Australia demuestra que la pesadilla de la ‘nueva normalidad’ no se acabará nunca… si no luchamos

Aus­tra­lia demues­tra que la pesa­di­lla de la ‘nue­va nor­ma­li­dad’ no se aca­ba­rá nun­ca… si no luchamos

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Aus­tra­lia pade­ce el más bru­tal ata­que a los dere­chos y liber­ta­des fun­da­men­ta­les que ha cono­ci­do des­de su naci­mien­to como Esta­do inde­pen­dien­te. Es una socie­dad fan­tas­mal. No hay bodas. No hay ser­vi­cios reli­gio­sos. Las mas­ca­ri­llas son obli­ga­to­rias en todas par­tes para todos.

Las ciu­da­des están com­ple­ta­men­te con­fi­na­das y some­ti­das a los toques de que­da. No es posi­ble via­jar de un esta­do a otro, y mucho menos salir del país. Ni siquie­ra es posi­ble ale­jar­se más de cin­co kiló­me­tros de la casa de cada cual. No se pude salir des­pués de las 9 de la noche o antes de las 5 de la mañana.

El ejér­ci­to ha des­ple­ga­do con­tro­les de las carre­te­ras para com­pro­bar la docu­men­ta­ción de los via­je­ros y si se han vacu­na­do. La poli­cía irrum­pe en los comer­cios no auto­ri­za­dos y mul­ta a los pro­pie­ta­rios, o va de puer­ta en puer­ta para ase­gu­rar­se de que no hay nadie.

A las per­so­nas no vacu­na­das se les dice que no sal­gan de sus casas. A los que dan posi­ti­vo en las prue­bas de coro­na­vi­rus les ocu­rre todo lo con­tra­rio: se les obli­ga a salir de sus casas para recluir­se en “hote­les de cua­ren­te­na”. No saben cuán­do podrán regre­sar con su familia.

El gobierno reco­mien­da no hablar con los veci­nos, no ir de com­pras, no hacer pedi­dos por inter­net y no qui­tar­se las mas­ca­ri­llas, ni siquie­ra para beber un tra­go de agua.

La poli­cía reúne a miles de niños en los esta­dios, sin sus padres, para rea­li­zar vacu­na­cio­nes masi­vas “volun­ta­rias”.

Los avi­sos del gobierno se cla­van en las puer­tas de las casas de los que que­dan ais­la­dos en cua­ren­te­na. Las mani­fes­ta­cio­nes no auto­ri­za­das están prohi­bi­das, y si orga­ni­zas una te arries­gas a una con­de­na de 8 meses de cárcel.

No hay deli­rio en el que el gobierno aus­tra­liano no haya incu­rri­do, y cada día la tele­vi­sión tie­ne que poner a un “exper­to” delan­te de las cáma­ras para que inven­te algún pre­tex­to sani­ta­rio, que sue­nan ya abso­lu­ta­men­te gro­tes­cos. Ha lle­ga­do la nue­va normalidad.

“Ten­dre­mos que seguir vivien­do con algu­na medi­da de res­tric­ción”, dicen, a pesar de que más del 80 por cien­to de la pobla­ción esté total­men­te vacu­na­da. Aun­que no haya nin­gún “caso posi­ti­vo”, hay que pre­ser­var las mas­ca­ri­llas y la dis­tan­cia social.

Aho­ra los “exper­tos” han cam­bia­do de cri­te­rio. Dicen que los “hote­les de cua­ren­te­na” han sido inefi­ca­ces, por lo que están cons­tru­yen­do “cam­pos de coro­na­vi­rus”. No son tem­po­ra­les y no los lla­man “cam­pa­men­tos” sino “cen­tros inter­na­mien­to”. Ya hay uno en los Terri­to­rios del Nor­te, se está cons­tru­yen­do otro en Mel­bour­ne y se aca­ba de apro­bar la cons­truc­ción de un ter­ce­ro en Bris­ba­ne. Para sub­ra­yar que estas nor­mas no son tem­po­ra­les, estos cam­pos no comen­za­rán a estar ope­ra­ti­vos has­ta el año que viene.

Por aho­ra, estos “cen­tros de inter­na­mien­to” están reser­va­dos a los via­je­ros que regre­san, que deben some­ter­se a una cua­ren­te­na super­vi­sa­da obli­ga­to­ria. Pero no es difí­cil que se con­vier­tan en ins­ta­la­cio­nes casi per­ma­nen­tes para ence­rrar a los no vacunados.

El ini­cio de la revuelta

Pero los aus­tra­lia­nos han lle­gan­do al lími­te de lo que son capa­ces de sopor­tar. El 24 de julio, Día Mun­dial de la Liber­tad, un gran núme­ro de per­so­nas salió a la calle a pro­tes­tar y el pasa­do fin de sema­na se pro­du­je­ron mani­fes­ta­cio­nes aún mayo­res en Mel­bour­ne, Bris­ba­ne y Sídney.

Las pro­tes­tas públi­cas son la cla­ve para ganar esta bata­lla. La nega­ti­va a cum­plir con las res­tric­cio­nes fun­cio­na. El sim­ple hecho de negar­se a hacer lo que pre­ten­den impo­ner, de mane­ra masi­va, es inven­ci­ble. A las per­so­nas que tie­nen que aca­tar las nor­mas por mie­do y por pre­sio­nes les mues­tra que no están solas.

Por eso los prin­ci­pa­les medios de comu­ni­ca­ción se esfuer­zan por des­acre­di­tar las movi­li­za­cio­nes con toda cla­se de adje­ti­vos, espe­cial­men­te el de “vio­len­tos”. Enu­me­ran el núme­ro de poli­cías heri­dos y no hacen refe­ren­cia a los mani­fes­tan­tes heri­dos. Deta­llan el núme­ro de deten­cio­nes, man­te­nien­do el ano­ni­ma­to para no huma­ni­zar a nin­gún disidente.

La poli­cía aus­tra­lia­na ha envia­do car­tas ame­na­zan­tes a perio­dis­tas inde­pen­dien­tes, ha embes­ti­do a los mani­fes­tan­tes con sus coches, les han pisa­do la cabe­za, les han rocia­do con gas pimien­ta y les han rea­li­za­do manio­bras de asfixia.

En Mel­bour­ne 1.500 poli­cías salie­ron a la calle con equi­po anti­dis­tur­bios, levan­ta­ron barri­ca­das por las calles, dis­pa­ra­ron balas de goma con­tra la mul­ti­tud y rocia­ron con gas pimien­ta a los manifestantes.

Huel­ga de los tra­ba­ja­do­res del transporte

El movi­mien­to de pro­tes­ta es impa­ra­ble y hay varias luchas en mar­cha. Los camio­ne­ros aus­tra­lia­nos, muy afec­ta­dos por el con­fi­na­mien­to, pla­nean una huel­ga a gran esca­la para el 31 de agos­to y acon­se­jan com­prar provisiones (*).

Un con­duc­tor dijo en un vídeo que los camio­ne­ros pre­ten­den “qui­tar al gobierno de mier­da”. Estoy dis­pues­to a ir a la cár­cel para sal­var a mi país y a mis hijos, añadió.

Las cade­nas de sumi­nis­tro pron­to se verán inte­rrum­pi­das y los camio­ne­ros ins­tan a los aus­tra­lia­nos a abas­te­cer­se de víve­res para pasar las pró­xi­mas dos semanas.

Los camio­ne­ros de todo el mun­do han publi­ca­do en inter­net con­se­jos para impe­dir que la poli­cía pue­da remol­car los vehícu­los y sacar­los de las autopistas.

Los huel­guis­tas han abier­to una pági­na para apo­yar eco­nó­mi­ca­men­te la lucha, que ha sido cen­su­ra­da des­pués de recau­dar casi 4.000 dóla­res para la caja de resistencia.

No es la pri­me­ra vez que los camio­ne­ros aus­tra­lia­nos blo­quean las carre­te­ras para pro­tes­tar con­tra las res­tric­cio­nes sani­ta­rias. El mes pasa­do, varios con­duc­to­res pro­tes­ta­ron por el cie­rre tem­po­ral de una obra en cons­truc­ción en Sid­ney apar­can­do sus vehícu­los en la auto­pis­ta y hacien­do sonar sus bocinas.

(*) https://​www​.daily​mail​.co​.uk/​n​e​w​s​/​a​r​t​i​c​l​e​-​9​9​1​7​7​5​3​/​A​u​s​t​r​a​l​i​a​n​-​t​r​u​c​k​-​d​r​i​v​e​r​s​-​p​r​e​p​a​r​e​-​s​t​a​g​e​-​C​o​v​i​d​-​p​r​o​t​e​s​t​-​b​l​o​c​k​i​n​g​-​h​i​g​h​w​a​y​.​h​tml

Fuen­te: mpr21​.info

La entra­da Aus­tra­lia demues­tra que la pesa­di­lla de la ‘nue­va nor­ma­li­dad’ no se aca­ba­rá nun­ca… si no lucha­mos se publi­có pri­me­ro en La otra Anda­lu­cía.

Itu­rria /​Fuen­te

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