Por Iván Paredes Tamayo, Resumen Latinoamericano, 10 de agosto de 2021.
- Las autoridades dicen que el incendio está controlado, pero también se quejan de que no hay logística para combatir las llamas.
- Hace dos años el fuego arrasó Roboré y ahora el pánico resurgió en su población que teme que los incendios se expandan hasta alcanzar las comunidades y afectar aún más un área protegida emblemática de la región.
Hace dos años el fuego causaba estragos en la Reserva Municipal de Vida Silvestre Valle de Tucabaca, en plena Chiquitania de Bolivia. El incendio había arrasado con miles de kilómetros de vegetación. El miedo de los comuneros quedó latente y la amarga experiencia de poco sirvió. Hoy, esta zona natural, que está a 400 kilómetros al este de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, vuelve a sentir ese temor al ver que el fuego se lleva parte de este ecosistema tan importante. El incendio, que por ahora está controlado, ya ingresó al área protegida y avanza poco a poco hacía las faldas de la serranía.
El Valle de Tucabaca, que forma parte del municipio de Roboré y está camino a la frontera con Brasil, es parte del bosque seco de la Chiquitania. La reserva municipal, creada el año 2000 y que tiene una extensión de 262 305 hectáreas, protege un sector importante de este ecosistema, en el que sus serranías y las caídas de agua son el principal atractivo. En sus montañas nacen los ríos que abastecen a toda la región y a la zona sur del Pantanal boliviano.
El 1 de agosto sonó la primera alarma. Los incendios forestales empezaban a nacer al lado de la carretera y el viento los alimentaba de forma brusca. Rápidamente las llamas crecieron y tres días después la desgracia ingresó al Valle de Tucabaca. A la fecha, aunque el fuego está controlado según el municipio de Roboré, este llegó a expandirse hasta tres kilómetros a lo largo de la carretera Bioceánica RN4 y seis kilómetros a un lado de esta vía. En cuanto la emergencia fue detectada, las autoridades declararon la alerta roja y el municipio junto a la Gobernación de Santa Cruz empezaron a actuar. El viernes se sumó al trabajo el Gobierno central.
Incendio forestal en Roboré, a la altura de El Naranjal. Crédito: Leonil Ábrego, guardaparques de Tucabaca – Cortesía El Deber.
“El incendio es entre la carretera (que va a la frontera con Brasil) y el área protegida. El fuego ingresó al área protegida del Valle de Tucabaca y su límite está en las faldas de la serranía (…). Se está controlando la parte más baja para que no afecte a unos predios privados que hay y que no llegue a amenazar a alguna comunidad. En el área protegida, el fuego está dentro de un cañón y la accesibilidad no es fácil, eso nos está impidiendo el trabajo”, explicó a Mongabay Latam Richard Rivas, director de la reserva municipal del Valle de Tucabaca.
Rivas recalcó que por ahora existe coordinación entre el municipio de Roboré y la Gobernación de Santa Cruz, y que se tiene estimado la inclusión del Gobierno central a la mesa de diálogo para enfrentar el incendio. En ese aspecto, el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes, informó a Mongabay Latam que un equipo de expertos se trasladará a la zona para ayudar a contener el avance del fuego.
“Sí, tuvimos conocimiento de ese punto de incendio y se le está atendiendo como todos los que surgieron en Santa Cruz, sobre todo. En Roboré (en el Valle de Tucabaca) el fuego ya había sido controlado, aunque quedaron varios focos de calor activos donde los bomberos continuarán trabajando en la zona. Ahora se sumará personal de las Fuerzas Armadas (FF.AA)”, detalló Calvimontes.
Nuevas zonas quemadas
Las llamas están arrasando zonas donde hace dos años no habían llegado. En 2019, el incendio forestal afectó gran parte del área protegida del Valle de Tucabaca. Ese año los incendios intencionales se descontrolaron rápidamente, lo que resultó en un “megaincendio” catastrófico con una intensidad que no se había visto antes. Se vivió uno de los incendios forestales más grandes en la historia de Bolivia, con aproximadamente 3.6 millones de hectáreas quemadas, que corresponde a casi el 10 por ciento del departamento de Santa Cruz.
Hoy, el fuego penetra a nuevas zonas y se ha expandido debido a que en esos lugares existe la vegetación seca del lugar, lo que alimenta y hace que las llamas sean más intensas. Además, en esta época del año se registran vientos fuertes, lo que aviva los incendios.
La plataforma de monitoreo satelital Global Forest Fires detectó, entre el 31 de julio y el 5 de agosto, 13 alertas de incendios o focos de calor en un sector de la reserva Tucabaca y al lado de la carretera Bioceánica RN4. Este sistema de monitoreo utiliza imágenes de la Nasa que son actualizadas hasta dos veces al día, por lo que permite contar con información casi en tiempo real.
En la imagen se puede ver la evolución de los focos de calor dentro de la reserva Tucabaca y al lado de la carretera Bioceánica. Fuente: Global Forest Watch – NASA.
El director de la Unidad de Gestión de Riesgos del municipio de Roboré, Luis Fernando Mendoza, explicó a este medio que han instalado un Comando de Incidentes en la comunidad El Naranjal, a 70 kilómetros de Roboré, lugar en el que el fuego está controlado y desde donde el equipo que atiende la emergencia se organiza y divide por grupos para combatir el incendio desde distintos frentes. Alrededor de 75 personas combaten las llamas.
Uno de los obstáculos con los que se tropiezan los guardaparques y los voluntarios que atienden la emergencia es la dotación de equipos para ingresar a la zona afectada. Mendoza de la Unidad de Gestión de Riesgos del municipio de Roboré dijo que pudieron apoyarlos con indumentaria especial, pero que esto no es suficiente. Y que a esto se suma que el único tractor que tenían sufrió una avería por falta de mantenimiento.
“Es una ardua labor y necesitamos apoyo para contar con todo el equipo de protección personal. La Gobernación (de Santa Cruz) nos ha dotado de indumentaria y de herramientas porque no teníamos nada, y el presupuesto de la Alcaldía (de Roboré) ya se está agotando”, reclamó Mendoza, que también indica que, en los tres meses de gestión, han hecho todas las diligencias posibles para adquirir herramientas e insumos.
El 2 de agosto fue el día más crítico en el Valle de Tucabaca. Las condiciones climatológicas no ayudaron a apagar el fuego, al contrario, alimentaron las llamas. La población del lugar, que depende del área protegida, permanecía en alerta. Ahora, Mendoza detalló que se está trabajando en una zona de diez kilómetros de largo y ocho kilómetros a lo profundo. Lo que falta es maquinaria pesada, que esperan sea entregada por el Gobierno central.
“Estamos batallando contra el fuego desde hace seis días en la comunidad El Naranjal (a 70 kilómetros de Roboré) y, por los fuertes vientos, el fuego pasó desgraciadamente al Valle de Tucabaca. Entre un 25 y un 30 por ciento del fuego ha pasado a la reserva natural”, lamentó Mendoza.
Los habitantes de la Reserva municipal de vida silvestre de Tucabaca reconocen que esta zona es una fuente ya no solo de agua sino de sustento y de trabajo. Las familias que viven en las comunidades de Santiago de Chiquitos, Roboré, Chochís y Aguas Calientes, además de realizar la agricultura en pequeña y mediana escala, reciben ingresos de los visitantes que llegan los fines de semana y feriados para realizar turismo de naturaleza y disfrutar de los atractivos que ofrece la región. Aunque, por estos días, la pandemia ha reducido considerablemente la afluencia de turistas.
Rivas, director del área protegida, recordó que esta zona natural es una de las pocas en Bolivia que fue creada por decisión de la comunidad local. “Aquí fue a pedido y requerimiento de la gente que quiso que se proteja a las serranías y al valle de Tucabaca”, relató el experto.
La riqueza del área protegida
Tucabaca, que es parte del bosque seco tropical mejor conservado del mundo —el bosque seco Chiquitano — , acoge a una gran variedad de fauna silvestre. Esta presente el jaguar (Panthera onca), el puma (Puma concolor), el tatú o armadillo (Priodontes maximus), el tapir o danta (Tapirus terrestris), el ocelote (Leopardus pardalis), aguará guazú (Chrysocyon brachyurus) y otras especies.
Rescatan un bebe Tatú o armadillo de los incendios en el valle de Tucabaca. Video: En Defensa del Valle de Tucabaca vía Página Siete.
La mayoría de los incendios en Bolivia son provocados por los denominados chaqueos o quemas, que son una costumbre arraigada que, a pesar de los daños que ocasiona y de que es sancionada por ley, no ha podido ser frenada. Todo lo contrario, las recientes decisiones políticas han alentado esta actividad, en lugar de controlarla. El chaqueo es una práctica que consiste en quemar pastizales para lograr una nueva tierra para producción.
El expresidente Evo Morales, en julio de 2019, aprobó la modificación del Decreto Supremo 26075 sobre Tierras de Producción Forestal Permanente, con el objetivo de ampliar las áreas de producción del sector ganadero y agroindustrial de los departamentos del Beni y Santa Cruz. Esa norma autoriza el desmonte para actividades agropecuarias en tierras privadas y comunitarias que estén concebidas bajo un sistema de manejo integral sustentable de bosques y tierras. Esta modificación también permite la quema controlada de acuerdo a la reglamentación vigente.
La gestión de Jeanine Áñez, ahora detenida por acusaciones políticas, intentó frenar el desmonte con chaqueos. Pidió a la Asamblea Legislativa Plurinacional una respuesta para evitar las quemas, pero la mayoría del Movimiento Al Socialismo (MAS), que es el partido de Evo Morales, negó esa solicitud.
Roboré y sus comunidades aledañas, que son 33, ahora están en emergencia. Si bien en la actualidad no hay comunidades que han sido afectadas por el fuego, ninguna se libra del humo, del calor y por supuesto del temor. Por ahora se espera que la emergencia pueda ser controlada y que las llamas no avancen como lo hicieron hace dos años.
Imagen principal: Incendios en Bolivia. Comunidad El Naranjal, municipio de Roboré. Foto: María Valarde.
Fuente: es.mongabay.com