Por Itzamná Ollantay, Resumen Latinoamericano, 18 de agosto de 2021.
Brujo es aquella persona que tiene la capacidad espiritual y cognitiva de ver una realidad que otros (por más que la miren) no la ven. El brujo mira, ve, interactúa e intenta comunicar dicha realidad. En ese sentido, incluso anuncia y puede prevenir sucesos futurísticos.
En Los Andes del Perú, a finales del siglo XIX, durante la Guerra entre Perú y Chile, los tropas chilenas hablaban de un brujo: «Andrés Avelino Cáceres, el brujo de Los Andes». Este militar peruano, según historias coloquiales, poseía una capacidad cognitiva de prever las estrategias y tácticas militares chilenas antes que ocurriesen, y así venció al enemigo, en el campo de batalla, en barias ocasiones. Incluso sus enemigos le atribuían la capacidad de bilocación (estar en varios lugares al mismo tiempo).
A dos siglos de la República peruana, en Los Andes del Centro del Perú, aparece un sujeto sociopolítico, que inicialmente fue asumido como «filántropo de Los Andes», por la prensa corporativa peruana. Se trata del médico cirujano Vladimir Cerrón, fundador y Secretario General del partido político Perú Libre, de tendencia de izquierda nacionalista, actualmente partido en función de Gobierno.
En la medida que la admiración y simpatía social se aglomeraba al rededor de la fuerza organizativa y narrativa política post neoliberal de Cerrón y Perú Libre, la prensa corporativa peruana fue convirtiendo a Cerrón de ser el «filántropo» en el mismísimo demonio comunista de Los Andes.
La multimillonaria guerra mediática contra Cerrón y contra el Perú Libre, lejos de convertirlos en los «enemigos internos» del Perú, los convirtió en la histórica e inédita primera fuerza política del país, hasta convertirlo en el partido político ganador (sin dinero, pero sí con ideas) en las recientes elecciones generales del bicentenario del Perú. Así, Pedro Castillo llegó a ser el primer Presidente Campesino del Perú de muchas sangres.
Ante esta inexplicable capacidad política comunicacional de Cerrón y de su comando político, la humillada y adolorida oligarquía peruana inventó el mito de «Vladimir Cerrón el brujo de Los Andes» quien irremediablemente condenaría al Perú, con sus maléficas intenciones, al comunismo. En consecuencia, la consigna oligárquica fue y es: «matar políticamente a Cerron». Le aplicaron muerte política con las estrategias judiciales, pero Cerrón no murió.
Así fue cómo, en el Perú bicentenario, incluso en núcleos de clases medias letradas, anidó y anida la superstición de: «Cerrón es un brujo. Debemos alejarlo del actual Gobierno peruano. Nos va a llevar al pandemonio del comunismo». Y Vladimir Cerrón, con su silencio largo, y casi estoico, abonó a que la atmósfera supersticiosa casi sobrenatural se infundiese e irradiase.
Pero, el domingo último, por la noche, en una televisora peruana de señal abierta Vladimir «rompió el hechizo» y habló… Y efectivamente es un Brujo, no únicamente de Los Andes del Perú, sino de toda Abya Yala. No sólo porque humilló y derrotó intelectualmente a su «entrevistador, apologeta del neoliberalismo», sino porque tiene la capacidad de ver y prever las dolorosas desgracias que el sistema neoliberal están ocasionando en el Perú y en Abya Yala.
Después de escuchar los planteamientos y argumentos de Vladimir Cerrón, más allá que estemos o no de acuerdo con esas ideas, lo que queda claro es que la oligarquía lo demoniza porque el Brujo tiene las ideas claras y distintas, y las sabe comunicar con una tranquilidad casi estoica.