Resumen Latinoamericano, 30 de septiembre de 2021.
Reproducimos esta entrevista publicada en la excelente revista Octubre, editada en Chile. La misma permite interiorizar a las nuevas generaciones de luchadores y luchadoras sobre una página histórica escrita por las y los militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, de ese país: la operación para ajusticiar al dictador Pinochet.
La Operación Siglo XX, el intento de tiranicidio contra Augusto Pinochet realizado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) el 7 de septiembre de 1986 en el Cajón del Maipo, fue sin duda una de las acciones más emblemáticas de la organización.
El ajusticiamiento de Pinochet, además de ser una acción contra la impunidad tuvo el objetivo de iniciar el estallido de la rebelión, de la sublevación en todos los territorios. Fueron años de preparación y diseño, para escoger a sus mejores cuadros, entre los cuales hubo sólo una mujer, hecho que se puede comprender por la mirada paternalista o patriarcal del rol de las mujeres en las luchas de liberación, que persiste en las organizaciones revolucionarias. Cabe consignar, que el FPMR tuvo gran cantidad de mujeres combatientes, varias preparadas para una misión tan importante como ésta, entre ellas estuvo Fabiola.
– ¿Quién es la mujer conocida como Fabiola?
-Exactamente eso, una mujer. No hay dicotomía entre la combatiente, la madre, obrera, amiga o la amante. Todos los roles que una tiene en la vida, están definidos por nuestros valores, principios, sentido del humor, etc. Como madre soy exigente, al igual que lo fui como jefa de grupo, tal como lo soy en mi trabajo.
– ¿En qué momento y cuál es la motivación central de ingresar a un destacamento armado como el FPMR?
-A la decisión de ingresar a una organización, como era el Frente (en el contexto histórico que vivíamos) no se le puede asignar un momento, fue un largo proceso. Los valores, buenos o malos, se aprenden en la infancia. Crecer al abrigo de una madre fuerte, trabajadora, decidida, responsable, exigente, te moldea. Crecí creyendo que todas las madres, que todas las mujeres son así y una también quiere ser así, pues tu madre es la figura que admiras. En la adolescencia me percaté que no todas las familias eran como la mía. Las mujeres están reducidas al ámbito doméstico, las decisiones importantes no pasan por ellas.
Simultáneamente, llega el Golpe de Estado y como dice Allende: “…ser joven y no ser revolucionario…es una contradicción hasta biológica”. No por ello dejé de ser feliz, también fui a fiestas de “toque a toque”, bailé con “Música Libre”, hice amigas y amigos maravillosos que conservo hasta hoy. Una vez me fume un pito y no le encontré ningún brillo… jajá… sólo me dio hambre y pensé que si seguía fumando terminaría gorda… soy estructurada desde chica, así que abandoné “el vicio” y me dedique al tabaco. El Golpe me cambió la vida, como a todas, pero no porque mi entorno se viera afectado. En mi familia no hubo detenidos, torturados o desaparecidos… fui afortunada.
El Golpe me impactó por la soberbia de un ejército avasallando a un pueblo desarmado. El desdén, el desprecio por la vida del más débil. El disfrute que sentían en esa relación asimétrica, la impronta del dueño de fundo en su máxima expresión. Algunos políticos de derecha y no tan de derecha aún me recuerdan esos tiempos. Aunque yo no tenía ninguna formación política, si era capaz de diferenciar entre lo correcto e incorrecto. Las noticias de los asesinatos de los compañeros del MIR no me fueron indiferentes. No comprendía el que nadie reaccionara ante aquello. La llegada a la Universidad te amplía el panorama del mundo. En aquellos años, la universidad aún era gratis por lo que llegaban hijos de obreros y se mezclaban con los hijos de profesionales y gente acomodada.
La riqueza de la diversidad es impagable y una comienza a comprender el concepto de “Universidad”. Allí encontré mi nicho, casi sin darme cuenta. En la universidad comencé a militar en la “Jota” y de ahí a pasar al Frente Cero y luego al Frente, fue muy natural y lógico.
–A tu juicio ¿cuál fue el papel de las mujeres al interior del Frente?
El papel de las mujeres combatientes al interior del Frente, creo que fue reducido. No por incapacidad del género femenino, si no por el machismo Página20Revista Octubre XXI /Año 2 /Número 7 /septiembre 2021de la época. Las jefaturas, constituidas básicamente por hombres, veían a las mujeres como un apoyo a la lucha y no en un rol protagónico. Las que logramos llegar y ascender en el ámbito combativo, fue por nuestra tozudez, el negarnos a roles pasivos y en cada acción rendir al mil por ciento. No podías equivocarte, vacilar o mostrar temor. Recuerdo una anécdota… A Cecilia Magni la conocí en abril del ’85. Por esas casualidades (según yo, después me di cuenta que había sido organizado así) coincidimos en un bus rumbo a Concepción. Cuando me bajé en Chiguayante estaba esperándome el jefe de Concepción y tras mío se baja una flaca, alta, buena moza y también lo saluda con efusión.
Cecilia ya pertenecía a la Dirección del Frente y ella iba a la VIII Región a inspeccionar la zona, yo iba a hacerme cargo del grupo operativo especial de la zona. Por casi una semana compartimos un dormitorio en la casa de una ayudista del Frente, cerca de Laguna Redonda. Cecilia era muy relajada y llana, la conversación se dio de forma natural, muy fluida y cómplice. Compartimos nuestras historias de mujeres al interior de esta organización, cuán difícil era validarse, ser considerada para tareas difíciles e importantes, entendíamos que estábamos abriendo puertas, abriendo caminos para otras mujeres. Una noche, ella me cuenta que un compañero que ambas conocíamos, un oficial que combatió en Nicaragua, le preguntó (obviamente con ironía) ‑Tamara… y a ti los combatientes te obedecen? – ¡Plop!,…qué decir?,…qué hacer?. Pero también estaba la otra cara de la moneda, los compañeros generosos que estaban dispuestos a combatir contigo, a darte responsabilidades y exigirte al máximo. A confiar en ti y a seguirte, y que nunca sintieron que éramos una amenaza para ellos
– En tu opinión ¿ha existido un justo papel y rescate del rol cumplido por las mujeres rodriguistas? o ¿han sido invisibilizadas por acción u omisión?
Si, las mujeres del Frente han sido invisibilizadas…salvo excepciones. Sabes, en términos generales, el rol de las mujeres se ceñía a ser ayudista o colaboradora y algunas con responsabilidades en la logística. Ahora, el punto es la desvalorización de esas tareas. Ninguna operación, por sencilla que hubiera sido, se habría realizado sin todos esos pequeños “detalles” que realizaron las compañeras. El traslado de armamento; el prestar sus casas para los acuartelamientos; recibir y cobijar heridos; la exploración de objetivos; ser la fachada de una casa de seguridad; cocinar con amor para las y los más de 20 combatientes, los días previos al 7 de septiembre y… además, insistir porfiadamente en llevarse las ollas. Hasta hoy, esa es la tónica, sólo hablar de fierros y tiros…muy de “macho latino”. Pero eso no es privativo del Frente, se da en los reductos históricos de hombres.
A mí me gusta esa foto de una combatiente nicaragüense, que marcha amamantando a su guagüita y con un fusil al hombro. Siento que nos refleja, somos versátiles, podemos tejer a crochet un pañito de centro, trabajar y mantener a nuestras hijas, dirigir una operación militar y no fanfarroneamos por todo ello.
– ¿Quién te plantea la misión y cómo asumes participar en el atentado a Pinochet?
A mediados de mayo, Cecilia Magni me envió al Cajón del Maipo, no me quiso decir el objetivo. Allá, a cargo de la “amasandería” estaba un viejo conocido y él me aclaró la misión. Yo sentí que esa operación, tarde o temprano, la realizaríamos. La gente lo comentaba en las reuniones sociales, los pobladores hacían apuestas en las esquinas de cuándo sucedería. Creo que si los milicos no lo veían venir…es que eran bien h…, fue como el ajusticiamiento de Guzmán o de Fuentes Morrison.
– La juventud es un factor característico del grupo armado que participó en el atentado al dictador. ¿Qué edad tenías tú y tus compañeros en esa época?
Todos éramos muy jóvenes. El menor tenía 17 años… muy joven. Como los que he visto en Plaza Dignidad.
– A tu juicio ¿posee un significado especial ser la única mujer que participó directamente en la emboscada al tirano?
Ser la única mujer, en aquel momento, no me llamó la atención, estaba acostumbrada a que fuera así. Pero fui la única, por una decisión machista y patriarcal. Sé que al menos había 2 o 3 compañeras más que cumplían con el perfil…y no estoy hablando de Cecilia Magni, pues yo coincido con la decisión que tomó la Dirección Nacional (DN), ya había muchos cuadros involucrados directamente en la operación.
– Nos podrías relatar, ¿cómo fueron los momentos previos a la operación armada en sí?
Como sabrán, el 7 de septiembre no era la fecha original para la Operación Siglo XX. Había sido fijada para el fin de semana del 30 ó 31 de agosto. El fin de semana todo estaba preparado, los grupos operativos (GO) organizados y designada su misión. César Bunster fue sacado de la casa y llevado al aeropuerto rumbo a Bs.As., pues ese era el compromiso adquirido con él. Ese fin de semana la DN decidió que Cecilia Magni no participaría en la acción operativa y en su reemplazo llegó el introvertido Julio Guerra.
Las balizas para los vehículos presentaron un problema, Ramiro me las pasó para que las arreglara, fue mi aporte para la retirada (se ríe divertida). La noche del sábado al domingo algo sucedió, murió Jorge Alessandri. Pinochet alteró su rutina y nuestro jefe tuvo que hacer gala de su versatilidad, en la marcha, elaboró un plan “B”. Este grupo de combatientes se transformó en un grupo de seminaristas en un retiro espiritual. Jorge y yo regresamos a la amasandería…y así pasó una semana. El viernes 5, por la noche, regresamos a la casa de La Obra y los “seminaristas” también. Paralelamente, en el pueblito del Cajón del Maipo, había dos exploradoras observando todos los movimientos de vehículos, en especial la caravana que debía descender desde El Melocotón. A eso de las 18:00 horas del día 7, pasó raudo el motociclista de avanzada, tras él los 4 autos y cerrando otro motociclista de retaguardia, esa formación tenía un código y ese código fue el que se entregó en la llamada hecha desde la “Residencial Inesita” a la casa de La Obra. No sé si aún existe esa residencial.
Creo que para esas compañeras ha habido poco reconocimiento, ellas estuvieron por meses, disciplinadamente explorando la zona, rigurosas en la entrega de la información, fueron hábiles mimetizándose entre la población y los turistas. Suena el teléfono en la casa de La Obra y contesta Cecilia (creo), ahí comenzó el revuelo por la casa. Todos nos formamos en el living. Ernesto y Ta- mara hicieron la arenga. Tamara puso el cassette con “Las últimas palabras de Allende” musicalizadas por Napalé, y como nos dice Ernesto “esta vez no será una sanción moral ”. Partimos a nuestros autos. Al auto que lleva la casa rodante le colocan un blindaje en la puerta del chofer, la cubierta de mármol de una de las mesas de centro de la casa. Abandonamos la casa, nosotros en nuestros autos a Cuesta Achupalla y la camioneta que llevaba a las otras mujeres de esta operación, Tamara y nuestra maravillosa cocinera, de la cual recuerdo su nombre (nunca supe si era su “chapa” o su identidad legal y por ello mantendré silencio) y por supuesto el chofer de esa camioneta, que a última hora se enteró “con la chichita que se estaba curando”, ellos con rumbo a Santiago.
– ¿El armamento con el que contaban, como destacamento armado, estaba a la altura de tan compleja operación?
El armamento, (hace una pausa para reír) todos fuera de norma, como diría un burócrata. Pero hoy pasa lo mismo, la Primera Línea se defiende con escudos de lata y les tiran piedras y adoquines a las tanquetas de los pacos (se queda pensativa) es tragicómico y después los pacos se quejan de que los atacan (sonríe irónicamente). Era armamento viejo, de mala calidad, en mal estado. Definitivamente los M‑16 no son el sueño de ningún combatiente, siempre tenían problemas, se encasquillan, por eso les agregaron un aditamento lateral, para destrabarlos.
Los lanzacohetes low, eran desechables que estuvieron guardados (en dudosas condiciones por más de 10 años) por eso el 50% de ellos no funcionó. Tengo entendido que era el armamento que dejaron botado los “gringos”, cuando huyeron de Vietnam, en el ’73, creo. Al bajo estándar del armamento, se debe agregar que la mayoría de los combatientes, nunca habían operado armamento industrial. Aparte de los dos compañeros que habían estado en Nicaragua, José Joaquín Valenzuela Levi, jefe de la operación Siglo XX, y un jefe de grupo, creo que cinco compañeros habían estado en cursos internacionalistas de unos meses, y el resto, fogueados aquí en Chile.
La contraparte, los escoltas, con armamento de última tecnología, años de entrenamiento, eran boinas… no recuerdo el color. A nuestro favor, la sorpresa y la superioridad moral, nuestros principios, la mística y un pueblo con sus esperanzas puestas en nosotros. 10.- ¿Cómo viviste el momento mismo de la emboscada? Al llegar a la cuesta Achupallas descendimos de los vehículos. Subimos por un senderito al pie del cerro y nos apostamos en nuestros puestos, que días antes habíamos visitado y definido. Tendidos, agazapados entre los matorrales y observando el camino. ¿Qué se piensa? ¿Qué se siente? no sé, no recuerdo nada en especial, la mente un poco en blanco. Estaba más preocupada de que el armamento estuviera ordenado, ubicando las granadas de mano (artesanales), los cargadores de repuesto, desplegando el Low, esperando que sonara el silbato de Ernesto, nuestro jefe. Traté de estar muy focalizada, mi alrededor lo recuerdo como difuso. Nunca pensé en la muerte, pero tampoco en el futuro, sólo existía ese momento. Sonó el silbato, y vi de pie a Ernesto abrir fuego con su fusil y comenzó el combate. Pero no hubo combate, sólo nosotros atacamos, de eso me enteré después.
La geografía del lugar hacía que hubiera gran resonancia y yo pensaba, que los boinas (no sé de qué color), estaban repeliendo el ataque. Pero no, éramos solamente nosotros. En teoría, éste es un ejército formado para enfrentar a un enemigo “inferior”, incapacitado para defenderse. Les lavan el cerebro, les hacen creer que los militares poseen cualidades superiores inculcándoles el desprecio hacia el pueblo y eso en vez de ser una fortaleza los convierte en un ejército débil. Su soberbia los empequeñece. Estos escoltas, en vez de “cumplir con su deber” se despeñaron por el barranco. Los que no alcanzaron a lanzarse por la quebrada quedaron heridos. Los muertos cayeron en la reyerta.
A diferencia de ellos, nosotros JAMÁS pensamos en rematar a nadie, nuestra superioridad ética y moral se desplegó ahí y en muchas ocasiones en la lucha popular. Sonó el silbato y comenzó nuestra retirada. Yo pensé que tenía suerte de estar viva, bajé el sendero pensando en que algunos de mis compañeros habían muerto o estaban heridos, cuál sería nuestra sorpresa al percatarnos que estábamos todos. Pero sabíamos que aún quedaba un largo trecho para sentirnos seguros, había que salir del Cajón del Maipo, pasar frente al retén de Las Vizcachas. Ya todos arriba de los autos enrumbamos a Santiago, se prenden las balizas ‑menos mal que funcionaron- pensé. Nos acercamos al retén, los pacos sacan las barreras, nos despejan el camino, mientras siento las sirenas de vehículos que pasan con rumbo al Cajón. Yo, pensando que el objetivo había sido alcanzado, que habíamos ajusticiado a Pinochet.
– En tu opinión, no obstante, de no lograr el objetivo militar, ¿Cuál sería la importancia política del intento de tiranicidio?
En primer lugar, el atentado a Pinochet es un acto de dignidad. Deja en claro que, si bien es cierto, es importante la superioridad numérica y material, eso no lo es todo. Carrizal y el atentado son el principio del fin de la dictadura. Si pensamos en el presente, en Plaza Dignidad nunca ha sido motivo para desmovilizarse la superioridad militar de las fuerzas represivas. El pueblo se dio una autodefensa con lo que encontró a su alcance, organizó sus fuerzas con lo que la experiencia le fue enseñando, de manera natural se dio la especialización de funciones, aprendieron a replegarse y a atacar. Así como también aprendimos a llorar a nuestros muertos y a recordarlos en magníficos murales que han dado la vuelta al mundo. El pueblo levanta y honra a sus héroes. Hasta donde yo sé, no existen cambios sociales sin derramar sangre, porque los que detentan el poder no lo cederán graciosamente. Les recomiendo leer sobre la Revolución Francesa. Carrizal y el atentado son el remate del fin de la dictadura. La dictadura no finalizó ni con un dedo ni con un lápiz. Finalizó por la lucha de un pueblo en las calles que decidió no caminar con la cabeza gacha. Tal como la nueva Constitución, que nacerá de la lucha de este pueblo, y no de las componendas entre gallos y medianoche que se dieron en noviembre de 2019.
– ¿Crees que las acciones de lucha armada, como el atentado al tirano, sean un aporte a la lucha?
Yo no condeno a rajatabla la violencia, me parece una hipocresía decir eso. La gente se trastorna cuando le hacen un portonazo y solicitan las penas del infierno a los autores y no se hacen problema si algunos terminan linchados. A nosotros nos han robado el país entero ¿y pretenden que nos quedemos esperando que nos lo devuelvan? nos volaron los ojos ¿y esperan que nos dediquemos a llorar? Yo creo en el derecho a Rebelión de los pueblos, así de simple. No estoy dispuesta a poner la otra mejilla, como predicaba Karadima y sus amigos. El pueblo dejó bien en claro que puede rebelarse, lo hizo en dictadura y lo hace hoy.
– ¿Qué opinas de lo que se vive hoy en nuestro país, en cuanto a los ímpetus de lucha del movimiento social y político, y las posibilidades de elaboración de una nueva Constitución?
Este ha sido un hermoso proceso, muy largo, no exento de dolores, pero no comenzó ayer. Son años, madres buscando a sus hijos; la huelga de El Teniente con 10 mil trabajadores, reunidos en 9 sindicatos en 1980; ese mismo año, la huelga de Panal; huelgas históricas como la de Good Year en 1983, en plena dictadura. La clase trabajadora industrial se redujo de un 26% a un 7,5% ‑según datos del propio INE‑, era una resistencia indirecta a los cierres y al comienzo de la pauperización de la vida producto de la inflación y la crisis económica al imponer el modelo neoliberal en Chile (3). Tuvimos las Marchas del Hambre, las Jornadas de Protesta Nacional, grandes expresiones de masas. En este ambiente de efervescencia nace el FPMR. Luego, el 2006 estalló la maravillosa Revolución Pingüina; la multitudinaria marcha por “Patagonia sin represas” en 2011; y los escolares marchando bajo la lluvia; la movilización de los pobladores de Freirina en 2012, por el cierre de la planta de Agrosuper; las marchas de “No + AFP”; las protestas de Aysén por el alza de los combustibles, que llegó a un 17%. ¡Son cientos de movilizaciones! Entonces, estos dos últimos años, con estallido social y el proceso de la Nueva Constitución, son el puerto de arribo de la lucha de todxs, y es por eso que no nos podemos dar el lujo de perder esta oportunidad. Sólo agradecer a los miles de jóvenes, que en estos últimos 48 años, fueron ejemplos de lucha. Agradecer a lxs miles de obrerxs que arriesgaron su trabajo, a los que dieron su vida, a los pobladores que prendieron fuego a las calles de su humilde población, a los militantes de partidos que abandonaron el calor del hogar y se sumergieron en la clandestinidad para construir un rojo amanecer.
– ¿Una vez desarrollado el episodio de la lucha anti-dictatorial y los años transcurridos, has podido desarrollar facetas personales, laborales y familiares, que pudieron quedar inconclusas?
Soy una mujer afortunada. La vida me dio la oportunidad de ser parte activa de la historia de mi país y salir viva de ello. Me regaló amigxs maravillosxs, a la mayoría les debo mi vida. Mi vida personal, sólo refleja las decisiones que tomé y no tengo problema con ello.
1 José Joaquín Valenzuela Levi.
2 Cecilia Magni Camino (Tamara), integrante de la Dirección Nacional del FPMR.
3 Boccardo,Giorgio; “La clase obrera durante la dictadura, 1973−1989”.