Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano 21 de julio de 2021.
«Es una gran idea pretender formar una sola nación de todo el nuevo mundo con un vínculo único que une las partes». Así escribió Bolívar en la Carta de Jamaica. Un sueño que se ha renovado este año en el Bicentenario por la batalla de Carabobo. Un proyecto de integración regional (y no solo) que Chávez también ha explicado a los movimientos “altermundialistas” en los Foros Sociales Mundiales (Fsm). Sus discursos son más relevantes que nunca en esta fase de ataque imperialista a la revolución cubana, sandinista y bolivariana, en la que la solidaridad internacional se vuelve decisiva.
Mucha gente ha regresado a Génova, Italia, veinte años después de las manifestaciones contra el G8 en las que, el 20 de julio de 2001, fue asesinado el joven Carlo Giuliani, y se gritaba: “Otro mundo es posible”. El lema fue lanzado por Bernard Cassen, de la organización francesa Attac, en 1999: el año del «pueblo de Seattle», como los medios llamaban a los manifestantes que chocaban con la policía persiguiendo a los poderosos del planeta, que se reúniban a puerta cerrada.
El lema fue adoptado en 2001 por el primer Fsm de Porto Alegre, del que Cassen fue el creador junto a Ignacio Ramonet. Desde entonces, ha sido retomado por todos los Fsm que se seguirán desarrollando. El último se llevó a cabo, virtualmente, el 31 de enero de 2021 y, luego de una semana de actividad, declaró que se preparaba para un nuevo foro en México, en 2022.
Pero, ¿qué posibilidad tenían esos movimientos ‑definidos como «alter-mundialistas» o “no-global” – de hacer «posible» otro mundo en los países capitalistas, hoy más que nunca «necesario» ante el fracaso de un modelo en el que 60 familias ¿poseen las riquezas del planeta? Si, de hecho, se puede rastrear un hilo que, desde Porto Alegre y Génova, lleva a los movimientos que vinieron después, como Occupy Wall Street, Me Too, Fridays For Future o Black Lives Matter, en lo que a Europa se refiere, sólo el movimiento Indignados en España encontró una salida de gobierno con el partido Podemos.
En Europa, y sobre todo en Italia, la mayoría de los movimientos «no global» intentaron eludir las revoluciones del siglo XX al referirse a experiencias anteriores o posmodernas, bajo el lema «cambiar el mundo sin tomar el poder» y el modelo zapatista. Por lo contrario, en enero de 2003, un año después de la victoria de Lula en Brasil, en su primer discurso en Porto Alegre, cuna de los Fsm, Chávez explicó cómo, desde la revuelta del Caracazo contra el neoliberalismo de 1989 (el año en que cayó el Muro de Berlín), y desde la rebelión cívico-militar de 1992, en Venezuela se llegó a combinar el «gobierno de la calle» y el de Miraflores.
Un proyecto que apostó por desmantelar el estado burgués desde adentro y convirtió en política internacional el sueño de Bolívar de una segunda independencia latinoamericana. El 25 de julio de 1999, recordó, con un referéndum se eligió la Asamblea Nacional Constituyente. Y en 2001 se aprobaron las 49 leyes habilitantes para vincular el texto constitucional a la realidad del socialismo bolivariano en construcción. El año siguiente vendrá el golpe y la reacción del pueblo preparado, a diferencia del pueblo de Genova, para vencer. «La formación de fuerzas sociales transformadoras y revolucionarias dentro de los pueblos es fundamental», dijo Chávez en Porto Alegre.
El 11 de septiembre, el ataque a las Torres Gemelas y la posterior guerra de Bush contra los «combatientes enemigos» marcarán una brecha infranqueable entre el pacifismo ético y absoluto de los movimientos no global y la ira de los pueblos oprimidos, huérfanos de un horizonte secular y socialista. Las manifestaciones oceánicas pacifistas contra la agresión contra Irak, en 2003, desaparecerán en el curso de las posteriores agresiones imperialistas.
En Porto Alegre, dirigiéndose a la audiencia, Chávez explica por qué, aunque espera no tener que usar más el fusil, siempre es bueno tenerlo cerca. Habla de las trampas ideológicas tendidas por la burguesía y de un nuevo internacionalismo posible y necesario.
Mientras en los países capitalistas las políticas neoliberales apretaban cada vez más la soga al cuello de los sectores populares, en América Latina se abría la década de victorias electorales que permitirá a millones de personas salir de la pobreza extrema, y mantener abierta la perspectiva del socialismo.
«Este es un proceso imparable – dijo entonces el Comandante – así como comenzó el de la independencia y fueron 15 años de guerra, igualmente habrá procesos que estallarán con la fuerza de un volcán, y seguirán su curso, y nada y nadie podrá detenerlos».