Por Félix Roque Rivero /Resumen Latinoamericano, 16 de junio de 2021
El balotaje peruano concluyó. Finalmente, el telón del teatro electoral se levantó y emergió el actor ganador de la contienda.
Pedro Castillo Terrones, un maestro de escuela primaria, nacido en la localidad de Tacabamba, provincia de Cajamarca, es el nuevo presidente del Perú. Dura batalla librada por este hombre que resopla sencillez por todos sus costados. Con el lema de “palabra de maestro”, Castillo, hombre honrado proveniente de las profundidades del Perú, de la sierra andina, armado de un lápiz, un cuaderno y su palabra, ha jurado cumplirle a las y los peruanos. Compromiso enorme se ha echado este hombre sobre sus hombros. Los sectores más reaccionarios y corruptos de la rancia oligarquía peruana, y en particular la limeña, como hienas, estarán a su acecho. Seguramente intentarán cercarlo como hicieron con Ollanta Humala.
Uno de sus tantos compañeros, tal vez mirando el horizonte reverberante de la indómita montaña, escuchando a sus dioses ancestrales, montado en su caballo le diría con un dejo de incertidumbre… “y ahora, adónde iremos compadre”. Castillo, con la firmeza que le enseñaron sus padres, lo más probable es que le haya respondido: “a gobernar carajo. Basta ya de gobiernos ladrones. Gobernaremos sobre la base de preservar la dignidad del pueblo peruano”.
La política semeja una telaraña, solo que el hombre araña no existe y Castillo debe saberlo. Cada quien pareciera tejer su propia red y piensa es la mejor opción para atrapar incautos que, como insectos, caen abrupta y brutalmente. Así ha sido durante largas décadas en el Perú, un país de desigualdades sociales muy marcadas, donde al indio se le maltrata y humilla.
La variabilidad en la ecuación tiempo-espacio y la capacidad de organización social, a decir de Zygmunt Bauman, marcan la estructura político-social de estos tiempos modernos y postmodernos. En Perú, donde se percibe la herencia colonial y racista, toca a este Maestro emprender una larga y dura jornada que reivindique a los peruanos en sus derechos, que visibilice a los millones de pobres que esperan de él una entrega total de sacrificios. A Castillo no le perdonarían una traición más.https://correodelalba.org/colabora-con-nosotros/embed/#?secret=ddMLMODbsH
Las soberanías políticas, los efectos globalizantes de una economía cada vez más rapaz, donde el poder de la información crea verdades desde la mentira. Los efectos en los cambios paradigmáticos de la cultura global. Las sociedades polarizadas (Estados Unidos, Perú, España, Colombia, Venezuela), van marcando los giros de la política. Es el mundo de la inseguridad y de la incertidumbre. El Perú que gobernará el maestro Castillo es parte de este mundo cada vez más disparatado, competitivo. En suelo peruano están enclavadas bases militares de los Estados Unidos para el control y vigilancia de la ruta estratégica del Océano Pacífico. Hasta ahora, los gobernantes que ha tenido ese país andino, se han caracterizado por la sumisión total a los dictámenes imperiales de aquellos, como bien lo explica Atilio Boron en su libro América Latina en la Geopolítica Imperial. En los últimos años, el Perú ha sido líder en el llamado Grupo de Lima, prestándose para agredir a otros Estados (caso Cuba y Venezuela), conjuntamente con la Organización de Estados Americanos (OEA). Pedro Castillo, si en verdad quiere deslastrarse de esas dependencias humillantes y neocolinizadoras, siguiendo el ejemplo de países como Argentina, México, Bolivia, debe declarar ante el mundo que el Perú por él dirigido se aparta de ese círculo infernal que pervierte y desconoce la soberanía de su pueblo
Los acontecimientos que están ocurriendo en América Latina, sin duda, nos invitan a pensar estos sucesos desde nuestra realidad concreta. Es aquí donde interesa definir el método de análisis comprensivo, elaborar la premisa investigativa, capaz de dar respuesta a objetivos claros que permitan dar solución a las necesidades de la gente. En el Perú de Pedro Castillo ha de iniciar este cambio de rumbo, señal de nuevos amaneceres preñados de esperanzas. No es Pedro Castillo un militante de la llamada izquierda tradicional. Él quizá sea expresión de esos aparecimientos político-sociales de los nuevos tiempos. Tal vez este maestro sea parte de un nuevo método no plagado de dogmas y de mezquindades que no sirve para casi nada a los pueblos. Castillo bien puede ser ese tercero de que habla Bauman y que ha de estar presente, reconocido y respetado. Pero igual con Castillo están los otros, los oscilantes de que habla el pensador venezolano Hugo Moyer en sus trabajos sobre la trialéctica, los indiferentes que también cuentan. En su campaña electoral, Castillo dio demostraciones de lo típico de sus actos y de lo atípico, no tradicional de su discurso. Estos quizás sean rasgos de esa antipolítica que se aparta de la vieja escuela, que invita a repensarlo todo con señales de originalidad. Tal vez en Pedro Castillo la latinoamericanidad tome nuevos signos autonómicos, rompiendo con los esquemas eurocéntricos que por siglos nos han marcado en nuestros valores, opacándolos, desconiciéndolos.
Sigamos intentándolo y Pedro Castillo, con su sombrero bombarquino usado en la población peruana de Chota, es un buen ejemplo de las esperanzas de un pueblo sufrido como el peruano. Erramos o pecamos, diría Don Samuel Rodríguez, el viejo Sócrates de Caracas.
FUENTE: Correo del Alba
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Félix Roque Rivero Abogado