Desde el franquismo, la historia de “España” se ha utilizado con fines políticos, para justificar hechos producidos con mucha posterioridad y para justificar igualmente la ideología de Estado basada en la “unidad” atemporal de España sobre la base del catolicismo y de la unidad territorial “inquebrantable” sobre los restos del imperio de Carlos I, rey de origen centroeuropeo y que no hablaba el castellano.
Cuarenta años después de la muerte del dictador, sus discípulos utilizan las mismas técnicas para difundir su ideología, la mentira, la falsificación histórica, los bulos… En este sentido, nos quieren hacer retroceder 40 años imponiendo en las escuelas la simbología fascista de la bandera de España, el himno y los valores de odio y desprecio hacia lo diferente de lo que ellos han determinado y decidido como “español”. La historia de “invasión de árabes”, de “reconquista”, de “expulsión” de los moros y de “repoblación”; la celebración del genocidio franquista y la “cruzada” contra los rojos, junto a los racistas conceptos de “cristiandad”, y de “unidad de destino en lo universal”, vuelven a la actualidad gracias a unos medios de comunicación que dan cobertura al discurso de odio, a la mentira y a la falsedad.
El empeño de la ultraderecha en manipular la historia a través de la “Reconquista”
El Ayuntamiento de Badajoz, gobernado por el PP con el apoyo de Vox y Ciudadanos, acaba de declarar el 19 de marzo como día de la ciudad en homenaje a su conquista, en 1230, por el rey leonés Alfonso IX.
La propuesta, presentada por el único concejal del partido ultranacionalista en Badajoz y aprobada con los votos favorables de sus socios en el Gobierno —el PSOE se abstuvo y Unidas Podemos votó en contra— es, según muchos historiadores, un intento de “institucionalizar la manipulación de la historia” y la recuperación de la retórica nacionalcatólica de la Reconquista: la urbe fue fundada en el año 875 por el caudillo musulmán rebelde Ibn Marwan al-Yiliqi.
“La ultraderecha sigue la misma táctica en todos los asuntos y, respecto al pasado, adopta la misma estrategia que respecto a la violencia machista o a la inmigración: propagar bulos”, asegura a través de correo electrónico Alejandro García Sanjuán, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Huelva y autor de La conquista islámica de la península Ibérica y la tergiversación del pasado (Marcial Pons Historia, 2013). De hecho, la iniciativa de Badajoz no es nueva. Vox ya lo intentó en Andalucía, cuando propuso celebrar el día de la comunidad el 2 de enero para conmemorar la toma de Granada de 1492, y en Murcia, donde también pretende trasladar la fiesta de la región al 2 de febrero. “Tal día como aquel de 1266 nuestros antepasados conquistaron la taifa de Murcia”, señaló el partido de Santiago Abascal en un comunicado, en el que explicó abiertamente que “sin los valores de la Reconquista no se entiende la esencia de España en su realidad histórica”.
Para García Sanjuán, editor de la revista Al-Andalus y la Historia, la retórica de Vox “representa la recuperación de la vieja narrativa nacionalcatólica y franquista que pretende establecer que España es una nación forjada contra el islam”, una herramienta que ya utilizó políticamente el dictador Francisco Franco para “identificar al enemigo y legitimar su aniquilación”. Pero, además, supone “una doble manipulación del pasado”. En primer lugar, continúa el experto, “reduce el periodo medieval a ocho siglos de reconquista, cuando en realidad el conflicto entre cristianos y musulmanes representa solo un aspecto dentro de un período mucho más complejo”. Por otro lado, “convierte la conquista y destrucción de al-Ándalus en una lucha de liberación nacional y, en realidad, la llamada reconquista no se hizo en nombre de España ni su objetivo era restablecer la perdida unidad de la nación española”, apostilla. Muestra de ello es que el concepto de “reconquista”, como recuperación del territorio hispano que invadieron los musulmanes en 711, no fue generalizado hasta mediados del siglo XIX, cuando Modesto Lafuente lo utilizó en su Historia General de España, más de tres siglos después de que los Reyes Católicos tomaran Granada. Hasta 1936, el Diccionario de la Real Academia Española no incluyó el término.
Esta manipulación de la historia en la que se empeña la ultraderecha es, según Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, “una tendencia europea, donde hay una forma extrema de nacionalismo etnicista y anticomunista, que nace fundamentalmente de Europa del Este —como Hungría, Polonia o Serbia— y que realiza una revisión de la historia, sobre todo, para criminalizar el comunismo y, si hace falta, para rehabilitar a gente que había pasado por fascista y a la que ahora se la presenta como nacionalista”, explica en una entrevista telefónica con EL PAÍS. “Ese nacionalismo etnicista”, considera Casanova, “engulle la historia del antifascismo, que es la gran fundación de la Europa Occidental de 1945”. Y en el caso específico de España, intenta construir la identidad española como “una combinación entre nacionalismo y catolicismo”, vinculado a la percepción de que “España tuvo una identidad católica que se alzó contra los protestantes, contra los herejes o contra los comunistas”, continúa el historiador.
Y en esta construcción de la identidad, tanto en Europa en general como en España en particular, la ultraderecha descarta mostrar una historia compartida y rechaza “todo aquello que se percibe divisivo y perjudicial para la imagen oficial que ellos consideran o para la mitología nacional”, analiza Casanova. El historiador ha publicado recientemente Una violencia indómita. El siglo XX europeo (Crítica, 2020), donde precisamente analiza que “cuando existen pasados fracturados, hay memorias cruzadas y, por tanto, un presente dividido”. Un claro ejemplo son las dos guerras mundiales que “se recuerdan de forma diferente en varios países europeos. Lo que se celebra en algunos como ejemplos de heroísmo se percibe en otros como acciones criminales, escribe. Y la labor del historiador es diferenciar entre lo que es “memoria” y lo que son “hechos documentados”.
“Técnica típica del fascismo”
La revisión histórica de Vox es, para Federico Finchelstein, historiador y autor de A brief history of fascist lies (Breve historia de las mentiras fascistas, University of California Press, 2020), “una técnica típica del fascismo” que manipula la historia para “crear un mito del pasado”. “Los fascistas reemplazan la historia con una narrativa de ficción, es decir, desgajan y distorsionan la realidad pasada como también lo hicieron con el presente y el resultado de todo esto es el reino de la mentira”, explica en conversación con este diario. Según Finchelstein, que ha estudiado a fondo el fascismo y el postfascismo, Vox “niega una España diversa para crear algo que nunca existió” y promueve una visión histórica que ya “intentó imponerse con la dictadura de Francisco Franco, que fue otro gran mentiroso fascista”.
Una de las formas más eficaces para hacerlo es el vínculo con la memoria y los sentimientos, como demuestra la proclamación del Día de Badajoz en homenaje a la conquista cristiana de la ciudad. “También se revisan las fiestas, las cosas que conectan con las emociones y las identidades, que tienen mucho más impacto que intentar cambiar un libro de texto”, apunta Julián Casanova.
La gran amenaza de esta tergiversación histórica, según Alejandro García Sanjuán, “no solo radica en recuperar la retórica franquista sobre el pasado”, que diferencia entre buen y mal español, sino sobre todo en tratar de legitimarla mediante el uso de las instituciones”. Esa “manipulación”, añade, “se difunde con gran facilidad porque la simplicidad es más sencilla de entender que la complejidad”. “Cuando se intenta contrarrestar o criticar la manipulación de la ultraderecha parece que se está respondiendo desde otra perspectiva ideológica, creándose, así, versiones ideológicas contrapuestas del pasado”, lamenta el investigador, que alerta de que “la manipulación también consiste en eso, en crear la sensación de que todo depende de la ideología del que habla”. Y es muy efectiva, concluye, “si opera sobre audiencias sin formación suficiente para contrarrestarla con información fiable”.
Fuente: MundoIslam