Por Miguel Cruz Suárez, Resumen Latinoamericano, 3 de agosto de 2021.
Suponer que las y los revolucionarios estamos conformes con la situación del país, que nos hemos resignado y perdimos los sueños, es un error garrafal. No somos adictos a las carencias, no aplaudimos el desabastecimiento, no ignoramos los estantes vacíos ni el agobio de colas de las cuales también formamos parte. Añoramos la bonanza, la buena mesa, el mercado bien surtido, la despensa llena; pero no hacemos el tiro al blanco con nuestros problemas ni nos quedamos en la superficie azarosa de la crisis.
A las y los revolucionarios nos toca ir más profundo, descubrir la raíz de los males, comprender que contra los verdaderamente nuestros (los males) es preciso actuar para ponerles coto, sin que la necesaria autocrítica se levante, como densa cortina de humo, para hacerles el juego a los que se han vuelto diestros en acomodar todos los males en el saco de la ineficiencia propia.
A las y los revolucionarios nos toca una cuota mayor de análisis, que nos permita poner las faltas en el lugar exacto, sin olvidar que la táctica de nuestros enemigos siempre será tumbarnos la mata y luego hacernos responsables por no tener los frutos. En el humano instinto de encontrar culpables, no siempre es sencillo descubrir a los verdaderos.
A las y los revolucionarios nos toca proclamar que habrá un mejor futuro, con la enorme dificultad de hacerlo desde un presente tormentoso, que incluye el acoso imperial a nuestra Isla; y en esa difícil misión no podemos permitir que las aguas del desaliento quieran hundirnos el barco, para que otros se apropien de nuestro destino.
A las y los revolucionarios nos toca parecernos mucho más a los que se sacrificaron por la Revolución que a los que se rindieron en el empeño. Hay mucha gente en nuestra historia que superó momentos más complejos que los de hoy sin perder la esperanza y el optimismo.
A las y los revolucionarios nadie nos obliga a serlo, y si lo hemos asumido debemos comprender que no es una convicción cíclica o un barco que solo navega con el viento a favor. Si lo somos siempre ha de ser con el mismo rostro y dispuestos a enfrentar más de una tormenta.
fuente: Granma