Gua­te­ma­la. Niñxs des­apa­re­cidxs, una tra­ge­dia cotidiana

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 21 de julio de 2021.

La socie­dad gua­te­mal­te­ca vive una tra­ge­dia que ya se ha con­ver­ti­do en coti­dia­na: la des­apa­ri­ción de niños y ado­les­cen­tes. En 2020 se regis­tra­ron más de 4.000 casos y a comien­zos del pre­sen­te año se con­ta­bi­li­zan nue­ve des­apa­ri­cio­nes de niños por día en el país. 

Las zonas rura­les y de esca­sos recur­sos eco­nó­mi­cos son las que se ven más afec­ta­das, aun­que es algo que ocu­rre en todas las esfe­ras sociales. 

En 2020 se regis­tra­ron más de 4.000 des­apa­ri­cio­nes de meno­res de edad en Gua­te­ma­la, un país que sigue luchan­do por aca­bar con esta lacra. Muchos con­si­de­ran que detrás se escon­den fenó­me­nos socio­eco­nó­mi­cos, el aumen­to de la delin­cuen­cia y la fal­ta de un ver­da­de­ro con­trol por par­te de las auto­ri­da­des de la defen­sa de la niñez.

Las des­apa­ri­cio­nes for­za­das, que en muchas oca­sio­nes están acom­pa­ña­das de tor­tu­ras, vio­la­cio­nes y ase­si­na­tos, son un mal que datan de la épo­ca de la gue­rra civil gua­te­mal­te­ca y que, 25 años des­pués de la fir­ma de los acuer­dos de paz, aún siguen sien­do un estig­ma para el país.

Esta pro­ble­má­ti­ca azo­ta mayo­ri­ta­ria­men­te a las zonas de bajos recur­sos y áreas rura­les en un país mar­ca­do por la fal­ta de pro­tec­ción a los niños y ado­les­cen­tes en un mar­co de corrup­ción y de con­tra­ban­do, al que se suma la pobre­za en la que se ven inmer­sos muchos niños y niñas y el auge de las maras.

Pilar Ramí­rez, direc­to­ra del Cen­tro Inter­na­cio­nal para Niños Des­apa­re­ci­dos y Explo­ta­dos (ICMEC), expli­ca cómo se ha lle­ga­do a la situa­ción actual. Rela­ta que se tra­ta de «un fenó­meno que ha exis­ti­do siem­pre» pero que se visi­bi­li­zó más duran­te la gue­rra inter­na. Con la masa­cre de muchas comu­ni­da­des muchos niños que­da­ron sin cui­da­do paren­tal y «fue­ron sus­traí­dos y lle­va­dos a otros paí­ses con un pro­ce­so irre­gu­lar de adopción».

«Era toda una red de cri­men orga­ni­za­do que se dedi­ca­ba al trá­fi­co de per­so­nas en la moda­li­dad de adop­ción irre­gu­lar. Esta­ban invo­lu­cra­dos inclu­si­ve jueces»

Tras la gue­rra las des­apa­ri­cio­nes de niños se vin­cu­lan pre­ci­sa­men­te al sur­gi­mien­to de ese «mer­ca­do de adop­cio­nes irre­gu­la­res», cuen­ta Ramí­rez. Se pro­du­ce un cam­bio en la legis­la­ción gua­te­mal­te­ca que per­mi­te que los nota­rios reali­cen pro­ce­sos de adop­ción y no se judi­cia­li­cen «para que todo el pro­ce­so fue­ra más fácil».

«Enton­ces empe­zó una fábri­ca de corrup­ción», rela­ta la direc­to­ra del ICMEC, en la que se bus­ca­ba a muje­res jóve­nes e inde­fen­sas y se las enga­ña­ba para qui­tar­les a sus niños y rea­li­zar un trá­mi­te de adop­ción. «Lamen­ta­ble­men­te esto se vol­vió un círcu­lo de corrup­ción masi­va, don­de los nota­rios tenían rela­ción con casas hoga­res, con gen­te que tra­ba­ja­ba en el regis­tro civil, con doc­to­res, con el Minis­te­rio de Salud, coma­dro­nas…», expli­ca Ramírez.

«Era toda una red de cri­men orga­ni­za­do que se dedi­ca­ba al trá­fi­co de per­so­nas en la moda­li­dad de adop­ción irre­gu­lar. Esta­ban invo­lu­cra­dos inclu­si­ve jue­ces», resume.

En ese momen­to, cuan­do se hace visi­ble el ‘boom’ de la des­apa­ri­ción de niños vin­cu­la­do al mer­ca­do de las adop­cio­nes, Gua­te­ma­la era «el segun­do lugar, des­pués de Chi­na, en expor­ta­ción de niños a los EE.UU.», ilus­tra Ramí­rez. Fue en ese momen­to cuan­do se creó la ley Alba-Keneth con la fina­li­dad de dar res­pues­ta a esta situación.

Celia Gar­cía es abo­ga­da de la Uni­dad Ope­ra­ti­va del Sis­te­ma de Aler­ta Alba-Keneth: «No pode­mos dar­nos el lujo como sis­te­ma de aler­ta de dis­mi­nuir la impor­tan­cia de un fenó­meno de des­apa­ri­ción», afir­ma sobre la res­pues­ta que se da a cual­quier denun­cia, que pone en mar­cha unos engra­na­jes para iden­ti­fi­car si la des­apa­ri­ción ha sido pro­vo­ca­da por un deli­to o no.

«Las des­apa­ri­cio­nes se dan por pro­ble­mas fami­lia­res, por robos, por tra­ta de per­so­nas y por reclu­ta­mien­to de per­so­nas meno­res de edad para acti­vi­da­des delictivas»

Ana Lucía Peláez, defen­so­ra de las Per­so­nas Víc­ti­mas de Tra­ta de la Pro­cu­ra­du­ría de los Dere­chos Huma­nos de Gua­te­ma­la, se que­ja de que el sis­te­ma «no tie­ne el per­so­nal capa­ci­ta­do, no tie­ne los recur­sos dis­po­ni­bles para res­guar­dar la inte­gri­dad de los niños y niñas y adolescentes».

Así, este 2021 ya se reco­gen cifras esca­lo­frian­tes para un país de 16 millo­nes de habi­tan­tes, con un pro­me­dio de nue­ve niños, niñas y ado­les­cen­tes des­apa­re­ci­dos cada día.

Peláez apun­ta que aun­que las des­apa­ri­cio­nes mayo­ri­ta­ria­men­te «ha sido un nego­cio», en la actua­li­dad se dan por muchos moti­vos: «por pro­ble­mas fami­lia­res, por robos, por tra­ta de per­so­nas y por reclu­ta­mien­to de per­so­nas meno­res de edad para acti­vi­da­des delic­ti­vas». Si bien es cier­to que por esta últi­ma moda­li­dad no hay nin­gún caso judi­cia­li­za­do, detalla.

Por su par­te, Ramí­rez seña­la la impor­tan­cia del engra­na­je de todas las pie­zas del sis­te­ma por­que des­de su orga­ni­za­ción se ha cons­ta­ta­do que «las pri­me­ras tres horas son fun­da­men­ta­les para reco­brar al niño». «Si no se hace nada en las pri­me­ras tres horas, posi­ble­men­te no vamos a recu­pe­rar al niño, sino que lo vamos a encon­trar falle­ci­do», sostiene.

Fuen­te: RT

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *