Resumen Latinoamericano, 23 de septiembre de 2021.
Se celebra desde hace 22 años. A pesar de la ola feminista que sacude al planeta, es una de las disidencias mas incomprendidas del colectivo LGBTTIQ+.
En un mundo de avanzada en pos de los derechos de las disidencias, la bisexualidad todavía se encuentra envuelta en un manto de confusiones y discriminaciones que impactan de lleno en el bienestar físico y mental de las personas.
La primera celebración fue en 1999 en San Francisco, por iniciativa de tres activistas estadounidenses: Wendy Curri, Michael Page y Gigi Raven Wilbur. La fecha, en tanto, fue elegida en concordancia con el aniversario de la muerte de Sigmund Freud, conocido por ser el “padre del psicoanálisis” y el primer teórico moderno en estudiar la bisexualidad.
Definida como “la capacidad de atracción emocional, romántica y/o física hacía más de un sexo o género” no se trata de una discrepancia en torno al género autopercibido, sino de una orientación sexual amplia, que muchas veces lleva al prejuicio de la “indecisión”.
A menudo, la bisexualidad es calificada de inválida, inmoral o irrelevante. El biodio afecta a millones de personas alrededor del mundo, siendo una causa de depresión e incluso suicidio. El machismo afecta a este colectivo sobremanera, a pesar de las ideas instauradas de que son las disidencias sexuales mas aceptadas por la sociedad.
En el caso de las mujeres bisexuales, la fantasía perversa de que su atracción sexual hacia otras mujeres se debe a la búsqueda de la satisfacción de los varones lleva en muchos casos a la negativa u ocultamiento de sus propios deseos. En otros casos, son violentadas por sus parejas y discriminadas en ámbitos laborales y de salud.
Por eso, se trata de una reivindicación necesaria. La existencia de personas cuya orientación sexual se fija en ambos sexos es todavía cuestionada por el propio colectivo LGBTIQ+, por lo que la salida del clóset a la vida social heteronormada se hace todavía mas difícil.
Quienes aceptan públicamente su bisexualidad, se ven obligadas a reafirmar su identidad ya que son continuamente cuestionadas. Se las revictimiza incluso en los ámbitos que deberían ser de contención, como las familias, escuelas u organismos de derechos humanos.
Es en ese sentido que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y los expertos en derechos de la ONU señalan las dificultades y falta de compromiso de los Estados para documentar la violencia contra las personas bisexuales y poder obrar en consecuencia.
En el mismo sentido, instan a que las organizaciones LGBTI+ deban abordar el biodio y resaltar la particular experiencia de las personas bisexuales que son diferentes a la homofobia y otras experiencias LGBTI+ en su sentido más amplio, para hacer que su realidad sea visible y documentar sus específicas necesidades y preocupaciones.
Ese 23 de septiembre de 1999, Gigi Raven Willbur, dijo: “Desde la rebelión de Stonewall, la comunidad gay y lésbica ha crecido en fuerza y visibilidad. La comunidad bisexual también ha crecido en fuerza, pero en muchos sentidos todavía somos invisibles. Yo también he sido condicionada por la sociedad a etiquetar en gay o hétero a las parejas que caminan de la mano, dependiendo del género de cada uno”. Una frase que podría haber sido acuñada en la actualidad.
Fuente: Notas del periodismo popular