Cuba y las prioridades

Por Fer­nan­do Buen Abad, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 1 de agos­to de 2021.

Nos urge una «gue­rri­lla semióti­ca» de acción direc­ta, por todos los medios, para pro­du­cir los anti­cuer­pos cul­tu­ra­les indis­pen­sa­bles que exter­mi­nen, en pla­zos cor­tos, las influen­cias tóxi­cas de los medios y los modos bur­gue­ses para mani­pu­lar conciencias

Hay muchos «sesu­dos» aná­li­sis sobre Cuba. Algu­nos deta­llan, «doc­ta­men­te», las diver­sas «pro­tes­tas», pero mini­mi­zan el blo­queo redu­cién­do­lo a un fac­tor más. Eso es inacep­ta­ble por­que el blo­queo a Cuba infec­ta a las vidas has­ta lo más íntimo.

Si algún revi­sio­nis­mo tie­ne ganas de aus­cul­tar las prio­ri­da­des de Cuba, debe hacer una para­da obli­ga­da en las razo­nes his­tó­ri­cas de su Revo­lu­ción. Omi­tir­lo es sos­pe­cho­so. Siguen ahí, en pie, el antim­pe­ria­lis­mo y la cons­truc­ción del socia­lis­mo; ahí están el voce­río anti­ca­pi­ta­lis­ta y la dig­ni­fi­ca­ción de la vida; están la lucha por la igual­dad y el des­pre­cio a toda exclu­sión. Está la auto­crí­ti­ca y está el deber mar­xis­ta por la supera­ción de todas las taras bur­gue­sas y, tam­bién, están las asig­na­tu­ras pen­dien­tes que ha sido durí­si­mo supe­rar en vir­tud del blo­queo que atra­vie­sa todas las esca­las de la vida…

Es insen­sa­to asu­mir soli­da­ri­da­des dog­má­ti­cas o acrí­ti­cas. De nada sir­ven, a nadie sir­ven. Pero es nece­sa­rio exi­gir bases para des­em­bar­car opi­nio­nes, espe­cial­men­te cuan­do abun­da el pala­bre­río de «tirios y tro­ya­nos» que, inca­pa­ces de orga­ni­zar ni una piña­ta, pon­ti­fi­can reco­men­da­cio­nes y sen­ten­cias como gurúes poli­tó­lo­gos. Algu­nos de ellos, acti­vis­tas del opor­tu­nis­mo, se tre­pan al reper­to­rio de los «males­ta­res» y se hacen voce­ros auto­pro­cla­ma­dos de un deba­te interno que no se resuel­ve con pro­cla­mas de manual. Sue­len ser egó­la­tras que se creen due­ños del revo­lu­cio­nó­me­tro o del mar­xis­tó­me­tro. Y en sus terri­to­rios no levan­tan ni un termómetro.

Han con­tri­bui­do a enre­dar el ya enre­da­do gali­ma­tías de las embos­ca­das ideo­ló­gi­cas que poco ayu­dan al inter­na­cio­na­lis­mo revo­lu­cio­na­rio y nada ayu­dan a fre­nar al impe­rio. Algu­nos casos son nota­ble­men­te sos­pe­cho­sos por su retó­ri­ca ultra­iz­quier­dis­ta, pro­pia del infan­ti­lis­mo añe­jo que inva­ria­ble­men­te ha sido usa­do por las bur­gue­sías. Sin con­tar el daño tác­ti­co y estra­té­gi­co pro­duc­to de pro­hi­jar con­fu­sio­nes a granel.

Solo se avan­za, en la Revo­lu­ción, pro­fun­di­zán­do­la. Com­ple­tan­do las tareas que los pue­blos orde­nan, con su pro­gra­ma de lucha y con el ascen­so de la con­cien­cia hacia la prác­ti­ca del desa­rro­llo sobe­rano, en los tiem­pos de la pra­xis dia­léc­ti­ca que avan­za entre «lo desea­ble, lo posi­ble y lo rea­li­za­ble». No a pun­ta de rece­ta­rios, sino a fuer­za de inmis­cuir­se con las con­tra­dic­cio­nes des­de sus núcleos más pro­fun­dos. Y eso no se arre­gla con espas­mos de luci­dez o eru­di­ción enciclopédica.

En las ofen­si­vas des­ata­das con­tra la Revo­lu­ción Cuba­na, a la hora de su triun­fo y has­ta los epi­so­dios recien­tes, un común deno­mi­na­dor es el blo­queo y, con él, la secuen­cia de pri­va­cio­nes, reta­ceos, calum­nias y ata­ques que, des­de las tra­pi­son­das eco­nó­mi­cas, las aven­tu­ras mili­ta­res y has­ta el mar­ti­lleo mediá­ti­co, han deja­do caer con­tra el pue­blo de Cuba el peso inmen­so del poder impe­rial a una Isla peque­ña. La bar­ba­rie mili­tar, finan­cie­ra y mediá­ti­ca des­car­gan­do su fero­ci­dad y odio con­tra un pue­blo heroi­co que se ha defen­di­do, con dig­ni­dad y sacri­fi­cios, for­ján­do­se en la dis­ci­pli­na inte­lec­tual férrea y en soli­da­ri­dad sin­ce­ra (aun­que a veces espas­mó­di­ca) de muchos her­ma­nos en el mundo.

Nues­tro pun­to de uni­dad, entre otros, es la lucha con­tra el capi­ta­lis­mo y se escu­chan pocas denun­cias y repu­dio de los sabion­dos. Es el capi­ta­lis­mo y sus horro­res, empe­ña­do en des­truir a la Revo­lu­ción des­de afue­ra y des­de aden­tro. Es el capi­ta­lis­mo con su mons­truo­si­dad con­sus­tan­cial endia­bla­da con­tra un pue­blo al que no ha podi­do derro­tar ni por la vía del enga­ño ni por la vía del ham­bre. Es el capi­ta­lis­mo y toda su basu­ra ideo­ló­gi­ca espar­ci­da como pan­de­mia de anti­va­lo­res pudrién­do­lo todo con sus razo­nes de usu­ra, ego­la­tría, dis­pen­dio, hur­to y corrup­ción «gené­ti­cas». Es el capi­ta­lis­mo que no se con­ten­ta con robar terri­to­rios y rique­zas natu­ra­les; que no se con­ten­ta con escla­vi­zar a los pue­blos y que, ade­más, pre­ten­de que se lo aplau­da­mos, se lo agra­dez­ca­mos, que pen­se­mos que siem­pre ha teni­do la razón por humi­llar­nos y que debe­mos here­dar a nues­tra pro­le su típi­ca moral opre­so­ra… como si fue­se la mejor heren­cia. Es el capi­ta­lis­mo con su putre­fac­ción béli­ca, cle­ri­cal, finan­cie­ra y mediática.

Antes de hablar sobre Cuba, exi­já­mo­nos todos que se asu­ma posi­ción fir­me con­tra el capi­ta­lis­mo y con­tra el blo­queo, y que cual­quier inten­to de mini­mi­zar­lo merez­ca repu­dio y sea com­ba­ti­do. Y des­pués hable­mos, expli­ci­ta­da la pla­ta­for­ma de mili­tan­cia des­de don­de se habla, asu­ma­mos un lugar al lado del pue­blo cubano (no enci­ma no ade­lan­te), hom­bro con hom­bro. No asu­mir­se como «fiel de la balan­za» o juez dema­go­go «can­dil de la calle y oscu­ri­dad de la casa». No es mucho pedir.

Hacen fal­ta fuer­zas gene­ra­do­ras de sen­ti­do anti­ca­pi­ta­lis­ta y antim­pe­ria­lis­ta. Fuer­zas de com­ba­te con­tra la ideo­lo­gía de la cla­se domi­nan­te. Nos urge una «gue­rri­lla semióti­ca» de acción direc­ta, por todos los medios, para pro­du­cir los anti­cuer­pos cul­tu­ra­les indis­pen­sa­bles que exter­mi­nen, en pla­zos cor­tos, las influen­cias tóxi­cas de los medios y los modos bur­gue­ses para mani­pu­lar con­cien­cias. Teo­ría correc­ta para la acción correc­ta, sin pon­tí­fi­ces de la ambi­güe­dad progre.

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