«Israel». Escándalo del espionaje sionista: ‘El spyware Pegasus amenaza a las democracias de todo el mundo’

«Israel». Escán­da­lo del espio­na­je sio­nis­ta: ‘El spy­wa­re Pega­sus ame­na­za a las demo­cra­cias de todo el mundo’

Resu­men Medio Orien­te /​09 de agos­to de 2021 – Israel el pro­vee­dor de armas, equi­pos y sis­te­mas de repre­sión a muchos gobier­nos que vio­lan los dere­chos huma­nos, tam­bién ven­de soft­wa­re de espio­na­je a nume­ro­sos regí­me­nes auto­ri­ta­rios, como Pega­sus que per­mi­te acce­der a cual­quier telé­fono móvil en cual­quier lugar, espian­do a perio­dis­tas, opo­si­to­res y acti­vis­tas de los dere­chos humanos.

Israel está moles­to con Ben & Jerry’s, que ya no quie­re ven­der hela­dos en los terri­to­rios ocu­pa­dos, escri­be el perio­dis­ta de MO* Peter Speet­jens. El res­to del mun­do cen­tra su indig­na­ción en el pro­gra­ma espía Pega­sus que Israel ha ven­di­do a todo tipo de regí­me­nes auto­ri­ta­rios. Des­car­tar cíni­ca­men­te esto como una nue­va varian­te tec­no­ló­gi­ca de un jue­go ances­tral sería un gra­ve error.

El 19 de julio, el fabri­can­te Ben & Jerry’s anun­ció que deja­ría de ven­der hela­dos en los terri­to­rios pales­ti­nos ocu­pa­dos, ya que con­tra­di­ce los valo­res que defien­de la empre­sa. La deci­sión pro­vo­có una tor­men­ta de indig­na­ción en Israel.

El boi­cot a Israel ‑una demo­cra­cia rodea­da de islas de terror- refle­ja cómo [el mun­do] ha per­di­do el rum­bo», dijo el pri­mer minis­tro israe­lí, Naf­ta­li Ben­nett. El minis­tro de Asun­tos Exte­rio­res israe­lí, Yair Lapid, habló de una «ver­gon­zo­sa ren­di­ción» ante el anti­se­mi­tis­mo y el movi­mien­to inter­na­cio­nal de boi­cot BDS (Boi­cot, Des­in­ver­sión y Sanciones).

El 28 de julio, 90 de los 120 miem­bros de la Knes­set, el par­la­men­to del Esta­do de Israel, fir­ma­ron una car­ta abier­ta diri­gi­da a Ben & Jerry’s en la que se les pedía que revo­ca­ran «el boi­cot a los pue­blos y ciu­da­des de Israel». Lla­ma la aten­ción que, aun­que Ben & Jerry’s sólo quie­re dejar de ven­der hela­dos en los terri­to­rios ocu­pa­dos, la deci­sión se pre­sen­te como un ata­que a todo el Esta­do de Israel.

Mien­tras tan­to, hubo mucha menos indig­na­ción por el soft­wa­re de espio­na­je que Israel ha ven­di­do a nume­ro­sos regí­me­nes auto­ri­ta­rios. Con el nom­bre del caba­llo ala­do de la mito­lo­gía grie­ga, Pega­sus per­mi­te acce­der a cual­quier telé­fono móvil en cual­quier lugar. El soft­wa­re pue­de inclu­so acti­var el micró­fono y la cáma­ra sin que el pro­pie­ta­rio del telé­fono lo sepa.

Pega­sus es una crea­ción del Gru­po NSO, una de las dece­nas de empre­sas israe­líes espe­cia­li­za­das en vigi­lan­cia y ciber­se­gu­ri­dad. Según la NSO, el pro­gra­ma sólo sir­ve para com­ba­tir a «cri­mi­na­les y terro­ris­tas» y por eso sólo se ven­de a gobier­nos que res­pe­tan los dere­chos humanos.

En cuan­to a esto últi­mo, bas­ta con men­cio­nar los paí­ses de los que se sabe que han com­pra­do la «dro­ga del caba­llo» israe­lí: Méxi­co, Azer­bai­yán, Kazajs­tán, Hun­gría, India, Emi­ra­tos Ára­bes Uni­dos (EAU), Ara­bia Sau­dí, Bah­rein, Marrue­cos, Ruan­da y Togo. Nin­guno de estos paí­ses es cono­ci­do como paran­gón de la demo­cra­cia y los dere­chos humanos.

La inves­ti­ga­ción rea­li­za­da por For­bid­den Sto­ries y Amnis­tía Inter­na­cio­nal, en cola­bo­ra­ción con 17 orga­ni­za­cio­nes de medios de comu­ni­ca­ción, tam­bién mues­tra que los «delin­cuen­tes y terro­ris­tas» no son en abso­lu­to los prin­ci­pa­les obje­ti­vos del pro­gra­ma espía Pegasus.

A par­tir de una lis­ta fil­tra­da de más de 50.000 núme­ros de telé­fono selec­cio­na­dos por los clien­tes de NSO, el lla­ma­do Pro­yec­to Pega­sus pudo ave­ri­guar la iden­ti­dad que había detrás de 1.400 núme­ros. Entre ellos: unos 180 perio­dis­tas y 250 acti­vis­tas de dere­chos humanos.

La pla­ta­for­ma mediá­ti­ca liba­ne­sa Daraj, para la que tam­bién tra­ba­jo, fue uno de los socios del pro­yec­to y cen­tró su inves­ti­ga­ción prin­ci­pal­men­te en el mun­do ára­be, don­de se encuen­tran algu­nos de los prin­ci­pa­les usua­rios del soft­wa­re: los EAU, Ara­bia Sau­dí y Marruecos.

Los EAU y Marrue­cos tenían cada uno unos 10.000 núme­ros de telé­fono en la lis­ta. Un pasa­tiem­po caro. Según una lis­ta de pre­cios de 2016, NSO cobró 650.000 dóla­res por infil­trar 10 telé­fo­nos, ade­más de 500.000 dóla­res de cos­tes de ins­ta­la­ción y un 17% de cuo­ta de man­te­ni­mien­to anual. Los 100 obje­ti­vos adi­cio­na­les cues­tan 800.000 dólares.

Los EAU tenían has­ta 3.000 núme­ros en Catar en la lis­ta, entre ellos el del pro­pio emir y el del perio­dis­ta jor­dano Yas­ser Abu Hila­la, que diri­gió Al Jazee­ra entre 2014 y 2018. Toda­vía no se sabe a quién per­te­ne­cían los otros números.

En Irak, los EAU siguie­ron a polí­ti­cos, minis­tros, par­la­men­ta­rios, ofi­cia­les de inte­li­gen­cia, emba­ja­do­res y al líder espi­ri­tual Sayed Ali al-Sis­ta­ni. Otro núme­ro des­ta­ca­do de la lis­ta era el del actual pri­mer minis­tro del Kur­dis­tán ira­quí, Mas­rour Barzani.

En Yemen y Egip­to, el Pri­mer Minis­tro y casi todos los minis­tros fue­ron vigi­la­dos. Los sau­díes hicie­ron lo mis­mo con los minis­tros egip­cios, espe­cial­men­te en el momen­to de la Cum­bre Ára­be de 2019 en Túnez.

Pero el poder del telé­fono móvil como oídos y ojos de otro lle­ga mucho más allá del ámbi­to polí­ti­co. El 4 de mar­zo de 2018, los guar­da­cos­tas indios detu­vie­ron a la prin­ce­sa Lati­fa, hija del jeque Moha­med bin Rashid Al Mak­toum de Dubái, y la envia­ron de vuel­ta a casa. Había hui­do del rei­no de los jeques en yate unos días antes. La sex­ta espo­sa del jeque Mak­toum, la prin­ce­sa Haya, tuvo más éxi­to cuan­do huyó a Ingla­te­rra un año des­pués. El Pro­yec­to Pega­sus mues­tra cómo los Emi­ra­tos Ára­bes Uni­dos, tras su vue­lo, inter­vi­nie­ron los telé­fo­nos de ambas seño­ras y de su círcu­lo de amistades.

El ser­vi­cio de inte­li­gen­cia sau­dí hizo lo mis­mo con el telé­fono del perio­dis­ta Jamal Khashog­gi jus­to antes de que fue­ra ase­si­na­do en Estam­bul el 2 de octu­bre de 2018. Las auto­ri­da­des marro­quíes tam­bién uti­li­za­ron el pro­gra­ma espía NSO para ata­car a perio­dis­tas y opo­si­to­res en par­ti­cu­lar. MO* infor­mó sobre esto a prin­ci­pios de este año en una entre­vis­ta con el acti­vis­ta egip­cio de la pri­va­ci­dad Ramy Raoof.

Los Emi­ra­tos Ára­bes Uni­dos tam­bién se diri­gie­ron a perio­dis­tas inter­na­cio­na­les como Brad­ley Hope, del Wall Street Jour­nal, Simon Kerr, del Finan­cial Times, y Greg Cars­torm, de The Eco­no­mist. Tam­bién siguie­ron a la acti­vis­ta de dere­chos huma­nos Alaa Sid­diq, que murió en un acci­den­te de trá­fi­co el 19 de junio, y a su jefe Yah­ya Asi­ri. Tam­bién fue­ron espia­dos Ahmed Man­sour, en pri­sión des­de 2017 por «difun­dir men­ti­ras», y acti­vis­tas sau­díes como Lou­jain Al-Hath­loul, Omar Abdu­la­ziz y Gha­nem Al-Dosari.

La escri­to­ra india Arundha­ti Roy se pre­gun­ta­ba en un ensa­yo para The Guar­dian: «¿Qué debe­mos pen­sar de Pega­sus? Des­car­tar­lo cíni­ca­men­te como una nue­va varia­ción tec­no­ló­gi­ca de un jue­go anti­guo (…) sería un gra­ve error. Nues­tros telé­fo­nos móvi­les for­man par­te de nues­tro yo más ínti­mo. Las reve­la­cio­nes del Pro­yec­to Pega­sus demues­tran que la ame­na­za poten­cial es más gene­ra­li­za­da que cual­quier otra for­ma de espio­na­je y vigilancia».

Tam­bién la India uti­li­zó con entu­sias­mo a Pega­sus. Y aquí tam­po­co se tra­ta­ba de «cri­mi­na­les y terro­ris­tas». Según Roy, los cer­ca de 1.000 núme­ros de telé­fono de la lis­ta pare­cen un quién es quién de los opo­si­to­res a la agen­da nacio­na­lis­ta hin­dú en el país.

Nos diri­gi­mos hacia un esta­do en el que esta­mos gober­na­dos por esta­dos que saben todo lo que hay que saber sobre el pue­blo, pero cuyo pue­blo sabe cada vez menos», dijo Roy. Esta asi­me­tría sólo pue­de con­du­cir en una direc­ción. Mal­dad. Y el fin de la democracia».

El fin de la demo­cra­cia. Esto es bas­tan­te iró­ni­co para un país al que le gus­ta pre­sen­tar­se como «la úni­ca demo­cra­cia de Orien­te Medio». Una demo­cra­cia que, como resul­ta, pro­por­cio­na a paí­ses como los EAU, Ara­bia Sau­dí y Marrue­cos los oídos y los ojos para cor­tar de raíz los desa­rro­llos democráticos.

Una demo­cra­cia que sólo pue­de lla­mar­se así si no tene­mos en cuen­ta a los millo­nes de pales­ti­nos que viven en Gaza y Cis­jor­da­nia bajo la bota mili­tar israelí.

Y ahí es don­de el boi­cot a Ben & Jerry’s y Pega­sus se encuen­tran. Ambos pro­vie­nen de la ocu­pa­ción mili­tar. El pro­gra­ma espía se desa­rro­lló para opri­mir a la gen­te de allí. A prin­ci­pios de este año, MO* publi­có un aná­li­sis de cómo Israel tam­bién ame­na­za la pri­va­ci­dad de sus pro­pios ciudadanos.

La ocu­pa­ción mili­tar es como un enor­me ele­fan­te en la vitri­na israe­lí. Y el escán­da­lo que rodea a Pega­sus sólo ha dado a Ben & Jerry’s más razo­nes para no ven­der hela­dos en los terri­to­rios ocupados.

Articu­lo ori­gi­nal: https://​www​.mo​.be

Fuen­te: http://​dias​po​ra​saha​raui​-es​.blogs​pot​.com

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