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Por Guadi Calvo*, Resumen Latinoamericano, 22 de julio de 2021-.
Desde hace semanas, los 1200 kilómetros de frontera entre la República Centro Africana
(RCA) con Chad, se ha convertido en otro frente de la nueva guerra fría, que los Estados
Unidos han lanzado, desde 2013, contra Rusia, tras la decisión de Moscú de intervenir en
Siria, evitando la caída de su presidente Bashar al-Assad, lo que acarrearía de manera
inmediata la balcanización del país, y evitar que su pueblo terminar de caer en manos de las
bandas rigoristas que responden tanto al Daesh, como a al-Qaeda.
Sus fracasos en Siria, Irak y Afganistán han obligado a Washington a un nuevo replanteo de
su política exterior, por lo que hacer foco en África, donde tanto Rusia como China, están
ganado mucho terreno, no solo es vital para la Casablanca, sino también para sus socios de
la OTAN y fundamentalmente para Francia, que desde el mismo momento que sus colonias
se empezaron a independizar a principios de los sesenta, ha intentado reinstalar el viejo
orden, aggiornando la antigua Francáfrica a los tiempos que corren.
Es por este motivo que Francia se ha involucrado desde 2012, con la Operación Barkhane,
unos 5 mil hombres que tratan de evitar la expansión de los grupos fundamentalistas: la
franquicia de al-Qaeda conocida como Jamāʿat nuṣrat al-islām wal-muslimīn, (Frente de
Apoyo para el Islam y los Musulmanes) o JNIM, y la khatiba del Daesh o Estado Islámico
en el Gran Sáhara (ISGS).
Los ingentes recursos que ha invertido Francia, en esta guerra, que de nada le han servido,
hace temer a Emmanuel Macron, que su electorado se lo cobren en las presidenciales de
próximo abril; y en vista de esa posibilidad es que insiste en la retirar tropas y cerrar bases,lo que sin duda sería una tragedia para toda la región. Ya que es improbable que los
ejércitos que conforma el Grupo 5 Sahel o G5S (Mali, Níger, Burkina Faso, Chad y
Mauritania) se encuentren con capacidad para contener a los terroristas.
El papel deslucido de Francia en el norte de Mali, que no solo no ha podido contener a los
muyahidines, sino que estos se han expandido a países vecinos como Burkina Faso y Níger,
por lo que se podría avizorar otro desastre como el de Ðiện Biên Phủ, batalla que le costó
su imperio en Indochina.
La crítica situación de seguridad en el Sahel occidental, han provocado un largo periodo de
inestabilidad política en Mali, lo que llevó a un grupo de jóvenes coroneles a derrocando
dos presidentes en menos de un año. Y tras nombrar como presidente a su líder, el coronel
Assimi Goïta (quien el pasado día 20 sufrió un ataque con cuchillo del que salió ileso)
gobierna el país desde mayo, han marcado sus diferencias con el Eliseo, fundamentalmente
en lo referido al manejo de la guerra, lo que obligó a Paris, lo que abrió las puertas a
Macron para una salida más o menos elegante al tiempo que ya el mando francés ha
restringido sus operaciones y la retirada de un número importante de los 5 mil franceses
que integran la Barkhane. Macron adelantó que, durante el primer trimestre de 2022,
cancelaria la operación, aunque ya se encuentra operando el grupo Takuba, conformado por
tropa de elite de más de una docena de países europeos, que intentará resolver los
problemas que Francia, no pudo.
El perro guardián
Dada la volatilidad de la situación malí, Francia debe asegurar las fronteras de sus ex
colonias, en las que cuenta con importantes inversiones fundamentalmente en lo referido a
la minería, y particularmente en Níger, con quien Mali comparte una frontera de 840
kilómetros, ese país ocupa el quinto puesto como productor mundial de uranio, un elemento
clave para la generación de energía nuclear, con la que Francia abastece casi el ochenta por
ciento de sus necesidades de electricidad e incluso le ha permitido convertirse en el mayor
exportador de energía de Europa.
La mina de Arlit, operada por la compañía francesa Areva, quizás represente el bien más
preciado de Paris en África, mucho más después del cierre de las operaciones de la Total en
Cabo Delgado (Mozambique) provincia donde se registra desde 2017 una fuerte presencia
del terrorismo.
Francia, sabe muy bien que, para asegurar Níger, es esencial la colaboración del Chad,
histórico gendarme del Sahel, cuyo dictador, el general Idriss Déby, durante treinta años,
siempre protegido por el Eliseo, muerto en combate en abril último, ha sabido construir uno
de los ejércitos más poderoso del continente.
La muerte del fiel Déby, podría haber generado incertidumbre para Francia, pero la
irrupción de una camarilla militar encabezada por el hijo del presidente muerto, el general
Mahamat “Kaka” Déby, aniquiló la incipiente democracia chadiana, y con el consenso de
Francia, seguramente permanecerá en el poder largos años.
Rápidamente Mahamat Déby, que sin duda juró lealtad a Macron, durante los solemnes
funerales de su padre, no solo está dispuesto a colaborar con Níger, en la lucha contra el
terrorismo, sino en controlar la extensa frontera e intervenir en la guerra civil de la República Centroafricana. (RCA) que ya supera los cien mil muertos. Iniciada en 2013,
combaten tropas regulares con un grupo rebelde, en su mayoría musulmán, conocido como
Seleka, (Alianza), sin conexiones aparentes ni con el Daesh, ni con al-Qaeda, y que todavía
controla importantes extensiones del país.
Con las fuerzas del presidente Faustin-Archange Touadéra, colaboran mercenarios rusos de
la Compañía Wagner, lo que ha puesto en atención a occidente ya que se teme que Moscú,
profundice su sociedad con el presidente Touadéra.
Chad ha iniciado más allá de los choques fronterizos, una intensa campaña mediática
denunciando a Moscú de injerencia en los asuntos internos dela RCA, que incluyó la
acusación por parte del embajador estadounidense en Libia que intentó responsabilizar a
Moscú de la muerte del general Idriss Déby, quien en abril de este año había caído en
combate contra grupo insurgentes del Frente de Alternancia y Concordia en Chad (FACT),
La denuncia del embajador norteamericano, había sido una falsa información dada por la
inteligencia francesa.
A principio de junio último Chad, acusó a la RCA, de haber atacado, el puesto fronterizo de
Sourou donde habría muerto un soldado chadiano y secuestrado a otros cinco, para ser
ejecutados en Mbang del lado de la RCA. En el ataque también habrían muerto militares
rusos, pertenecientes la misión de apoyo que Moscú ha destacado en RCA.
Según las autoridades de Bangui, la capital centroafricana, el incidente se produjo cuando
regulares de la RCA, se encontraban persiguiendo a miembros de la Unidad por la Paz en
África Central (UPC) uno de los grupos que integra la oposición contra el presidente Touadéra, que, en diciembre del 2020, poco después de haber asumido, sufrió un intento de
golpe de estado.
Las fuerzas de la coalición rebelde han debido abandonar las grandes ciudades en los
últimos meses, según fuentes occidentales “gracias al respaldo brindado al ejército de la
República Centroafricana, por cientos de paramilitares rusos”.
El pasado 17 de julio el líder operativo del Grupo Wagner, habría advertido a quien se
acercase a las zonas mineras de Bria, donde operarían empresas mineras rusas, sería
inmediatamente fusilado e incluso se conoció que ese mismo día los combatientes rusos
habían obligado a los efectivos de la MINUSCA (Misión Unidimensional Integrada de
Naciones Unidas para la Estabilización en República Centroafricana), a abandonar el área,
tras haberles dado un trato humillante.
Por su parte el embajador norteamericano ante las Naciones Unidas exigió que Moscú
detenga la violencia de los “mercenarios” que aparentemente serían financiados por el
Ministerio de Defensa de Rusia y detengan a los responsables de los numerosos crímenes,
que había cometido. La alianza entre Moscú y la RCA surgió en 2018 tras un acuerdo de
cooperación militar, que luego se expandió a otras áreas.
Naciones Unidas, informó que instructores militares rusos y las tropas de la RCA, atacaron
a civiles con “fuerza excesiva”, produciendo asesinatos indiscriminados, la ocupación de
escuelas y saqueos a gran escala. Acusaciones que el Kremlin describió como una mentira.
La República Centroafricana, con una población menor a los cinco millones de habitantes
cuenta con importantes yacimientos de oro y diamantes que occidente ha ansiado echar
manos desde siempre un buen motivo para enceder la frontera.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en
África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook:
https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.