Por Juan Guahán, Resumen Latinoamericano, 26 de septiembre de 2021.
foto Alberto Fernández con Juan Manzur
Unidos por noviembre! Hay un relanzamiento del gobierno, aunque mucho de lo “nuevo” es lo “viejo” con otro collar, en nombres y contenidos. El peronismo quedó en el pueblo y no en las dirigencias. Revertir resultados PASO es algo más que poner plata.
Según el mensaje oficial, el gobierno se ha remozado. Para ese discurso, un nuevo gabinete nacional y los cambios en la Provincia de Buenos Aires son elocuente muestra de haber escuchado la “voz del pueblo” y del relanzamiento del gobierno. Según esas opiniones, expresadas por el propio Presidente y sus nuevos funcionarios, después del “debate” reina la unidad y ha vuelto el federalismo, hasta estamos dejando atrás la pandemia. Lo real es que frente a un progresismo ‑nuevamente empantanado- vuelve un agotado peronismo, lo hace de la mano de un kirchnerismo confundido y de la tradicional dirigencia del PJ y del sindicalismo. Dicen que hay plata para que la economía arranque y para cumplir con el FMI. ¡Todo sea por las próximas elecciones! Juan Manzur cree que si eso sale bien sigue hasta el 2023 y después también…
Lo dicho forma parte de la imagen que transmiten el gobierno y sus seguidores. Evalúan que –con ello- se revertirán los resultados de las PASO. La principal estrategia para lograrlo es poner plata en el bolsillo de la gente.
Pero como sabemos: “Del dicho al hecho hay un gran trecho”. Aquí se tratará de mostrar la realidad de la situación y sus perspectivas.
LOS PIES DE BARRO DE LA PROPUESTA: “UNIDAD Y FEDERALISMO”
Estas dos ideas estuvieron presentes durante toda la crisis.
A poco de asumir Alberto Fernández viajó al interior y allí alzó la voz para decir que era el “porteño más federal” y que cogobernaría con los mandatarios provinciales.
Pero esa perspectiva se perdió y la esencia de su gobierno quedó acotada a los imprecisos límites del Gran Buenos Aires, que ni siquiera abarcaban a la pampa húmeda, el país que imaginaron Rivadavia y la Generación del 80. El resto del país era apenas un área folklórica donde residían los “pajueranos”, que estaban pa’juera del centro, que era la Gran Urbe y su periferia.
Con el avance de la industrialización había venido el 17 de octubre y el peronismo. Parecía que las cosas rumbeaban para el lado de una Argentina, más justa, soberana, digna, equilibrada y feliz, pero la reacción estaba al acecho.
El desarme de la Argentina industrial fue el fin. En el conurbano se habían alojado centenares de miles de obreros que equilibraba la influencia de la perversa dominación portuaria. Buenos Aires se hizo más grande, el poder siguió estando en manos portuarias pero ahora la rodeaban millones que iban ingresando en un futuro sin futuro.
El país también crecía, pero lo hacía de un modo injusto y desigual. El país agroexportador, se transformó en el país minero-forestal-agro-exportador. El puerto de Buenos Aires y el collage de puertos privados a los largo del Río Paraná hablaban de la indecencia de un país cada vez más unitario al servicio del extractivismo, como política oficial. Por allí se iban las riquezas y penetraban las ideas que promueven esas fugas. Los gobiernos se turnaban pero estas políticas se quedaban.
Por eso aquella idea de Alberto de cogobernar con los mandatarios del interior, fue una idea y nada más, en el mejor de los casos: un autoengaño.
Vino la debacle electoral y se dieron cuenta que esa frustración tenía que ver con seguir sosteniendo ese país furiosamente unitario gobernado por un núcleo de peronistas aporteñados con algunas clases mal entendidas de un progresismo discursivo. Lo que podrían haber sido legítimas reivindicaciones de recuperación de derechos de minorías diversas fueron usadas para tapar la inexistencia de políticas a favor de las mayorías, del equilibrio interno, la integridad y soberanía nacional.
El país portuario y al servicio de minorías elitistas siguió sano y salvo mientras el país real padece una descomposición donde las provincias y regiones se preguntan por las ventajas de pertenecer a una entidad nacional que los desprotege y abandona.
Pero de eso no se habla.
“UNIDAD” DEL PERONISMO, PARA SEGUIR EN EL GOBIERNO
La historia del peronismo tiene como clave la lucha interna por la hegemonía del mismo. Esa prolongada disputa está plagada de claroscuros. En ella el nacionalismo popular ocupa el lugar central de sus concepciones, confrontando con el liberalismo que se fue haciendo fuerte en la oposición.
Mientras vivía Evita, los trabajadores tenían un peso significativo y una favorable situación internacional nos beneficiaba, la balanza del poder se inclinaba hacia el pueblo y sus avances.
La situación cambió en la primera mitad de la década de los 50’. La muerte de Evita, la recomposición imperial bajo la hegemonía norteamericana fueron los antecedentes más inmediatos. Debilidades originarias, fracasos económicos y cierta burocratización interna abrieron la puerta para el avance de la conspiración gorila que aprovechó las señaladas debilidades. Perón no peleó, los golpistas ganaron y cambiaron el signo del gobierno. El peronismo fue proscripto, desarticulada una parte de su organización y perseguida la militancia popular.
Pero 18 años de resistencia de los trabajadores, avalada por un combativo Perón exiliado, reinstaló las perspectivas de transformación. Una franja juvenil, de trabajadores y estudiantes, le dio continuidad a esa lucha y se arraigó en la sociedad. Superó los límites de aquel nacionalismo popular que había devenido en conservador y le dio al peronismo un cariz revolucionario, aspirando transformar la sociedad.
Perón volvió, el peronismo fue gobierno. Pero una violenta lucha interna se instaló en el centro del escenario. El avance de los sectores conservadores, desde una dirigencia sindical que se había aburguesado y con un progresivo aval de Perón, se fue consolidando. Las organizaciones populares, sus dirigentes, los funcionarios y gobernadores identificados con las perspectivas de transformación fueron expulsados y obligados a renunciar. Con la muerte de Perón ‑1974- la situación terminó de derrapar. En el peronismo habían triunfado las corrientes más conservadoras.
Al final de la dictadura militar, al amparo de la persecución de Alfonsín a sectores de la dirigencia del peronismo revolucionario, la reorganización de ese movimiento se hizo dentro de las reglas institucionales del Partido Justicialista (PJ).
Aquel debate y contradicciones internas en el seno de un movimiento popular, que lo habían acompañado durante 30 años, quedaron cristalizadas en un partido electoral más, muy semejante al de los adversarios liberales.
Gran parte del pueblo llano fue progresivamente transformado en clientela y no protagonista de esa fuerza.
Casualmente ‑aunque no tan casualmente- en ése período la Argentina profundizó, en lo económico-social, la decadencia que inauguró la dictadura genocida de 1976.
La audacia de Néstor Kirchner enmarcada en las rebeliones del 19 y 20 de diciembre del 2001 le permitió erigirse como Presidente y poner en marcha ciertas mejoras de ingresos a los sectores populares. Los precios internacionales de nuestros productos primarios le dieron condiciones de viabilidad a ese neo desarrollismo distribucionista.
Modificadas las condiciones internacionales la situación se complicó y el cristinismo no pudo continuar exitosamente por la misma senda.
Las diferencias entre el peronismo dirigencial y las bases crecieron.
Un gobierno, sin rumbo, completó el escenario de la derrota de las PASO.
Ahora el gobierno pretende salir de este berenjenal mediante un giro hacia el viejo peronismo: los tradicionales sindicalistas, los gobernadores peronistas y el PJ, todo vestido con el ropaje de “escuchar la voz del pueblo”.
No es descartable que esta maniobra le dé algunos resultados en el camino a cumplir con su necesidad de sostenerse en el manejo del Estado, principal objetivo de esta maniobra.
REVERTIR EL RESULTADO DE LAS PASO ES ALGO MÁS QUE PONER PLATA
Cuando se habla de las pasadas PASO se hace hincapié en estas consideraciones sobre el Frente de Todos por una razón elemental: No es que las elecciones las ganó la oposición, sino que las perdió el peronismo. Los números eso es lo que indican.
Con los resultados en la mano, el objetivo del oficialismo es claro: En lo inmediato: Revertir los resultados de las PASO. Desde el centro del nuevo poder estiman que ‑por lo menos- 3 provincias son “recuperables”: Buenos Aires, La Pampa y Santa Fe. En Chubut, con un polémico “enjuague” interno, aspiran recuperar un par de senadores.
El Jefe de Gabinete –Manzur- desde el “riñón” del nuevo poder, confía en sus aliados internos (algunos otros gobernadores, franjas del poder económico, los grandes laboratorios) y en sus “amigos” externos (sionismo, grupos de poder en los EEUU) para darle continuidad a su tarea y llegar a la presidencia en el 2023. Así se enlazan esta dirigencia del peronismo conservador con el sionismo y los intereses estadounidenses.
Ahora están en pleno desarrollo los anuncios para cumplir con ese objetivo.
Del conjunto de medidas en danza resaltan aquellas destinadas a cumplir con el público objetivo del gobierno: “Poner plata en el bolsillo de la gente”. Esto seguramente va a pasar en los próximos 50 días. Habrá que ver de qué modo recibe la población ese aluvión de medidas que llueve y lloverá en estas semanas.
De todos modos, esos millones de votos que faltan responden a un hartazgo que no solo es la consecuencia de la dolorosa situación económica que estamos transitando. Habrá que ver si la renovada integración del gobierno logra la credibilidad que le permita la suficiente recuperación de quienes abandonaron el barco del oficialismo.
En el aspecto estrictamente económico el gobierno está lanzando diversos planes, la mayoría de los mismos son medidas de corto alcance y promesas de futuro. Las necesidades electorales se están colando en el conjunto de medidas propuestas. Ello es observable en medidas educativas, sanitarias, deportivas y una ampliación de aperturas.
Queda una última reflexión sobre el tema de la deuda, el pago al FMI y el aprovechamiento de los aportes de este organismo, efectuada semanas atrás.
Para ese destino recibimos más de 4,3 miles de millones de dólares. Su finalidad era la recomposición financiera para contribuir a solventar gastos de la pandemia. En nuestro caso serán utilizados para los pagos al propio FMI. Uno por 1,88 mil millones se hizo el miércoles; falta otro por intereses que se hará en octubre y uno final en noviembre. Todo ello suma un monto prácticamente igual al registro a nuestro favor que hizo el FMI.
Argentina hizo un juego financiero –semejante a otro del 2009- por el cual ese monto también permite una reducción contable del déficit fiscal. Más allá de los números lo concreto es que esa anotación a favor nuestro ya se está reintegrando a quienes la habían anotado a nuestro favor. Así son las cosas con estos usureros.