Méxi­co. Bio­com­bus­ti­ble: la ardua lucha con­tra la buro­cra­cia, los impues­tos y el cri­men organizado

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de agos­to de 2021.

Dos veces por sema­na, Moi­sés Flo­res envía sus camio­ne­tas a reco­rrer gran­des res­tau­ran­tes y cade­nas de comi­da rápi­da para reco­ger lo que, de otra mane­ra, ter­mi­na­ría en la basu­ra: acei­te de freír usa­do. Pue­bla, su ciu­dad natal en el cen­tro de Méxi­co, es un foco gas­tro­nó­mi­co, que cuen­ta con muchos res­tau­ran­tes, hote­les y escue­las de coci­na que uti­li­zan mucho acei­te que pue­de con­ver­tir­se en bio­dié­sel para el sec­tor del transporte.

Méxi­co con­su­me 1280 millo­nes de litros de acei­te de coci­na por año. La mitad se uti­li­za en las indus­trias ali­men­ti­cia y gas­tro­nó­mi­ca, y el res­to se usa en las casas. Hace una déca­da, el acei­te resi­dual ter­mi­na­ba en la basu­ra o se echa­ba a la pile­ta, lo que gene­ra­ba un pro­ble­ma para las plan­tas de tra­ta­mien­to de aguas resi­dua­les, que aca­ba­ban con cañe­rías y sis­te­mas tapados.

Lue­go, sur­gió el reci­cla­je y, en la actua­li­dad, el acei­te de coci­na usa­do es una mate­rial por el que se les paga a los res­tau­ran­tes, lo que resul­ta un cam­bio de para­dig­ma orga­ni­za­do por empren­de­do­res eco­ló­gi­cos, que son los pio­ne­ros en el movi­mien­to del bio­dié­sel en Méxi­co. Moi­sés Flo­res es uno de ellos.

Moises Flores with a test tube sample of his biodiesel
Moi­sés Flo­res, empren­de­dor del bio­dié­sel e inge­nie­ro, con una mues­tra de su bio­dié­sel, hecho con acei­te de coci­na usa­do, en la ofi­ci­na de su fábri­ca, Amro, en Pue­bla, Méxi­co. Ima­gen: San­dra Weiss.

Reci­clar acei­te de coci­na en bene­fi­cio del clima

“Estoy resol­vien­do dos pro­ble­mas ambien­ta­les —decla­ra Flo­res — . Estoy sacan­do resi­duos de cir­cu­la­ción y con­vir­tién­do­los en com­bus­ti­ble lim­pio y res­pe­tuo­so con el cli­ma”. El hom­bre de 32 años habla des­de su fábri­ca en el oes­te de Pue­bla y recuer­da cómo se le ocu­rrió la idea hace una déca­da. Méxi­co enton­ces comen­za­ba a tomar más en serio las accio­nes sobre el cli­ma y a esta­ble­cer sus pri­me­ras refor­mas en ener­gía, des­pués de haber sido el país anfi­trión de la cum­bre mun­dial del cli­ma COP16, cele­bra­da en Can­cún en el 2010. Ese com­pro­mi­so aumen­tó aún más tan solo cin­co años des­pués, cuan­do Méxi­co defi­nió su com­pro­mi­so volun­ta­rio de reduc­ción de car­bono en los tér­mi­nos del Acuer­do de París.

“Se abrió una ven­ta­na para el bio­dié­sel”, recuer­da Car­los Cam­pos, pre­si­den­te del Con­se­jo Nacio­nal del Bio­dié­sel, que reúne a más de dos doce­nas de empren­de­do­res ade­más de otros gru­pos de accionistas.

Pero agre­ga que “el cam­bio ha sido frus­tran­te­men­te len­to”. Eso se debe, en gran par­te, a que “Méxi­co —según Cam­pos— nun­ca ha legis­la­do una cuo­ta míni­ma de mez­cla de bio­dié­sel, como lo han hecho Euro­pa o muchos esta­dos de Esta­dos Unidos”.

Expli­ca que la Unión Euro­pea regu­ló y dio un fuer­te apo­yo a la crea­ción de una mez­cla de bio­dié­sel, lo que faci­li­tó un mer­ca­do nue­vo, aun­que en lugar de uti­li­zar acei­te usa­do de vege­ta­les pren­sa­dos, res­pal­dó el éster metí­li­co de semi­llas de cano­la, que es más com­pa­ti­ble con moto­res sen­si­bles, en espe­cial, los de los auto­mó­vi­les con motor diésel.

El Gobierno mexi­cano jamás ins­ti­tu­yó cuo­tas, nor­mas ni mez­clas. Sin regu­la­cio­nes que los apo­yen, los empren­de­do­res tuvie­ron que hacer todo prác­ti­ca­men­te solos, y nun­ca hubo un auge de bio­dié­sel en Méxi­co como el que hubo en la UE.

No obs­tan­te, los empre­sa­rios con men­ta­li­dad eco­ló­gi­ca, como Cam­pos y Flo­res, se vol­ca­ron con entu­sias­mo al nue­vo sec­tor: crea­ron una red de reco­lec­ción del acei­te de coci­na resi­dual, desa­rro­lla­ron la tec­no­lo­gía para pro­ce­sar­lo y esta­ble­cie­ron un mer­ca­do para el bio­dié­sel ecológico.

Amro employees
Con fre­cuen­cia, los emplea­dos de Amro reco­lec­tan el acei­te de coci­na usa­do de res­tau­ran­tes loca­les y lo lle­van a la fábri­ca de Amro, don­de es con­ver­ti­do en bio­dié­sel. Ima­gen: San­dra Weiss.

El padre de Flo­res se ocu­pa­ba de la cha­ta­rra, por lo que la idea de reci­cla­je esta­ba en los genes de su hijo. Los estu­dios de Inge­nie­ría del joven en la Uni­ver­si­dad esta­tal de Pue­bla (cuna de la indus­tria auto­mo­triz en Méxi­co) lo pusie­ron en con­tac­to con los moto­res. Apren­dió que el acei­te pren­sa­do (obte­ni­do median­te el pren­sa­do de fru­tos o semi­llas) era un com­bus­ti­ble mucho más efi­cien­te de pro­du­cir que, por ejem­plo, el éster metí­li­co de semi­llas de cano­la o que el eta­nol, uti­li­za­do a veces como adi­ti­vo en los moto­res de gasolina.

Y, a dife­ren­cia del auto­mó­vil eléc­tri­co, que sigue en desa­rro­llo, el acei­te de coci­na reuti­li­za­do no reque­ría de la cons­truc­ción de un motor nue­vo con bate­rías pesa­das ni de la extrac­ción de meta­les raros.

Los acei­tes de vege­ta­les pren­sa­dos son idea­les para usar en el motor Els­bett, inven­ta­do a fina­les de los seten­ta, pero tam­bién pue­den uti­li­zar­se como una mez­cla en moto­res dié­sel comu­nes más anti­guos. La mayo­ría de las flo­tas de auto­bu­ses y de trans­por­te de car­ga de Pue­bla fun­cio­na con dié­sel, así que es un mer­ca­do dis­po­ni­ble.Los aca­dé­mi­cos tam­bién creían que el bio­dié­sel podía ser un com­bus­ti­ble alter­na­ti­vo y res­pe­tuo­so con el cli­ma para los paí­ses emer­gen­tes, como Méxi­co. Eso con­ven­ció a Flores.

Un buen com­bus­ti­ble de tran­si­ción para paí­ses en desarrollo

“Los paí­ses emer­gen­tes no podrán intro­du­cir los [auto­mó­vi­les] eléc­tri­cos de la noche a la maña­na —sos­tie­ne la cien­tí­fi­ca Geor­gi­na Coral San­do­val — . Nues­tra flo­ta [nacio­nal] de vehícu­los nece­si­ta 30 años para ser reno­va­da”. San­do­val lide­ra el clús­ter de bio­dié­sel de segun­da gene­ra­ción en el Cen­tro de Inves­ti­ga­ción y Asis­ten­cia en Tec­no­lo­gía y Dise­ño del Esta­do de Jalis­co (CIATEJ), en Gua­da­la­ja­ra. “Por lo tan­to, nece­si­ta­mos tec­no­lo­gías de tran­si­ción que nos per­mi­tan redu­cir emi­sio­nes tam­bién en moto­res con­ven­cio­na­les”, dice.

Por esa y otras razo­nes, las con­di­cio­nes están dadas en Méxi­co para el uso de bio­dié­sel fabri­ca­do a par­tir de acei­te vege­tal pren­sa­do. El cli­ma (en gran par­te tem­pla­do, pero no muy húme­do) tam­bién ayu­da. El frío espe­sa el bio­dié­sel y, en tem­pe­ra­tu­ras cer­ca­nas a los cero gra­dos, el acei­te de coci­na se coa­gu­la y obs­tru­ye los fil­tros de los vehícu­los, y estos ya no fun­cio­nan. Dema­sia­da hume­dad cau­sa pro­ble­mas de hon­gos y moho, y arrui­na rápi­do el combustible.

Carlos Campos and Georgina Coral Sandoval
Car­los Cam­pos, pre­si­den­te del Con­se­jo Nacio­nal del Bio­dié­sel, y la inves­ti­ga­do­ra Geor­gi­na Coral San­do­val del Cen­tro de Inves­ti­ga­ción y Asis­ten­cia en Tec­no­lo­gía y Dise­ño del Esta­do de Jalis­co (CIATEJ), en Gua­da­la­ja­ra, Méxi­co. Ima­gen: San­dra Weiss.

Rea­li­zan­do inves­ti­ga­cio­nes en el depó­si­to de su padre y en el labo­ra­to­rio de la uni­ver­si­dad, Flo­res con­si­guió los fil­tros ade­cua­dos y uti­li­zó con éxi­to un pro­ce­so cono­ci­do como la cavi­ta­ción mag­né­ti­ca para lim­piar el acei­te de resi­duos de una mane­ra que, ade­más, aho­rra ener­gía. Intro­du­jo el con­trol de cali­dad, ya que el acei­te impu­ro con muy poca lubri­ci­dad pue­de dejar inu­ti­li­za­ble un motor dié­sel. Eso es lo que suce­dió en los pri­me­ros tiem­pos del bio­dié­sel en Méxi­co, lo que ale­jó a los clientes.

Flo­res pro­bó su pro­to­ti­po de com­bus­ti­ble en su pro­pio vehícu­lo dié­sel. “Ando 100 % a bio­dié­sel”, seña­la con orgu­llo. Expli­ca que, si bien el com­bus­ti­ble requie­re de un man­te­ni­mien­to más fre­cuen­te del motor, has­ta el momen­to no ha expe­ri­men­ta­do problemas.

magnetic cavitation cylinders
Moi­sés Flo­res, comer­cian­te de bio­dié­sel e inge­nie­ro, fren­te a sus cilin­dros de cavi­ta­ción mag­né­ti­ca, en Pue­bla, Méxi­co. Ima­gen: San­dra Weiss.

Muchos clien­tes y un revés impositivo

Flo­res se con­tac­tó con poten­cia­les con­su­mi­do­res (prin­ci­pal­men­te, empre­sa­rios de auto­bu­ses y camio­nes) y con posi­bles pro­vee­do­res de acei­te resi­dual (en su mayo­ría, cade­nas de comi­da rápi­da). Y el nego­cio empe­zó a tener éxi­to, fun­da­men­tal­men­te, según expli­ca flo­res, por moti­vos eco­nó­mi­cos: su bio­dié­sel es 10 % más eco­nó­mi­co que el dié­sel con­ven­cio­nal en la gaso­li­ne­ra y tie­ne casi el mis­mo alcance.

En la actua­li­dad, Flo­res paga un poco menos de 7 pesos (35 cen­ta­vos de dólar) por un litro de acei­te de coci­na usa­do, mien­tras que un litro de bio­dié­sel se ven­de por 12 pesos (60 cen­ta­vos). En teo­ría, eso es un mar­gen de ganan­cia sóli­do, pero el Esta­do se que­da con 4 pesos (20 cen­ta­vos) en con­cep­to de impues­tos, por lo que el empre­sa­rio con­ser­va solo 1 peso (5 cen­ta­vos) de ganan­cia. Esto se debe a una refor­ma impo­si­ti­va del 2013, que no le dio nin­gu­na ven­ta­ja al bio­dié­sel sus­ten­ta­ble, sino que lo gra­vó a la mis­ma tasa que los com­bus­ti­bles fósi­les convencionales.

“Eso fue un gran con­tra­tiem­po. Ese impues­to nos des­tru­yó eco­nó­mi­ca­men­te a muchos de noso­tros”, sos­tie­ne Cam­pos. Enton­ces, des­de un pun­to de vis­ta finan­cie­ro, los empre­sa­rios sobre­vi­ven al ope­rar en una zona legal gris y cla­si­fi­can el bio­dié­sel de acei­te vege­tal como un “adi­ti­vo para com­bus­ti­ble”, y así su ven­ta que­da exen­ta del impues­to al acei­te mine­ral. Pero esto tie­ne sus pro­ble­mas: las empre­sas que ope­ran en la zona gris no uti­li­zan car­te­le­ría pro­mo­cio­nal ni tie­nen pre­sen­cia en inter­net para publi­ci­tar el uso de bio­dié­sel de acei­te resi­dual. Amro, la empre­sa de Flo­res, publi­ci­ta de mane­ra ofi­cial su pro­duc­to como un “adi­ti­vo para com­bus­ti­ble”, prin­ci­pal­men­te, en redes sociales.

Exis­te otra razón pru­den­te para ser tan cau­te­lo­so: una orga­ni­za­ción cri­mi­nal vio­len­ta del sec­tor de la gaso­li­na en Méxi­co no solo acce­de de mane­ra ile­gal a las tube­rías y secues­tra camio­nes cis­ter­na, sino que tam­bién asal­ta a los pro­duc­to­res o los chan­ta­jea para eli­mi­nar la competencia.

Emplea­dos ver­tien­do acei­te de coci­na usa­do y fil­tra­do en tan­ques más gran­des. Ima­gen: San­dra Weiss.

Demo­ras en la regu­la­ción estatal

El pro­ble­ma prin­ci­pal, sin embar­go, con­ti­núa sien­do el Gobierno mexi­cano, que aún no ha esta­ble­ci­do un con­jun­to de regu­la­cio­nes cohe­ren­tes para una tran­si­ción de los com­bus­ti­bles fósiles.

Exis­ten raí­ces his­tó­ri­cas de este pro­ble­ma: en 1938 el enton­ces pre­si­den­te Láza­ro Cár­de­nas nacio­na­li­zó la indus­tria petro­le­ra que, en aquel momen­to, esta­ba en manos de empre­sas esta­dou­ni­den­ses. Se fun­dó la empre­sa esta­tal Pemex, y esta se con­vir­tió en un fac­tor impul­sor en la moder­ni­za­ción e indus­tria­li­za­ción del país, en espe­cial des­pués del des­cu­bri­mien­to del petró­leo cos­ta afue­ra en el gol­fo de Méxi­co. Pemex tam­bién se con­vir­tió en un pro­vee­dor impor­tan­te de mone­da extran­je­ra y de ingre­sos pre­su­pues­ta­rios. Sin embar­go, en la déca­da del noven­ta, Pemex per­dió su com­pe­ti­ti­vi­dad debi­do a la corrup­ción, poli­ti­za­ción y a una buro­cra­cia excesiva.

La refor­ma ener­gé­ti­ca del 2013 aflo­jó el mono­po­lio esta­tal del com­bus­ti­ble y per­mi­tió más com­pe­ten­cia en el sec­tor de la ener­gía, bajo la super­vi­sión de una auto­ri­dad regu­la­to­ria autó­no­ma. Al prin­ci­pio, las ener­gías reno­va­bles, apo­ya­das por el sec­tor pri­va­do, expe­ri­men­ta­ron un auge. Pero eso cam­bió de repen­te en el 2018 cuan­do Andrés Manuel López Obra­dor subió al poder. Sus crí­ti­cos sos­tie­nen que él quie­re lle­var a Pemex de regre­so a los días del mono­po­lio esta­tal del petró­leo y que su polí­ti­ca ener­gé­ti­ca depen­de en gran medi­da de los com­bus­ti­bles fósiles.

“Des­de enton­ces, el bio­dié­sel se ha con­ver­ti­do en un tema tabú”, afir­ma Cam­pos. Si bien algu­nos fun­cio­na­rios están intere­sa­dos en tec­no­lo­gías ami­ga­bles con el medioam­bien­te, otros quie­ren más impues­tos en las arcas del Esta­do, o tan solo temen come­ter erro­res y pre­fie­ren no hacer nada, según expli­ca. “Enton­ces, esta­mos atra­pa­dos”, con­clu­ye Campos.

Emplea­dos fil­tran acei­te de coci­na usa­do recién reco­lec­ta­do. Ima­gen: San­dra Weiss.
Bido­nes de acei­te de coci­na api­la­dos en la fábri­ca Amro. El cie­rre de res­tau­ran­tes duran­te la pan­de­mia pro­vo­có una esca­sez de acei­te de coci­na resi­dual, lo que fre­nó la pro­duc­ción del bio­dié­sel. Ima­gen: San­dra Weiss.

Dis­tin­tas ONG medioam­bien­ta­les, como Sal­va la Sel­va, han seña­la­do múl­ti­ples con­tra­dic­cio­nes en las polí­ti­cas guber­na­men­ta­les sobre el sec­tor del bio­dié­sel. Cri­ti­ca­ron un pro­gra­ma des­ti­na­do al fra­ca­so, per­te­ne­cien­te al minis­te­rio de Agri­cul­tu­ra mexi­cano, que alen­ta­ba a los cam­pe­si­nos a plan­tar jatro­fas (ricas en acei­te) en el esta­do de Chia­pas. El Gobierno esta­ble­ció allí una fábri­ca de bio­dié­sel en el 2012 y con­ven­ció a los gran­je­ros de cul­ti­var 14 000 ha (apro­xi­ma­da­men­te 34 600 acres) de jatrofas.

“Tal como ocu­rrió en Tan­za­nia y en India, el expe­ri­men­to ter­mi­nó en un desas­tre” debi­do a la fal­ta de estu­dios pre­vios sobre el cul­ti­vo y la ren­ta­bi­li­dad de esas plan­tas sil­ves­tres, según escri­be Sal­va la Sel­va en un infor­me. “Las semi­llas ger­mi­na­ron mal, las pla­gas ata­ca­ron las plan­ta­cio­nes, y solo el 10 % de las plan­tas sobre­vi­vió”, afir­ma el docu­men­to. Al año siguien­te, los gran­je­ros dis­gus­ta­dos cul­ti­va­ron plan­tas ali­men­ti­cias, y la fábri­ca de bio­dié­sel se pudre en la sel­va tropical.

La com­pe­ten­cia por la tie­rra con los cul­ti­vos de plan­tas ali­men­ti­cias sigue sien­do un obs­tácu­lo gran­de para el bio­dié­sel en Méxi­co. “Nece­si­ta­mos más inves­ti­ga­ción para encon­trar otras y mejo­res mate­rias pri­mas [para el bio­dié­sel]”, admi­te San­do­val, quien está expe­ri­men­tan­do con leva­du­ra y con orga­nis­mos uni­ce­lu­la­res. Algu­nos cole­gas de ella están tra­ba­jan­do con algas. Pero la celu­lo­sa o los des­per­di­cios de las fábri­cas de tequi­la o de las cur­ti­du­rías tam­bién podrían fun­cio­nar. “Sin mate­ria pri­ma sufi­cien­te, es impo­si­ble cons­truir una indus­tria del biodiésel”.

¿Una solu­ción ami­ga­ble con el cli­ma para ciu­da­des contaminadas?

Los pro­duc­to­res de bio­dié­sel tie­nen otra espe­ran­za y es que su pro­duc­to pue­da ofre­cer algo de ali­vio a un pro­ble­ma urbano catas­tró­fi­co: las ciu­da­des de Méxi­co están aho­ga­das por los gases de esca­pe. En Ciu­dad de Méxi­co, la con­ta­mi­na­ción del aire es peli­gro­sa y ries­go­sa para la salud, aun­que la ciu­dad capi­tal ha exten­di­do las bici­sen­das o ciclo­vías y, des­de hace déca­das, es obli­ga­to­rio que todos los vehícu­los des­can­sen una vez por semana.

A pesar de estas medi­das, la flo­ta vehi­cu­lar de la ciu­dad está aumen­tan­do. Hay cin­co millo­nes de auto­mó­vi­les regis­tra­dos en el área metro­po­li­ta­na de vein­te millo­nes de habi­tan­tes. Según San­do­val, el 80 % de los con­ta­mi­nan­tes del trans­por­te pro­vie­nen de moto­res diésel.

Clau­dia Shein­baum, jefa de gobierno de Ciu­dad de Méxi­co, quien repre­sen­tó al país en un panel de exper­tos del Gru­po Inter­gu­ber­na­men­tal de Exper­tos sobre el Cam­bio Cli­má­ti­co de la ONU, quie­re dis­mi­nuir de mane­ra drás­ti­ca esas emi­sio­nes. Anun­ció un plan para redu­cir las emi­sio­nes del trans­por­te en un 30 % para el final de su man­da­to en el 2024. Otras ciu­da­des, inclui­das Gua­da­la­ja­ra y Pue­bla, tie­nen pla­nes similares.

“Esta­ría satis­fe­cho si los 5000 auto­bu­ses dié­sel que brin­dan el ser­vi­cio muni­ci­pal en Ciu­dad de Méxi­co fun­cio­na­ran con un por­cen­ta­je de bio­dié­sel”, afir­ma Cam­pos. Un pase al bio­dié­sel en las ciu­da­des ofre­ce­ría un sus­ten­to fun­da­men­tal a la indus­tria de ener­gía alter­na­ti­va, que con­ti­núa luchando.

La COVID-19 tuvo un impac­to en el nego­cio, ya que algu­nos res­tau­ran­tes cerra­ron o están ope­ran­do al míni­mo, lo que redu­ce la pro­vi­sión de acei­te de coci­na resi­dual. Amro ven­día has­ta 200 000 litros por sema­na antes de la pan­de­mia. Eso se redu­jo a 50 000 litros debi­do al colap­so de la pro­vi­sión de acei­te de freír residual.

Sin embar­go, aún no está cla­ro has­ta qué pun­to pue­de mejo­rar el aire de la ciu­dad con el bio­dié­sel. Hart­mut Sch­nei­der, espe­cia­lis­ta en moto­res y pro­fe­sor en la Uni­ver­si­dad de las Amé­ri­cas en Pue­bla (UDLAP), seña­la que, si bien la mez­cla de bio­dié­sel dis­mi­nu­ye las emi­sio­nes de car­bono, no redu­ce otros con­ta­mi­nan­tes tóxi­cos pro­du­ci­dos duran­te la com­bus­tión del motor dié­sel, tales como el monó­xi­do de car­bono, los óxi­dos de nitró­geno que pro­du­cen esmog, e hidro­car­bo­nos cancerígenos.

Moises Flores and Hartmut Schneider
El líder de la empre­sa Amro, Moi­sés Flo­res, y el ingeniero/​profesor Hart­mut Sch­nei­der deba­ten sobre el pro­ce­so de cavi­ta­ción mag­né­ti­ca para puri­fi­car el acei­te de coci­na usa­do y con­ver­tir­lo en bio­dié­sel de cali­dad. Ima­gen: San­dra Weiss.

¿Podrían las mez­clas nue­vas ofre­cer una solución?

El reci­cla­je de des­per­di­cios y la crea­ción de una eco­no­mía cir­cu­lar, así como el sen­ti­do común de trans­for­mar el des­per­di­cio en mate­ria pri­ma reno­va­ble, con­ti­núan sien­do argu­men­tos sóli­dos a favor del biodiésel.

Pero, en Méxi­co, no solo hay menos acei­te de coci­na en el mer­ca­do en la actua­li­dad (pro­ba­ble­men­te, un pro­ble­ma tem­po­ral), sino que exis­te una feroz bata­lla emer­gen­te por el que está dis­po­ni­ble. El bio­dié­sel tie­ne una com­pe­ten­cia fuer­te: los pro­duc­to­res nacio­na­les de ali­men­tos para animales.

El acei­te de coci­na usa­do tie­ne un alto con­te­ni­do caló­ri­co, por lo que es popu­lar para engor­dar ani­ma­les. Debi­do a que las empre­sas de ali­men­tos para ani­ma­les tie­nen un mar­gen mayor de ganan­cia, pue­den pagar más por la mate­ria pri­ma que lo que pue­den pagar los fabri­can­tes de biodiésel.

Otra polí­ti­ca está agra­van­do la esca­sez de mate­ria pri­ma. “En con­se­cuen­cia, algu­nos pro­duc­to­res de bio­dié­sel impor­ta­ban acei­te de coci­na vie­jo des­de Esta­dos Uni­dos, Cana­dá o Asia —expli­ca Cam­pos — . Pero, duran­te el nue­vo Gobierno [mexi­cano], las licen­cias de impor­ta­ción no fue­ron reno­va­das. Solo un puña­do de empre­sas tie­nen per­mi­ti­do impor­tar com­bus­ti­ble a México”.

San­do­val pro­po­ne una mez­cla de acei­tes como solu­ción. “Los pro­duc­to­res bra­si­le­ños han teni­do bue­nas expe­rien­cias con una mez­cla de 60 % acei­te vege­tal, 5 % acei­te de coci­na vie­jo y 35 % gra­sa ani­mal… Esta mez­cla nos per­mi­ti­ría expan­dir en gran medi­da la pro­vi­sión de biodiésel”.

Por supues­to que pri­me­ro debe­ría expan­dir­se la capa­ci­dad de pro­duc­ción. Según Cam­pos, en la actua­li­dad, la capa­ci­dad a nivel nacio­nal está en dos millo­nes de litros de bio­dié­sel por mes. Si el Gobierno esta­ble­cie­ra una cuo­ta del 5 % para el bio­dié­sel, se nece­si­ta­rían dos millo­nes de litros por día.

Un emplea­do vacía un con­te­ne­dor de acei­te de coci­na usa­do sobre una tela de fil­tra­do; es la par­te mecá­ni­ca del pro­ce­so de puri­fi­ca­ción. Ima­gen: San­dra Weiss.

“El bio­dié­sel solo es exi­to­so en paí­ses don­de el Esta­do envía seña­les cla­ras, como en Colom­bia o en la UE”, expli­ca Cam­pos, y agre­ga que hay cier­ta urgen­cia en el tema. “Si no con­se­gui­mos un avan­ce para el 2024, esta­mos aca­ba­dos” como indus­tria. Esto se debe a que ya exis­ten nue­vas tec­no­lo­gías en el mer­ca­do, como el acei­te vege­tal hidro­ge­na­do (HVO, por sus siglas en inglés), inven­ta­do por Nes­te, una empre­sa finlandesa.

Esta tec­no­lo­gía inyec­ta hidró­geno en acei­tes vege­ta­les, por lo que pue­de pro­ce­sar un acei­te muy con­ta­mi­na­do o de baja cali­dad. “Méxi­co no tie­ne esta tec­no­lo­gía —advier­te Cam­pos — . Es muy cos­to­sa y deman­da mucha ener­gía, ade­más de reque­rir refi­ne­rías ope­ra­das por espe­cia­lis­tas”. Si el HVO cobra fuer­za a nivel inter­na­cio­nal antes de que Méxi­co pue­da for­ta­le­cer su indus­tria local del bio­dié­sel, los empre­sa­rios mexi­ca­nos, como Cam­pos y Flo­res, podrían ter­mi­nar que­bran­do y se per­de­ría una impor­tan­te opor­tu­ni­dad en mate­ria de sustentabilidad.

Ima­gen del ban­ner: Comi­da al paso en las calles de Ciu­dad de Méxi­co. Méxi­co con­su­me 1280 millo­nes de litros de acei­te de coci­na por año en las indus­trias ali­men­ti­cia y gas­tro­nó­mi­ca y en los hoga­res. Ima­gen: Pho­tos­toc­ke­di­tor (domi­nio público).

Artícu­lo ori­gi­nal: https://​news​.mon​ga​bay​.com/​2​0​2​1​/​0​7​/​b​i​o​f​u​e​l​-​i​n​-​m​e​x​i​c​o​-​u​p​h​i​l​l​-​b​a​t​t​l​e​-​a​g​a​i​n​s​t​-​b​u​r​e​a​u​c​r​a​c​y​-​o​r​g​a​n​i​z​e​d​-​c​r​i​me/

Toma­do de Mon­ga­bay Latam

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