N.de la R. El Yunque, a través de la organización “Hazte Oír” es uno de los principales financiadores de Vox, junto con representantes de los grandes capitales españoles.
Copias de correos electrónicos contenidos en los más de 17.000 archivos de la organización fascista española Hazte Oír –revelados por WikiLeaks– dan cuenta del testimonio del filósofo y exyunquista López Luengos, en el que describe el método de espionaje-contraespionaje, ocultación y control de El Yunque. En España, la asociación secreta de origen mexicano basa su estructura orgánica en células independientes; sus miembros usan seudónimos y espían a sacerdotes, obispos y movimientos, a los cuales infiltran; usan los métodos del “choque de carneros”, el conflicto, la polarización, la “contraguerrilla” y las amenazas. Su objetivo: alcanzar el poder político para “instaurar el Reino de Cristo en la Tierra.
Los más de 17.000 archivos que WikiLeaks reveló de la fascista Hazte Oír contienen copias de correos electrónicos relacionados con la asociación secreta de origen mexicano El Yunque. Entre éstos destaca un correo escrito por el filósofo y exyunquista Fernando López Luengos, dirigido, entre otros, al reaccionario Ignacio Arsuaga, presidente de la organización española, donde da cuenta del actuar de los yunquistas para alcanzar el poder político y con éste “instaurar el Reino de Cristo en la tierra”.
En éste se adjunta un archivo pdf con su testimonio, que posteriormente fue avalado por el Ministerio Fiscal en el procedimiento ordinario 285⁄2012 interpuesto en el Juzgado de Primera Instancia número 45 de Madrid, y por el cual se solicitaba a la justicia española que Hazte Oír fuera disuelta porque formaba parte de El Yunque. En éste, López Luengos describía el método de espionaje y contraespionaje, ocultación y control que emplea El Yunque en España.
La asociación secreta de origen mexicano, aseguraba el filósofo y exintegrante de la misma, basa su estructura orgánica en células independientes similares a las de los servicios de inteligencia convencionales: “cada célula desconoce la existencia y composición de otras células. Sus miembros tienen prohibido saludarse en público y actúan como si no se conociesen (salvo que hubiera entre ellos alguna relación natural anterior). En sus reuniones deben guardar severas medidas de seguridad: tienen que aparcar su vehículo a dos manzanas del lugar, sólo pueden entrar en grupos de dos o tres personas, deben quitar las baterías a sus [teléfonos] móviles, deben inspeccionar las ventanas del recinto y examinar posibles cámaras ocultas, etcétera”.
Todos los integrantes del Yunque actúan bajo seudónimos y, por juramento, están obligados a guardar el más riguroso secreto sobre la organización, sobre sus estrategias y sus miembros. “Para ello, desde sus inicios trabajan en pre-organizaciones secretas –que no son propiamente El Yunque aunque están dirigidas por el mismo – , son entrenados en técnicas de engaño utilizando mentiras planificadas y sistemáticas, que incluyen la ocultación de toda información a los propios padres, incluso en el caso de adolescentes menores de edad”.
El testimonio del filósofo y exyunquista habla del uso sistemático de un “sistema de inteligencia interior”, que opera a través de dos áreas establecidas a las que El Yunque denomina secretarías de Información y de Higiene. Éstas se encargan del control informativo, pues entre otras cosas bloquean cualquier información no autorizada entre los miembros dependiendo de su rango (“los miembros inferiores ignoran muchos datos esenciales y obedecen ciegamente”), además de detectar a delatores. Los integrantes tienen prohibido investigar al Yunque y deben conformarse con los datos que les sean revelados para desempeñar las misiones que les encomiendan.
En forma particular, la Secretaría de Higiene es la que establece las normas de seguridad generales y ordena quién es el encargado de este tema en cada reunión del grupo, así como de generar las instrucciones específicas que deben cumplir los miembros.
Por su parte, la Secretaría de Información opera en dos frentes: el externo y el interno. En el primero se incluye la “recogida sistemática de información de gente ajena a la organización. Para ello, desde los primeros años de pertenencia a la organización se acostumbran a hacer semanalmente informes sobre cualquier persona o entidad que pueda ser de algún modo útil a la organización. Estos informes son recogidos y clasificados en un centro de control (Secretaría de Información). […] Este sistema de espionaje, fiel a su criterio de primordialidad sobre cualquier realidad familiar o social, ha incluido en algunos casos [de menores de edad cooptados] la realización de informes sobre los propios padres. E igualmente afecta a todo tipo de realidad eclesial: sacerdotes, obispos o responsables de movimientos son espiados. Y sus movimientos, cuando son de algún interés para la organización, son registrados en informes que se envían puntualmente. En algunos casos se hace un seguimiento exhaustivo”.
Aunado a ello, miembros del grupo político Yunque se infiltran en órganos directivos de asociaciones y organizaciones “que luchan por la vida, por la familia o por la libertad de educación”, movimientos eclesiales, en distintos medios de comunicación y en grupos políticos, y “lo han intentado en diversos movimientos y en plataformas dirigidas por laicos cristianos, para desde ahí influir en la sociedad”. A través del secretismo también se infiltran entre gente de la Iglesia.
“Durante años, los miembros del Yunque en España han trabajado utilizando la energía de la gente que trabajaba con ellos sin que éstos supieran su pertenencia a la organización ‘reservada’ e ignorando sus segundas intenciones”, señalaba el exyunquista y reconocido ultraconservador.
Del testimonio de López Luengos se desprende que en el ámbito interno también se dan labores de espionaje y de contraespionaje, al usar a “miembros fieles que fingen descontento para ganarse la confianza de los desencantados o de los posibles desertores para neutralizar su influjo o sus planes. Es un delicado sistema de espionaje y contraespionaje interior que afecta también a personas externas de las que se sospecha pueden llevar a cabo acciones contra el secreto de la organización”.
Respecto del espionaje, apunta que “han engañado durante años a personas cuya confianza conquistaron, para obtener información privilegiada para los fines de su organización (para lograr el control y poder y para promocionar a la propia organización)”.
El testimonio de López Luengos, que se basa no sólo en su experiencia sino en las de otras 30 personas que fueron cooptadas por El Yunque o tuvieron relación con sus miembros, apuntaba que cuando queda al descubierto un integrante o una actividad de la organización, “utilizan también los medios de ‘contraguerrilla’ convencionales, que incluyen el descrédito del delator y también las amenazas”.
Agregaba que “cuando algunas personas que les descubrieron han querido advertir a otros para que no sufrieran la misma decepción y para evitar que fueran manipulados y utilizados, los miembros del Yunque, lejos de aceptar este hecho, han actuado enérgicamente para mantener el secreto quebrantando violentamente la caridad cristiana: han difamado cruelmente a los que los descubrieron, han provocado a veces por acción y otras veces por omisión, su linchamiento tratándoles de enemigos del movimiento objetor o de la causa provida y difamándoles públicamente e incluso en medios de comunicación. También han recurrido a amenazas legales cuando han temido que alguien publicara sus acciones en internet”.
En contextos que consideran adversos o en los cuales puede quedar al descubierto su actuar, los yunquistas y filo-yunques “habitualmente aplican como método el ‘choque de carnero’, el conflicto y la polarización”. En estos escenarios, apuntaba que los cristianos de diversos movimientos y realidades eclesiales “ingenuamente no aciertan a creer que un cristiano comprometido sea capaz de utilizar la confianza y amistad para espiar, infiltrarse e intentar dominar cualquier realidad social y religiosa”.
Por todo ello, el filósofo López Luengos consideraba que “el error –grave error– [de El Yunque] radica en pretender hacer una lectura del Evangelio desde los presupuestos de un grupo político que actúa en secreto buscando una eficacia elevada por medio de sus estrategias de control de poder y de ocultación, hasta el punto de adoptar de manera sistemática el método del tradicional servicio de inteligencia tan determinante durante los años de la Guerra Fría”.
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