Resumen Latinoamericano, 16 de julio de 2021.
Antes de que llegue el frío y la nieve. La empresa constructora Rovella Carranza necesita apurar los trabajos para lo que sería una futura represa sobre el río Nahueve, en el norte de Neuquén. El apuro lo impone la estacionalidad y también el Gobierno provincial de Omar Gutiérrez, que no quiere perder las inversiones llegadas desde los Emiratos Árabes Unidos.
Eso sí, el propósito de instalar una megaobra sobre una fuente de agua vital para las comunidades avanza sin licencia social y a cualquier precio. Esta mañana, en un nuevo episodio con ribetes mafiosos, un grupo de matones al mando del comisionado de fomento de Villa Nahueve, Carlos Burgos, desalojó de su propia casa a Juan Antonio Sepúlveda. Lo sacaron a los empujones, “tiraron sus muebles y pertenencias afuera de la casa y rompieron el alambrado del campo donde habita la familia Sepúlveda desde 1940”, según informan las Asambleas del Agua del Norte Neuquino.
Sepúlveda les molesta porque es una de las personas conscientes que ha decidido resistir al accionar inconsulto de autoridades políticas y grupos empresarios: imponer la represa por las buenas… o como sucedió el 14 de octubre del año pasado, cuando otra vez Burgos estuvo al frente de una cacería policial con represión y detenciones arbitrarias. ¿El motivo? Familias con niñxs hacían un acampe pacífico para visibilizar la defensa del agua frente al poder del dinero.
“La casita de Antonio está justo al lado del puente donde se está realizando la obra ilegal”, cuenta Natalia Álvarez, vecina de Chos Malal. “Como conocen los movimientos de la zona, aprovecharon un momento en que Antonio estaba solo para desalojarlo”. Héctor Sepúlveda, su hermano, había salido a hacer unos trámites y buscar provisiones.
Natalia: “Son dos personas mayores y están muy solos, desde las Asambleas por el Agua nos preocupa que están solos y abandonados por el Estado, a lo que se suma el aislamiento por la pandemia. Las políticas de manipulación y violencia que ejerce la Comisión de fomento, a cargo de Burgos, son habituales: no les entregan leña ni comida para los animales, que son necesarios para la vida campesina y es una tarea que les toca a las Comisiones de fomento”.
En la zona no hay buena señal ni cobertura de comunicaciones. Héctor mandó un mensaje de audio muy angustiado ni bien pudo contactarse con las Asambleas. “La falta de comunicación beneficia a las empresas, porque hasta que la familia nos puede avisar a quienes estamos en Chos Malal… La feria judicial avanzó y no podemos ir al juzgado a ejercer presión. La abogada solicitó un turno para que atiendan nuestras denuncias, no están atendiendo los recursos de amparo presentados. Tenemos mucho temor por la vida de los campesinos y las campesinas”.
El paisaje rural patagónico que conocieron los Sepúlveda y otras familias vecinas mutó en poco tiempo a un obrador con máquinas que emiten sonidos molestos permanentemente. Y no es todo: también les quitan los alambrados y, cuando aparece la oportunidad, ejercen la violencia directa.
La palabra que aparece en boca de unxs y otrxs es la misma: preocupación. La zona se ha ido llenando de controles en la ruta nuevamente, con presencia de fuerzas de seguridad que están para cuidar los intereses económicos por encima del bienestar de la población.
Natalia: “Acá hay una sincronización y una complicidad entre las fuerzas represivas y los Estados y los Gobiernos que no hacen nada a favor del pueblo, mucho menos de los campesinos. Frente a ese ojo abusivo muchas veces no podemos anticiparnos porque no tenemos esa maldad en la mente, entonces organizan controles, los vehículos de las Asambleas están identificados por la Policía y el Grupo GEOP que reprimió, por lo que se nos hace difícil trasladarnos para apoyar a la familia. Además del miedo infundido en cada persona que estuvo en la represión”.
Las Asambleas expresan: “El negocio inmobiliario está matando al río Nahueve y desalojando familias campesinas. Solicitamos acompañamiento político, territorial, máxima difusión y la inmediata restitución del lote y hogar a la familia Sepúlveda”.