Cañas en ciudad de Guatemala, dándole un nuevo nombre: la Avenida de la Luz. En cada paso y canto exigen justicia y hacen memoria por el femicidio de Luz María del Rocío López, desde el inicio de la avenida hasta el lugar donde fue encontrada tres días después de su desaparición. El principal sospechoso, ahora detenido, es su esposo Jorge Rafael Zea Mejía.
Entre listones morados y amarillos, pancartas con mensajes de justicia y la fotografía de Luz María, van entregando flores moradas de papel a las personas que acompañan la caminata. Al frente está Ada Morales, la madre de Luz, cantando el nombre de su hija, en la ya emblemática “Canción sin Miedo”, que ahora versa soy Sharon, Hillary y Luz María, soy Cristina, Isabel, y soy Claudina.”
Las últimas movilizaciones de mujeres en Guatemala han tenido un reclamo en común: que se haga justicia por los crímenes contra las mujeres y las niñas y que estos, no queden en la impunidad.
En los casos donde la violencia llega a su expresión más extrema, el femicidio, los destinos de las investigaciones son similares: tardanza, falta de personal capacitado en abordaje de violencia contra las mujeres y la ausencia de justicia pronta y eficaz. Solo en el departamento de Guatemala entre los años 2017 y 2020 se registraron 57,146 casos de violencia contra las mujeres, 1,259 muertes violentas de mujeres y 144 femicidios. Esto hace de Guatemala el departamento con la mayor cantidad de casos.
A más de dos meses de la desaparición y femicidio de Luz María del Rocío López Morales, sus familiares conmemoran su vida y demandan justicia mediante acciones públicas que han realizado cada mes desde el femicidio de Luz el 28 de febrero y 21 de marzo. Su madre, Ada Morales, busca generar conciencia y formas de ayudar a las mujeres de Guatemala para que la violencia deje de pasar desapercibida y las autoridades actúen de manera efectiva. En todo el país, entre 2017 y 2020 se han registrado 291,008 casos de violencia contra las mujeres. De estos, solo el 1.15% han sido sentenciados.
Mapa de movilizaciones contra los femicidios
Desde el femicidio de Daniela Hernández en Teculután, Zacapa el 28 de septiembre y el de Litzy Cordón el 6 de octubre de 2020, este tipo de movilizaciones en contra de los femicidios en Guatemala empezaron a irrumpir las calles, pese a la pandemia. Con distanciamiento físico y mascarillas puestas, las plazas de diversos departamentos como Guatemala, Quetzaltenango, Zacapa, Alta Verapaz, Petén y Huehuetenango se hicieron el escenario de la “Canción sin Miedo” de la cantautora mexicana Vivir Quintana. La letra fue adaptada para Guatemala, incluyendo los nombres de las víctimas recientes de femicidio y las 56 niñas del Hogar Seguro Virgen de la Asunción.
Durante el mes de enero se convocaron a diversas manifestaciones en las plazas, para hacer visible la violencia contra las mujeres y las niñas como Sharon Figueroa y Hillary Arredondo. El domingo 24 de enero mujeres de la Ciudad de Guatemala realizaron una acción de calle en la Plaza Central, y se dirigieron en caravana hacia el sitio donde fue encontrada Luz, al final de la Avenida Simeón Cañas. El 14 de febrero Sororidad Guatemala convocó a una bici-movilización, por la memoria de Sharon Figueroa que fue secuestrada y asesinada en el patio de su casa dejando atrás su bicicleta.
El país se consternó, en particular el 23 de enero de 2021, ya que se habían registrado 39 muertes violentas de mujeres, en la mayoría de estos casos (23) sin una causa registrada de muerte. Estos datos se manejan de manera general como muertes violentas y no como femicidios. “La tipificación de cada delito es por ciertas características que se dan dentro del caso en específico, pero en este caso son datos generales, no solo de femicidio. Porque es un dato estadístico a nivel general de muertes violentas de mujeres” argumentó el departamento de Comunicación Social del MP, para un reportaje de Regina Pérez para Prensa Comunitaria.
La mayoría de estos crímenes ocurrieron en el departamento de Guatemala.
Gritamos por cada desaparecida
La alerta Isabel-Claudina se activó el 20 de enero por la desaparición de Luz María del Rocío López, una mujer de 25 años de edad que vivía con su hija Alice de un año y medio y su esposo, Jorge Rafael Zea Mejía. Luz María estaba dentro del rango de edad en el que se encuentran el 40% de las mujeres desaparecidas en Guatemala, entre 21 y 40 años, de acuerdo con los datos del Observatorio de las Mujeres del Ministerio Público.
A muchos de los femicidios les precede la desaparición de la mujer. Diariamente se activan cuatro alertas, bajo el sistema que lleva los nombres de dos jóvenes desaparecidas y asesinadas en 2001 y 2005: Isabel Véliz Franco y Claudina Velásquez. La alerta Isabel-Claudina de búsqueda inmediata para mujeres desaparecidas, convoca a la población a brindar cualquier información sobre el paradero de una mujer, y activa protocolos de búsqueda.
Todos los días el Estado debe buscar a las 658* mujeres con alerta activa hasta la fecha, proceso que no se realizó para Isabel y Claudina. De acuerdo con el observatorio de las mujeres del Ministerio Público, se han acumulado 4794 alertas desde su creación en el 2018 hasta la fecha, de las cuales 4136 mujeres han sido encontradas, aunque sin especificar si estaban con vida.
Ver: Observatorio MP Isable Claudina
Luz María había estudiado criminología en la universidad, además de varios diplomados y estudios en enfermería. Trabajaba en el Modelo de Atención Integral de Niñez y Adolescencia –MAINA- como técnica de investigaciones criminalísticas para la Fiscalía de Niñez y Adolescencia. El MAINA es una instancia fundada el 18 de julio de 2019 y está conformado por 11 instituciones: Ministerio Público, Organismo Judicial, Policía Nacional Civil, Ministerio de Desarrollo Social, Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, Ministerio de Trabajo y Previsión Social, Secretaría de Bienestar social, Instituto de la Defensa pública Penal, Instituto Nacional de Ciencias Forenses, Municipalidad de Guatemala y Procuraduría General de la Nación.
La sede del MAINA está al final de la Avenida Simeón Cañas, en la zona 2 de la Ciudad de Guatemala. Este fue el mismo lugar donde se había reportado como vista por última vez el día 20 de enero, aunque Luz nunca llegó a su oficina. De acuerdo con Ada Morales, ella se entera de la desaparición de su hija, por una llamada de Jorge. Él le había dicho que había ido a dejar a Luz a su trabajo, como todos los días, y que después de eso no la había vuelto a ver.
– La nena no aparece.
Dijo Jorge Zea, cuando llamó a Ada, el miércoles 20 de enero a las 3 de la tarde.
– Una siempre presiente, entonces mi hijo se fue antes que yo a buscarla al trabajo. Al llegar yo pedí hablar con la jefa del departamento y ella me dice que Luz nunca entró. Después él cambia la versión y dice que la dejó en la tienda de enfrente de MAINA. Entonces le supliqué al dueño de la tienda que si podía mostrarme sus cámaras, que mi hija había desaparecido. Al mostrarme las cámaras veo que mi hija nunca se bajó del carro, al ver eso me entró la idea de que él, algo le había hecho.
La familia inicia una intensa búsqueda desde ese día, visitaron la colonia Las Hojarascas, donde vivía Luz con su Esposo e hija, en la zona 1 de Mixco. Este es el tercer municipio con la mayor cantidad de casos de violencia contra las mujeres, registrando 5,837 denuncias en el MP de acuerdo con el Informe de violencia contra poblaciones en contexto de vulnerabilidad (Hivos, 2021) durante el periodo de 2017 a octubre de 2020.
Buscaron en montañas, laderas, drenajes, pero no había señales de ella. Fueron muchas horas sin dormir y sin comer, hasta que el viernes, cuando las personas trabajadoras del Ministerio Público comenzaron a retirarse y Ada recibe una fotografía de un drenaje dentro del cual estaba una mujer.
El mismo drenaje donde trabajadores de limpieza municipales encontraron un cuerpo. Los bomberos fueron alertados y se inició la inspección. Ada recuerda que fue difícil decidirse a ir al lugar, pero uno a uno los integrantes de la familia acudieron a ver.
– Cuando ya veo que todos se van mi hijo vino primero, luego venimos con mi esposo.
Ada y su esposo llegan a la calle a un lado del Diamante Infantil para ver si era posible encontrar a luz en ese lugar. El cuerpo ya había sido trasladado.
– Nos indicaron que fuéramos a Inacif porque había probabilidades de que fuera ella. Ahí es cuando ya entro a reconocerla. Era ella, mi hija.
La violencia denunciada
La historia de Luz María comienza, como relata su madre, con el acoso constante de Jorge Zea, obtuvo el número telefónico de Luz para enviarle información sobre una venta de motos. Este caso como el de Isabel Véliz Franco, inicia con el acoso de un hombre que se convierte en el perpetrador de un femicidio.
– Desde ese día ella no se quitó a ese hombre de encima, empezó a acosarla, acosarla y acosarla. Mi hija nunca le puso atención, ella estaba en su mundo. Hasta que un día llegó ella a la casa, una o dos veces lo vi a él en la casa y después ella resulta con que se casa.
Luz tenía 23 años, se había graduado como licenciada en investigación criminal y forense.
– Yo me opuse rotundamente porque no era de mi agrado. La cosa es que el hombre hace todo lo posible y él prepara toda la boda, todo.
Luz y Jorge se casaron en el 2019, en un salón ubicado en el camino a Antigua Guatemala. Fue la única vez que la familia de Luz conoció a la de Jorge. Un poco más de un año después, Luz tuvo a su primera hija.
– Estaba asustada de que no podía tener hijos, pero al poco tiempo resulta embarazada y llega a la casa, fue una alegría. Para mi fue alegría, era mi primera nieta. Como a los 4 o 5 meses regresa a la casa para quedarse un tiempo porque el embarazo era de alto riesgo.
Y nació Alice, la primera hija de Luz, primera nieta de Ada, primera bisnieta de la familia, de cuatro generaciones de mujeres.
– Luego de unos meses ella se va a la casa de la familia de los papás de él.
Al poco tiempo regresan a la casa de su mamá luego de unos meses, y permanecen allí hasta julio de 2020. Se vuelven a ir, y el tercer regreso de Luz, fue en diciembre de 2020 por una semana, sin Jorge.
– Ella tenía de donde sacar ser una persona que le gustaba ayudar al prójimo, ayudar a los demás. Ella creía que lo podía ayudar a él. Todavía en diciembre que ella se queda una semana en mi casa, regresa el hombre por ella. Entonces me dijo “le prometo que la voy a cuidar”, puras palabras.
Sufrir violencia y denunciar, un camino cuesta arriba
Entre 2017 y 2020, el MP ha recibido 291.008 denuncias de violencia contra las mujeres. Existen múltiples factores que dificultan el acceso a denunciar, entre ellos el desconocimiento sobre cómo presentar una denuncia, la desconfianza en las autoridades y la falta de reconocimiento sobre qué situaciones consisten en violencia.
El camino establecido desde el MP para denunciar casos de violencia propia o hacia otras mujeres puede hacerse de manera personal, electrónica o telefónica al 1572. También se puede denunciar en un juzgado de paz o mediante la Policía Nacional Civil llamando al 110. Estos números funcionan las 24 horas, y también se puede reportar la desaparición de una mujer para activar la alerta Isabel-Claudina.
Al presentar una denuncia, la ruta establece una atención integral a la víctima en el Ministerio Público. Esta implica la atención primaria en cuanto a brindar asesoría legal, acompañamiento psicológico y evaluación médica forense en el caso de la violencia física y sexual. Luego se debe evaluar la necesidad de buscar un lugar de albergue para las mujeres y si es el caso, sus hijas/os, para resguardar sus vidas.
Muchas mujeres desconocen la ruta para poner una denuncia, por un hecho de violencia es parte de las deficiencias institucionales. Para Ada Morales “un tema fundamental es la falta de información, que muchas mujeres no conocen en dónde denunciar o a quién acudir”.
En el país solo existen juzgados y tribunales especializados en los delitos de femicidio y otras formas de violencia contra las mujeres en 11 departamentos: Guatemala, Quetzaltenango, Chiquimula, Alta Verapaz, Huehuetenango, Escuintla, Quiché, Sololá, San Marcos, Petén e Izabal.
Sin embargo, las cinco tasas más altas de violencia de violencia contra las mujeres, de acuerdo con los datos recolectados en el para este análisis se observan en la siguiente tabla:
En el departamento de Guatemala la tasa de denuncias de violencia contra las mujeres en promedio anual, considerando el período 2017 – 2020 ha sido de 912 denuncias por cada 100 mil mujeres, y a nivel nacional este dato es de 947. Esto indica que en los últimos 4 años, por cada 100mil mujeres en el país se han registrado en el MP 947 denuncias por violencia en contra de la mujer.
Las agencias fiscales de la mujer se encuentran en 16 departamentos, de acuerdo con el directorio del Ministerio Público, siendo estos: Jutiapa, Suchitepéquez, Retalhuleu, Chiquimula, Zacapa, Jalapa, Baja Verapaz, Guatemala, Chimaltenango, Sololá, Quetzaltenango, San Marcos, Izabal, Alta Verapaz, Quiché y Petén.
En la siguiente gráfica se observa cómo el número de denuncias de violencia en contra de la mujer ha fluctuado desde el 2017 entre 16mil y 19mil casos trimestrales, además, se aprecia, cómo en el último trimestre del 2020, hubo un repunte de este tipo de denuncias llegando a 21,900 denuncias.
Al respecto del confinamiento se observa que, en el primer trimestre del año 2020, se registraron en el MP 18,145 denuncias. Este dato disminuyó drásticamente en el segundo trimestre, una vez iniciadas las medidas de aislamiento, hasta llegar a 15,611 denuncias. Luego, el repunte más alto de los últimos cuatro años fue entre julio y diciembre de 2020, llegando a 21.914 denuncias, acumulando en total 75,688 denuncias registradas en el transcurso del año..
Se observó además que, en años anteriores, el cuarto trimestre del año se registraban menos denuncias que los primeros, pero en 2020 al contrario.
En una entrevista reciente, la defensora de la mujer de la PDH Dorotea Gómez Grijalva mencionó que los niveles de impunidad sobre los casos de violencia contra las mujeres se profundizaron durante la pandemia, ya que no todas las instancias estaban trabajando de manera presencial.
En los últimos meses del primer año de pandemia, se puede ver el aumento de las denuncias por violencia contra las mujeres, lo cual puede indicar la gran demanda de justicia ya sea de casos dados en el contexto del confinamiento o anteriores. Y es que los ciclos de violencia contra las mujeres pueden ser muy largos.
La indiferencia de la sociedad
Los vecinos de Luz María le enviaron a Ada un audio donde se escucha a su hija pidiendoe auxilio. Pero nadie acudió a ayudarla ni denunciaron la violencia de la que era víctima desde hacía varios meses.
La violencia contra las mujeres frecuentemente se da en contextos considerados como privados o domésticos, como el hogar, por lo que muchas personas consideran no intervenir. Sin embargo, una intervención oportuna podría salvarles la vida a muchas mujeres. Ada recuerda que en diciembre de 2020 vio más señales de peligro.
– Mi hija regresa, toda despeinada, la nena asustada. Y ella me dice “no mama, ya no puedo vivir con él, es muy abusivo, es muy celoso, cómo me maltrata”. Hasta ahora me enteré por sus compañeros que él le quebró la mano ese mes.
La familia recibió la llegada de Luz con mucho apoyo, y también indignación ante la impotencia sobre la situación que percibían que ella estaba atravesando.
– Yo le decía que ese hombre no le convenía, ese día le dije “ese hombre es como un lastre, yo te miro como que vas con la niña cargada y el tipo te va jalando por la espalda. Ya no regreses con él, aquí vamos a estar bien, toda la familia trabaja, no le va a faltar nada a la nena. Y si es preciso yo dejo de trabajar para cuidar a la nena y tú seguís trabajando”.
El estudio de la violencia contra las mujeres da cuenta de una serie de expresiones, desde las más sutiles hasta el extremo del femicidio, que conforman acciones contra la vida de las mujeres. La psicoantropóloga Glenda García reconoce, en un estudio que “la violencia contra las mujeres es el resultado de un continuum de violencia masculina” que viene desde siglos atrás, pero se ha agudizado en las últimas décadas y aumentando cada año (García, 2012).
Las muertes que no son femicidios
De 2017 a 2020, el Ministerio Público registra un total de 629 casos de femicidio, un delito reconocido por el Estado de Guatemala desde el año 2008 que, bajo la legislación vigente, se define como muerte violenta de una mujer, ocasionada en el contexto de las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, en ejercicio del poder de género en contra de las mujeres. El Instituto de Ciencias Forenses – Inacif- registra en el mismo periodo 2,888 muertes violentas de mujeres, cuatro veces más que los casos de femicidio. Sin embargo, no se especifica cuántas de las muertes violentas registradas por Inacif posteriormente fueron tomadas como casos de femicidio en el Ministerio Público.
Casi la mitad de los casos ocurrieron en el departamento de Guatemala, registrando 1,259 mujeres asesinadas de forma violenta. La causa más común, llegando a 799 casos, es por arma de fuego. Le siguen distintos tipos de asfixia:
No se especifican las características de los agresores o el contexto en el que se asesinó a las mujeres. La causa de muerte de Luz María se determinó como asfixia por estrangulación, la segunda causa mayor de muerte violenta de mujeres.
Estos datos muestran que no todas las muertes violentas de mujeres, son registradas como femicidios, ya que definirlas como tal implica determinar el contexto en el cual se asesinó a las mujeres. De acuerdo con Giovanna Lemus, coordinadora del Grupo Guatemalteco de Mujeres –GGM- el criterio para determinar si la muerte violenta de una mujer califica como femicidio está en los fiscales del MP. Y es que para determinar que un asesinato se dio en el contexto de las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, también se necesitan fiscales con formación y comprensión sobre qué significa y qué implica la violencia contra las mujeres.
En la manifestación convocada por la familia de Luz María el pasado 20 de marzo, se leía en una pancarta una frase con la foto de Luz María “Lo mío fue un femicidio, no un accidente. Mi voz se multiplicó en mi familia, que hoy pide justicia por mi, por mi hija, por todas.” Declarando la Avenida Simeón Cañas como Avenida de la Luz, la familia y mujeres convocadas por la exigencia de justicia caminaron hacia el lugar donde fue encontrado el cuerpo de Luz María, a un costado del Diamante de Béisbol Infantil varios metros adelante del MAINA.
Caminando por la Avenida de la Luz
Cuando se le pregunta a Ada Morales qué le hace seguir adelante, ella responde sin dudar
– Mi nieta, es lo que me mueve cada día, cada instante, cada minuto. Es lo que me tiene viva.
Alice está próxima a cumplir dos años de edad. Vive con su abuela y abuelo desde el día en que la familia veló a Luz. Su abuela recuerda que cuando encontraron a su hija regresó a su casa y logró dormir por el agotamiento, cuando sintió la presencia de su hija que le recordaba una conversación que habían tenido hace unos meses
– La bebé la tenía la familia de él. Ella [Luz] en el mes de octubre me había dicho queque, si algo le pasaba que peleara por la niña, que no la fuera a dejar con Jorge, me dijo que por su trabajo nunca se sabía. Le dije que estaba difícil. Me recordé de eso y dije “si ella me lo pidió es por algo”.
Desde que se conoció la historia de Luz María, distintas organizaciones de mujeres han convocado a manifestaciones y acciones en la plaza central y la Avenida Simeón Cañas.
Ada cuenta que le han cuestionado por qué salir a las calles a manifestar, a lo que ella responde
– Yo sé que ahorita hay tantas, tantas mujeres que están sufriendo, de todas las clases sociales, y yo sé que tenemos que hacer algo.
Tres razones son las que mueven a Ada en esta convicción por hacer algo, desde lo personal hasta lo colectivo.
– Primero como madres, porque como madre no le deseo esto a ninguna madre en el mundo; segundo, como mujer, porque como mujer no me gustaría que me golpearan, que me lastimaran tanto; y tercero porque mi hija dejó a una hija, y yo tengo que ver porque haya en Guatemala leyes que protejan a las mujeres.
Otros casos conocidos que despertaron la indignación y acción política de las mujeres fueron los de
Sharon y Hillary, dos niñas asesinadas en el mes de enero. También la historia de Cristina Siekavizza, cuyo cuerpo sigue sin ser encontrado y el perpetrador murió de covid-19 antes de ser condenado. El caso de Isabel Véliz Franco, quien después de 20 años de lucha de su madre Rosa, obtuvo justicia; y . lLa familia de Claudina Velásquez, ¡¡desde el 2005 espera justicia por su asesinato!
En el caso de Luz María, su esposo y principal sospechoso de su femicidio Jorge Zea, este fue detenido y ligado a proceso por el delito de femicidio el 24 de enero de 2021. Ada recuerda los días de búsqueda y la detención de Zea,
– Empezamos a buscar, ven en la casa y buscan, echan luminol y ven que hay sangre en varios lugares de la casa, en el baúl del carro. Detienen el vehículo, él se va y estuvo libre dos días hasta el día viernes que lo capturan.
Es uno de los temas que preocupa a Ada, la tardanza para hacer justicia por su hija y que se capture a todas las personas que puedan estar implicadas en este caso. Actualmente están a la espera de la audiencia para presentar las pruebas contra Zea. En ello, remarca lo importante que sería que todas las personas que no han obtenida justicia pudieran unirse en una exigencia común ante el Estado.
La impunidad en cuanto a las muertes violentas de mujeres reconocidas como femicidios por el Ministerio Público, se puede comparar de acuerdo con el estado de las denuncias.
Esto refleja que un 6.83% de los casos han sido sentenciados, aunque no se especifica si las sentencias han absuelto o condenado a los acusados.
– Sería muy bueno que alguien en el país se interesara por todos estos casos, por todas estas mujeres, y poder proponer una ley que ayude a que todo sea más rápido, tanto para nuestros niños como para nuestras mujeres, que somos las más violentadas, no estamos a salvo. Entonces necesitamos hacer justicia, necesitamos que sea más rápida. Hay justicia, pero se tarda mucho. Si convocáramos a todas las personas y nos reuniéramos, le aseguro que hay mucha gente que no han obtenido justicia como debiera ser que nos uniríamos y podríamos hacer muchas cosas por Guatemala – Finaliza Ada.
Son miles de casos de violencia, cientos de casos de femicidios, miles de muertes violentas de mujeres. Como se ha recorrido en esta entrega: 291,008 denuncias de violencia contra las mujeres registradas en el MP, 629 femicidios y 2,888 muertes violentas. Y ante esta amenaza permanente a la vida de las mujeres, hay un problema sistémico: la tardanza del sistema de justicia que favorece la impunidad, y la impunidad que favorece la desvalorización de la vida de las mujeres.
Fuente: Prensa Comunitaria