Por Guadi Calvo*, Resumen Latinoamericano, 26 de septiembre de 2021-.
En el marco de la hecatombe de seguridad que está viviendo el Sahel, no parece encontrarse en las peores condiciones, aunque se ha registrado la muerte de cerca de 500 civiles, en lo que va del año, producto de la acción de los grupos fundamentalistas que operan en el área y cruzan de Níger a Mali y Burkina Faso, como si las fronteras no fueran más que líneas imaginarias trazadas sobre papel mojado.
La crítica situación del país no la podrá resolver un solo gobierno, más allá de la buena voluntad que podría tener el nuevo presidente Mohamed Bazoum, quien asumió en abril pasado y que conoce muy bien la situación, ya que fue Ministro del Interior entre 2016 y 2020, en el gobierno de su predecesor Mahamadou Issoufou.
Cualquiera entiende que la crisis no es la violencia, sino lo que la produce: la pobreza, que Níger, el país más pobre del mundo, según el Índice de Desarrollo Humano 2020 de Naciones Unidas, tiene el mismo origen que la de la mayoría de las naciones del continente, el “matrimonio” entre la corrupción local y la avidez de los grandes holdings internacionales. En el caso de Níger, es Francia, ex potencia regente, con importantes intereses comerciales y estratégicos, que explota con la multinacional Areva, los yacimientos de uranio de Arlit, para cubrir la necesidad de sus usinas nucleares, las que generan entre el 75 y el 85 por ciento de su electricidad, y por lo que paga el 5.5%, mientras que, en otros países como Canadá o Kazajistán Areva paga entre el 13% y el 18.5%. Aunque Francia no es la única responsable de esta situación, también operan en el país empresas, españolas, canadienses, australianas, indias y británicas, que explotan la vastedad del subsuelo nigerino, que no tributan acorde a sus beneficios.
Por lo que para los grupos integristas establecerse en el país y atraer a los jóvenes sin rumbo, no es una cuestión difícil. Según se reporta la mayoría de los ataques en Níger, contra la población civil se concentran en las regiones occidentales de Tillabéry y Tahoua, próximas a las fronteras de Mali y Burkina Faso, donde los terroristas suelen sorprender a sus víctimas tanto en sus viviendas, cómo transitando por caminos comunales a la vuelta de funerales o mercados, recogiendo agua o llevando a pastar a sus animales. Entre los muertos se han registrado tanto, bulamas (líderes) comunales, como imanes, sin apiadarse de personas discapacitadas, ni siquiera de niños, muchos de ellos ejecutados en presencia de sus padres.
Según surge de un informe Human Rights Watch (HRW), en el oeste de Níger se está experimentado un aumento de los ataques de las franquicias locales del Daesh global, conocido como Daesh en el Gran Sáhara o ESGS, por sus siglas en inglés, cuyo líder Abnan Abu Walid al-Sahraoui, fue asesinado por efectivos franceses hace más de un mes. (Ver: Francia “neutraliza” otro emir.) y, en menor medida, el accionar del Jama’at Nusrat ul Islam wal Muslimin, (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes), afiliado a al-Qaeda.
A pesar del accionar de los importantes contingentes del ejército francés con la Operación Barkhane, que desde hace ya nueve años opera en la región, como la de las tropas norteamericanas, cuya misión y número se desconoce, y recién su presencia en Níger, de la que solo se conocía como destinada a la construcción de una base para drones para el Mando Unificado Para África o AFRICOM, quedó expuesta tras la emboscada de Toga-Toga, en la región de Tillabéry en octubre del 2017, en la que murieron cuatro efectivos norteamericanos, que participaban junto al ejército de Níger, que también sufrió cinco bajas, en la búsqueda de Aboubacar “petit” Chapori, uno de los líderes ESGS.
Dada lo seguidillas de ataques contra los puestos de avanzada del ejército, que han ido aumentando desde2019 hasta la fecha, se ordenó abandonar los lugares más sensibles y el repliegue de su personal a bases cercanas a las ciudades. Lo que ha permitido a los insurgentes operar en el territorio más libremente e incrementar sus acciones contra las aldeas, que han quedado prácticamente abandonadas por el gobierno central.
Los constantes abusos contra esas poblaciones por parte de los terroristas, específicamente en procura de recursos, que impusieron un escrupuloso Zakat (limosna) o tributo, cada vez más elevados, por lo que los pobladores al negarse a pagarlos, comenzaron a recibir cada vez mayor violencia, robo de ganado, incendio de sus casas, secuestros y violaciones lo que ha llevado a algunas comunidades a conformar grupos de autodefensa, lo que ha disparado todavía más la violencia.
A esto se le suma, según algunos expertos, que cuanto más se ajusta las acciones contra los integristas por parte de los ejércitos regulares, estos descargan más violencia contra la población civil, habiendo producido matanzas como la del quince de marzo último, contra un grupo de aldeanos que volvían de una feria, en la aldea de Bani-Bangou, en la región de Tillabéry. En dicha acción fueros asesinados 58 aldeanos. En enero, en otro hecho similar, habían sido asesinados otros cien aldeanos en la misma área. El incremento de esas acciones obligó, solo entre junio y julio pasado, a que más de 26 mil aldeanos abandonen sus hogares los que fueron relocalizados en diferentes aldeas.
A mediados de agosto casi cuarenta aldeanos, entre ellos una docena de mujeres y niños, fueron ejecutados en Bani-Bangou, mientras que dos semanas antes, el 31 de julio, 16 soldados habían perdido su vida en una emboscada en el departamento de Torodi, todas estas acciones libradas en la región de Tillabéry, que se ha convertido en el epicentro nigerino del terrorismo.
El “emirato” de Tillabéry
La seguridad de la región de Tillabéry, de casi 90 mil kilómetros cuadrados, al suroeste del país, en la triple frontera, que Níger comparte con Malí y Burkina Faso, se ha deteriorado drásticamente en los últimos años. En esa área es donde se han concentrado la mayoría de las acciones terroristas que se suceden en Níger, por lo que todo parece estar destinado a que con su accionar los rigoristas, obliguen a los más de dos millones quinientos mil habitantes, que en su gran mayoría viven de la ganadería o la agricultura de subsistencia a integrase a su causa o escapar, abandonando todo, lo que están haciéndolo unas 13 mil personas cada semana.
Por ejemplo, en el municipio de Anzourou, se vieron obligadas a cerrar veintidós escuelas dejando a más de 1800 niños sin educación, mientras que once estaciones sanitarias, han recibido ataques en varias ocasiones, destruyendo instalaciones y robaron insumos médicos. El último ataque en ese municipio se registró el pasado veintiuno de agosto en la aldea de Theim, donde muyahidines asesinaron a una veintena de fieles a los que sorprendieron orando en una mezquita.
También se destaca en estas últimas operaciones desarrolladas por los dos grupos wahabitas, se han concentrado contra los menores, a quienes asesinan o secuestran para incorporarlos a sus filas. Mientras que, a los mayores de quince años, dado la pobreza extrema que asola Tillabéry que, si bien ha sido histórica, en los últimos años, con el cambio climático, las tasas se han disparado, los convencen de incorporarse a sus filas con ofertas de un sueldo que ronda los quinientos dólares, uniformes, armas, una esposa y motocicletas, el vehículo preferido de los terroristas en todo el Sahel, al punto de que en ciertas áreas desde 2017, está prohibido su uso.
En la región de Diffa, a unos 1500 kilómetros al sureste de Tillabéry, junto a la frontera de igual extensión con Nigeria, la situación es también extremadamente crítica. De ambos lados de la línea se han agrupado más de 500 mil refugiados nigerianos y desplazado nigerinos, que han llegado hasta allí huyendo de Boko Haram, hoy en el ocaso, tras ser derrotados en la guerra interna con Estado Islámico en África Occidental (Iswap) lo que provocó el suicidio de su legendario emir: Abubakar Shekau, en mayo pasado.
El último ataque contra efectivos del ejército nigerino, la localidad de Baroua en el sector de Diffa, se registró el 25 de agosto, contra un puesto militar, en que murieron 16 soldados y según informaron fuentes de Niamey, habrían muerto cincuenta terroristas.
El país tal como también se registra en Mali, Burkina Faso y Nigeria, corre el riesgo de profundizar las siempre tensas relaciones inter-étnicas. Según sea conocida los grupos de autodefensa están conformados mayormente por la etnia Zarma, la más numerosa de Tillabéry, mientras otros están compuestos por árabes y tuaregs, al tiempo que integristas han conseguido reclutar un importante contingente de pastores fulani, lo que ha provocado que ahora todas las comunidades fulani o peuls, estén siendo consideradas terroristas y estén amenazadas por el resto de las etnias. Lo que también se replica en varios de los países por donde se extienden los fulani, como Mali y Burkina Faso, lo que lleva a que las fronteras solo sean líneas de sangre que rápidamente se disuelven en el desierto.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.