Por Ángeles Maestro, Resumen Latinoamericano, 17 de septiembre de 2021.
foto: Alfonso Sastre y a su izquierda la autora de esta nota. Fue en la presentación de la lista de Iniciativa Internacionalista a las elecciones europeas (Juan Carlos Ruiz-Foku)
El el día de hoy 17 de septiembre de 2021, a las 5 de la mañana ha dejado de latir el corazón y el cerebro de Alfonso Sastre, el más grande dramaturgo del siglo XX. Su compromiso insobornable, en su vida y en su obra, con las luchas de la clase obrera y de su pueblo hicieron que toda una corte, nunca mejor dicho, de instituciones políticas y culturales, le condenaran al ostracismo.
Tras sufrir la persecución y la censura durante la Dictadura, formó parte del enorme quinteto que, con su compañera de vida y de obra, Eva Forest, Justo de la Cueva, Margarita Ayestaran y José Bergamin, se vieron obligados a abandonar Madrid en los años de la Transición.
Acosados por las acciones y amenazas impunes de los fascistas, y, en el caso de Alfonso y Eva, por la persecución de su partido, el PCE, se trasladaron a Euskal Herria, donde fundaron la mítica revista Punto y Hora, y se fundieron con la lucha del pueblo Vasco por la Independencia y el Socialismo.
En el año 2009, Alfonso Sastre encabezó la candidatura de Iniciativa Internacionalista a las elecciones del Parlamento Europeo, que tuve el honor de compartir. Dicha candidatura fue ilegalizada por el Tribunal Supremo, bajo la acusación de terrorismo, aunque, en última instancia, fue aceptada por el Tribunal Constitucional.
La inabarcable obra de Alfonso, debería formar parte destacada de la Historia de la Literatura en cualquier democracia formal. Aquí ocupa apenas unas líneas de los libros de texto. Recomiendo encarecidamente la lectura de toda ella y especialmente de «El camarada oscuro». La obra es un recorrido estremecido de la historia de la la guerra, la dictadura y la transición a través de las vivencias de un militante comunista, desgarrado por el heroísmo de tantas personas olvidadas y la traición de sus dirigentes.
No es fácil despedir a un gigante y, como decía hoy su familia, da vértigo asomarse a la vida sin él, sin su mirada lúcida, sin su aliento y sus reflexiones. Quienes nos quedamos tenemos ante nosotros la tarea de rescatar su figura y su obra militante para la juventud. Una juventud que necesita para ser encararse en la historia de los oprimidos y hundir sus raíces en el fecundo ejemplo de quienes, como Alfonso Sastre, esgrimieron su dignidad y su conciencia como bandera.
Adiós Alfonso. Hasta siempre. Hasta la Victoria.