Estados Unidos. La renuncia de Andrew Cuomo, acusado de abuso sexual, pone por primera vez a una mujer en la gobernación de Nueva York

Esta­dos Uni­dos. La renun­cia de Andrew Cuo­mo, acu­sa­do de abu­so sexual, pone por pri­me­ra vez a una mujer en la gober­na­ción de Nue­va York

Por Gua­da­lu­pe Trei­bel, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 20 de agos­to de 2021.

En pocos días, Kathy Hochul asu­mi­rá como gober­na­do­ra del esta­do de Nue­va York tras la escan­da­lo­sa dimi­sión de Andrew Cuo­mo, acu­sa­do de abu­so sexual. Es la opor­tu­ni­dad para que, por pri­me­ra vez, una mujer ocu­pe ese pues­to polí­ti­co. Con voca­ción de poder, ella ya sue­ña con reno­var man­da­to en las pró­xi­mas elec­cio­nes, de 2022.

El esta­do de Nue­va York ten­drá una mujer gober­na­do­ra por pri­me­ra vez en su his­to­ria, una vez que se haga efec­ti­va la renun­cia de Andrew Cuo­mo el 24 de agos­to. Kathy Hochul, actual vice, será quien tome la batu­ta en el capi­to­lio de Albany, sien­do la siguien­te en la línea de suce­sión. “Como alguien que ha ser­vi­do en todos los nive­les del gobierno, estoy lis­ta”, fue con­tun­den­te la polí­ti­ca de 62 años, que asu­mi­rá el desa­fian­te pues­to tras cono­ci­do escán­da­lo… Caí­do en des­gra­cia, Cuo­mo se vio obli­ga­do a dimi­tir fren­te a la pre­sión de líde­res demó­cra­tas (inclui­do el actual pre­si­den­te, Joe Biden), que pidie­ron al tres veces gober­na­dor dar un paso al cos­ta­do tras el alu­vión de denun­cias por aco­so sexual en su con­tra, en su mayo­ría de emplea­das de su admi­nis­tra­ción. Aun­que él nie­ga las acu­sa­cio­nes, el infor­me de 165 pági­nas que pre­sen­tó recien­te­men­te la fis­cal gene­ral de NY, Leti­tia James, tras 5 meses de inves­ti­ga­ción, fue con­tun­den­te: no solo con­fir­mó los tes­ti­mo­nios de 11 muje­res, con­clu­yen­do que “Andrew Cuo­mo vio­ló la ley esta­tal y fede­ral” y que “no fue­ron inci­den­tes ais­la­dos sino un patrón de com­por­ta­mien­to”; tam­bién com­pro­bó los esfuer­zos inti­mi­da­to­rios de su equi­po por ins­ta­lar una cul­tu­ra de mie­do y, asi­mis­mo, por des­acre­di­tar las voces de las víctimas.

A pesar de inte­grar la fór­mu­la en los últi­mos dos man­da­tos de AC, el nom­bre de Hochul no figu­ra en el infor­me. Más aún, ella estu­vo entre quie­nes soli­ci­ta­ron enfá­ti­ca­men­te que dimi­tie­ra, tachan­do de “repul­si­vo e ile­gal” su com­por­ta­mien­to. Su apa­ren­te fal­ta de cono­ci­mien­to sobre la “con­duc­ta inapro­pia­do” de Coumo no extra­ña a ana­lis­tas polí­ti­cos: Kathy jamás for­mó par­te del círcu­lo cer­cano del gober­na­dor salien­te. De hecho, hay quie­nes le lan­zan dar­di­tos enve­ne­na­dos a Hochul por su rol “mera­men­te cere­mo­nial” como vice, esgri­mien­do que solo se dedi­có a “ser una cara ama­ble” mien­tras reco­rría los con­da­dos para inau­gu­ra­cio­nes y even­tos. Otras per­so­nas, empe­ro, recuer­dan que ese tra­ba­jo his­tó­ri­ca­men­te ha teni­do un poder muy limi­ta­do y que no debie­ra poner un man­to de duda sobre las capa­ci­da­des de Hochul.

“Detrás de su esti­lo sereno, su entu­sias­mo por reu­nir­se con votan­tes y tuits serios en apo­yo al #Bicy­cle­Day y al #Natio­nal­Ce­real­Day, se escon­de una polí­ti­ca sagaz y prag­má­ti­ca que ha sido sub­es­ti­ma­da en momen­tos cru­cia­les”, ano­ta el New York Times sobre esta abo­ga­da de bajo per­fil. El Washing­ton Post tam­bién ha remar­ca­do que “ha tra­ba­ja­do duro, paso a paso, con tena­ci­dad, demos­tran­do su valía una y otra vez mien­tras prác­ti­ca­men­te nadie le daba boli­lla”. Aún con una lar­ga tra­yec­to­ria, es una vir­tual des­co­no­ci­da para muchí­si­mos esta­dou­ni­den­ses. Quie­nes sí la cono­cen, le augu­ran éxi­to en su veni­de­ra ges­tión, sub­ra­yan­do algu­nas de sus cua­li­da­des: una per­so­na­li­dad cau­ti­va­do­ra, habi­li­dad para cul­ti­var rela­cio­nes, volun­tad de bus­car con­sen­so. De momen­to, a Hochul le toca dise­ñar una agen­da de prio­ri­da­des que, según ha anti­ci­pa­do, se enfo­ca­rá en la pan­de­mia y sus con­se­cuen­cias eco­nó­mi­cas y edu­ca­ti­vas, dan­do fon­dos de ayu­da a los sec­to­res más gol­pea­dos. De con­fir­mar, como se espe­ra, a la sena­do­ra afro­es­ta­dou­ni­den­se Andrea Ste­wart-Cousins para que ejer­za de vice, NY sería el úni­co esta­do con dos muje­res en las máxi­mas posi­cio­nes polí­ti­cas. Con un pre­su­pues­to a admi­nis­trar de 212 mil millo­nes de dóla­res, dicho sea de paso.

A lo lar­go de su carre­ra, KH ha defen­di­do el dere­cho al abor­to, el matri­mo­nio igua­li­ta­rio, el aumen­to del sala­rio míni­mo, el pro­gra­ma de salud Medi­ca­re; tam­bién ha com­ba­ti­do la cri­sis de los opioi­des, el aco­so sexual en cam­pus uni­ver­si­ta­rios, etcé­te­ra. Sin embar­go, los sec­to­res de izquier­da de su par­ti­do aún son renuen­tes a ban­car incon­di­cio­nal­men­te a una dama que tien­de más a la mode­ra­ción que al pro­gre­sis­mo. No se olvi­dan de cómo, a prin­ci­pios de la déca­da del 2000, Kathy se opu­so a que inmi­gran­tes indo­cu­men­ta­dos soli­ci­ta­ran una licen­cia de con­du­cir. O cómo, tiem­po des­pués, se decla­ró a favor del uso de armas con fines depor­ti­vos, mien­tras era res­pal­da­da por la Aso­cia­ción Nacio­nal del Rifle (NRA, por sus ini­cia­les en inglés). En los últi­mos años, empe­ro, Hochul cam­bió radi­cal­men­te de pare­cer, viró 180 gra­dos su posi­ción res­pec­to a ambas cues­tio­nes. De hecho, cri­ti­có dura­men­te a la NRA tras la Masa­cre de Sandy Hook, pidien­do que se robus­te­cie­ran las leyes que per­mi­ten el acce­so a armas de fuego.

Naci­da en NY en 1958, su nom­bre de bau­tis­mo es Kath­leen Mary Court­ney y fue cria­da en el seno de una fami­lia cató­li­ca de raí­ces irlan­de­sas, de bajos recur­sos. Sus vie­jos vivie­ron los pri­me­ros años de matri­mo­nio en un remol­que. Papá Jack era un obre­ro meta­lúr­gi­co que tra­ba­ja­ba en una fábri­ca por las noches y asis­tía a la uni­ver­si­dad duran­te el día, has­ta que even­tual­men­te se abrió camino en la indus­tria tec­no­ló­gi­ca, fun­dan­do una empre­sa prós­pe­ra. Mamá Pat, ama de casa, abrió un refu­gio tran­si­to­rio para víc­ti­mas de vio­len­cia domés­ti­ca en honor a su pro­pia madre, víc­ti­ma de abu­so. De la casa de sus abue­los pater­nos, Kathy recuer­da dos imá­ge­nes que col­ga­ban lado a lado, “ubi­ca­das de mane­ra tal que tuvie­ran mis­mo pro­ta­go­nis­mo: la de Jesús y la de John F. Ken­nedy, líde­res caris­má­ti­cos y compasivos”.

Estu­dió en la Uni­ver­si­dad de Syra­cu­se y en la Uni­ver­si­dad Cató­li­ca de Amé­ri­ca, don­de se doc­to­ró en Dere­cho. En los 80s, se casó con Will Hochul, exfis­cal fede­ral, de allí su ape­lli­do actual. Nomás gra­duar­se, labu­ró como ase­so­ra legal del con­gre­sis­ta John LaFal­ce y, lue­go, del sena­dor Daniel Patrick Moy­nihan, ambos del Par­ti­do Demó­cra­ta. Más tar­de se vol­ca­ría de lleno a la polí­ti­ca local, des­en­vol­vién­do­se como con­ce­jal de Ham­burg, pue­blo del con­da­do de Erie, duran­te casi déca­da y media. Le siguió el pues­to de secre­ta­ria del men­ta­do con­da­do duran­te 4 años; aun­que alcan­zó noto­rie­dad nacio­nal recién en 2011, cuan­do obtu­vo un esca­ño en la Cáma­ra de Repre­sen­tan­tes por un dis­tri­to que lle­va­ba más de 4 déca­das en manos repu­bli­ca­nas. “Tras el bre­ve paso por el Con­gre­so, Hochul se mudó a su loca­li­dad natal, Búfa­lo, para tra­ba­jar como abo­ga­da en el ban­co M&T. Esta­ba en ello cuan­do en 2014 se le acer­có Cuo­mo para ofre­cer­le ser su com­pa­ñe­ra de fór­mu­la…”, ofre­ce El País. Y el res­to, como sue­le decir­se, es his­to­ria… His­to­ria por venir. 

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