Por Dalia Cybel, Resumen Latinoamericano, 20 de julio de 2021.
Del encuentro entre la Asociación Civil Artépolis y “La academia del Freestyle” surgió “El rap, el freestyle y la participación comunitaria. Estrategias para la prevención del embarazo adolescente”, una propuesta para trabajar la educación sexual integral en los barrios populares.
Entre L‑Gante, Cazzu y las Conectar Igualdad, en los últimos años el freestyle se posicionó como un elemento icónico de la cultura joven. Heredero del rap estadounidense, en la Argentina este estilo tuvo su estallido a partir de las competencias de “El 5to escalón” y terminó de posicionarse gracias al fenómeno del trap, que colocó a pibes desconocidos en los primeros puestos de los rankings internacionales. Con tradición insurrecta y origen marginal, el freestyle pronto adquirió el carácter político de la juventud militante, erigiéndose en voz de una época y llegando a disputarle el podio al rock and roll. Así, a pesar del repudio de Charly García, las voces con autotune se multiplicaron, cuestionando la meritocracia, el patriarcado y la falta de expectativas a futuro.
Tal potencia tuvieron el rap y el freestyle que interpelaron también a las talleristas de la Asociación Civil Artépolis a la hora de pensar un proyecto territorial sobre ESI, por lo que recurrieron a “La academia del Freestyle” para trabajar en conjunto. De este encuentro surgió “El rap, el freestyle y la participación comunitaria. Estrategias para la prevención de embarazo adolescente”, una propuesta para trabajar en el fortalecimiento de los derechos y el acceso a la educación sexual y (no) reproductiva de les adolescentes en los barrios populares.
“El rap surge como parte de la necesidad de apropiarse de los espacios de juego y socialización, pero también como una oportunidad para entender cómo piensan los jóvenes los derechos sexuales y reproductivos”, explica Marisa Fuentes, coordinadora de Arteópolis. Por su parte, Federico Putaro ‑organizador de la Academia del Freestyle- agrega: “El freestyle conjuga dos facetas muy importantes: por un lado, es una práctica artística sumamente democrática y por el otro es una práctica deportiva, competitiva, que facilita la conformación e integración de grupos y el desenvolvimiento lúdico. Esa dualidad le imprime una potencialidad casi única para crear sentido colectivo, para conformar ámbitos de socialización e integración de grupos donde producir, circular y apropiar sentido de forma colectiva”, cuenta a El Grito del Sur. “El cypher ‑la ronda en la plaza- es un espacio para compartir, para divertirse sin importar el nivel, la fluidez o si te trabás. Eso lo hace sumamente rico a la hora de disparar la creatividad colectiva”.
Aunque la propuesta nació antes de la irrupción del coronavirus, la naturaleza digital del rap y los encuentros al aire libre permitieron que los talleres se realizacen igualmente. En ese sentido, el proyecto sirvió para visibilizar la necesidad de reforzar el acceso de las organizaciones territoriales a las TICS. “Con la virtualidad se puso en evidencia que las clases populares no tienen las suficientes herramientas para acceder a las tecnológicas y eso influye a la hora de llevar adelante proyectos. A partir de eso estamos generando una nueva iniciativa para formación en TIC a las ONGs”, acota la referenta de Arteópolis.
“El rap, el freestyle y la participación comunitaria. Estrategias para la prevención de embarazo adolescente”, se inició con una capacitación de ESI para referentes barriales y talleristas de freestyle, lo que les permitió articular con los diferentes actores de cada barrio. Durante los encuentros se generó un cuadernillo con los contenidos específicos que además tenía el fin de revalorizar los conocimientos sobre sexualidad que se adquieren en el quehacer cotidiano. “Las mujeres y las feminidades habitamos esos lugares de formación como si no tuviéramos un saber previo y en verdad la mayoría de las referentas ya trae su bagaje propio de estar en el barrio. Por eso usamos la idea de encuentro para generar otro tipo de intercambio que nos permita hablar de saberes técnicos y científicos sin cerrarle la puerta a los elementos que traían quienes estaban formándose. Sino parece que correr la ESI del campo institucional es ponerse en medio de un campo de batalla”, suma Fuentes.
Los talleres de freestyle realizados en Constitución, Villa 31 y San Telmo tuvieron tal repercusión que llegaron a congregar chiques desde 8, 9 y 10 años hasta jóvenes que, por el contexto de marginalidad, habían abandonado los estudios formales. “Pibis re chiquitos que no sabían escribir con fluidez se animaron a rimar. Al principio teníamos miedo de tener que forzar los contenidos para que apareciera la ESI, pero cuando empezaron las actividades los temas surgían por sí solos», agregan les organizadores. «Nos dimos cuenta de que había una necesidad de hablar de estas cosas y que eran capaces de reconocer la violencia en muchas situaciones. Lo que faltaba era la validación”.
En el relevamiento realizado por Artépolis con 24 adolescentes que participaron de al menos una clase y 15 que participaron de al menos 3 clases, el 50% de les participantes dijo no conocer la ESI antes del taller. Sin embargo, cuando se indaga en este punto, queda en evidencia la necesidad de ampliar estos contenidos más allá del ámbito escolar para valorizar las experiencias propias. “Muches creían que no sabían nada de la ESI, pero cuando empezamos a ahondar en los contenidos, nos dimos cuenta de que habían cuestiones que ya tenían integradas, más que nada relativas a los vínculos, amistades, proyectos de vida”. Además de la educación sexual integral, la violencia de género y el bullying encabezaron la lista de los tópicos sobre los que se versaron, quedando plasmadas estas inquietudes en los temas que grabó cada barrio.
“Hasta hace unos años, en el freestyle no se veía otra cosa más que insultos sonsos, directos, como forma de imponer una dominancia sobre el rival. Hoy eso ya no está tan presente. El ingenio, la capacidad de elaborar mensajes potentes, de incorporar figuras poéticas, juegos de palabras, composiciones de palabras, y de transmitir una idea, valores, un contrapunto de argumentos, se imponen por sobre las formas primitivas de una práctica que estaba naciendo. Es interesantísimo ver cómo la mayoría de los profesionales recomiendan, además de practicar técnicas, leer, mantenerse informado sobre temas de actualidad, cultura general, etcétera”, explica Putaro sobre el carácter pedagógico de la rima.
Respecto a los cambios en el ambiente del hip hop desde la masificación del feminismo y las dificultades que conlleva para mujeres y feminidades habitar estos espacios, el docente de la UBA y UNDAV asegura: “La masividad del freestyle y de los feminismos en nuestro país se generaron de manera paralela y creo que eso le impidió al freestyle tomar nota de lo que se estaba discutiendo. En estos últimos cinco años, a partir de algunos fenómenos como los escraches a algunos artistas, la fijación de cupos femeninos en competencias y batallas históricas donde se mencionó el feminismo, fuimos viendo cómo el mundo del hip hop comenzó a problematizarse. Hoy esa situación es muy distinta, y si bien ese proceso de discusión continúa, existen referentas mujeres que de algún modo buscan remover cualquier obstáculo que les impida ser parte. Reflexionamos mucho sobre esto con les chiques en el taller y fue un gran disparador para abordar las temáticas del proyecto”, sintetiza.
“Este tipo de proyectos habilita a pensar que el mundo adulto usualmente no tiene la agudeza para escuchar lo que les pibis ya están diciendo”, manifiesta Marisa, quien explica que, más allá de los esfuerzos de las escuelas, la ESI tiene otros efectos cuando se traslada al barrio. “Si bien la ESI en la escuela es fundamental, las organizaciones sociales le dan un marco que muchas veces la institución no logra por las barreras de la burocracia. La implementación de la ESI en el territorio tiene características particulares que la hacen súper rica. Llegás a fibras más sensibles. Cuando acercás los conocimientos a las casas, éstos se reproducen de otra manera. Fue una de las partes más lindas de esta experiencia”, concluye.
Fuente: El grito del sur