Por Juan de Dios Olivas, Resumen Latinoamericano, 27 de septiembre de 2021.
¡Ríndanse! ¡están rodeados! un grupo de maestros normalistas, estudiantes y campesinos se levantó contra abusos e injusticias y atacó al cuartel militar en la zona, acción que produjo una onda expansiva que cimbraría al país para convertirse en símbolo de lucha armada de otros jóvenes
La madrugada del 23 de septiembre de 1965 –el próximo miércoles se cumplirán 55 años – , la disciplina militar se impone sobre el frío y un grupo de soldados sale de sus barracas y en formación, cruza una explanada para dirigirse a desayunar. De pronto, se escucha un disparo y un foco que iluminaba la escena estalla en pedazos.
Eran las 5:45 de la mañana y en el cuartel militar de ciudad Madera, ante los balazos, los soldados sorprendidos se lanzan pecho a tierra y en segundos se desata la balacera.
En medio de la penumbra y del desconcierto generado por el tableteo de metralletas, fusiles, pistolas y escopetas, sólo se escucha una voz: ¡Ríndanse! ¡Están rodeados! ¡Ríndanse!
El ataque a la base militar provenía de un grupo de maestros normalistas, estudiantes y campesinos dirigidos por el profesor Arturo Gámiz García, el doctor Pablo Gómez Ramírez y el líder agrario, Salomón Gaytán, quienes, ante el despojo de tierras y los abusos cometidos por caciques, ganaderos, compañías madereras y algodoneras, conformaron el Grupo Popular Guerrillero de la Sierra (GPG).
Aunque aquella madrugada fueron abatidos sus tres dirigentes junto con cinco compañeros más, el ataque produjo una onda expansiva que cimbraría al país para convertirse en símbolo de lucha armada de otros jóvenes, de acuerdo con la periodista y experta en guerrilla, Laura Castellanos, en su libro “México Armado”.
Sobrevivientes del ataque se integrarían dos años después a otra organización armada de Tesopaco, Sonora, y fundarían el Movimiento 23 de Septiembre (M‑23) en honor de los hechos de Madera, al cual se sumarían después grupos clandestinos de toda la república para crear la Liga Comunista 23 de Septiembre.
A esa organización, también se integrarían estudiantes y maestros tras la matanza que el gobierno federal cometió el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.
Obreros de maquiladora y estudiantes de escuelas de Ciudad Juárez, que habían organizado manifestaciones por estos últimos hechos en las que también fueron reprimidos, se unirían a la guerrilla.
La lucha ahora ya no era contra los caciques y el mal gobierno de Chihuahua, ahora “buscábamos un cambio radical en la sociedad, basado en la ideología socialista”, refiere en una entrevista periodística el juarense Alberto Domínguez Rodríguez, exintegrante del comando Lacandones que operó en el estado de Guerrero a principios de los 1970s.
EL MINERAL DE DOLORES
El 11 de diciembre de 1962, por invitación de los campesinos de la región, el profesor Arturo Gámiz llegó a impartir clases a un grupo de 85 niños al mineral de Dolores, Madera, un pueblo ubicado cerca de Sonora, en una de las zonas mineras más importante del estado de Chihuahua, que databa de la época colonial, inaccesible por falta de caminos adecuados y puentes, y sin maestros desde hacía casi tres décadas.
A su llegada se encontró con múltiples injusticias. Los caciques de la región habían dinamitado la pila de agua del pueblo para usarla de corral para ganado, la escuela la habían convertido en caballeriza y se habían apropiado de la huerta comunal para engordar a sus animales, todo con permiso de la autoridad local.
Ahí Gámiz inició la lucha por la vía pacífica y política. Primero impartió clases a los niños en la plaza pública y después organizó elecciones locales en las que Salvador Gaytán resultó ganador representando al Partido Popular Socialista (PPS), en el que el profesor militaba.
Los logros que obtuvo lo impulsaron a seguir luchando por causas sociales y pronto el siguiente paso fue la restitución de tierras a campesinos despojados y la creación del ejido frenada por el gobierno del entonces presidente Miguel Alemán quien contrario a la reforma agraria surgida de la Revolución Mexicana, alentó el despojo de tierras y la creación de latifundios.
De esa política de aquel presidente de México, Bosques de Chihuahua, que contaba entre sus accionistas a los exgobernadores Teófilo Borunda y Tomás Valle, fue la compañía más privilegiada y a la que se le atribuye haberse construido un latifundio de 1.2 millones de hectáreas.
Alemán emitió un decreto que protegía a esa compañía y de la noche a la mañana convirtió a los campesinos y habitantes de esa tierra en “los usurpadores”.
Muchos fueron lanzados de sus viviendas, detenidos, torturados y asesinados por las corporaciones policiacas y guardias blancas contratadas por la compañía y los caciques de la región.
La protección que brindaba el gobernador de Chihuahua, Práxedes Giner Durán, a los latifundistas fue exhibida por el periódico El Universal, el cual difundió que el mandatario había ignorado instrucciones de la Federación que le ordenaba liberar a campesinos acusados de invasión y robo por la empresa Bosques de Chihuahua. Los acusados habían vivido décadas en las tierras que por decreto ya no les pertenecían.
En ese escenario, el PPS, la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOM) y las escuelas normales del estado, organizaron manifestaciones y cientos de invasiones de tierras y lograron que funcionarios agrarios del gobierno de Alemán autorizaran satisfacer sus demandas, aunque el gobernador Giner, (un general veterano de la Revolución Mexicana) ignoró las instrucciones del gobierno federal y mantuvo su postura de reprimir a los campesinos.
MAESTROS Y CAMPESINOS TOMAN LAS ARMAS
Ante la cerrazón de Giner, las protestas se radicalizaron provocando que una de las facciones del PPS y la UGOM dirigida por Arturo Gámiz, la de Pablo Gómez, se desprendiera de esos organismos políticos para crear a inicios de 1964 el Grupo Popular Guerrillero (GPG) el cual sumó a su liderazgo a Salomón Gaytán.
El primer acto del GPG ocurrió el 28 de febrero de 1964.
Los guerrilleros quemaron un puente que servía a los taladores de bosques. Al mes siguiente capturaron una estación de radio y en mayo de 1964 Salomón Gaytán mató al latifundista Florentino Ibarra, en venganza por el asesinato de un activista indígena de la Unión General de Obreros y Campesinos
En respuesta, la Sedena envió batallones que contrataron a guías locales que simpatizaban con la guerrilla y quienes sólo hicieron que los soldados caminaran en círculos por la sierra.
El Ejército reaccionó colgándolos de los árboles y de helicópteros que sobrevolaban los barrancos.
En mayo, Salvador, el hermano de Salomón Gaytán, tomó las armas, dejó su cargo, y dos meses después, el 17 de julio, participó en el ataque a la casa de los Ibarra en el Mineral de Dolores, donde se alojaba la Policía Judicial del Estado. Incendiaron la propiedad y liberaron a los policías en ropa interior.
Un año después, en 1965, atraparon al cacique Emilio Rascón y lo enjuiciaron públicamente obligándolo a firmar un cheque por 600 pesos en beneficio de la escuela. Después destruyeron la fábrica de licor de Roberto Jiménez, quemaron listas de deudores y se enfrentaron a una partida militar capturando a los soldados, a quienes después liberaron desarmados.
En junio, ya con los planes de asaltar el cuartel de Madera, los integrantes del GPG viajaron a la ciudad de México para entrenarse con el ex capitán del ejército Lorenzo Cárdenas Barajas, quien aseguraba haber entrenado a Fidel Castro en su estancia en México. Después regresarían para continuar con su campaña guerrillera.
EL ATAQUE AL AMANECER
La madrugada del 23 de septiembre de 1965, 13 hombres armados guiados por el profesor Arturo Gámiz tomaron posiciones y formaron un semicírculo en torno al cuartel de Madera, cuyas instalaciones pertenecían a la empresa privada Bosques de Chihuahua.
En vano esperaron la llegada de dos grupos más que participarían en el ataque, el cual fue planeado para obtener más armamento, tomar el poblado, expropiar el banco local y transmitir un mensaje revolucionario en la radiodifusora local para después volver a la sierra, todo acorde con las tácticas militares que habían estudiado en el manual de guerra de guerrillas de Ernesto “Che” Guevara
Armados con dos mosquetes, una escopeta de una sola carga, dos calibre .22, bombas molotov, dinamita y granadas caseras –que fallarían – , Gámiz dio la orden de atacar a la señal que Ramón Mendoza daría al disparar en contra del foco de luz que alumbraba la explanada del cuartel.
Tras una hora y media de tiroteo y ya con la luz del día, los guerrilleros intentaron retirarse, pero el Ejército logró revertir el factor sorpresa y pronto una columna de soldados les cortó el paso. Sólo cinco lograron sobrevivir y escaparon del cerco militar.
De acuerdo con el plan original, en el ataque participarían 31 personas divididas en tres grupos, pero dos de ellos, uno dirigido por Salvador Gaytán, no llegó porque sus integrantes no pudieron cruzar los ríos crecidos por las lluvias, y el otro compuesto por estudiantes se perdió en la sierra.
Los rebeldes esperaban encontrar 70 soldados, pero en el cuartel se encontraban 125 militares que portaban fusiles M‑1 y contaban con algunas ametralladoras, situación que los puso pronto en desventaja.
El reporte oficial indica que el saldo fue de 10 soldados heridos y seis muertos, mientras los habitantes de Madera aseguran que hubo 25 muertos y 35 lesionados.
Entre los guerrilleros caídos se encuentran Gámiz, cuyo rostro quedó destrozado por las balas, Gómez y Salomón Gaytán, además de Miguel Quiñonez Pedroza, director de una escuela rural de Ariséachic, en la Sierra Tarahumara; Rafael Martínez Valdivia, maestro de Basúchil y estudiante de Leyes en la universidad; Oscar Sandoval Salinas, estudiante de la escuela normal del estado; Antonio Escóbel Gaytán, campesino y sobrino de Salomón Gaytán; y Emilio Gámiz García, estudiante de la Escuela Normal del estado y hermano menor de Arturo.
En tanto, Ramón Mendoza logró escapar ayudado por un ferrocarrilero que lo escondió detrás de una locomotora.
También huyeron Florencio Lugo, Guadalupe Escóbel Gaytán, Francisco Ornelas Gómez y Matías Fernández.
Los cuerpos de los rebeldes caídos fueron lanzados en la parte trasera de un camión maderero y exhibidos por la ciudad en medio de la lluvia, para después ser arrojados sobre la plaza.
El gobernador del Estado, Práxedes Giner Durán, dio una conferencia a la prensa ese mismo día afirmando: “Nada ha pasado aquí, absolutamente nada”.
Después al grito de “¡Querían tierra, denles tierra hasta que se harten!”, ordenó echarlos a una fosa común y sin ataúdes.
La Iglesia también se negaría a brindarles un servicio religioso a los insubordinados. Solamente la familia de Salomón Gaytán logró enterrarlo por separado.
En contraste, los militares caídos fueron sepultados con honores, con la bendición de un sacerdote y las familias de los guerrilleros caídos obligadas a presenciar la ceremonia.
Semanas después, para contener la insubordinación de campesinos y maestros, Giner distribuiría 5 mil hectáreas de tierra al ejido Belisario Domínguez y ampliaría con 39 mil hectáreas más el ejido Huizopa y seis años después, en 1971, el presidente Luis Echeverría distribuiría 56 mil hectáreas de la empresa Bosques de Chihuahua y crearía con ellas el ejido más grande de México: El Largo (El Largo Madeal).
Sin embargo, la semilla de la rebelión ya estaba sembrada y la matanza de estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, detonaría la aparición de más grupos armados inspirados en el ataque al cuartel de Madera.