Ec. Hugo Cabieses Cubas* /Resumen Latinoamericano, 13 de julio de 2021
En la coyuntura electoral peruana del 2021, que ha encumbrado al profesor Pedro Castillo como presidente de la República y que asumirá el cargo el 28 de julio – aunque continua la pataleta perdedora de la Señora K y sus aliados a nivel nacional e internacional -, un personaje central en apoyo a estos sectores fascistas corruptos, ha sido el delincuente Vladimiro Montesinos Torres. Preso en la Base Naval del Callao desde el año 2001, donde purga 25 años de cárcel, este delincuente, operador de inteligencia ligado a la CIA desde los setentas y experto en “guerras asimétricas”, fue condenado por ladrón y asesino, pero nunca por tráfico de drogas. Lo mismo en el caso del reo Alberto Fujimori quien tampoco ha sido condenado por traficante de drogas, sino “solo” por ladrón y asesino.
Como hemos informado en un artículo reciente, Montesinos conoce bien en qué consiste este tipo de “guerra asimétrica”2, habiendo tenido la osadía de escribir tres libros al respeto desde la Base Naval del Callao, sin que los marinos carceleros le dijeran nada. Uno en el 2006 (Peón de Ajedrez: La Guerra Asimétrica Cubano-venezolana y sus Implicancias en las Elecciones Peruanas), otro ese mismo año (Ídolos de barro: los demonios de la guerra asimétrica) y un tercero en el 2008 (Redes y coaliciones terroristas guerra sin rostro: Amenaza a la seguridad continental). Pero ha seguido escribiendo otros libros más y se ha pronunciado sobre la situación política nacional … sin que nadie le diga nada. Ver su sitio en Facebook en el que opina sobre la masacre de 16 personas del 23 de mayo 2021 en el VRAEM, su apoyo a la candidatura de Keiko Fujimori y sus críticas al Servicio de Inteligencia Nacional,por no hablar de su más reciente incursión política asesorando a la Señora K3, lo que ha motivado que el Ministerio de Defensa ordene a la Fiscalía que se inicie una investigación al respecto.
Sobre corrupción y otras trasgresiones
Aquí sostenemos, como muchos otros en el Perú4, la tesis del colombiano Edgar Reveiz: la corrupción es consustancial al “modelo” neoliberal. En un libro de 801 páginas publicado en Bogotá en el 2016, titulado provocadoramente “La transgresión moral de las élites y el sometimiento de los estados”5 , el profesor Reveiz sostiene que: “Las relaciones mundiales hasta el derrumbe del comunismo eran legibles desde el punto de vista social: la lucha fordista entre el capital y el trabajo, basado en los enfoques de Marx”. Pero eso ya cambió, añade el profesor: “Tras el neoliberalismo, las relaciones de los Estados-nación y del desorden mundial son legibles a través del monopolio de la tecnología, las guerras asimétricas, la corrupción en la mayoría de los países (Co), la captura de las instituciones de los Estados (Ca) asociada con la corrupción, cooptación asociada con la captura del Estado (Coop E) y la desigualdad”. En resumen, digo yo, en este modelo Co-Ca-CoopE, prima la codicia de las élites, de los plutócratas para los que no existe moral ni patria, menos aún preocupación por los de abajo y adentro que soportan las políticas de sus “pilotos de bombardero” del FMI, del Banco Mundial y de los MEF de todo pelaje en “silla giratoria” permanente.
Esto es lo que ha sucedido y sucede en el Perú desde hace décadas, como deja testimonio Alfonso Quiroz en un clásico sobre la corrupción publicado en mayo del 2013 por el Instituto de Estudios Peruanos IEP. Pero no es el primero ni el único. Por ejemplo, en marzo del 2005 Felipe Portocarrero de la Universidad del Pacífico y de la Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, editó “El pacto infame: estudios sobre la corrupción en el Perú” con ensayos de 14 investigadores sobre este tema. Y, en octubre de ese mismo año, Oscar Ugarteche publicó por SUR Casa de Estudios del Socialismo y el Fondo de Cultura Económica FCE los ensayos de 15 investigadores bajo el título “Vicios públicos, poder y corrupción”. En este último libro, Oscar Ugarteche y Goram Therborn sostienen que: “El gran corruptor es un héroe moderno: es el presidente de una nación, es un gran empresario, es un superministro, es el presidente de una empresa multinacional. Por esta razón, no obstante, muchos de los que salieron enjuiciados de los palacios presidenciales intentan su regreso político en olor de heroísmo” (pág. 15).
Felizmente, digo yo, desde que se escribió este párrafo y se destapó el escándalo de Lava Jato y otros, tenemos en el Perú dos presidentes presos (Alberto Fujimori en la DINOES del Rímac y Alejandro Toledo en los Estados Unidos), uno suicidado para escapar de la justicia (Alan García) y otros tres (Pedro Pablo Kuczynski, Ollanta Humala y Martín Vizcarra) con procesos abiertos y prohibición de salida del país. Ello, además de decenas de ministros, viceministros, jueces, fiscales, no pocos empresarios de alto vuelo y funcionarios acusados o presos por diversos delitos asociados a la corrupción. Esta situación es tomada como “ejemplo” en América Latina en donde existe igual corrupción … pero generalmente los delitos no los pagan los grandes sino los menos importantes. En estos meses están desfilando por las fiscalías especializadas, diversos personajes para rendir cuentas o colaborar con las investigaciones que se siguen llevando a cabo con los fiscales a cargo, a los que el fujimontesinismo y sus mafiosos quieren retirarlos de esta tarea de fumigación …
FUENTE: Otra Mirada