Resumen Medio Oriente /29 de agosto de 2021 –
Por Agustín Velloso
Imágenes de un soldado del ejército español con un niño afgano en brazos o un dispensario de campaña, seguidas por la aparición fugaz de una bandera y rematadas con un lema tan sonoro como vacío, es todo lo que necesita el gobierno del PSOE para «vender» las Fuerzas Armadas a la población. De paso incrementa el peso del España en la escena internacional, mantiene entrenados a los militares y contribuye al desarrollo de la industria y la investigación armamentística, además por supuesto, de seguir a Estados Unidos donde quiera que vaya.
A pesar de las continuas campañas publicitarias, nadie con algo de sentido común puede negar que desde el principio sabía que España, integrada en la llamada «comunidad internacional», agredía a un país entre los más pobres de la tierra, que nunca había atentado contra España y que los motivos comunicados a la opinión pública eran más falsos que un euro de plástico.
Aún así siguieron adelante con sus masacres, sus destrozos e infligiendo a los afganos civiles el terrorismo más perverso. La coalición de agresores tuvo la desvergüenza de esperar hasta siete años para admitir tímidamente que todo era un fracaso y la cobardía de no admitir su crimen, que aún espera justicia y que ya únicamente podrá ser divina.
El diputado del Partido Conservador británico David Davis, en el diario The Independent del 20 de octubre de 2008, a la vuelta de su visita a Afganistán, resumió bien la situación:
’Es hora de enfrentarse a los hechos en Afganistán: la situación se deteriora sin control y si no cambiamos nuestro enfoque tendremos un desastre. La violencia aumenta en dos tercios del país, las drogas son el principal soporte de la economía, la criminalidad está fuera de control y el gobierno es débil, corrupto e incompetente. La coalición internacional es vista como un grupo de extranjeros que se pelean entre ellos y que no cumplen lo prometido. Aunque los talibanes están lejos de tener un apoyo mayoritario, su prestigio crece rápidamente entre los afganos corrientes.’
Es una magnífica ironía sobre la perversidad política de estos tiempos que lo que ve hasta un diputado de la derecha, el presidente demócrata de Estados Unidos lo ignora; otra es que el gobierno del PSOE se lanzó gustosamente a ser cómplice del nuevo Tío Tom y encantado de hacer de escolta del imperialismo más inmoral y destructivo de la historia.
’No hemos terminado el trabajo contra Al Qaeda en Afganistán’. ’Cuando sea presidente, haremos la guerra que hay que ganar, con una estrategia integral con cinco elementos: salir de Iraq y entrar al campo de batalla adecuado: Afganistán y Pakistán’. ’Aumentaremos nuestra capacidad y nuestras relaciones para perseguir, capturar y matar terroristas por todo el mundo’.
Hoy, 20 años después, el PSOE sigue del lado del yanqui agresor y apoya a Biden como apoyó a Obama, a pesar de las declaraciones que realizó durante su campaña electoral bajo su falsa aureola de hombre renovador.
¿Pero a qué fuimos a Afganistán?
Aunque Afganistán no ha hecho la guerra a otro país en sus 2.500 años de historia, la ministra de Defensa, Chacón, declaró en 2011 en el parlamento que ’estamos allí desde hace nueve años con un claro objetivo: que Afganistán deje de ser una amenaza para el resto del mundo’.
Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores, también declaró en el parlamento que ’la seguridad, la lucha contra el terrorismo, la ayuda humanitaria, la democracia, la lucha contra el narcotráfico, los derechos humanos y la situación de la mujer’ son los objetivos de la participación en la coalición internacional contra Afganistán.
En un foro militar por Internet se leía (ha sido eliminado): ’deberíamos estar pegando el triple de tiros y no este pseudo-cachondeo; EEUU fue atacado, la OTAN fue atacada y eso no va a volver a ocurrir así tengamos que barrer con medio mundo.’
En España se escribían informes en los que un mando militar destinado en la misión humanitaria (sic) en Afganistán declaraba que su trabajo consiste en ’montar operaciones para la obtención de inteligencia’, ya que ésta ’se torna fundamental para la derrota del enemigo’.
¡Que más da lo que fuimos a hacer en Afganistán!
A sus votantes no les duele y los del PP y el resto de la derecha sigue soñando con Santiago Matamoros, la División Azul, la gesta de la toma de la isla Perejil y por siempre en la Golden League y sobre todo elogiada por Biden, al menos eso dicen desde Amber Capital, ahí es nada.
Nadie en el PSOE tiene problemas en ser socialista, obrero y español y al tiempo apoyar al imperialista y capitalista yanqui e incluso acompañarle en sus guerras de rapiña. ¡Qué gran invento es la propaganda! Se pone a una joven soldado al lado de una afgana embarazada a soltar dos o tres frases sobre el noble y sufrido papel de nuestras fuerzas armadas en acciones humanitarias y de paz ante millones de telespectadores y ¡hala! a televisar a continuación el fútbol o las series, con el orgullo de que la misma bandera ondea al tiempo en un aeropuerto en España y en una base militar en Afganistán.
«La soldado Laura Ana Domínguez explica que los refugiados afganos que acompañó desde Kabul venían sin comer durante varios días y con la pena de dejar a familiares en el país. La mujer con la que se fundió en un abrazo estaba embarazada y el abrazo tuvo lugar durante la despedida. La soldado ha destacado que se trata de una imagen «de sororidad entre mujeres».
Todavía en curso la huida de Afganistán, el nuevo affaire afgano del gobierno pasa a ser quiénes llegan a España además de la embarazada.
Como no se puede creer nada de lo que dice, hay que pensar que sea mayor el número de colaboracionistas que el de personas refugiadas según la Convención de Ginebra. Basta con leer lo que dicen funcionarios y periodistas españoles y lo que declaran los afortunados afganos que han llegado a España, para temer que se trata de colaboracionistas afganos que usó la coalición, especialmente Estados Unidos, contra el Talibán y ahora hay que hacerles un sitio aquí para evitar las consecuencias inevitables, no sólo para éstos sino que también para los que les pagaron por su labor.
Aunque se dice que se acoge a los afganos para protegerlos, en realidad es para proteger a los gobiernos de esos países porque esos colaboracionistas les habrán hecho saber educadamente que o les sacan de allí de inmediato o se van de cabeza a los medios y al Tribunal Penal Internacional para contar todo lo que saben sobre crímenes de guerra, asesinatos a civiles, torturas a detenidos, comercio de heroína y corrupción infinita (que debería ser el verdadero nombre de la operación) con la ayuda internacional.
Cuenta Julio César, en sus Comentarios de la guerra de las Galias que «Vercingetórix, perdida una batalla contra los romanos convoca una asamblea con los suyos: ‘Y para que veáis ‑dice- que hablo la pura verdad, escuchad a los soldados romanos. Saca unos prisioneros, transidos de hambre y de las cadenas, los cuales, de antemano instruidos de lo que habían de responder (…) le vitorean todos, repiten a voces que es un capitán consumado, que ni se debe dudar de su fe ni que administrarse puede mejor la guerra’.»