Por Pasqualina Curcio Curcio, Resumen Latinoamericano, 17 de julio de 2021.
No deja de sorprendernos el cinismo de EE.UU hacia el heroico pueblo cubano. ¿Cómo es que después de 60 años, óigase bien, 60 años, 3 generaciones, de bloqueo genocida contra la Isla, el gobierno del norte llama y promueve una “ayuda humanitaria” por una supuesta crisis humanitaria? Además, lo hace cuando, a pesar de autodenominarse la primera potencia mundial y registrar un PIB per cápita 7 veces mayor que el del país caribeño, ni siquiera ha logrado contener el virus.
EEUU encabeza la lista mundial de países con mayor número de personas contagiadas y fallecidas a causa del Covid-19. La tasa de incidencia del Covid-19 (número de personas contagiadas por millón de habitantes) en EE.UU es 104 contagiados/millón de personas, es decir, 4,5 veces mayor que la registrada por Cuba que es 23. En cuanto la tasa de mortalidad (número de personas fallecida por cada 1000 habitantes), la de EEUU es 187 y la de Cuba 0,15 o sea en EEUU mueren 12,5 veces más personas que en Cuba a pesar de las inimaginables carencias consecuencia de las 253 medidas coercitivas unilaterales impuestas por la Casa Blanca en plena pandemia. Visto así, ¿quiénes, en el mundo, necesitan ayuda en estos momentos si no el pueblo estadounidense? No tienen moral.
Las acciones promovidas recientemente por el gobierno de EE.UU contra Cuba se enmarcan en una guerra no convencional y multidimensional, que ajustada a manuales desarrollan de la siguiente manera: crean, con distintas acciones, condiciones reales para generar malestar, angustia y desestabilización social y política en la población. Acciones que siempre están acompañadas de una narrativa que, por una parte, amplifica los sucesos, por ejemplo, lo que es un pequeño disturbio lo muestran al mundo como un estallido social, y por la otra, responsabiliza a los gobiernos, sus políticas y su modelo económico de lo que ocurre. Frases como “dictadura”, “estado fallido”, “socialismo fracasado”, “violación de derechos humanos”, “represión”, “terrorista” siempre forman parte del discurso buscando derivar en la justificación de la, según ellos, urgente “ayuda humanitaria”, que como ya sabemos, es el eufemismo de la intervención militar. Siempre lo hacen en nombre de la “democracia” y la “libertad”.
Las guerras no convencionales, no pueden, bajo ningún concepto, desarrollarse sin la dimensión mediática, le es intrínseca y transversal al resto de las dimensiones.
Las otras dimensiones son, según el Manual TC 1801 del Departamento del Ejército de EEUU, la económica (esta nunca falta), la psicológica que va de la mano con la mediática la cual tiene como objetivo aterrorizar a la población con mensajes premeditadamente elaborados en laboratorios y a través de los cuales intentan sembrar odio para desencadenar guerras fratricidas, buscan además desmoralizar.
La dimensión diplomática, donde el rol protagónico en nuestra Región ha sido siempre el de la OEA, de hecho, ya Almagro, secretario del ministerio de las colonias salió hablando del supuesto fracaso de la “dictadura” en Cuba. En esta dimensión también aparecen las ONG´s disque defensoras de los DDHH financiadas por la USAID y la NED con discursos de supuesta violación de estos derechos por parte del gobierno cubano. No podían faltar las declaraciones de la Alta Comisionada para los DDHH Michelle Bachelet quien sumándose a la estrategia de desinformación y confusión, sin una sola prueba que pudiese mostrar, dijo estar muy “preocupada por el uso excesivo de la fuerza en contra de manifestantes en Cuba y el arresto de un gran número de personas, entre ellas varios periodistas», habló también de personas incomunicadas y desaparecidas y exigiendo la libertad urgente de los detenidos que, según ella, estaban manifestando “pacíficamente”. En Venezuela se sumó el Grupo de Lima y parlamentarios europeos.
Luego hay otra dimensión, la de la política interna, cuyo objetivo es desestabilizar las calles mediante manifestaciones que tratan de mostrar al mundo como si fuesen pacíficas, algo así como las guarimbas y los trancazos en Venezuela, pero que en realidad cuentan con grupos armados de todo tipo de arsenal. Grupos que, en nuestro país, llegaron al punto de quemar vivas a personas. Claro que, a la luz de los medios de comunicación los muestran muy “pacíficos” mientras que, a los cuerpos de seguridad que intentan controlar las manifestaciones violentas los califican de represores. No nos extrañemos que aparezca un violinista o un nudista en estas manifestaciones “pacíficas” en Cuba.
Hasta ahora nada nos es ajeno a los venezolanos, todo esto lo hemos vivido. Al igual que hemos sido víctimas de la otra dimensión, una de las más poderosas: la económica, la cual va actuando día a día, a veces invisible y encubierta, en cada uno de los hogares. Las recientes colas para adquirir alimentos o bienes esenciales en Cuba, consecuencia de una supuesta escasez, no debe ser casual. Más allá del bloqueo genocida y de los efectos económicos de la pandemia, ese desabastecimiento, que es programado y selectivo, forma parte de los manuales de guerra, si no preguntemos a los chilenos de los tiempos de Allende, a los nicaragüenses durante la revolución sandinista, a los soviéticos a finales de los 80, o a los venezolanos recientemente. No colocar los bienes esenciales en los anaqueles en cantidades suficientes genera largas colas y con ellas malestar, angustia, molestia, sensaciones que son amplificadas y potenciadas a través de los medios de comunicación que responsabilizan a la revolución cubana. El arma económica es la alteración de los canales de distribución de esos productos junto con el acaparamiento. Lo que afirmamos está escrito en los documentos desclasificados de las acciones contra Allende como parte de los planes de la CIA.
Tampoco debe ser casual, sino por el contrario, orquestado con el resto de las acciones, el hecho de que el portal web contrarrevolucionario “Eltoque” creado en 2014 comenzara a publicar un supuesto tipo de cambio del peso cubano con respecto al dólar estadounidense en los mercados informales. Hoy la brecha entre el tipo de cambio oficial (24 pesos/US$) y el mencionado portal (60/US$) es de 36 pesos/US$. Según esos portales, el peso se ha depreciado 200% desde enero 2021. Los venezolanos conocemos muy bien esta arma económica: en el marco de la guerra no convencional nos han inducido la depreciación del bolívar, ya confesado por voceros estadounidenses, 3,5 billones por ciento desde 2013, derivando en una hiperinflación y todo lo que ello implica en lo económico y por supuesto en lo político. Lo han hecho a través del portal web dolartoday.
Ni hablar del bloqueo financiero, sobre el cual los hermanos cubanos tienen un doctorado, y los constantes sabotajes eléctricos, así como los embargos comerciales que dificultan la adquisición de combustible. En la dimensión económica, obviamente, no puede faltar el llamado a huelga general. Innumerables llamados a huelga hizo la derecha extrema en Venezuela en el marco de las guarimbas.
Todas estas dimensiones de la guerra no convencional contra el pueblo cubano son parte de los planes desesperados del Comando Sur de EEUU, quien en su reciente informe de marzo de 2021, lo dedicó a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Palabras más, palabras menos, informó Craig Faller que están dispuestos a defender “su territorio” (como si América fuese de ellos) contra las pretensiones “injerencistas y terroristas” de China y Rusia. En el mencionado informe, EEUU confiesa su temor ante el hecho de la incursión comercial de estos países en nuestra Región y sus intenciones de neutralizarlos, lo cual pasa por controlar a Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Hay en marcha una guerra no convencional contra el pueblo cubano, que busca, por distintas vías, provocarlo, desestabilizarlo, desmoralizarlo, y por supuesto confundir a la comunidad internacional. Como siempre, el pueblo de Fidel, del Ché y de Martí, mientras ofrece a la humanidad 5 vacunas contra la pandemia, continúa dándonos ejemplo de valentía y resistencia ante las criminales pretensiones imperiales.