Por Carlos Aznárez y María Torrellas, Resumen Latinoamericano, 20 de agosto de 2021.
Nos interesa hablar del extractivismo, que es algo que venimos tocando hace mucho tiempo. Eees uno de los grandes males que está soportando América Latina y que generalmente es encubierto, no importa si los gobiernos son progresistas o de derecha, porque todos se sumergen en aceptar agronegocios, deforestaciones, megaminería y hacer negocios. Recientemente, se produjo una marcha importante en Buenos Aires exigiendo una Ley para proteger a los humedales, y denunciar los intereses que están impidiendo que una ley en defensa de los mismos salga adelante. Para interiorizarnos más sobre como esta problemática y también en lo que respecta al trigo transgénico, hablamos con Guillermo Folguera, biólogo, filósofo, investigador del Conicet y un activo militante anti-extractivista.
En lo que hace a los humedales, estamos hablando nada más y nada menos que de 350 mil hectáreas quemadas y que esto, sin duda, afecta de manera extrema al medio ambiente y la vida en todos los aspectos. Esta problemática suele sentirse mucho más fuera de las grandes ciudades, porque la población urbana suele hacerse la distraída ante estos acontecimientos, como si no los fueran a afectar. ¿Cómo estás viendo el tema?
-Claro, ese imaginario que en el fondo es una gran conquista en el pensamiento dominante, de pensar que en las grandes ciudades estamos despojados de ese tipo de problemas y que los mismos están allá lejos. Para comprender esto vamos a dar tres marcos generales. En los últimos 25 años Argentina tiene dos récord impresionantes, el primero es que está entre los diez países del mundo que más deforestó, y también que la región del Chaco, en términos porcentuales, es la segunda región del mundo que más deforestó. Los humedales representan una parte del territorio en Argentina y, como bien planteabas, el año pasado tuvimos un registro impresionante de incendios. Fueron más de doce provincias las incendiadas y no recuerdo que se hayan encontrado responsables, a pesar de que fue señalado que más del 95% de los incendios fueron intencionales. Muchos de los territorios, a pesar de lo señalado, ya se están usando para los agronegocios y ya que hiciste alusión a la Ley de los Humedales, la misma está «cajoneada» o no avanza en el Congreso, y cuando hablamos sobre qué sectores son los que están poniendo palos para que esta ley se apruebe básicamente, aparecen tres y de alguna manera nos permite conectar con la primera parte. Estos son:
a) Los agronegocios, que son muy fuertes en Argentina tras ser un país agro exportador muy importante y que encuentran acá y mediante el incendio una forma de expandirse.
b) La megaminería: muchos de los humedales están en zonas de intereses mineros y enormes resistencias sociales.
Y por último, c) los negocios inmobiliarios que es otra de las partes de esas grandes urbes, en este caso para sectores acomodados y con fuerte influencia en sectores de poder. Es un mapa complejo el del extractivismo en nuestro país, donde trascienden grietas de sectores clásicamente neoliberales y sectores que pueden denominarse progresistas.
-Este «cajoneo» en el que seguramente participan diputados de diferentes tendencias ¿cómo se resuelve? ¿Cómo se puede avanzar sobre el accionar destructivo de estas personas que siguen haciendo negocios, sean oficialista u opositores, pero a la vez están hundiendo el país?
-Cuando uno habla con unos de estos sectores, y he hecho algunas investigaciones, por ejemplo en torno a qué criterios se tomaban desde el propio estado para aprobar algunas de estas cuestiones de las que estamos hablando, en general aparece la relación costo-beneficio. Esto genera más beneficios que costos, se evalúa, claro que no estamos exentos de costos pero el esquema actual nos obliga y lleva a tener que aprobarlo. Esto se hace en nombre de algunos supuestos beneficios sociales, claramente, que no se han verificado y ocurre lo contrario. Actualmente, en Argentina una de cada dos personas no come todos los días; el 60% de los niños y niñas está por debajo de la línea de pobreza, con lo cual estas promesas sociales nunca llegan y el daño ambiental está fuertemente marcado. Esto se da así, con la consideración obvia de que si bien los efectos ambientales que a mediano y largo plazo perjudican colectivamente, en primer lugar perjudican a los sectores más dañados de nuestra sociedad y son procesos que aumentan las desigualdades sociales. Esto también tiene que plantearse.
Por eso, la fórmula que yo agregaría es ¿Beneficio para quien? y ¿costo para quienes están exponiendo los cuerpos y los territorios?. Si uno toma el proyecto como el de la mega-factoría de cerdos en el Chaco, por ejemplo, lo primero que está haciendo el gobierno de Capitanich es expulsar pueblos originarios en determinados territorios para montar la megafactoria. Rápidamente quiere avanzar, inclusive con condiciones de sequía, con un proyecto que se sabe que toma una enorme cantidad de agua y contando también con intervención química, en un contexto absolutamente de contaminación ambiental y social.
Se vive una situación muy dramática, donde el sector de la gobernanza y el sector empresarial no ven, no saben o no están pudiendo ni siquiera hacerse la pregunta de cómo cambiar esta estructura. Estamos en un contexto eleccionario y no es un tema ni un problema esto para los candidatos de ninguno de los partidos dominantes.
–También a la izquierda le cuesta hacerse con este tipo de temas. “No venden”, y eso es grave porque ya no es solamente el progresismo moderado sino que también algunos sectores más de avanzada ‑no todos, por cierto- no alcanzan a visibilizar esto que tan bien decía Fidel Castro en algún momento sobre la necesidad de cuidar la Naturaleza para que la Humanidad no se siga deteriorando.
-Si, igual voy a ser justo. Yo veo una fuerza creciente, no pertenezco a ningún sector político partidario pero veo un intento creciente de los grupos de izquierda con los que me ha tocado interactuar, sobre todo en los últimos dos o tres años. Menciono algunoa de ellos que yo sé que tienen un sector de la juventud que está militando en esta dirección como son el MST, el PTS y el Partido Obrero en Argentina. Yo veo que hacen un esfuerzo grande por formarse, por incluirse y participar, por estar y por esto que planteaste. Dar una discusión en serio sobre la cuestión ambiental, significa replantear la forma productiva sino simplemente es algo anecdótico. Decir “cuidar el planeta” y luego avanzar sobre los mismos proyectos de siempre, no es una cuestión real. Claro, tomarse en serio la cuestión socio ambiental significa repensar todos los programas, y la izquierda ahí tiene un desafío enorme. Pensar en escalas de producción, proyectos demográficos, pensar desigualdades sociales de otros lugares. Creo y quiero creer que la izquierda lo está incorporando de manera creciente, es una percepción que ojalá no me equivoque.
–Otro tema es el del trigo transgénico, somos el primer país, lamentablemente, que aprobó la utilización del trigo transgénico. Ahora Brasil lo está por aprobar, han postergado este mes la sesión del parlamento pero insistirán en llevar adelante eso. ¿En cuánto afecta a nuestras poblaciones esta iniciativa extractivista?
-Exacto. Argentina hizo una aprobación parcial, efectivamente la aprobación final estará en manos de uno de los consumidores del trigo argentino. Esa situación marcaría que es obscena, lo digo y no puedo terminar de incorporar qué significa que un país dependa de la aprobación de un país vecino para ver que cultiva. Me impresiona, independientemente que entiendo que estamos en una lógica capitalista, no deja de ser una lógica obscena y absurda.
Para entender de qué se trata, haré dos o tres cuestiones técnicas: el trigo transgénico tiene dos tipos de modificaciones, una es una modificación con tecnología HB4, que en principio permite al trigo ser cultivado en suelos con estrés hídrico, o sea con poca agua, y a su vez tiende a recuperar la resistencia al glufosinato de amónio que es un herbicida muy tóxico. Las dos tecnologías incorporadas nos hacen esperar 4 o 5 cosas, que aprobado el trigo casi que tendrían que ser consecuencia natural de algo así. Primero tiene que ver con la tecnología HB4, la cual incrementaría la presión sobre deforestaciones, eso está claro porque los suelos con estrés hídrico son hoy uno de los impedimentos del corrimiento de la frontera agrícola, entonces ahí habría mayor deforestación.
El otro punto es el glufosinato de amonio que es un tóxico. Hay estudios de Damián Marino, de la Universidad de La Plata en donde ha marcado unos 15 veces más tóxico que el glifosato, por el cual esperaríamos mayor presencia química. Argentina es el principal consumidor de agrotóxicos del mundo por habitante, es un registro espantoso. Además este químico daría dos novedades importantes que son: el trigo, al ser un cultivo de invierno haría que todo el año se estén tirando químicos en los territorios, lo que daría lugar a mucha interacciones químicas muy marcadas.
El otro punto muy importante es que, si bien en Argentina estamos consumiendo un montón de soja porque la meten en muchos productos como emulsionante a través de la lecitina, etc, Argentina es un país donde el trigo se consume mucho, es el maíz para México. Entonces eso generaría un incremento en la ingesta de agrotóxicos.
El último punto, me parece importante para comprender cómo todos estos productos altamente tecnologizados, que tienen patentes, etc, tienden a incidir fuertemente en la concentración, propiedad y uso de la tierra. Dicho de otra manera, tienden a favorecer a los grandes intereses, por lo cual, también el trigo incrementaría algo que habían aprobado los transgénicos a mitad de la década del 90′, se observó una pérdida de los pequeños productores.
Así que es un panorama muy complicado y el sector político gubernamental de diferente signo no encuentra razones para no frenar un proyecto de este tipo.
–Te quería preguntar sobre una campaña que llevas a cabo con las infancias y el efecto que están causando los agrotóxicos a lo largo de tantos años. La cantidad de enfermedades que provocan, como el cáncer, palabra que nadie que nadie quiere nombrar. Nos hemos pasado hablando una año y medio del Covid-19 y el cáncer es como si no existiera. Sabemos que incluso estás reclamando que cuándo se lleve a un médico o médica a estas infancias se les haga un estudio medioambiental para saber dónde ha vivido y qué es lo que ha respirado. Contanos un poco sobre esto.
-Es impresionante tener que reclamar que el tema ambiental sea parte de la atención hospitalaria. Todo este mapa inicial que hacíamos, efectivamente está causando mucho daño en diferentes provincias, con diferentes causantes. A lo que me refiero, por ejemplo, es que todos los proyectos megamineros generan daños enormes, sobre todo en las poblaciones cordilleranas. Los agronegocios mayormente se concentran en la zona de Chaco, Santa Fe, Córdoba, Provincia de Buenos Aires y Entre Ríos. Cada uno de los proyectos genera diferente tipo de efecto. Uno de los efectos más grandes es esto que se llama paradigma químico y es la presencia de agentes cancerígenos ambientales, y esto que hablamos de los agrotóxicos como el glufosinato de amonio.
La campaña la empezamos con una enfermera del Garrahan, que es el principal establecimiento de atención hospitalaria infantil en Argentina, y también con una compañera de un pueblo fumigado Exaltación de la Cruz y gente que nos ayudó en la parte visual. Reclamamos la incorporación de una historia clínica ambiental en la atención hospitalaria. Actualmente la historia ambiental de los niños y niñas que llegan con enfermedades, en muchos casos terminales, se reduce a preguntarle a la madre si se drogó o si usan combustión de leña o lo que sea. Pero toda esas consecuencias vinculadas con la matriz productiva que estábamos hablando nunca es tocada en ninguno de los casos, lo que muestra la dificultad cultural que va a significar cambiar esto. En esta campaña recibí algunos cuestionamientos y ataques, justamente por los intereses que están en juego. Uno de los principales vino de cuatro profesionales de la salud que decían: nosotros hacemos historia clínica ambiental, y cuando le preguntaba a que se referían, me mostraban que tenían un renglón en una computadora para describir ocasionalmente eso. Creo que hay una situación de formación, vamos a tener que trabajar con la cultura para que los médicos comprendan que el tema ambiental ya es una realidad, que las proyecciones de cáncer para el 2050 son realmente impresionantes, puesto que se calcula que una de cada dos personas va a tener al menos algún tumor y lo que estamos viviendo no es natural. No es natural ver a dos hermanitos muriendo enfrente de una plantación de tomate y sin recibir respuestas de los hospitales y del sistema gubernamental. No es natural que la Asamblea al sur de la ciudad de Córdoba frente a la fábrica Porta, una de las principales fábricas de alcohol del país, estén viendo malformaciones y abortos sin que haya ningún tipo de respuestas. No es natural que las poblaciones de Entre Ríos tengan que denunciar escuelas fumigadas y que encima, los sistemas hospitalarios no la contemplen. Por eso, en la campaña tenemos esperanza y confianza que va a multiplicarse pero también tenemos la claridad de que es a muy largo plazo. La Sociedad Argentina de Pediatría está empezando a difundir una historia clínica ambiental que puede llegar a implementarse, todavía no se define cómo, cuándo y de qué manera va a comenzar a incidir sobre la parte de formación.
Pero sin dudas es uno de los temas que obsesiona y que los sistemas estatales argentinos se nota que han sido moldeados por el neoliberalismo a imagen y semenjanza del negocio empresarial. Necesitamos quebrar esa lógica.