Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano, 7 de junio de 2021.
La pelea parece cabeza a cabeza y eso es lo que están mostrando desde el sistema oficial a partir de que se dieron a conocer los resultados de voto a pie de urna o el del posterior sondeo rápido. En cada uno de esos trucos sistémicos de efecto visual, la diferencia entre Pedro Castillo y la corrupta Keiko Fujimori es de décimas arriba para uno u otro. Sin embargo, la realidad es muy distinta a la que nos quieren hacer creer. Y las peruanas y peruanos que no comen vidrio, que están cansados que les roben su plusvalía todos los días durante décadas, o aquellos otres que lo han perdido todo por culpa de las políticas capitalistas salvajes aplicadas desde los gobiernos, saben mejor que nadie que quien está ganando es Pedro Castillo. Que no se trata de falsas encuestas sino de entender que desde el interior viene un rugido de cambio profundo que no puede ser frenado con triquiñuelas y campañas insidiosas, racistas, macartistas como las que sufrió Castillo desde que ganó holgadamente en la primera vuelta.
Faltan computarse el 9 por ciento de los votos y esos son precisamente de las zonas del interior donde ni el sondeo rápido pudo evitar mostrar que el profe Castillo arrasa con diferencias en cada localidad de entre 20 y 30 puntos. Falta computarse el voto de la selva donde se vuelve a repetir ese fenómento. Y también resta sumar el voto del exterior, donde si bien allí sí gana Fujimori, los votos para Castillo no son algo a desechar.
O sea, si todo funcionara normalmente, Pedro Castillo gana esta elección. El gran problema es que la burguesía peruana y su aliado incondicional, el gobierno norteamericano, no quieren que eso suceda. Solo basta recordar la cantidad de visitas que hicieron estas últimas semanas a la embajada gringa en Lima, altos cargos del partido de la señora K. De allí que como dice muy bien Castillo, es la hora de vigilar que no se pierdan o adulteren urnas, que nadie cambie resultados o que se quieran impugnar mesas donde Castillo obtuvo la victoria. Pero esencialmente, es la hora de pueblo en las calles de todo el país, presionando, demostrando que ya está bien de tanto manoseo, que no se la van a llevar de arriba si quieren burlar la soberanía popular, que América Latina está mostrando que el capitalismo depredador y represor ha llegado a un límite en el que solo les queda meter bala ‑como en Chile o Colombia, pero también en Perú- para evitar que los pueblos movilizados los entierren en el fondo de la historia.
Perú vive algo más que una elección difícil, es la prueba palpable que la lucha de clases marca el rumbo del devenir, y que esa burguesía peruana que ha vivido del cuento durante siglos, corrompiéndose, robando, matando y siempre saliendo impune, debe dar paso a un nuevo tiempo. Si o sí. El pueblo habló claro en la primera vuelta, y no puede ser que en esta maniobra que es la segunda instancia (maniobra inventada por las democracias burguesas para asegurar su permanencia) le quieran arrebatar lo que le corresponde. No podrán si el pueblo defiende con uñas y dientes lo que se ha ganado con años de lucha y también con votos, como ahora.
Termino con un interesante cuadro de lo que puede pasar en las próximas horas cuando se sumen los votos rurales y del exterior. Lo hizo un compañero y es solo una predicción pero que tiene su lógica: