El Sal­va­dor. El pase a la inmor­ta­li­dad del Sacer­do­te y gue­rri­lle­ro del FMLN: Falle­ció el Padre Tilo

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 5 de sep­tiem­bre de 2021.

Foto: El Padre Tilo ofi­cian­do como sacer­do­te en la guerrilla.

Este sába­do 4 de sep­tiem­bre, a tra­vés de nues­tro corres­pon­sal en El Sal­va­dor, el com­pa­ñe­ro Ramón «El Sui­zo», nos lle­gó la muy mala noti­cia del falle­ci­mien­to del Padre Tilo Sán­chez (Ruti­lio Sán­chez), un ejem­plo de curi­ta liga­do a los más humil­des de su tie­rra, un revo­lu­cio­na­rio que no dudó en unir­se a la gue­rri­lla del Fren­te Fara­bun­do Mar­tí de Libe­ra­ción Nacio­nal, y des­de esa incor­po­ra­ción seguir com­ba­tien­do por los de abajo.

Los lec­to­res de Resu­men Lati­no­ame­ri­cano han cono­ci­do muy bien al Padre Tilo ya que su ros­tro ale­gre y peleón, cru­za­do por dos pode­ro­sos bigo­tes, han sido foto de nues­tro perio­di­co y por­tsl por haber esta­do en cuan­to acto de home­na­je a las y los lucha­do­res del pasa­do recien­te y tam­bién en los actos de rei­vin­di­ca­ción de las luchas inter­na­cio­na­lis­tas del pre­sen­te, sean las de Colom­bia, Vene­zue­la, Pales­ti­na o Eus­kal Herria. Allí siem­pre retum­ba­ba la voz del Padre Tilo sen­ten­cian­do a los verdugos.

Des­de Resu­men Lati­no­ame­ri­cano nos con­do­le­mos por esta pér­di­da inmen­sa para el cam­po popu­lar de Nues­tra­mé­ri­ca y hace­mos lle­gar a los fami­lia­res y com­pas del Padre Tilo Sán­chez nues­tro salu­do solidario.

Padre Tilo: has­ta la Vic­to­ria Siempre!

Car­ta que Tilo escri­bió a Mon­se­ñor Rive­ra y Damas para infor­mar­le de su incor­po­ra­ción a la gue­rri­lla del Fren­te Fara­bun­do Mar­tí para l a Libe­ra­ción Nacio­nal y otros tex­tos suyos.

CARTA A MONSEÑOR RIVERA DEL PADRE RUTILIO

Febre­ro, 1981.

Muy esti­ma­do y que­ri­do Mon­se­ñor Artu­ro Rive­ra y Damas:

Reci­ba un salu­do filial.

Mon­se­ñor: Es pri­me­ra vez que le escri­bo; casi siem­pre mis pro­ble­mas y peti­cio­nes se las he pre­sen­ta­do per­so­nal­men­te, pero aho­ra las cir­cuns­tan­cias me lo impi­den y lo hago por medio de esta carta.

Des­pués de nues­tro últi­mo encuen­tro, volan­do de Madrid a Lis­boa, en que habla­mos tan boni­to y tan fra­ter­nal­men­te, he refle­xio­na­do mucho sobre los temas que tocamos.

Uno de los temas fue la situa­ción espi­ri­tual del pue­blo sal­va­do­re­ño. Lle­ga­mos al pun­to de com­pa­rar el sufri­mien­to de los pobres cam­pe­si­nos y obre­ros a los sufri­mien­tos de los israe­li­tas en Egip­to, fren­te al Faraón. Le decía que los sal­va­do­re­ños en ese sen­ti­do tenían menos espe­ran­za, por­que los israe­li­tas soña­ban con vol­ver a su tie­rra y qué los sal­va­do­re­ños no tie­nen tie­rra o Patria más que la que le sir­ve de tum­ba y en la que no pue­den vivir, y cuan­do salen a bus­car refu­gio son tan mal­tra­ta­dos que su situa­ción se vuel­ve doblemente,trágica.

Tam­bién, recuer­do que habla­mos de los esfuer­zos de nues­tro pue­blo para libe­rar­se de la opre­sión en que ha vivi­do des­de la Colo­nia y que igual a las pla­gas de Egip­to, nues­tros Farao­nes se han reí­do, que han repri­mi­do a san­gre y fue­go ador­nan­do esas muer­tes con pro­me­sas vanas que nun­ca se cum­plie­ron; que fue tan gran­de la ingra­ti­tud del Faraón que Yavé —Dios de los Ejér­ci­tos— se vio obli­ga­do a tomar él, por su pro­pia mano, la eje­cu­ción de la jus­ti­cia, cuan­do man­dó el Ángel Exter­mi­na­dor a cobrar­la en los pri­mo­gé­ni­tos de todo Egip­to; que no pode­mos ser indi­fe­ren­tes hoy cuan­do él pue­blo sal­va­do­re­ño, que vive su Biblia — de pasión, muer­te y resu­rrec­ción— y vien­do esa ejem­plar pos­tu­ra divi­na, ha deci­di­do, ejer­cer el Sagra­do dere­cho de defen­der­se, y defen­der las futu­ras gene­ra­cio­nes de pro­te­ger a los ancia­nos impo­ten­tes y a los inde­fen­sos niños, incor­po­ran­do el uso de las armas, des­pués de haber hecho todos los esfuer­zos pací­fi­cas posi­bles y de haber sufri­do en car­ne pro­pia más de sie­te pla­gas por cul­pa de los explo­ta­do­res y gober­nan­tes crue­les, egoís­tas e irres­pon­sa­bles que hemos teni­do en El Salvador.

Des­de antes de ser sacer­do­te, toda mi juven­tud la he dedi­ca­do al ser­vi­cio de mis her­ma­nos. Como cam­pe­sino, hijo de cam­pe­si­nos, sien­to que el sacer­do­cio del cual Dios me hon­ró sin mere­cer­lo, no lo podría rea­li­zar sin el acom­pa­ña­mien­to que has­ta aho­ra he rea­li­za­do. Los aten­ta­dos —más de ocho— con­tra mi vida, de lo que me sal­vó la Comu­ni­dad y Feli­gre­ses, hacen que mi vida ya no me per­te­nez­ca, sino que le per­te­nez­ca a ese pue­blo sufri­do, pací­fi­co, fra­terno y trabajador.

Usted sabe cómo en los pri­me­ros meses del año 80, y espe­cial­men­te des­pués del ase­si­na­to del pro­fe­ta sal­va­do­re­ño Mons. Oscar Rome­ro, mi vida nor­mal se vol­vió impo­si­ble, mis últi­mos cin­co años de per­se­cu­ción se vol­vie­ron más terri­bles y cul­mi­na­ron con dos inva­sio­nes de las fatí­di­cos «Boi­nas Negras» del Bata­llón de la Avia­ción, a la Casa Cural de San Mar­tín. En esas inva­sio­nes se roba­ron todas mis per­te­nen­cias per­so­na­les, gol­pea­ron, des­apa­re­cie­ron y ase­si­na­ron a mis her­ma­nos cate­quis­tas y pos­te­rior­men­te mata­ron a doce miem­bros del Con­se­jo Parroquial.

Todo eso me lle­vó a hablar con Usted el 12 de mayo para pedir­le pro­tec­ción. La úni­ca alter­na­ti­va que me ofre­ció fue salir del país. Así fue como dejé mi patria un tiempo.

Recuer­do que en esa oca­sión, al pedir su ben­di­ción, le expu­se que mi sacer­do­cio siem­pre lo dedi­ca­ria a la bús­que­da de la libe­ra­ción de mi pue­blo; que no podía ser sacer­do­te sin sen­tir la obli­ga­ción de entre­gar­me, en el lugar don­de vivie­ra, al ser­vi­cio de la paz y la liber­tad de los sal­va­do­re­ños. Nun­ca olvi­da­ré el ges­to pater­nal que hizo al entre­gar­me una car­ta de reco­men­da­ción para que fue­ra acep­ta­do como sacer­do­te en cual­quier diócesis.

En Méxi­co, me uní al Fren­te Demo­crá­ti­co Revo­lu­cio­na­rio (FDR) de El Sal­va­dor. Nun­ca aban­do­né mi sacer­do­cio, y Dios me con­ce­día la opor­tu­ni­dad de denun­ciar ante las nacio­nes el geno­ci­dio, la injus­ti­cia, la repre­sión con­tra los pobres tra­ba­ja­do­res de mi pueblo.

Han pasa­do 18 meses, he pere­gri­na­do por Euro­pa y Amé­ri­ca cum­plien­do con esa misión com­pro­me­ti­da y sacer­do­tal de anun­ciar la espe­ran­za y la ver­dad de la Revo­lu­ción Popu­lar Salvadoreña. 

Aho­ra, que­ri­do Mon­se­ñor, creo que ha lle­ga­do el momen­to de avan­zar en mi vida de com­pro­mi­so. He teni­do rega­los bellos de Dios, y el mayor, ser­vir a mi pue­blo en medio de gran­des sacri­fi­cios. En honor de tan­tos már­ti­res ten­go que hacer cada día más con­cre­to ese amor a mis her­ma­nos los hom­bres y espe­cial­men­te a los sal­va­do­re­ños más pobres.

Creo en el sacer­do­cio, como signo de ser­vi­cio efi­caz en la comu­ni­dad. Creo en Jesús-Pue­blo-Cris­to, capaz de ense­ñar­nos a trans­for­mar la socie­dad de cruel en huma­na y lle­var­nos a la ple­ni­tud y como dis­cí­pu­lo de él, sin aban­do­nar mi Sacra­men­to y para hacer­lo total­men­te pro­fe­ti­co he deci­di­do, con total desin­te­rés de glo­ría huma­na, incar­di­nar­me nue­va­men­te a las Comu­ni­da­des de El Salvador.

El Padre Tilo jun­to a la pobla­ción más humilde.

Yo sé que no podré tener una sede parro­quial, pero sé que las nece­si­da­des sacra­men­ta­les son urgen­tes. Des­de el con­sue­lo a los huér­fa­nos y tris­tes, la comu­nión y la con­fe­sión a los mori­bun­dos, el cate­cis­mo a gran can­ti­dad de niños huér­fa­nos; (en fin; esos valles y esas mon­ta­ñas lla­man a com­pro­mi­so y lucha de libe­ra­ción …) así podré estar acom­pa­ñan­do a esas ove­jas, hoy sin pas­to­res. Sus cora­zo­nes y almas nece­si­tan la for­ta­le­za de la Cena del Señor, muchos niños han naci­do, y están sin bau­ti­zo… quie­ro estar allí. Una gue­rra no se gana sólo con tiros; es nece­sa­rio el com­pro­mi­so de todos los cris­tia­nos; tra­ta­ré de cum­plir lo que Pablo Após­tol dice: (así lo puse en mi estam­pa de orde­na­ción) «El sacer­do­te es: un hom­bre saca­do de entre los hom­bres para ser­vir a los hombres».

Alfa­be­ti­za­ré, asis­ti­ré y cura­ré enfer­mos, trans­por­ta­ré heri­dos; esos ran­chi­tos y esas cue­vas serán los tem­plos don­de cele­brá­re­mos la Euca­ris­tía-Resu­rrec­ción del car­pin­te­ro de Naza­reth, hijo de José y María.

Quie­ro pedir­le, igual que cuan­do salí del país, su ben­di­ción de pas­tor, padre res­pon­sa­ble de esos hom­bres bau­ti­za­dos en nues­tra Fe, para estar allí acom­pa­ñán­do­los. Ellos nece­si­tan la pre­sen­cia de la Euca­ris­tía y Tes­ti­mo­nio de Fe.

La Igle­sia de todos los tiem­pos ha creí­do que es un deber sacer­do­tal y pro­fé­ti­co estar pre­sen­te en los luga­res y momen­tos más crí­ti­cos del pue­blo y sólo se pue­de estar cris­tia­na­men­te cuan­do se vive una pre­sen­cia «en jus­ti­cia y fide­li­dad». Y estoy ple­na­men­te con­ven­ci­do en con­cien­cia que la jus­ti­cia y la fide­li­dad está hoy con los com­ba­tien­tes del FMLN. En esta lucha de libe­ra­ción está tam­bién el lugar del anun­cio de la Bue­na Nue­va… Por eso espe­ro que ésta deci­sión no pue­da ser con­de­na­da por la Igle­sia, por el Papa o por Usted. Voy bus­can­do la ove­ja heri­da que se per­dió en el monte.

Quie­ro que esta car­ta la lea en el Pres­bi­te­rio de nues­tra arqui­dió­ce­sis del cual soy par­te y les rue­go que com­pren­dan mi deci­sión. Es la deci­sión más sere­na y mate­rial que he hecho en mi vida; no se tra­ta de nin­gún extre­mis­mo. Ade­más lo he con­sul­ta­do con mis her­ma­nos y ami­gos, lai­cos y sacer­do­tes de nues­tras comu­ni­da­des que siguen vivien­do la fe en tie­rras extra­ñas y en refu­gios. Para mí es un paso de nue­vo com­pro­mi­so den­tro de la línea de mi voca­ción sacer­do­tal con lo cual no pré.tendo cri­ti­car a nadie. Sería nega­ti­vo deni­grar a la Igle­sia de Cris­to o renun­ciar a mi fe, mi sacer­do­cio o a la Euca­ris­tía, ale­gan­do anti­tes­ti­mo­nio reci­bi­dos de her­ma­nos sacer­do­tes u obispos.

Sola­men­te pre­ten­do tomar la cruz y seguir a Jesús en los barran­cos, las lomas, las trin­che­ras don­de se vive el espí­ri­tu y la letra de las Bien­aven­tu­ran­zas crean­do las bases del Rei­no de Dios, un mun­do don­de haya pan para todos, ves­ti­do para los hara­pien­tos y don­de poda­mos ente­rrar a nues­tros muer­tos que no mori­rán ya antes de tiem­po de ham­bre o de vio­len­cia y don­de haya con­sue­lo para los tris­tes y escue­las para el futuro.

Me des­pi­do como sacer­do­te, bus­ca­dor de nue­vas fide­li­da­des evan­gé­li­cas y como her­mano res­pon­sa­ble de todos los hom­bres… y dicién­do­les con ale­gría: «Has­ta pronto».

Que mi salu­do y abra­zo sean ver­da­de­ros. José Ruti­lio Sán­chez., Pbro.

POEMA DEL PADRE RUTILIO, ESCRITO LA VÍSPERA DE SU INCORPORACIÓN AL FRENTE DE GUERRA EN LA ZONA NORTE DE EL SALVADOR.

Hola, com­pa­ñe­ros, 

che­ros míos:

Les cuen­to que voy de camino,

que cuan­do reci­ban mi car­ta ya habré llegado.

Me voy al combate; 

lle­vo en mi mochi­la una Biblia, unas balas,

un pomo para la esperanza /

y todo el valor que me cabe dentro!

Voy a alcan­zar a mi pueblo 

que par­tió a la montaña.

Voy ale­gre,

a nue­va vida; 

Voy bus­can­do la auro­ra y el nue­vo día.

Esta­ré entré ami­gos, y vol­ve­ré pronto……

Eso sí; no regre­sa­ré solo,

vol­ve­ré con ellos,

vol­ve­re­mos todos. 

No vol­ve­ré, has­ta que retornemos

tra­yen­do la vida, la ale­gría, la paz.

Pien­so en la ale­gría de ver­me llegar…

y vol­ver a estar jun­tos como siempre.

Jun­tos hare­mos el combate;

enfren­ta­re­mos al enemi­go juntos.

Ami­gos, che­ros míos:

No vol­ve­ré has­ta que vuel­va el pueblo;

vol­ve­ré tra­yen­do a Óscar Romero,

vol­ve­ré como vuel­ve el invierno y el verano.

Vivo o muer­to volveré.

Com­pro­mi­so social de los sacer­do­tes con el pue­blo de Dios con los bienaventurados

Mar­tes, 27 de agos­to de 2013 Por: Ruti­lio Sánchez

Ruti­lio Sán­chez, sacer­do­te en la déca­da de los 70, uno de los más impor­tan­tes impul­so­res del tra­ba­jo cris­tiano de base

PUEBLO DE DIOS Y UN JESÚS QUE VIVIÓ CON LA GENTE

Cuan­do se habla de igle­sia hay que empe­zar por dis­tin­guir pue­blo de Dios y jerar­quía, nor­mal­men­te se habla más de la jerar­quía que del pue­blo de Dios, pero quien hace avan­zar las cosas por­que las prac­ti­ca, aun­que las haya dic­ta­do la jerar­quía, es el pue­blo de Dios. La jerar­quía siem­pre va atra­sa­da con rela­ción a la deter­mi­na­ción del pue­blo de Dios; es el pue­blo de Dios que va con­di­cio­nan­do a la jerar­quía para que ella dic­te nor­mas, leyes o haga avan­zar el pro­ce­so, ya sea litúr­gi­co, pas­to­ral, de com­pro­mi­so social o de otras índo­les. Por ejem­plo, el mis­mo Mon­se­ñor Rome­ro fue pro­duc­to de la reedu­ca­ción del pue­blo, quien le ense­ñó con su pobre­za, sacri­fi­co y lucha; reci­bió el men­sa­je del pue­blo y lue­go lo hizo avanzar.

La pre­gun­ta base es ¿Como se invo­lu­cra el cris­tiano en las luchas del pue­blo? El cris­tiano tie­ne un prin­ci­pio bási­co de fe, que pue­de ser reli­gio­sa o sobre la base de los ritos y mitos, o esa fe se pue­de ir más a la prác­ti­ca. Dicho­sa­men­te Jesús se fue mas por la prác­ti­ca, no fue un hom­bre de ritos y de mitos, fue un hom­bre que vivió cons­tan­te­men­te con sus con­gé­ne­res, des­de que nace has­ta que mue­re; con­vi­vió con su gen­te como un ser humano y por eso es que nadie se dio cuen­ta que era hijo de Dios. Hablo de los cris­tia­nos como podrían ser tam­bién los musul­ma­nes, budis­tas, hin­dúes, etc. reli­gio­nes que tam­bién han teni­do revo­lu­cio­na­rios, por­que los gran­des maes­tros siem­pre han seña­la­do el camino. Jesús no fun­dó una reli­gión, Jesús fun­dó una fe que mue­ve mon­ta­ñas, una fe que edu­ca, for­ma y el cris­tiano apren­de des­de los pobres, débi­les y nece­si­ta­dos. Jesús hace mucho énfa­sis en los Diez Man­da­mien­tos de Moi­sés ‑que no nece­sa­ria­men­te son reli­gio­sos sino de con­vi­ven­cia jun­to a los her­ma­nos con los que se con­vi­ve-. Los Cua­tro Evan­ge­lios son medu­la­res para ver a ese Jesús humano, con un códi­go filo­só­fi­co, teo­ló­gi­co y polí­ti­co en el Ser­món de la Mon­ta­ña, que ayu­da a com­pren­der que lo impor­tan­te no es lo super­fluo de la vida, sino la esen­cia, la sus­tan­cia. Dice con mucha sim­pli­ci­dad: “Bien­aven­tu­ra­dos los pobres, los humil­des, los que llo­ran, los que se meten en la causa…dichosos uste­des cuan­do los per­si­gan, los maten y los tor­tu­ren por mi cau­sa”. Ese es el pro­gra­ma social de Jesús, dar­le de comer al ham­brien­to, dar­le de beber al sedien­to, acon­se­jar al que hie­rra, con­so­lar al tris­te. Es la doc­tri­na social de la igle­sia que por si sola nun­ca ate­rri­za, pero las bases, las parro­quias, los pobres la hacen aterrizar.

Siem­pre me he mara­vi­lla­do como noso­tros los sacer­do­tes toma­mos un párra­fo del Evan­ge­lio y pasa­mos tres horas hablan­do, como si hubie­ra nece­si­dad de expli­car­lo. El Evan­ge­lio se expli­ca así mis­mo cuan­do se prac­ti­ca. Así es como el pue­blo empie­za a prac­ti­car y a cono­cer que el Rei­no de Dios comien­za en esta tie­rra, y que el sin­di­ca­to es como un tem­plo, como una gaso­li­ne­ra en don­de vamos a lle­nar el tan­que de com­bus­ti­ble. El Evan­ge­lio es una lec­tu­ra que nos da espe­ran­za y fuer­za para cami­nar, orga­ni­zar­nos y meter­nos en los sin­di­ca­tos para luchar por nues­tros dere­chos y defen­der al her­mano que ha sido des­alo­ja­do de sus tie­rras, de su casa, que no tie­ne medi­ci­nas, etc. Por supues­to, la prác­ti­ca de leer e imi­tar a Jesús siem­pre con­lle­vó ries­gos, peli­gros y per­se­cu­cio­nes, “por­que el que se mete a reden­tor sale crucificado”.

LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

A Juan XXIII se le ocu­rrió hacer un Con­ci­lio Vati­cano, que era el segun­do des­pués de tan­tos siglos; de ahí nace La Doc­tri­na Social de la Igle­sia, con lo que se abren puer­tas, se renue­van cosas. La jerar­quía cató­li­ca prohi­bió duran­te lar­gos siglos que el pue­blo leye­ra direc­ta­men­te la Biblia, pero el Vati­cano II vino a abrir puer­tas y ven­ta­nas des­de don­de se ven nue­vos cami­nos y espe­ran­zas. Des­pués vino el Con­ci­lio Mede­llín y este abrió más puer­tas de las espe­ra­das, preo­cu­pán­do­se más por los pobres y ponien­do medi­das con­cre­tas para la orga­ni­za­ción de los cam­pe­si­nos y tra­ba­ja­do­res, for­mas que pro­po­nían alter­na­ti­vas eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas para salir de la pobre­za. Todo ello tomó de sor­pre­sa a los obis­pos, que de inme­dia­to con­vo­ca­ron a otro con­ci­lio en Pue­bla (Méji­co), para inten­tar reme­diar el asun­to. Por­que des­gra­cia­da­men­te los jerar­cas siem­pre han creí­do que son ellos los pro­pie­ta­rios de la igle­sia, los defen­so­res del camino y la pala­bra del Señor; no se dan cuen­ta que son con­duc­to­res, admi­nis­tra­do­res y ser­vi­do­res de la feli­gre­sía y del pueblo.

Los obis­pos en Roma, con el Con­ci­lio Vati­cano II, abrie­ron un poqui­to la puer­ta a las comu­ni­da­des, fue como si un peque­ño rayo de luz salie­ra de aden­tro para afue­ra y otro de afue­ra para aden­tro; fue como que los obis­pos hubie­ran sem­bra­do un gra­ni­to de mos­ta­za por equi­vo­ca­ción y el gra­ni­to lle­gó a mul­ti­pli­car­se. Cuan­do los cris­tia­nos leye­ron un poqui­to los docu­men­tos de esos con­ci­lios, apren­die­ron, ense­ña­ron y prac­ti­ca­ron; es de esa mane­ra que nacen las comu­ni­da­des cris­tia­nas de base, a las que en algu­nas parro­quias les decía­mos Comu­ni­da­des Cris­tia­nas Ecle­sia­les de Base, pero en el fon­do eran Comu­ni­da­des Cle­ri­ca­les de Base, las cua­les tenían un espí­ri­tu libre y fantástico.

La Doc­tri­na Social de la Igle­sia tie­ne muchos valo­res, pero no tie­ne toda la dimen­sión de lle­gar has­ta el cam­bio del poder a favor de los pobres, por­que los cam­bios de poder siem­pre han sido a favor de los ricos. Por esa razón, los cam­pe­si­nos empe­za­ron a reu­nir­se, ya no solo para rezar el rosa­rio, sino para hablar en nom­bre de Jesús, y refor­za­dos por su fe, tam­bién empe­za­ron a dis­cu­tir como com­prar abono y semi­llas entre todos y como com­par­tir­las, entre todos. Así es como nace FECCAS ‑a pesar de la jerarquía‑, lle­gan­do a ser como la pri­me­ra prác­ti­ca de las comu­ni­da­des cris­tia­nas primitivas.

COMPROMISO SOCIAL DE LAS NUEVAS GENERACIONES DE SACERDOTES

En mi caso per­so­nal fui un semi­na­ris­ta crea­do y for­ma­do como todos los semi­na­ris­tas, con una línea con­ser­va­do­ra, litúr­gi­ca, devo­cio­nal, y meti­do en una esqui­ni­ta. Dicho­sa­men­te las bases de la crian­za e his­to­ria fami­liar, la for­ma­ción litúr­gi­ca, filo­só­fi­ca, teo­ló­gi­ca y el con­tac­to con las nece­si­da­des de la gen­te, hacen que un sacer­do­te se vaya for­man­do y algu­nos tome­mos con­cien­cia de la reali­dad dolo­ro­sa que vive el pue­blo sufri­do. Así sur­gie­ron muchos sacer­do­tes com­pro­me­ti­dos en toda Amé­ri­ca Lati­na, renun­cian­do a las como­di­da­des ‑como Moisés‑, no vivien­do en el pala­cio, sino vivien­do y tra­ba­jan­do con la gen­te, cono­cien­do sus nece­si­da­des y sufri­mien­tos como el ham­bre y las enfer­me­da­des. Todas esas cosas hacen tomar conciencia.

Noso­tros, la nue­va gene­ra­ción de sacer­do­tes, tra­ba­ja­mos con los cam­pe­si­nos de FECCAS, y com­par­ti­mos sus pro­ble­mas y dis­cu­sio­nes sobre de que el abono esta­ba caro, de que ya no tie­nen semi­llas para sem­brar, de que el sala­rio era pre­ca­rio, de que ellos sem­bra­ban el fri­jol y otros le ponían los pre­cios y así, siem­pre bus­cán­do­le solu­cio­nes colec­ti­vas a sus pro­ble­mas. Los cam­pe­si­nos se daban cuen­ta de que los pro­ble­mas con el patrón, el abono caro, los malos sala­rios y la repre­sión de la Guar­dia Nacio­nal, no eran solo de una per­so­na, sino de todas las comu­ni­da­des. Los cam­pe­si­nos se orga­ni­za­ban por zonas y se reu­nían en las parro­quias. A esta acti­tud soli­da­ria, orgá­ni­ca y con espí­ri­tu cris­tiano, el obis­po con­ser­va­dor de San Vicen­te Pedro Arnol­do Apa­ri­cio Quin­ta­ni­lla, le lla­ma­ba des­pec­ti­va­men­te “comu­nis­ta”. Tam­bién era una preo­cu­pa­ción de algu­nos sacer­do­tes que decían con temor, que la orga­ni­za­ción cam­pe­si­na (FECCAS) “se esta­ba pasan­do de la raya”. Lo que pasa en la reali­dad es que, el pue­blo se sale de las casi­llas por­que las casi­llas que les ofre­ce la jerar­quía son limi­ta­das; si la jerar­quía actua­ra y fue­ra como Mon­se­ñor Rome­ro, Pedro Casal­dá­li­ga o como Samuel Ruiz, la situa­ción sería diferente.

Nun­ca voy a olvi­dar una anéc­do­ta sobre Mon­se­ñor Rome­ro, rela­ti­va a las con­se­cuen­cias del tra­ba­jo pas­to­ral. Cuan­do ase­si­na­ron a un cate­quis­ta, anal­fa­be­ta y humil­de tra­ba­ja­dor de 45 años ‑que vivía en un ran­chi­to de paja‑, acu­sa­do de ser un “gran comu­nis­ta”, lle­gó Mon­se­ñor Rome­ro de noche al vela­to­rio, por­que no tenía tiem­po duran­te el día, y cuan­do Mon­se­ñor levan­tó la saba­na que lo cubría, vio aque­llos pies real­men­te lla­ga­dos de tan­to cami­nar y al salir de la casa dijo: “¿Como pue­de ser posi­ble que un hom­bre anal­fa­be­to que nun­ca cum­plió años por­que nun­ca los cele­bró, que fue tan humil­de y tra­ba­ja­dor, pue­da ser marxista-leninista?”.

En el semi­na­rio, los padres jesui­tas me dije­ron que tenía que defen­der a los pobres, pre­di­car la ver­dad, ser valien­te y pro­fe­ta, pero el día que lo hice me qui­sie­ron matar, lo que por supues­to me lle­nó de mie­do. Fui a bus­car refu­gio al Arzo­bis­pa­do y a con­tar­le a Mon­se­ñor Chá­vez y Gon­zá­lez lo que me esta­ba pasan­do ‑que no se si me cre­yó o no qui­so dar­le impor­tan­cia-. Mon­se­ñor me dijo: “Mira hijo, no seas ton­to, habla de las cosas de la igle­sia, no te metas con los cam­pe­si­nos por­que jamás te lo van a agra­de­cer”.Cla­ro, esa era la inter­pre­ta­ción y pen­sa­mien­to de la igle­sia jerár­qui­ca, pero mien­tras tan­to esta­ban ase­si­nan­do a los sacer­do­tes que pre­di­ca­ban la ver­dad, con­so­la­ban al tris­te, daban de comer al ham­brien­to y orga­ni­za­ban al pue­blo. Daba la casua­li­dad que estos seño­res explo­ta­do­res, repre­so­res y res­pon­sa­bles del ham­bre que pade­cían los cam­pe­si­nos, eran ami­gos de la jerarquía.

Dolo­ro­sa­men­te ase­si­na­ron a muchos sacer­do­tes. A mi siem­pre qui­sie­ron matar­me e infe­liz­men­te, por ase­si­nar­me, se ensa­ña­ron en el padre Nico­lás Rodrí­guez, y pos­te­rior­men­te lo hicie­ron con el padre Alfon­so Nava­rro, un hom­bre sen­ci­llo que denun­ció las injus­ti­cias y las masa­cres; ase­si­na­ron al padre Pala­cios, al jesui­ta padre Ruti­lio Gran­de, al padre Ernes­to Barre­ra Moto ‑que tra­ba­ja­ba con los sin­di­ca­tos- , al padre Mar­cial Serrano y a otros valio­sos sacer­do­tes com­pro­me­ti­dos con la jus­ti­cia y un futu­ro mejor para los pobres.

Noso­tros seguía­mos las ense­ñan­zas del Evan­ge­lio, no pre­di­cá­ba­mos la vio­len­cia, sino la defen­sa de los dere­chos de los pobres, de las mayo­rías explo­ta­das y opri­mi­das. A Jesús no se le pue­de acu­sar de vio­len­to por haber aga­rra­do el láti­go en el tem­plo en con­tra de los mer­ca­de­res, lo hizo para com­ba­tir la hipo­cre­sía, la men­ti­ra y la explo­ta­ción. Defen­der­se no es vio­len­cia, por­que el mis­mo rifle que vie­ne aquí para matar­me es el mis­mo rifle con que pue­do defen­der­me, igual que la mis­ma lla­ve que cie­rra la cár­cel, es la mis­ma que sir­ve para abrirla.

POLÍN, UN CAMPESINO EJEMPLAR

El tra­ba­jo pas­to­ral cam­pe­sino for­mó, a con­cien­cia, a ver­da­de­ros líde­res, gen­te inte­gral, sin intere­ses per­so­na­les, ricos en el cono­ci­mien­to de la reali­dad y deter­mi­na­dos a luchar por la cons­truc­ción de un país libre, jus­to y en el que se pudie­ra vivir con dig­ni­dad. De esos diri­gen­tes cam­pe­si­nos ten­go un recuer­do pre­cio­so de Apo­li­na­rio Serrano (Polín), un huér­fano que de niño fue cria­do por su abue­la ‑a quien solo cono­cí como “la mamá de Polín”-, una seño­ra reza­do­ra de rezos de muer­tos o vela­to­rios y que vivía en el case­río El Líbano, cer­ca de Aguilares.

Fue de su abue­la que Polín apren­dió las 45 leta­nías cuan­do aún tenía nue­ve o diez años de edad, lo que le sir­vió para acom­pa­ñar los rezos de esas comu­ni­da­des, can­to­nes y case­ríos del Cerro de Gua­za­pa y algu­nos de Suchi­to­to. Fue en los cur­si­llos parro­quia­les que impar­tía Chen­cho Alas en Suchi­to­to y el tra­ba­jo de los jesui­tas en Miran­día y el Zapo­te, en don­de Polín comen­zó a con­cien­ti­zar­se para el tra­ba­jo social, incor­po­rán­do­se casi de inme­dia­to a FECCAS. Es en esta orga­ni­za­ción don­de tuve la suer­te de cono­cer­le, cuan­do él ya tenía 18 ó 19 años.

Polín era una per­so­na muy que­ri­da en esas zonas, por­que su carác­ter era ale­gre, crea­ti­vo, sim­pá­ti­co, y como pre­di­ca­dor de la pala­bra, era cla­ro, bri­llan­te, moti­va­dor y con gran poder de con­ven­ci­mien­to. Daba gus­to escu­char sus char­las, sus dis­cur­sos, sus anéc­do­tas per­so­na­les y colec­ti­vas, por­que su len­gua­je cam­pe­sino era meto­do­ló­gi­co y didác­ti­co, cua­li­da­des lim­pias que le lle­va­ron a asu­mir res­pon­sa­bi­li­da­des cada vez mayo­res, has­ta lle­gar a ser Secre­ta­rio Gene­ral del Blo­que Popu­lar Revo­lu­cio­na­rio, el movi­mien­to popu­lar más gran­de que ha habi­do en toda la his­to­ria de nues­tro país.

Sal­va­dor Caye­tano Car­pio (Coman­dan­te Mar­cial), que anda­ba bus­can­do líde­res con esa cali­dad huma­na y con poder de con­vic­ción, reclu­tó a Polín para las Fuer­zas Popu­la­res de Libe­ra­ción (FPL), en don­de dio un inmen­so apor­te a la lucha popu­lar. Infe­liz­men­te lo ase­si­na­ron en 1979, jun­to a otros valio­sos cua­dros cam­pe­si­nos cuan­do venían de una impor­tan­te reu­nión en la zona occidental.

Itu­rria /​Fuen­te

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