Por José García Sánchez, Resumen Latinoamericano, 26 de agosto de 2021.
La queja de los líderes mexicanos de los partidos de oposición ante la OEA, en Washington llegan a este organismo internacional en medio de la peor crisis de credibilidad de su historia.
Su complicidad en el golpe de Estado blando en Bolivia, contra Evo Morales, donde atestiguó un fraude electoral ficticio y sus declaraciones tendenciosas sobre gobiernos, terminó por disminuir su peso en la comunidad internacional.
Su presidente, Luis Almagro, corre el peligro de convertirse en nada y con ello la OEA diluye su influencia política en el continente. La victoria posterior del partido de Evo desenmascaró su intervencionismo, al año de la intervención, con la victoria de Luis Arce Catacora, también del partido Movimiento al Socialismo (MAS).
La visita de los líderes opositores a Estados Unidos conjuntamente con la supuesta huida del ex candidato panista a la presidencia de la República, Ricardo Anaya, llegan también en mal momento para Estados Unidos. El nuevo conteo de más de 2 millones 100 mil votos en Maricopa, Arizona, vuelve a poner en duda el triunfo electoral de Biden, porque la supervisión de noviembre fue descalificada por los republicanos por falta de capacitación de los supervisores y manipular el conteo. Los resultados de dicho conteo, iniciado el 26 de abril, se darán a conocer en unos días más.
En un “espectáculo”, como le llaman los republicanos, que pone en crisis la democracia de Estados Unidos, al acusar fraude electoral en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 2020, encabezado por Joe Biden. Estados Unidos no presta oídos a nadie que le haga más complicada su vida política.
Si la derecha en México estuviera fuerte, ya fuera por el número de mexicanos que simpatizan con su causa, o, por lo menos con un nutrido número de militantes o que tuviera proyectos sólidos o propuestas políticas congruentes, serviría de mucho a Joe Biden, quien se apoyaría en ese conglomerado de mexicanos dentro y fuera de sus fronteras para mostrar músculo, pero no es el caso.
La fortaleza política de Estados Unidos, basada en el mito de la gran democracia mundial, se deshizo hace algunos años. Ningún país puede tener un gobierno representativo con sólo dos partidos políticos, con la misma idea administrativa y prácticamente con los mismos dueños.
La derecha mexicana también se encuentra en el peor momento y de esto no tiene la culpa el actual gobierno federal sino una pasividad que se aproxima a la negación de la vida, como señalaba Erich Fromm. A estos personajes que viajaron con dinero de los contribuyentes al vecino país, les quedó fija la idea de que el resto del mundo empezaba y terminaba en territorio estadounidense y acuden como si se tratara del Gran Inquisidor; sin embargo, ese otro poderoso vecino, ahora necesita ayuda y es más práctico y conveniente que se la brinde la administración de López Obrador que la decadente derecha mexicana.
Para los republicanos no hay duda del fraude electoral, incluso aseguran que se perpetró a nivel masivo en toda la Unión Americana. Sobre este fraude Luis Almagro guarda silencio, porque también la debilitada OEA necesita de ganadores a su lado y por el momento está en duda la legitimidad del gobierno de Biden.
Desde luego que la derecha mexicana actúa más por inercia que por conocimiento de la historia o de la política y cree, ingenuamente, que tendrá algún apoyo en su acusación contra el partido en el poder de supuesta infiltración del narco en las elecciones del 6 de junio, donde Morena volvió a desgastar a la oposición en las urnas.
A la derecha mexicana le cambiaron el mundo, empezando por su país y no se dio cuenta por estarle buscando errores al contrincante. Con estos alardes de denuncias internacionales la derecha mexicana muestra su crisis y las crisis ajenas, sobre todo la de aquellos que solían ser sus aliados.
José García Sánchez. Periodista mexicano
@Josangasa3
Fuente: Rebelión.