Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano, 12 de agosto de 2021.
«Cada elección es un mundo de creatividad y responsabilidad», dijo a periodistas el presidente venezolano, Nicolás Maduro, sintetizando el camino que condujo a las primarias del PSUV. Una imagen que resume la diferencia sustancial entre la ritualidad del voto en países gobernados por la democracia burguesa y el proceso de participación colectiva que caracteriza a cada elección en la Venezuela bolivariana. No es poca diferencia, ya que marca la distancia entre los enunciados y la realidad, mide la dialéctica entre conflicto y consenso, probando constantemente la legitimidad del poder.
Los mecanismos de legitimidad de los que dispone un partido revolucionario para confirmar y consolidar su dirección están, evidentemente, históricamente determinados. Y si, como enseña Cuba, el Partido Comunista ha resistido durante más de sesenta años y administra con provecho una sociedad basada en la igualdad y el compartir, no es, como quiere la propaganda burguesa, en virtud de la fuerza y la coacción (la «dictadura»), pero de una fructífera relación entre la voluntad de las masas conscientes y la dirección del partido que las representa.
La única democracia verdadera es el socialismo, dijo el siglo XX. Y esto sigue siendo cierto incluso en el siglo actual. La pandemia, otro capítulo dramático de la crisis sistémica del capitalismo, lo ha vuelto a demostrar, desde China hasta Cuba y Venezuela. El laboratorio bolivariano pone la misma convicción a prueba de los nuevos desafíos, consciente de haber acudido al gobierno por las urnas y no por las armas.
Y por eso, cuando el presidente Maduro dice que tomó la decisión de las primarias luego de examinar el uso de esta práctica en otros países, ciertamente lo hizo a partir de esta consideración. «Hemos pasado por golpes de Estado, asaltos mercenarios, francotiradores, invasiones – dijo Maduro – hemos pasado por todo, pero nada ha alterado el camino del voto y nada lo perturbará jamás».
Por el contrario, en los países capitalistas, los partidos de izquierda han utilizado el método de las primarias para sancionar la muerte del centralismo democrático, de la autoridad y la disciplina colectiva que habían permitido al partido bolchevique mantener a raya a la burguesía durante setenta años, y que todavía hoy permiten que China imponga la superioridad de un modelo colectivo gestionado por el Estado, sobre el capitalista.
«Pedimos que Europa venga a Venezuela y aprenda a hacer una elección democrática, eficaz, transparente y rápida», dijo el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, tras votar en las primarias abiertas del PSUV. Un proceso que, según los primeros resultados, ha tenido una gran y festiva participación popular: 3,5 millones de personas han hecho cola desde la madrugada, acompañando los candidatos y las candidatas por desplegar esa formidable organización de base que constituye la nerbatura del Partido Socialista Unido de Venezuela, el más grande. en Latinoamérica.
En la primera rueda de prensa sobre las elecciones primarias, el vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, agradeció a las personas que integran la extraordinaria maquinaria electoral del partido. Una estructura de más de 7.260.000 inscritos y inscritas, comprometidos en varios niveles de militancia, pero que siempre responden con una altísima participación, mostrando la fuerza popular de un gran partido, al mismo tiempo de cuadros y de movimiento.
Una fuerza transparente y cohesionada, que no tuvo miedo de aceptar por unanimidad la propuesta del presidente Maduro, quien también es presidente del partido, al que el Congreso había delegado la facultad de decidir los procedimientos de las elecciones internas, el 5 de marzo de este año. Ocho años después de la muerte del comandante Chávez, Maduro quiso retomar su docencia una vez más, enfocándose en la democracia interna y la madurez de la base: no solo indicando las primarias, sino también abriendo el voto a los no carnetizados. Primarias abiertas, de hecho.
Un procedimiento que también ha puesto en crisis a los de la oposición que han tenido que presenciar los juegos fraudulentos de la extrema derecha, que ‑recordó Cabello- quemó las actas para ocultar los fraudes, como sucedió con motivo de la consulta paralela e ilegal convocada para oponerse a la Asamblea Nacional Constituyente, en 2017. ¿Pero cómo podrían ciertos partidos que existen más en el papel que en la realidad y que en ocasiones registran veinte militantes convocar a las primarias? ¿Con quién y para quién los harían?
El PSUV, por el contrario, utiliza este instrumento de democracia interna no para formalizar corrientes que luchan entre sí por la supremacía, sino para consolidar la unidad, que se considera un bien precioso. Unidad dentro y también con los aliados del Gran Polo Patriótico, explicó Cabello, ya que el PSUV tiene una visión inclusiva, abierta a todo aquel que considere interesante su proyecto.
Las primarias fueron también un evento de trascendencia internacional, bien conducido a nivel comunicativo por el trabajo de la comisión de Agitación Propaganda y Comunicación del partido, dirigida por Tania Díaz, que relanzó el método de Chávez del uno por diez: un militante, es decir, tiene el deber de multiplicar el mensaje, y el voto, por 10.
Tanto a Maduro como a Diosdado, los periodistas también pidieron noticias del diálogo y de los encuentros con la parte más extremista de la derecha, que se llevarán a cabo en México. Maduro dijo que, hasta el momento, no ha habido relación con el gobierno de Biden, aunque sentarse con el golpismo venezolano significa en la práctica escuchar la palabra del dueño norteamericano, que siempre ha movido los hilos de sus títeres. En todo caso, «el diálogo está muy avanzado, incluso con el llamado G4» y siete capitúlos ya estan listos, dijo el mandatario, reiterando los tres puntos puestos sobre la mesa por el gobierno bolivariano: fin de las medidas coercitivas unilaterales contra el país bolivariano, liberación de los bienes incautados y aceptación de las autoridades constitucionales, con relativo abandono de la violencia por parte de la extrema derecha.
A estos puntos, prosiguió el mandatario, se suma un cuarto: la ampliación del diálogo también a los demás componentes de la oposición, que tienen una representación electoral real. El camino, repitió Maduro, es el del debate y de la democracia. Las primarias del PSUV indican la dirección correcta.