Femi­nis­mos. A 114 años del naci­mien­to de Fri­da Kah­lo: el arte como esca­pe al dolor

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 de julio de 2021.

Un 6 de julio de 1907, nacía una de las más cele­bra­das y recor­da­das pin­to­ras mexi­ca­nas: Fri­da Kah­lo. Con su esti­lo úni­co y una obra basa­da en su pro­pias expe­rien­cias, con­quis­tó el arte de su país y del mun­do ente­ro. Su esté­ti­ca que­dó mar­ca­da para siem­pre en la cul­tu­ra inter­na­cio­nal. Falle­ció en 1954, a sus 47 años. En su ani­ver­sa­rio, recor­da­mos a una artis­ta imborrable.

Muchos la defi­nían como una «surrea­lis­ta espon­tá­nea» al des­cri­bir su arte, no obs­tan­te ella no acep­ta­ba que sus obras fue­ran enmar­ca­das en ese esti­lo. «Nun­ca he pin­ta­do sue­ños, yo he repre­sen­ta­do mi pro­pia reali­dad», insis­tía. Fri­da Kah­lo es, actual­men­te, una de las figu­ras más reco­no­ci­das en el mun­do de la pin­tu­ra, le bas­ta­ron sólo unas déca­das (falle­ció a los 57 años) para que sus crea­cio­nes sean reco­no­ci­das por muchas gene­ra­cio­nes. A 114 años del ani­ver­sa­rio de su naci­mien­to, un repa­so por vida y obra. Des­de sus pri­me­ros pasos en el arte al acci­den­te que mar­ca­ría su vida, pasan­do por la inten­sa rela­ción con Die­go Rive­ra y las polé­mi­cas que gene­ró su figura.

Con un padre fotó­gra­fo y una madre dedi­ca­da ple­na­men­te a su fami­lia, Mag­da­le­na Car­men Fri­da Kah­lo Cal­de­rón nació el 6 de julio de 1907 en el barrio de Coyoa­cán, ciu­dad de Méxi­co. Fue la ter­ce­ra de 5 her­ma­nos, uno de los cua­les sólo sobre­vi­vió unos días. Cre­ció jun­to a las mayo­res Matil­de y Adria­na, y la menor, Cristina.

Su for­ma de ves­tir, muchos colo­res en sus pren­das rea­li­za­das con tra­di­cio­na­les telas mexi­ca­nas, y su carac­te­rís­ti­co ros­tro, ade­más de las subli­mes obras que reali­zó, ins­pi­ra­da en las penas que atra­ve­só a lo lar­go de sus días, la han lle­va­do a ser una artis­ta des­ta­ca­da en su épo­ca y a ser tan reco­no­ci­da como lo es hoy en día. Los auto­rre­tra­tos que pin­tó son las pie­zas cla­ve de todo su portfolio.

El arte como esca­pe del dolor

Fri­da bus­có en la pin­tu­ra el con­sue­lo de las des­gra­cias que le toca­ron vivir. Des­de tem­pra­na edad las enfer­me­da­des y difi­cul­ta­des la acom­pa­ña­ron, como la polio­mie­li­tis que sufrió a los seis años, que le dejó secue­las que limi­ta­ban su motri­ci­dad. Como con­se­cuen­cia, una de sus pier­nas que­dó más fla­ca que la otra, por lo que en oca­sio­nes no podía dis­fru­tar de lo mis­mo que hacían los niños.

A los 18 años sufrió un acci­den­te de trán­si­to. El colec­ti­vo en el que via­ja­ba fue arro­lla­do por un tren, que­dó com­ple­ta­men­te des­trui­do. Para recu­pe­rar­se debió estar en cama mucho tiem­po. Frac­tu­ra de colum­na, pel­vis, pier­nas, cos­ti­llas y cla­ví­cu­la fue­ron sólo algu­nas de las lesio­nes que sufrió. A su vez, debió pasar por muchas cirugías.

Si bien ya había teni­do algu­nos acer­ca­mien­tos, el fuer­te inte­rés por la pin­tu­ra la sacó de aquel lugar de sufri­mien­to por lo que apren­dió dife­ren­tes téc­ni­cas y comen­zó a apli­car­las. Ella era su pro­pia mode­lose mira­ba a tra­vés de un espe­jo y plas­ma­ba lo que veía. Con­ti­nuó hacien­do auto­rre­tra­tos duran­te toda su carre­ra, así como otras pin­tu­ras, pero aque­llos fue­ron los que la mar­ca­ron. En su obra «Reta­blo» repre­sen­tó el acci­den­te, don­de un tren cho­ca un colec­ti­vo y una chi­ca que­da ten­di­da sobre las vías.

Des­pués de esta tra­ge­dia comen­zó a tras­la­dar sus sen­ti­mien­tos y los epi­so­dios de su vida a los óleos y bas­ti­do­res. Su obra es tes­ti­mo­nio de varios hechos que le tocó pro­ta­go­ni­zar en su vida como en «Las dos Fri­das», la cual mos­tra­ba dos muje­res igua­les a ella aun­que ves­ti­das de mane­ra dife­ren­te, una como le gus­ta­ba a su enton­ces pare­ja Die­go Rive­ra, y otra como ella solía hacer­lo antes de cono­cer­lo y sufrir por amor.

Expo­si­cio­nes, tra­ba­jos y últi­mos días

En 1938 le lle­gó la posi­bi­li­dad de par­ti­ci­par con sus pie­zas de una expo­si­ción en la Gale­ría Julien Levy en la ciu­dad de Nue­va York de la cual André Bre­tón fue el cura­dor. Esta fue la pri­me­ra vez que obras autén­ti­cas de Fri­da Kah­lo eran pues­tas para que todo el mun­do pudie­ra disfrutarlas.

Con su sabi­du­ría y, ade­más, la pasión que la carac­te­ri­za­ba con res­pec­to al arte, en 1943 comen­zó a dar cla­ses en la Escue­la Nacio­nal de Pin­tu­ra y Escul­tu­ra «La Esme­ral­da» don­de, como en sus obras, inten­tó plas­mar su esti­lo pro­pio, con su for­ma de hablar, ves­tir y deco­rar, lle­van­do el arte popu­lar mexi­cano hacia todos lados. Sin embar­go, un año des­pués debió aban­do­nar la labor por pro­ble­mas físi­cos que le impe­dían continuar.

A lo lar­go de su vida lle­vó su arte por todo el mun­do, como la gale­ría Renou et Colle y el Museo del Lou­vre de París, el Museo de Arte Con­tem­po­rá­neo de Nue­va York o la gale­ría de arte con­tem­po­rá­neo de Lola Álva­rez Bra­vo en su Méxi­co natal, esta últi­ma sien­do la úni­ca expo­si­ción indi­vi­dual de Fri­da en vida, la que se lle­vó a cabo en 1953. Ade­más, uno de sus cua­dros está en el Museo de Lou­vre, se tra­ta de «El Mar­co» y fue adqui­ri­do en 1939.

Las tra­ge­dias no deja­ron de ser par­te de la vida de Kah­lo, pues en los últi­mos años de su vida pasó por dis­tin­tas inter­na­cio­nes e inter­ven­cio­nes qui­rúr­gi­cas. Entre 1950 y 1951 estu­vo lar­go tiem­po inter­na­da en el Hos­pi­tal Ingles y dos años des­pués se le debió ampu­tar una par­te de una pier­na a cau­sa de la gan­gre­na. El dolor era inmen­so y las ganas de vivir nulas: pro­ta­go­ni­zó un inten­to de sui­ci­dio tras el cual debió ser hos­pi­ta­li­za­da en abril de 1954.

De todas for­mas, ni siquie­ra en sus últi­mos días dejó de lado sus idea­les, pues aún sien­do víc­ti­ma de una neu­mo­nía, el 2 de julio del 54 mar­chó jun­to a Die­go Rive­ra en una pro­tes­ta con­tra el inter­ven­cio­nis­mo polí­ti­co de Esta­dos Uni­dos en Gua­te­ma­la. Esta acti­vi­dad gene­ró un gran des­gas­te en su cuer­po y el 13 de julio de 1954 falle­ció a los 47 años.

Die­go Rive­ra, su gran amor

El pri­mer encuen­tro entre Rive­ra y Kah­lo fue algo casual en 1922. La reali­dad es que ni siquie­ra lle­ga­ron a ver­se ambos, sino que fue la artis­ta quien lo estu­vo obser­van­do por un tiem­po. Seis años des­pués vol­vió a ver­lo gra­cias a una fotó­gra­fa que ambos cono­cían que fue quien los pre­sen­tó. Días más tar­de, Fri­da lo visi­tó mien­tras él tra­ba­ja­ba en algu­nos mura­les para mos­trar­le su obra, con la cual que­dó fascinado.

Con el tiem­po, Rive­ra comen­zó a visi­tar la casa de los Kah­lo y no fue has­ta 1929 que con­tra­je­ron matri­mo­nio. Entre las con­se­cuen­cias del acci­den­te que había sufri­do, los médi­cos le men­cio­na­ron a Fri­da la posi­ble impo­si­bi­li­dad de tener hijosQue­dó emba­ra­za­da en tres oca­sio­nes pero estos bebés nun­ca lle­ga­ron a tér­mino ya que sufrió abor­tos espon­tá­neos. Todo lo lle­va­ba a la pin­tu­ra y este hecho ins­pi­ró las obras Henry Ford Hos­pi­tal y Fri­da y el aborto.

La rela­ción entre Rive­ra y Kah­lo siem­pre fue con­tro­ver­sial, pues ade­más del amor que se tenían hubo gran­des des­en­cuen­tros y enga­ños pro­ve­nien­tes de los dos lados, sin embar­go ambos eran una musa para el otro. Uno de los epi­so­dios que más tris­te­za cau­só en Fri­da fue cuan­do Rive­ra estu­vo con su her­ma­na menor, Cris­ti­na, mien­tras ellos con­ti­nua­ban casa­dos. La pin­to­ra plas­mó su dolor en El Cora­zón de 1937.

Se divor­cia­ron en 1939 pero al año siguien­te vol­vie­ron a casar­se, aun­que las infi­de­li­da­des nun­ca deja­ron de existir.

El lega­do de Frida

Si bien su arte fue rele­van­te para la épo­ca, no fue has­ta déca­das des­pués que sus obras empe­za­rían a dejar mar­cas y sur­gi­ría el gran auge de Fri­da Kha­lo.

Dis­tin­tas pro­duc­cio­nes cine­ma­to­grá­fi­cas ayu­da­ron a que esto sea así, como «Fri­da, natu­ra­le­za viva», diri­gi­da por Paul Leduc o «Fri­da» de Jul­ke Tay­mor, en la cual Sal­ma Hayek inter­pre­ta­ba a la mexicana.

Hoy se la defi­ne como una trans­gre­so­ra, pues siem­pre bus­ca­ba cómo ir más allá. Se dife­ren­cia­ba de la for­ma en que las muje­res eran vis­tas en aquel momen­to, pues el hom­bre se decía supe­rior, pero ella nun­ca se ubi­có esca­lo­nes más abajo.

En la actua­li­dad es con­si­de­ra­da por dis­tin­tas agru­pa­cio­nes como una refe­ren­te del femi­nis­mo y la liber­tad sexual, ade­más de ser para los mexi­ca­nos una fer­vien­te repre­sen­tan­te de su cul­tu­ra.

El nego­cio detrás de Fri­da Kahlo

Hoy en día, el ros­tro de Kah­lo es víc­ti­ma de la moda, pues muchos pro­duc­tos tales como indu­men­ta­ria o ele­men­tos que se pue­den usar en la vida coti­dia­na como tazas, latas, mates y cal­co­ma­nías son comer­cia­li­za­dos con la cara de la mexi­ca­na estam­pa­do en ellos. Este hecho fue cri­ti­ca­do en dis­tin­tas opor­tu­ni­da­des, aun­que esto per­mi­tió que las nue­vas gene­ra­cio­nes conoz­can el nom­bre de una de las artis­tas más rele­van­tes del siglo XX aún a 67 años de su ausen­cia física.

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