Bra­sil: ¿El fin de Bolsonaro?

El pre­si­den­te de Bra­sil, Jair Bol­so­na­ro, inten­ta cal­mar los áni­mos de sus segui­do­res, quie­nes días atrás pro­ta­go­ni­za­ron accio­nes vio­len­tas con­tra el Supre­mo Tri­bu­nal Fede­ral (STF) y el Con­gre­so de su país.

«Algu­nos quie­ren que vaya y dego­lle a todos», dijo Bol­so­na­ro en refe­ren­cia a los gru­pos de ultra­de­re­cha que aho­ra lo lla­man «trai­dor» y pro­po­nen imple­men­tar un paro nacio­nal para disol­ver el Con­gre­so y des­ti­tuir a los magistrados.

En este sen­ti­do, los lla­mó a «tener cal­ma» por­que «no se pue­de ir al todo o nada» mien­tras reite­ró su pedi­do para cesar las «pro­tes­tas» y evi­tar com­pli­car más «la eco­no­mía de Bra­sil» por­que las con­se­cuen­cias serían «muy gra­ves para todos».

Sin embar­go, estas pro­tes­tas fue­ron alen­ta­das por el mis­mo Bol­so­na­ro, quien lle­ga a la rec­ta final de su man­da­to total­men­te deses­pe­ra­do por la alta impo­pu­la­ri­dad que con­quis­tó con su fatal ges­tión ante la cri­sis sani­ta­ria gene­ra­da por el Covid-19. El país se acer­ca a las 600 mil muer­tes, mien­tras el pro­gra­ma neo­li­be­ral del “Chica­go boy” Pau­lo Gue­des solo ha gene­ra­do más pobre­za y desigualdad.

Ade­más, el actual man­da­ta­rio sien­te la ame­na­za del expre­si­den­te Lula da Sil­va, quien pue­de ter­mi­nar sien­do el can­di­da­to de con­sen­so tan­to de la izquier­da como del cen­tro en las pre­si­den­cia­les que se cele­bra­rán en 2022.

De hecho, algu­nas encues­ta­do­ras, como el ins­ti­tu­to Ipec, ya dan la vic­to­ria a Lula, que casi dobla a Bol­so­na­ro en inten­ción de voto. Por ello, Bol­so­na­ro ha vuel­to sus ata­ques con­tra el sis­te­ma elec­to­ral bra­si­le­ño, con el que ganó hace tres años, dicien­do que ya no es fia­ble. Así que tra­tó de refor­mar­lo, pero el Con­gre­so se lo impi­dió recientemente.

Ade­más, en su pelea con­tra algu­nos jue­ces, ha dicho que no obe­de­ce­rá las deci­sio­nes del STF. Bol­so­na­ro nece­si­ta cons­tan­te­men­te crear anta­go­nis­tas, figu­ras u órga­nos que repre­sen­ten pode­res ocul­tos, reales o ima­gi­na­rios, que hay que derrotar.

Vale aco­tar que el STF ade­lan­ta cin­co inves­ti­ga­cio­nes que lo invo­lu­cran tan­to a él como a sus hijos y sim­pa­ti­zan­tes en pre­sun­tos deli­tos cri­mi­na­les de dis­tin­ta índo­le. Asi­mis­mo, el Tri­bu­nal Supre­mo Elec­to­ral, rea­li­za otras dos ave­ri­gua­cio­nes en su contra.

Por otro lado, el vice­pre­si­den­te y gene­ral bra­si­le­ño, Hamil­ton Mou­rão, ha mos­tra­do abier­tos des­en­cuen­tros con Bol­so­na­ro a lo lar­go de su ges­tión con­jun­ta. Lo mis­mo ha ocu­rri­do con otros altos car­gos. Es decir, pare­cie­ra que todos van con­tra Bol­so­na­ro, tan­to el esta­blish­ment de cen­tro­de­re­cha como la izquier­da elec­to­ral, por lo que a su pro­yec­to solo le que­da una sola car­ta bajo la man­ga: la militar.

Con sus últi­mos dis­cur­sos, Bol­so­na­ro da indi­cios de que va a jugar­se esa bara­ja: des­co­no­cer o bien una sen­ten­cia judi­cial o bien un resul­ta­do elec­to­ral, pero que per­ma­ne­ce­rá en el poder. Algo que solo podría lograr con el apo­yo del ejército.

Ante esto, Lula aler­tó que Bol­so­na­ro ya no pue­de ser con­si­de­ra­do “un polí­ti­co de dere­chas” sino que está al nivel de los líde­res fas­cis­tas euro­peos como Adolf Hitler y Beni­to Mussolini.

La cer­ca­nía con figu­ras influ­yen­tes alre­de­dor del ex-pre­si­den­te nor­te­ame­ri­cano Donald Trump, como el estra­te­ga Ste­ve Ban­non, tam­bién per­mi­ten anti­ci­par esce­na­rios como el caos en el Capi­to­lio en Washing­ton DC el 6 de enero de este año.

Mien­tras más se acer­quen las elec­cio­nes, más inte­rés ten­drá el líder dere­chis­ta en crear esce­na­rios de caos e ines­ta­bi­li­dad en el país. Tra­ta­rá de des­viar el deba­te hacia temas secun­da­rios que qui­ten la aten­ción de la pan­de­mia y de la eco­no­mía. Y cuan­to más pro­ba­ble la derro­ta, más impre­vi­si­ble su comportamiento.

Para Lula, el Par­ti­do de los Tra­ba­ja­do­res y la opo­si­ción en gene­ral, pare­cie­ra que el camino es sim­ple­men­te man­te­ner el rum­bo actual y dejar que Bol­so­na­ro se que­me con su pro­pia leña. Los desa­fíos ven­drían des­pués del regre­so al poder, con un con­tex­to eco­nó­mi­co muy complejo.

Sin embar­go, se podrán pre­sen­tar retos si Bol­so­na­ro logra redu­cir la des­ven­ta­ja en las encues­tas de opi­nión. En el 2018, el enton­ces can­di­da­to Fer­nan­do Had­dad y su equi­po opta­ron por cam­biar la rei­vin­di­ca­ción de un pro­yec­to de izquier­da, para las gran­des mayo­rías, por una defen­sa muy vaga de la “demo­cra­cia” y del sta­tus quo. El resul­ta­do fue que bue­na par­te de las cla­ses popu­la­res optó por votar por el “outsi­der”.

En todo el mun­do, aun­que en con­tex­tos muy dife­ren­tes, la estra­te­gia de ir hacia el cen­tro no ha logra­do dete­ner el avan­ce de la extre­ma dere­cha. Todo lo con­tra­rio, y no sola­men­te en con­tex­tos elec­to­ra­les. Bra­sil es el terreno de bata­lla que sigue.

Fuen­te: Investig’Action.

La entra­da Bra­sil: ¿El fin de Bol­so­na­ro? se publi­có pri­me­ro en La otra Anda­lu­cía.

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