Este 24 de agosto es el 27 aniversario de los hechos del «Filtro» en Montevideo, Uruguay. Desde su conciencia internacionalista y solidaria el pueblo uruguayo y muchas organizaciones populares reivindicaron su derecho de conceder como pueblo el asilo y la garantía de no ser torturados a tres militantes vascos, Jesús María Goitia, Mikel Ibáñez y Luis Lizarralde. El reino español había pedido su extradición con el fin de condenarlos por pertenencia y diferentes supuestas acciones de ETA. Esto les supuso a las organizaciones, militantes y vecinos uruguayos varios días de movilización solidaria, más de cien heridos, muchos por bala, y dos muertos: Fernando Morroni y Roberto Facal.
Por segundo año consecutivo no va a acudir una brigada de ASKAPENA para mostrar con su presencia su reconocimiento y habrá que hacerlo por vía digital-virtual. Más importante que las diversas razones, que no vamos a exponer aquí, consideramos que es provocar y transmitir al pueblo vasco, a las izquierdas vascas, las lecciones que podemos y deberíamos sacar de esta muestra concreta y práctica de solidaridad uruguaya que dura desde hace 27 años hasta estos días en forma de la anual movilización popular autoconvocada hacia el hospital del Filtro.
Sin embargo, para que estas lecciones se puedan concretar acertadamente en los ámbitos de resistencia, construcción y autodefensa de una Euskal Herria socialista e independiente, feminista, ecologista e internacionalista, ya sea en Etxerat y otras organizaciones proderechos y amnistía de personas presas y represaliadas políticas, entre diferentes organizaciones de ocupación como, por ejemplo, Errekaleor y tantas otras iniciativas vecinales, en contra del Tren de Alta Velocidad y todos los megaproyectos que benefician solo al gran capital, entre las organizaciones a favor de las personas migrantes y el asilo, e incluso para iniciativas y luchas desde dentro de Podemos y Bildu en el espacio político parlamentario, es imprescindible tener en cuenta como mínimo cuatro aspectos, cada uno bien complejo. Solo así evitaremos caer tanto en las trampas del enemigo como en las que nos hacemos al solitario:
- El diagnóstico de los hechos objetivos concretos, en este caso, de lo que sucedió antes durante y después de la movilización alrededor del Filtro.
- Conocer y tener presente los efectos de la «simplificación», «matización» y «mitificación» sobre la memoria de un hecho complejo.
- Un análisis ideológico y del contexto histórico en el que se desarrolló el hecho así como las claves coyunturales determinativas de aquel momento y del actual, porque la memoria sin su relación con el presente siempre se disuelve y muere.
- Finalmente, un análisis de la realidad actual del contexto y la coyuntura vasca que nos condiciona cómo percibimos, entendemos y valoramos aquellos hechos lejanos en tiempo y distancia.
Aprovecharemos este 27 aniversario del Filtro para dar algunas pinceladas de los tres primeros puntos. El cuarto lo dejaremos para que cada cual saque las lecciones sobre internacionalismo solidario según su propio análisis de la realidad y la coyuntura vasca. Cuando se confronten los hechos del Filtro en su contexto uruguayo con el análisis de la realidad vasca para sacar cada cual nuestras conclusiones, escuchemos atenta y autocríticamente el sonido chirriante de nuestras propias incoherencias. Ahí encontraremos las claves.
Por nuestra parte, formularemos directamente las lecciones que sacamos del Filtro y de toda la ternura que tantos pueblos nos han ofrecido. Formuladas estas lecciones, ya pocas dudas podrá haber sobre el análisis que hacemos de nuestra propia realidad en lo que se refiere a la solidaridad internacionalista vasca. En caso de haberlo, solo ha de preguntarse.
Finales de la década de los 80: la Seccional 13 en Montevideo se convierte en cuartel general de la policía española en Uruguay. Esta conjuntamente con la inteligencia uruguaya rastrea a vascos residentes en Uruguay acusados de pertenecer a ETA.
Mayo del 92: captura de treinta personas en ocho locales. De los treinta quedan trece apresados, que van liberando. España pide la extradición de ocho. El tribunal competente uruguayo concede la extradición de tres: Jesús María Goitia, Mikel Ibáñez y Luis Lizarralde.
La relación entre el presidente uruguayo Lacalle y Felipe González es muy fluida, lo cual no impide se chantajee con que el rey Juan Carlos I no visitará Uruguay mientras su gobierno no tenga la actitud adecuada. Además, desde España se corrompe con donaciones de ayuda para el desarrollo en forma de ambulancias y vehículos policiales de regalo.
El 12 de agosto de 1994 los ciudadanos vascos presos Jesús María Goitia, Mikel Ibáñez y Luis Lizarralde inician una nueva huelga de hambre porque –según expresan en una carta enviada a la prensa– «se sienten traicionados por el poder ejecutivo que nos da la espalda para sonreír al ofrecimiento de nuevos premios por parte del gobierno español» y solicitan que el gobierno uruguayo se mantega «neutral».
El 19 de agosto inician una huelga de sed. A raíz de ello, son llevados al Hospital Filtro para seguir la evolución de su salud.
El 21 de agosto la Mesa Política del Frente Amplio resuelve apoyar a los presuntos militantes de ETA y convocar a frenteamplistas, organizaciones gremiales, sociales y barriales a participar y apoyar una manifestación que se iniciaría al día siguiente en la Plaza del Entrevero para recorrer toda la ciudad hasta llegar al Hospital Filtro «en defensa de la vida y el derecho de asilo».
El martes 23 el PIT-CNT, la central obrera, decide una huelga general con la idea de concentrar todas sus fuerzas en la manifestación que había convocado para las primeras horas de la tarde desde el Obelisco a los Constituyentes. Sobre la medianoche, el PIT-CNT resuelve levantar (por 19 votos contra 15) la huelga general.
El estado de salud de los vascos empeora: Lizarralde presenta disfunciones renales y hay que aplicar a Goitia un parche cardíaco.
Se convoca un paro de Educación y Universidad y por parte del Frente Amplio una marcha para brindar apoyo popular al pedido de asilo. Las radios CX36 y CX44 convocan a una concentración, una huelga general y una manifestación para el día 24, día en el que expira toda posibilidad de recurso legal.
No obstante, el presidente Luis Alberto Lacalle manifiesta que «si la justicia dispone la extradición, tienen que irse. Este es un tema del poder judicial y nosotros simplemente los tenemos a su orden». El mandatario precisa que «el asilo político no cabe cuando se cumple la extradición» que habilitan los tribunales uruguayos como resultado de delitos cometidos en España por presuntos integrantes de ETA. Aproximadamente cincuenta parlamentarios apoyan el asilo político, además de diferentes organismos de derechos humanos, y también la Iglesia católica de Montevideo. La Junta Departamental de Montevideo, donde el Frente Amplio posee mayoría, aprueba una declaración para «adoptar una decisión humanitaria (…) que haga honor a la tradición de Uruguay, tierra de asilo».
A las 5h de la mañana del día 24 comienza el operativo de represión para liberar el perímetro de la concentración y poder llevar a cabo la extradición. La tensión va en aumento debido al agravamiento de la salud de los vascos y la inminencia del traslado al aeropuerto, ya que a partir de las 18h ya no habrá posibilidad de retraso o impedimento legal.
A las 12h30 llegan al hospital el Dr. Tabaré Vazquez, Intendente de Montevideo y futuro Presidente por el Frente Amplio, y Líber Seregni, presidente del Frente Amplio al Filtro; «están diez minutos y se van».
A las 15h hay negociaciones entre policía y concentrados a los que se les comunica «que si todos se quedaban calmados, nada iba a suceder». Sigue llegando más gente, algunos incluso con carritos de niños, lo cual muestra que la gente no respondía a un supuesto llamado organizado y preparado para rechazar una represión.
A las 16h la portavoz de los vascos, Agurtzane Delgado Iriondo, pide que la gente se retire porque los van a llevar de todas formas. Sin embargo, la gente no se va.
A las 17h comienza una represión generalizada sin aviso previo. Entran con caballos para desalojar la plaza de manifestantes y se ensañan a sablazos con la gente. Los más de 500 policías con más de cien vehículos entre coraceros, radiopatrullas, granaderos, etc. utilizan gases lacrimógenos, revólveres calibre 38, mágnums 357, pistolas 9mm, escopetas de 12 pulgadas y subfusiles 9mm… Se produce el episodio de represión social más grande del país desde su vuelta a la democracia en 1985. Toda esta represión es organizada y avalada por el ministro del interior Angel M.ª Gianola.
A las 19h unas falsas ambulancias y coches de policía entran a toda velocidad por entre los concentrados para abrirse camino a balazos. La gente responde con piedras. Los médicos del Hospital se niegan a que los tres vascos sean transportados en estas ambulancias al aeropuerto por la autopista cortada al tráfico por carros blindados.
A partir de las 20h comienza el «Operativo clave 52», que significa «policía en peligro de muerte». Aumenta la represión y se produce la mayoría de heridos, muchos de bala. Se comete el asesinato de Fernando Morroni con tres balazos a menos de tres metros y munición de policía. Unos minutos más tarde se apagan las luces del alumbrado público y cortan los teléfonos durante seis horas.
En la madrugada del 25 en zona ocupada por la policía se comete el asesinato de Roberto Facal con doce puñaladas. Roberto apoyaba a los concentrados llevándoles agua para el mate y sacaba fotos, algunas comprometidas.
A las 22h30 llevan a los tres vascos al aeropuerto con doce ambulancias, además de multitud de coches de policía. Allí ya espera el avión militar español y el ministro del Interior Ángel Mª. Gianola y el canciller uruguayo Sergio Abreu hacen entrega de los tres vascos al subsecretario del Interior español, Luis Herrero Juan, del gobierno de Felipe González.
Este fue el último acto de Gianola como ministro, ya que es destituido. Más de cien civiles resultaron gravemente heridos, casi veinte por balazos, un enfermero perdió masa encefálica, otro joven perdió un ojo porque le dispararon a quemarropa. Decenas de personas resultaron con heridas leves, entre ellos unos cuarenta policías que habían recibido pedradas. Cuando en el Parlamento le preguntaron a Ángel María Gianola por las víctimas, él respondió que han tenido que «sacrificar un caballo que tenía una herida punzante en una pata».
El 25 de agosto el diputado de Herri Batasuna Jon Idígoras es expulsado de Uruguay, la «Suiza» de América, por haber citado el caso de Bélgica, país que se opone a la extradición, y por otras declaraciones. A la portavoz de los vascos, Agurtzane Delgado Iriondo, se le conceden seis horas para dejar el país, acusada de incitar a la violencia. Se censuran las emisiones de las radios CX36 y CX44, acusadas de «propagar información falsa e incitar a la violencia». Luego CX44 Radio Panamericana fue clausurada.
El 26 de agosto varios miles de personas acompañan silenciosamente durante cuatro horas el féretro de Fernando Morroni. Norma, su madre, declara: «no le voy echar la culpa a los vascos, esos que reprimieron son de acá, fueron los uruguayos que reprimieron de la peor manera, matando a jóvenes como a mi hijo, desapareciendo a otros, con todas las armas habidas y por haber, pero en las manos de ellos».
Mientras en Uruguay el sindicato PIT-CNT convoca a un paro general contra la «brutal represión», la prensa española reacciona sorprendida ante las demostraciones de solidaridad en Uruguay hacia los vascos extraditados y las atribuyen a la falta de información sobre la organización terrorista ETA y a la prédica de los grupos radicales de izquierda.
El 2 de octubre se organiza en la ciudad de Pando un recital en el que participan los grupos musicales La Celda de Uruguay, Todos Tus Muertos de Argentina y Negu Gorriak. El recital forma parte de la gira Hegoamerikan Tour 94 del grupo vasco. El recital se convierte en un acto de protesta. Los vascos residentes en Uruguay suben al escenario con camisetas con los colores de la bandera uruguaya con la inscripción «Gora Uruguay Herria» como símbolo de gratitud y solidaridad con quienes han sufrido la represión en el Filtro.
Estalla la polémica. Sacan los fantasmas de la dictadura y concentran sus ataques en los tupamaros para asustar a los pusilánimes. El extupamaro Eleuterio Fernández Huidobro, luego senador y ministro de Defensa en las tres legislaturas del Frente Amplio, insinúa que «la ETA podía adoptar represalias contra nuestro país» y advierte que «ahora hay que bancar todas las consecuencias». La derecha presiona para que el progresismo desmonte el agrupamiento radical. Rápidamente, el Frente Amplio adjudica su derrota electoral de 1994 a los «insoportables núcleos radicalizados». En el Comité Central del MLN(T) se esgrime la tesis de la «no violencia activa» o acción no-violenta. Se argumenta que al enfrentar organizadamente la represión en Jacinto Vera, se ha provocado la masacre y que, de alguna manera, la responsabilidad de la muerte de los compañeros recae sobre sus hombros. Para no dar justificaciones a la policía y que no se repitan sus asesinatos, hay que renunciar a la estrategia de crear una fuerza militante con espíritu combativo y sustituirla por la de desobediencia civil o resistencia no-violenta. La dirigencia frenteamplista queda satisfecha de esa manera.
Un año después de los acontecimientos del Filtro se realiza la primera marcha de recuerdo y repudio, que se continúa haciendo anualmente hasta hoy en día. Esta marcha es convocada por la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, pero no participan varias organizaciones, como el sindicato PIT-CNT y el Frente Amplio. No obstante, sí participan, y siguen participando, muchos de sus militantes de base y, como organizaciones, algunos sindicatos menores.
BOE 2002: Queriendo dar una prueba de Mi Real aprecio al señor Ángel María Gianola, ex-Ministro del Interior de la República Oriental del Uruguay, a propuesta de la Ministra de Asuntos Exteriores y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 15 de noviembre de 2002, Vengo en concederle la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Dado en Madrid a 20 de noviembre de 2002 JUAN CARLOS R. La Ministra de Asuntos Exteriores, ANA PALACIO VALLELERSUNDI
En 2010 se consiguen dieciséis tomos del Archivo de la policía uruguaya sobre el Filtro. Este logro se debe a la tenaz perseverancia irreductible de Norma Morroni, madre de Fernando, a la militancia más radical del pueblo uruguayo y a la organización Plenaria Memoria y Justicia, que después estudia y sistematiza toda la información, sin hacer dejación de sus tareas de socialización y movilización como organización popular de base. Logra deducir y demostrar responsabilidades generales de los operativos, y ofrece suficientes datos para, si hubiera voluntad política y judicial, poder investigar las responsabilidades y los responsables concretos de los asesinatos, y poder derivarlos ante los tribunales competentes. Pero se siguen ocultando verdades. Faltan los archivos de la inteligencia uruguaya de la época.
Todos los años se exigen estos informes sobre el crimen del Filtro. Tres gobiernos del Frente Amplio con ministros del Interior progresistas después (2005−2020), no se ha hecho pública ninguna investigación. Los asesinos y los que comandaron la represión continúan impunes. Por todo ello, desde 1994 todos los 24 de agosto se hace en Montevideo la manifestación autoconvocada del Filtro en la que Askapena está presente o apoya desde Euskal Herria.
Para poder analizar, valorar y concluir lecciones de los sucesos del Filtro, como de cualquier realidad, y que nos ayuden a tomar decisiones acertadas para la propia lucha es imprescindible superar en algo nuestro natural conservador. En otras palabras, para acercarnos a la realidad objetiva debemos atrevernos a abrir nuestra cárcel subjetiva de certezas construida mayoritariamente por otros y salir un poco de nuestra zona de confort y alienación. Para ello, mencionaremos muy escuetamente solo tres cuestiones que sugerimos tener en cuenta para poder ampliar y profundizar más objetivamente la interpretación y valoración de los hechos del Filtro: la autocrítica, la complejidad y la idealización.
Ordinariamente existen tres tipos de falsa autocrítica: una, la más común, es la crítica que exigimos a los demás; dos, la que justificamos no hacernos por ser desmotivante y desmovilizante, «el flagelarnos demasiado»; y tres, la tergiversación de un error o debilidad inocultable para desviar la atención de la causa y del efecto negativo, y además hacer proselitismo con la supuesta capacidad y disposición de autocrítica. Con ello se impide y evita que utilicemos sistemáticamente la autocrítica como lo que verdaderamente es: un método científico para superar, aunque sea parcialmente, la contradicción entre nuestra percepción, siempre subjetiva y tendenciosa, y la realidad objetiva material. Tómese en cuenta autocríticamente el cinismo intrínseco en la exigencia de «tolerancia» por víctimas ajenas para obviar a los victimarios y en las excusas egocéntricas que se apoyan en lo supuestamente «relativo» de todo sufrimiento ajeno.
La realidad objetiva (desde la dimensión de una costa hasta los hechos del Filtro) siempre es compleja a causa de la imperfecta y limitada percepción. Para no morir en el intento de alcanzar comprender toda complejidad, simplificamos. Pero cuanto más simplificamos mayores son los errores que cometemos. Por eso, para disminuir el margen de error al máximo, matizamos más y más para así acercarnos más a la realidad objetiva. No nos damos cuenta, porque no quieren que nos demos cuenta, de que a partir de cierto grado de matización el error vuelve a crecer, y exponencialmente, hasta que (matemáticamente), con una matización infinita, el error respecto a la realidad será también infinito. Es lo que tiene la complejidad y cualquier problema real es, hasta donde sabemos, objetivamente complejo. También los hechos del Filtro, el contexto ideológico histórico, la coyuntura política.
La idealización y con ello los mitos son simplificaciones de la realidad, tendenciosas a beneficio de algún poder fáctico, pero muy convincentes. Están hechas para que encajen a la perfección en el andamiaje de certezas que cada cual ha recibido por impronta, educación, formación y experiencias, pero también por propaganda, manipulación y alienación. El arte de un mito está en este encaje. Las izquierdas tenemos nuestros mitos, la derecha los suyos, los liberales otros. La batalla del relato consiste en imponer por las malas poco efectivas (amenazas, chantaje, represión) o por las buenas mucho más efectivamente (propaganda, engaño, manipulación, alienación) un edificio de certezas en la mente de los demás que responda a intereses del statu quo de dominio, opresión y explotación o la lucha contra esta. Estos últimos mitos e idealizaciones actúan como motivadores y movilizadores masivos efectivos de la lucha revolucionaria y que han sido parte determinante de las condiciones subjetivas necesarias para lograr alguna victoria importante que otra. Sin embargo, también alejan al sujeto de la realidad objetiva y han llegado a ser causa de las derrotas más dañinas. Incluso victorias incuestionables han decaído en derrotas al transformarlas inadecuadamente en mitos. La razón principal es que la idealización y el mito obtienen parte de su poder de persuasión de ser una foto inmóvil a lo largo de siglos y milenios, mientras que la realidad está siempre en movimiento continuo. Ante el cambio continuo sentimos un «miedo original» tan profundo que lo rechazamos de plano. Entonces se da la paradoja de que con este rechazo y meciéndonos en la falsa certeza que nos da confort y seguridad y que nos desmoviliza, promovemos la continuidad del supuesto statu quo. Así persistimos en el capitalismo que, por sus consecuencias nefastas, nos debería aterrar y hacer que nos movilicemos contra él. Por eso, el sistema puede aceptar y promover al Che como mito, ya que así es menos peligroso para la contrarrevolución y más fácilmente tergiversable en desmotivador que el estudio crítico y autocrítico de sus escritos y de su historia objetiva. La polarización entre mitos es una polarización emocional y visceral que actúa siempre en detrimento de la polarización argumentativa que es constructiva. Divide et impera.
Con respecto a la movilización del Filtro de 1994, la valoración que hace un mítico militante tupamaro muy crítico y autocrítico es la siguiente: «Dispersa pero activa, la militancia radical había descubierto otros lugares de encuentro: las Comisiones Barriales de lucha por Verdad y Justicia, la columna Cerro-Teja de los primeros de mayo, la batalla contra el artículo 23, el apoyo a las ocupaciones de tierra y a los conflictos obreros del Espinillar, de la construcción, de la bebida, la química y del transporte. Allí fueron haciendo su propia y montaraz historia, conociéndose y descubriendo formas de coordinación horizontal. Los núcleos activos fueron lo suficientemente hábiles para responder a los ataques de la policía sin aislarse de la abigarrada multitud que rodeó el Hospital Filtro. También logró con su militancia que el 63% del electorado rechazara la «minirreforma» el 28 de ese mismo agosto de 1994. Los representaban un senador y los ediles de Montevideo y Trinidad que denunciaban y actuaban con espíritu extraparlamentario. Caminando hacia un horizonte insurreccional, esa dispersa y poco ordenada fuerza militante demostró ser capaz de actuar con efectividad y de golpear coordinadamente. Su fuerza (provocó) en blancos, colorados, dirigentes frenteamplistas y exguerrilleros domesticados la necesidad de cortar las uñas del gatito antes que se transformara en tigre». Para poder asimilar esta valoración más a fondo necesitamos dar algunas claves del contexto ideológico e histórico en el que se desarrolló el episodio del Filtro.
Para esto no vamos a detenernos en detalles ni mencionar siquiera los grandes rasgos de la historia colonial del Uruguay ni de sus guerras por la independencia ni las guerras fratricidas ni el exterminio de la población originaria, las inmigraciones europeas, las dictaduras y amplias épocas de democracia, desarrollo, industrial y relativamente alto bienestar general por lo que ya a finales del siglo XIX al Uruguay se le llama la «Suiza de América».
Como en casi toda América en la década de 1960, un movimiento de liberación nacional, «los tupamaros» (MLN‑T), comenzó sus acciones como guerrilla urbana de izquierda clásica pero relativamente selectiva para nunca perder la conexión con el pueblo al que estratégicamente consideraron sujeto de la insurrección de masas. Su lucha armada se reactivó en 1968 a raíz de la represión de unas huelgas laborales. A partir de ello integraron a mucha nueva militancia. Por falta de formación y disciplina tuvieron problemas para mantener la clandestinidad.
Con la dictadura militar a principios de la década de 1970 fueron derrotados militarmente y desarticulados. Varios de sus máximos dirigentes, entre ellos Raúl Sendic, Eleuterio Fernández Huidobro, Mauricio Rosencof, José Mújica, Julio Marenales y Jorge Zabalza, fueron encarcelados, torturados, durante años mantenidos en casi total incomunicación y retenidos en calidad de rehenes durante toda la dictadura hasta 1985 bajo la amenaza de ejecutarlos si tenía lugar alguna acción del MLN‑T, «fuera la que fuera». Ni desde la clandestinidad ni desde el exilio exterior los tupamaros promovieron acción alguna y solo participaron en las diversas campañas populares de denuncia contra los militares.
En 1985, con la democracia parlamentaria reinstaurada por los militares (el Pacto del Club Naval análogo a la «Traición Democrática Española», sic) y con la presión popular se liberó a los presos políticos y el MLN‑T decidió aceptar el marco político legal y pedir la integración formal en el Frente Amplio fundado en contra del gobierno militar por varios partidos y agrupaciones mayoritariamente de izquierdas, pero también demócrata-cristianos y escisiones de los partidos blanco y colorado en 1971. En 1989 los tupamaros fueron admitidos en coalición con otros grupos y a partir de allí se presentan como Movimiento de Participación Popular (MPP) y luego como Espacio 609, igual que las demás corrientes internas del Frente Amplio con listas separadas a las elecciones.
El Frente Amplio fue ganando espacio institucional y electoral, y también los extupamaros dentro del Frente. En 1994, después del Filtro, la derecha presionaba para que el progresismo desmontara el agrupamiento radical. Rápidamente el Frente Amplio adjudicó su derrota electoral de 1994 a los «insoportables núcleos radicalizados». Se argumentó que al enfrentar organizadamente la represión en Jacinto Vera, se había provocado la masacre y que, de alguna manera, la responsabilidad de la muerte de los compañeros recaía sobre sus hombros. Para no dar justificaciones a la policía y que no se repitieran sus asesinatos, había que renunciar a la estrategia de crear una fuerza militante con espíritu combativo y sustituirla por la de desobediencia civil o resistencia no-violenta. La dirigencia frenteamplista quedaría satisfecha de esa manera. Nunca hubo estrategia de «no violencia activa» o acción no-violenta alguna ni por parte del Frente Amplio ni del MPP-Espacio 609.
En el 2005 Tabaré Vazquez, del Frente Amplio, fue elegido Presidente de la República Oriental del Uruguay. Durante su presidencia varios extupamaros obtuvieron cargos importantes en el gobierno. El exdirigente tupamaro José Mujica resultó elegido para la legislatura de 2010 – 2015 con el 52,39% de los votos. En la siguiente legislatura el Frente Amplio volvió a presentarse y a ganar con Tabaré Vazquez. Para la legislatura 2020 – 2025 el Frente Amplio perdió la Presidencia frente al candidato del partido blanco de centro derecha-derecha, que se autodefine como liberal, nacionalista, panamericanista y humanista.
Mientras que el nuevo gobierno blanco realiza los ajustes liberales y privatizaciones que se esperan de él, como la entrega hasta 2081 del puerto de Montevideo a una multinacional belga, el Frente Amplio achaca ahora su derrota al «esfuerzo y desgaste» que supuestamente suponen quince años de responsabilidades de gobierno. Desde las organizaciones populares así como desde los partidos escindidos por la izquierda se critica al Frente Amplio por su falta de beligerancia socialista, su aceptación de megaproyectos de inversión extranjera, su negativa a dar pasos contra la impunidad de los crímenes de Estado históricos, tanto de la dictadura como de la democracia y, en general, por el alejamiento del pueblo por parte de la dirigencia, tanto respecto a las reivindicaciones socio-económicas nacionales como en la política internacional. «En el Uruguay tenemos bien claro que si bien hoy lo está haciendo el Partido Nacional, la coalición multi reaccionaria que nos gobierna (…), si hubiera estado el Frente Amplio con el ministro Astori, se haría de la misma manera. En medio de la pandemia se pagaría la deuda externa porque hay que hay que “honrar” la palabra contraída con unos cuantos especuladores que viven en grandes palacios».
El presidente de la central sindical uruguaya PIT-CNT, Fernando Pereira, afirmó que a «una parte de los uruguayos en esta pandemia no le fue nada mal (…) concentraron cuatro mil millones de dólares en bancos nacionales y extranjeros» mientras que «100.000 compatriotas cayeron por debajo de la línea de pobreza». La propia Cámara de Comercio reconoció la pérdida de 100.000 empleos y 6.000 empresas en una población de 3.462.000 habitantes. Otros datos dicen que de los 300.000 que perdieron el trabajo 240.000 se apuntaron para la implementación de 15.000 «jornales solidarios», puestos de trabajo por 300 dólares.
Ante todo ello, el nuevo gobierno de Lacalle Pou intenta implementar y garantizar, entre otros aspectos, la actual y futura impunidad con la Ley de Urgente Consideración (LUC) que combina el empoderamiento policial con el endurecimiento de leyes, así como restricciones y limitaciones en el derecho a la manifestación, los piquetes y el derecho de huelga. La campaña de recolección de firmas para forzar un referéndum en contra de esta ley se inició el 30 de diciembre. Hasta el 9 de julio de este año se debía presentar la adhesión del 25% de todo el padrón electoral, lo que supone unas 675.000 firmas. En aproximadamente un año la ciudadanía tendrá que asistir a las urnas para ratificar o derogar los 135 artículos de la Ley. Es razonable considerar que esto habilitará el debate democrático que se negó durante el tratamiento urgente.
La iniciativa de impulsar el referéndum fue de FUCVAM (Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua), la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay), el movimiento feminista y el movimiento sindical uruguayo. Finalmente, el Frente Amplio decide sumarse activamente a la campaña. Sin embargo, el mayor acierto del partido opositor (FA) vino de sus bases sociales y no del núcleo de dirigentes partidarios. En los últimos quince días antes del 9 de julio, la iniciativa del referéndum trascendió las fronteras de lo organizado y, por decisión propia, miles de mujeres y hombres salieron a recoger las firmas que faltaban.
Contra todos los pronósticos, el contexto de pandemia y el constante esfuerzo del gobierno por silenciar y criminalizar la campaña con la excusa de la Covid, la militancia social y popular desplegó una estrategia de respeto de las normas sanitarias y logró el objetivo. La meta se superó en 100.000 firmas ya que se alcanzaron 800.000 firmas. La superación del listón del 25% del padrón electoral supone en sí mismo un duro golpe al gobierno en el corazón de su apuesta legislativa, que pretendió aprobar por procedimiento exprés y, sin lugar a dudas, se puede entender como un cambio en la coyuntura política. Las casi 800.000 firmas representan más que los votos obtenidos por el presidente en la primera vuelta electoral de 2019. Es un dato que no altera su legitimidad, pero que establece paridad de jerarquías ante la nueva etapa política, al menos frente a la discusión del referéndum. Esta vez la militancia ganó al marketing.
Es, además, un cambio importante en la dinámica entre los movimientos populares y el Frente Amplio. Si bien el FA es un partido enraizado, con una estructura militante poderosa, esta campaña tuvo como principales protagonistas a las organizaciones sociales. Esto supone un nuevo escenario de diálogo entre estos actores de cara a un reordenamiento estratégico y programático de las izquierdas. Y no solo hacia el próximo ciclo electoral, sino en el horizonte político más amplio, el de los objetivos políticos de mediano y largo plazo.
Estas son las lecciones solo en lo que respecta a la solidaridad internacionalista que como Askapena hemos ido aprendiendo en nuestras relaciones solidarias. Es la ternura de los pueblos lo que nos ha impulsado por un proceso de aprendizaje que dura ya varias décadas. Entre estos pueblos está el uruguayo y su solidaridad mostrada en el Filtro. Cada año que la militancia y el pueblo uruguayo se moviliza el 24 de agosto es una advertencia para nosotras y nosotros: ¡No olvidar! quiere decir ¡Seguir luchando!
Como colectivo que somos es imposible delimitar y diferenciar lo que el pueblo uruguayo nos ha enseñado y lo que otros pueblos nos están confirmando. Lo colectivo de «la ternura entre los pueblos» no lo permite. Lo que sí sabemos es que el pueblo uruguayo ha sido fundamental para muchas de las convicciones que tenemos ahora, y sigue y seguirá siendo imprescindible para ahondar y radicalizar en ellas.
- «Los golpes no se pueden detener cuando los tanques ya ruedan en las calles, sino antes, cuando el autoritarismo muestra sus pezuñas y va trepando la cuesta de la represión violenta hacia el terrorismo de Estado.» (Jorge Zabalza, dirigente del MLN‑T). Los golpes se detienen mucho antes o no se detienen, al menos no sin un altísimo coste en vidas y sufrimiento. La solidaridad ha de ser preventiva.
- La solidaridad internacionalista es radical o no es. No hay equidistancias ni tolerancias que no sean criminalmente cómplices con el victimario agresor en detrimento del pueblo que defiende sus derechos con su vida (desalienémonos: el agresor nunca puede ser el que determina qué es y qué no es «derecho»).
- Internacionalismo solidario es lo contrario de diplomacia. No hay razones de Estado que valgan, ni hipocresías ni mentiras ni engaños. Solo la verdad es revolucionaria.
- La solidaridad internacionalista es un oxímoron porque es siempre altruismo de ida y vuelta. Es incondicional, pero tiene la condición inexorable del respeto por todas las formas de lucha o no es solidaridad internacionalista. Los plazos para la vuelta pueden cumplirse al cabo de generaciones. Sin memoria no hay internacionalismo solidario.
- La solidaridad internacionalista es siempre de pueblo a pueblo. Las organizaciones sin proyecto de pueblo capaz de «sentir en lo más hondo cualquier injusticia contra cualquiera en cualquier lugar del mundo» tienen que trabajar el internacionalismo en el propio pueblo hasta que todo el pueblo se derrita de ternura por los demás.
- La solidaridad internacionalista no es proselitisimo utilizando la respuesta a desgracias ajenas una vez consumadas. Las respuestas de apoyo solidario son un efecto espontáneo y del pueblo cuando no ha habido organización capaz de promover la solidaridad internacionalista preventiva en el propio pueblo.
- La organización logística de esta solidaridad internacionalista de pueblo corresponde a una organización de cuadros popular y autónoma con los objetivos estratégicos prioritarios del internacionalismo solidario.
- El internacionalismo solidario necesita un espacio de participación codecisiva y autoridad dentro de una estructura de movimiento de poder popular, con un proyecto y proceso de emancipación y desalienación de pueblo, y un proyecto de construcción de Estado y/o(!) país socialista, independentista, feminista, ecologista e internacionalista.
- El trabajo militante de solidaridad internacionalista tiene otros ritmos y tiempos en los que el conocimiento y la confianza personal en las relaciones es aún más importante que en el trabajo militante local o nacional al tener que conjugar los ritmos y tiempos del propio pueblo con los de los demás pueblos.
- La formación ideológica y humana de la persona militante de un pueblo enriquecido (por colonialismo e imperialismo capitalista) exige mucho esfuerzo y dedicación ya que muchos militantes han de recorrer un camino desde el turista motxilero, el que busca terapia existencial, el aventurero Coronel Tapioca, el héroe revolucionario iluso ilusionado, pasando por los pacificadores equidistantes de conflictos ajenos, los buenos samaritanos de la señorita Pepis, los aspirantes a guerrillero de postal y los reyes tuertos del progreso y desarrollo, hasta llegar a la humildad del verdadero revolucionario internacionalista y solidario. Hay todo un camino al infierno empedrado de muchas buenas intenciones y otras tantas motivaciones inconfesables.
La importancia del Filtro como parte de nuestra memoria histórica compartida es indiscutible. Os damos gracias de parte de ASKAPENA por no haber dejado ni un solo año de insistir en ello. No olvidamos que tan importante como mantener el Filtro en nuestra memoria histórica es trabajar para que no lo olvide nunca jamás ni uno solo de los responsables de aquellos crímenes, ni ninguno de sus cómplices, ninguno de los corruptores, por muy impunes que hayan quedado todos.
Su impunidad todavía es una derrota, como es nuestra derrota el asesinato de Fernando y Roberto, de todos y cada una de las heridas y heridos, el no haber logrado con «solidaridad preventiva» a tiempo las condiciones para poder garantizar el asilo político para Jesús Mari, Mikel y Luis sin los grandes sacrificios ni tanto dolor. Así, tenemos que aceptar la verdad, que siempre es revolucionaria, porque cualquier derrota puede ser transformada en victoria si se mantiene en la memoria y esta inspira la movilización, la realización de acciones y hechos que impidan la desmemoria interesada de los criminales. ¡Que nuestra memoria los aterrorice!
No dejaremos que en Euskal Herria el Filtro se nos transforme nunca en inercia, en costumbre conservadora, en mero mito alienante y desmovilizador. Los mitos impiden la innovación y «¡o innovamos o morimos!». Es el capitalismo… y no está en crisis. El capitalismo es la crisis y ya nos ha mostrado y nos muestra día a día su capacidad de adaptar su criminalidad a sus ganancias. No hay más ciego que el que no quiere ver.
Es tan de ilusos creer que se puede sobrevivir sin revolución como creer que se puede hacer la revolución sin arriesgar la vida. También es tan de ilusos como de estúpidos pensar que arriesgando la vida automáticamente acertaremos con la revolución.
Esta angustiante contradicción hace que, como humanos, neguemos tanto la necesidad de una apremiante revolución como la necesidad inevitable de arriesgar nuestras vidas. Esto es algo que nos desmoviliza y sin darnos cuenta nos encadena a otra nefasta paradoja: nuestra desmovilización aumenta exponencialmente tanto la inminente necesidad de una revolución como la necesidad inexorable de arriesgar nuestras vidas.
También sabemos que ante las dificultades nos crecemos. Sabemos que en las condiciones más difíciles y dolorosas es cuando surge lo mejor que llevamos dentro. Desgraciadamente, al crear mitos estos nos hace obviar que en estas mismas situaciones surge sobre todo y mayoritariamente lo peor del humano. Esto es decepcionante, pero es verdad y, como tal, es revolucionario: «Cuando el viejo mundo se muere el nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos».
Podemos derrotar «la banalidad del mal» transformando nuestros mitos en «banalidad del bien». La mujer y el hombre nuevo no nacen. Nunca ha habido ni habrá suficientes hombres ni mujeres nuevas internacionalistas y solidarias para hacer la revolución. Es la revolución la que hace a la mujer y al hombre nuevo solidario e internacionalista.
¿Cómo? Con mucho «pesimismo (que) es un asunto de la inteligencia» y a la vez mucho «optimismo (porque esto sí) es de la voluntad». Vayamos y hagamos, pues, justo lo contrario de hacia donde tendemos la izquierda, cuando nos desviamos hacia la irracionalidad de un pragmatismo progresista liberal.
Walter Wendelin
ASKAPENA, solidaridad internacionalista vasca
Euskal Herria, 24 de agosto de 2021
33 respuestas
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