Perú. Fin de cam­pa­ña calien­te para Cas­ti­llo y Fujimori

Por Car­los Norie­ga, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 de junio de 2021.

La izquier­da en su con­jun­to se ha uni­do alre­de­dor de Cas­ti­llo, y del otro lado la dere­cha polí­ti­ca, eco­nó­mi­ca y mediá­ti­ca ha cerra­do filas con el fujimorismo.

Castillo cerró su campaña en la Plaza Dos de Mayo de Lima. (Fuente: EFE)
Cas­ti­llo cerró su cam­pa­ña en la Pla­za Dos de Mayo de Lima.. Ima­gen: EFE

Cerró una cam­pa­ña en extre­mo pola­ri­za­da, lle­va­da ade­lan­te en un ambien­te de mucha ten­sión y cris­pa­ción. Ha sido una cam­pa­ña que ha divi­di­do al país entre el pro­fe­sor y sin­di­ca­lis­ta de izquier­da Pedro Cas­ti­llo, la sor­pre­sa de las elec­cio­nes, que ha sin­to­ni­za­do con bue­na par­te de la pobla­ción por su ori­gen popu­lar y su men­sa­je de cam­bio del mode­lo neo­li­be­ral, y la dere­chis­ta Kei­ko Fuji­mo­ri, la hija del encar­ce­la­do exdic­ta­dor Alber­to Fuji­mo­ri, que defien­de la con­ti­nui­dad de ese mode­lo neo­li­be­ral que su padre impu­so hace trein­ta años. La izquier­da en su con­jun­to se ha uni­do alre­de­dor de Cas­ti­llo, y del otro lado la dere­cha polí­ti­ca, eco­nó­mi­ca y mediá­ti­ca ha cerra­do filas con el fujimorismo.

Lle­ga a su fin una cam­pa­ña mar­ca­da por la vio­len­cia ver­bal, espe­cial­men­te des­de la dere­cha, y por una gue­rra sucia con­tra la izquier­da masi­va­men­te ampli­fi­ca­da por los medios. A pesar de los múl­ti­ples y cons­tan­tes ata­ques reci­bi­dos ‑la dere­cha lo acu­sa de que­rer implan­tar una dic­ta­du­ra comu­nis­ta y has­ta de ser terro­ris­ta, asus­ta a la pobla­ción dicién­do­les que un gobierno suyo les qui­ta­rá sus nego­cios y aho­rros, que habrá infla­ción, des­em­pleo y ham­bre- y algu­nos erro­res de su cam­pa­ña e impre­ci­sio­nes al pre­sen­tar sus pro­pues­tas, y del masi­vo apo­yo mediá­ti­co a su rival, Cas­ti­llo lle­ga al cie­rre de cam­pa­ña con una lige­ra ven­ta­ja en las encues­tas de entre uno y dos pun­tos. La cam­pa­ña cie­rra con alre­de­dor de un quin­ce por cien­to de inde­ci­sos. De ellos sal­drán los votos que defi­ni­rán al gana­dor. Los ana­lis­tas no se atre­ven a pro­nos­ti­car un resultado.

“Los can­di­da­tos lle­gan en un empa­te téc­ni­co, con Kei­ko cre­cien­do más entre los inde­ci­sos y redu­cien­do la dife­ren­cia que le lle­va­ba Cas­ti­llo. Vamos a tener un resul­ta­do muy ajus­ta­do, gane quien gane”, seña­la Alfre­do Torres, direc­tor de la encues­ta­do­ra Ipsos.

“Kei­ko tie­ne el apo­yo de los medios y ha esta­do subien­do. La cam­pa­ña de mie­do con­tra el comu­nis­mo ha teni­do impac­to en una cla­se media que teme per­der lo que ha con­se­gui­do. Cas­ti­llo tie­ne un voto duro en los sec­to­res popu­la­res. Hay un empa­te téc­ni­co, pero con una míni­ma ven­ta­ja de Cas­ti­llo. Creo que los inde­ci­sos que que­dan pue­den repar­tir­se por igual entre los dos can­di­da­tos”, indi­ca Patri­cia Zára­te, del Ins­ti­tu­to de Estu­dios Perua­nos.

En ese ambien­te de pola­ri­za­ción, divi­sión, ten­sión e incer­ti­dum­bre, ambos can­di­da­tos cerra­ron sus cam­pa­ñas el jue­ves. Los dos lo hicie­ron en Lima. Cas­ti­llo y Kei­ko pre­ten­dían hacer­lo en la cén­tri­ca pla­za San Marín, tra­di­cio­nal esce­na­rio de encuen­tros polí­ti­cos. Ambos anun­cia­ron mani­fes­ta­cio­nes en ese lugar. Una coin­ci­den­cia invia­ble, que las auto­ri­da­des resol­vie­ron negán­do­le el peri­mo a los dos. Cas­ti­llo mudó su mani­fes­ta­ción de cie­rre a la Pla­za Dos de Mayo, tam­bién en el cen­tro de la capi­tal, un espa­cio de mani­fes­ta­cio­nes de los sin­di­ca­tos. Kei­ko optó por ir a Villa El Sal­va­dor, un barrio popu­lar en las afue­ras de la ciudad.

Antes de su mitin de cie­rre, Cas­ti­llo tuvo una con­ver­sa­ción por inter­net con el expre­si­den­te de Uru­guay José Muji­ca. El día ante­rior, el can­di­da­to de la izquier­da se había reu­ni­do con fami­lia­res de las víc­ti­mas de las vio­la­cio­nes a los dere­chos huma­nos duran­te la dic­ta­du­ra fuji­mo­ris­ta, a quie­nes les ase­gu­ró que apo­ya­ría sus deman­das de justicia.

“El 6 de junio (día de las elec­cio­nes) pode­mos escri­bir la nue­va his­to­ria de esta patria. Lla­mo a la uni­dad más amplia de este pue­blo. Voy a demos­trar­le a mi patria leal­tad, res­pe­to”, seña­ló Cas­ti­llo, antes de ir al mitin final de una cam­pa­ña en la que entró como un des­co­no­ci­do y ha ter­mi­na­do dispu­tan­do la presidencia.

En su cie­rre de cam­pa­ña, Cas­ti­llo habló des­de el bal­cón de una vie­ja caso­na de la pla­za Dos de Mayo. Duran­te su cam­pa­ña ha pues­to el énfa­sis en la nece­si­dad de un pro­fun­do cam­bio en el país que sig­ni­fi­que dejar de lado el mode­lo neo­li­be­ral y corre­gir las pro­fun­das des­igual­da­des. Ha insis­ti­do en prio­ri­zar la edu­ca­ción y la salud públicas.

Hace unos días, Kei­ko pidió per­dón por “no haber esta­do a la altu­ra de las cir­cuns­tan­cias” cuan­do su par­ti­do obtu­vo la mayo­ría par­la­men­ta­ria en las elec­cio­nes de 2016 y la usó para boi­co­tear al gobierno y gene­rar una gra­ve cri­sis polí­ti­ca, y tam­bién pidió “una nue­va opor­tu­ni­dad”. El pro­ble­ma de Kei­ko es que des­pués de tan­tas pro­me­sas incum­pli­das a lo lar­go de su vida polí­ti­ca, su pala­bra ha per­di­do cre­di­bi­li­dad y sus arre­pen­ti­mien­tos públi­cos son per­ci­bi­dos como una estra­te­gia de cam­pa­ña antes que como un sin­ce­ro reco­no­ci­mien­to de culpas.

Entre tar­díos y estra­té­gi­cos pedios de per­dón, un fes­ti­val de ofre­ci­mien­tos ‑bonos de ayu­da eco­nó­mi­ca a la pobla­ción, obras y reduc­ción de impues­tos, sin decir cómo se finan­cia­rá todo lo ofre­ci­do- y ata­ques a su rival, Kei­ko cerró su cam­pa­ña. La suya ha sido una cam­pa­ña mar­ca­da por un agre­si­vo dis­cur­so macar­tis­ta, que ha bus­ca­do poner el eje de esta con­tien­da elec­to­ral como si fue­ra una dispu­ta entre comu­nis­mo y demo­cra­cia, divi­sión en la cual, para ese dis­cur­so que casi ha mono­po­li­za­do los medios, el fuji­mo­ris­mo es des­po­ja­do de su esen­cia auto­ri­ta­ria y corrup­ta y pre­sen­ta­do como defen­sor de la demo­cra­cia, y la izquier­da estig­ma­ti­za­da como “una ame­na­za comu­nis­ta”. Kei­ko, que en su entorno tie­ne a exfun­cio­na­rios de la dic­ta­du­ra de su padre, ha dicho que su misión es “res­ca­tar al Perú del comunismo”.

“No al comu­nis­mo”, se leía en ban­de­ro­las colo­ca­das cer­ca al estra­do des­de el que habló la can­di­da­ta de la dere­cha auto­ri­ta­ria. Cri­ti­có a los últi­mos gobier­nos, pero en su equi­po lle­va a exmi­nis­tros de esos últi­mos gobier­nos. Defen­so­ra del con­ti­nuis­mo del mode­lo neo­li­be­ral, pero cons­cien­te que una mayo­ría exi­ge cam­bios en medio de una gra­ve cri­sis, la can­di­da­ta fuji­mo­ris­ta habló de “un cam­bio hacia ade­lan­te”. Lo suyo es un cam­bio para que todo siga igual. A pocos días de reve­lar­se nue­vas cifras de las muer­tes por la pan­de­mia, que ponen al Perú con la mayor tasa de mor­ta­li­dad del mun­do, la can­di­da­ta fuji­mo­ris­ta dis­pa­ró con­tra las res­tric­cio­nes para com­ba­tir la pan­de­mia –en el país no hay cua­ren­te­na, pero sí res­tric­cio­nes en los afo­ros a luga­res públi­cos y toque de que­da noc­turno- y ofre­ció levantarlas.

Con pocos méri­tos pro­pios para ganar res­pal­do popu­lar y un alto recha­zo, Kei­ko, que enfren­ta un pro­ce­so judi­cial por lava­do de dine­ro y orga­ni­za­ción cri­mi­nal, bus­ca ganar la elec­ción con esa cam­pa­ña de mie­do con­tra su rival y pre­sen­tán­do­se como el supues­to mal menor. Si Kei­ko apues­ta por el mie­do, Cas­ti­llo lo hace por la espe­ran­za y las deman­das de cam­bio. Ese fue el tono de los dos cie­rres de campaña. 

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