Por Gonzalo Abella*, Resumen Latinoamericano, 16 de julio de 2021.
Desde 1990, el “Período especial” significó para Cuba un nuevo y duro desafío.
Apenas unos años antes yo había compartido con su pueblo el humilde pan de la esperanza. Por entonces el bloqueo era mitigado por la participación de Cuba en el “Consejo de Ayuda Mutua Económica”, un mercado común integrado por países como la URSS, Bulgaria y la RDA. Allí los precios se fijaban por las horas de trabajo que requería cada producto, sin tener en cuenta las fluctuaciones del mercado. Era una digna relación entre iguales y los Estados miembros buscaban ser complementarios, especializándose en diferentes ramos.
Hoy el bloqueo cae con una fuerza brutal contra el archipiélago cubano.
Nadie teme allí un ataque nuclear, porque la propia proximidad geográfica lo dificulta, y porque el tiempo de vuelo de retaliación de los aviones de combate cubanos sería muy breve y no hay forma de interceptarlos a tiempo. Pero, ante todo, nadie teme una guerra porque el pueblo ha hecho suya la frase de Maceo: “Quien intente apoderarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no perece en el intento”. Kennedy invadió por Playa Girón y así le fue.
Pero el bloqueo feroz es una garra que asfixia lentamente. Agua, alimento, transporte, Salud, vivienda, todo demanda materias primas, artículos y repuestos de maquinarias que ahora no se pueden adquirir. Los países que no acatan el bloqueo, o bien no pueden relacionarse libremente con Cuba por presiones de USA sobre su propio Sistema Económico Financiero, o bien son países que están geográficamente muy lejos y en ese caso el flete encarece extraordinariamente el intercambio.
La decisión patriótica, la convicción revolucionara, intenta ser horadada cada día por la escasez y el cansancio físico. Los jóvenes no conocen en carne propia la miseria real del Capitalismo, y por eso la batalla ideológica de la Revolución es un proceso complejo y se libra tratando de conciliar el profundo respeto a sus demandas con el necesario rigor de un tiempo de austeridad extrema.
Para peor, es un tiempo de imprescindibles concesiones al mercado. Un proceso bloqueado puede apelar por un tiempo a medidas de radicalización extrema, pero si enfrenta un bloqueo a largo plazo, debe replegarse en la construcción socialista en áreas no esenciales. Son concesiones necesarias que, a falta de recursos estatales, agilitan la circulación mercantil y permiten una controlada inversión extranjera, pero que generan inevitablemente diferencias sociales. Todos esperamos y confiamos que no afecten lo esencial para que no sean un retroceso peligroso.
Y sin embargo, en el plano cultural, en el biotecnológico, y ante todo en el plano moral y ético, Cuba nos sorprende positivamente a cada momento. Claro que el orgullo por los logros no resuelve el cansancio por la escasez, ni el agobio de los padres y de los ancianos por las penurias del bloqueo.
No es fácil ser vanguardia continental, aunque por esa tierra hermosa hayan sembrado José Martí, Mariana, Fidel, el Che, Celia y tantos otros. Tampoco fue fácil para Haití en 1803 ser ejemplo tempranero, ni para el Paraguay en 1860. Pero la sangre mapuche, la de Zumbí y Bioho, la de Tupac Amaru y Túpaj Katari, la de Micaela, Bertolina y Juana Azurduy, la de Artigas, Manuel Rodríguez, Güemes y Felipe Varela, la sangre derramada en las luchas obreras, campesinas y estudiantiles de Nuestra América, todas las sangres empujan desde el suelo continental la resistencia de Cuba, que hoy nos representa a todos.
A muchos compatriotas de nuestra América, Cuba nos dio herramientas para combatir mejor, enseñándonos que las trincheras de ideas son más importantes que las trincheras de piedra. A muchos otros compatriotas les devolvió la luz.
Y a los que allí vivimos, Cuba nos demostró que la verdadera democracia no es necesariamente pluripartidismo, sino construcción colectiva y libre de un proyecto común con brújula consecuentemente popular, con la guardia en alto y con conductores incorruptibles. En la inevitable victoria final de los pueblos, los dolores de Cuba son parte esencial del parto de todos.
*Escritor, integrante de UP de Uruguay