Por Mohsen Khalifzade, Resumen Medio Oriente, 28 de septiembre de 2021-.
Ya van siete años que cada 21 de septiembre los yemeníes celebran el aniversario de su “revolución” de 2014 que derrocó al gobierno del expresidente Abdu Rabu Mansur Hadi.
Los yemeníes creen que la revolución de 2014 fue un complemento de la revolución de 2011 que no logró sus objetivos. En 2011, el exdictador yemení Ali Abdolá Saleh renunció al poder cuando el Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico le impuso su iniciativa a cambio de otorgarle inmunidad frente a cualquier juicio por abuso de poder y corrupción. Su poder fue transferido al vicepresidente Mansur Hadi para mantener la dictadura que dependía del apoyo de Arabia Saudí.
¿Cómo se inició la guerra en Yemen?
Después de la llegada de Mansur Hadi al poder en Yemen, los movimientos revolucionarios, encabezados por el movimiento popular Ansarolá, continuaron su lucha contra la dictadura, hasta que obligaron al presidente a renunciar a su cargo y huir a Arabia Saudí.
Con la luz verde de Riad, grupos salafistas y takfiríes en Yemen atacaron a Ansarolá. No obstante, los comités populares de Yemen, liderados por Ansarolá (también conocidos como los hutíes) entraron el 21 de septiembre de forma pacífica en Saná (la capital de Yemen).
Seis meses después, Arabia Saudí y una coalición de sus aliados comenzó una guerra contra Yemen, bajo el alegato de restaurar en el poder a Abdu Mansur Hadi, pero con la verdadera razón de dividir este país para un control más fácil. De hecho, el 21 de septiembre es un punto de inflexión en la historia contemporánea de Yemen trazando una línea entre seguir dependiendo del régimen saudí o liberarse del yugo del dominio saudí y obtener la independencia y la libertad por medio de la resistencia.
A pesar de los crímenes cometidos por los agresores saudíes y el asedio económico, que empeoraron el nivel de la vida en el país ya empobrecido, la nación yemení ha podido resistir a las atrocidades de la llamada coalición saudí, que goza del apoyo de Israel y Occidente.
Los líderes de la coalición árabe se ilusionaban con apoderarse de todo Yemen en cuestión de unos días, pero se enfrentaron a la férrea resistencia de Ansarolá, y ahora todo lo que quieren es salir del atolladero de Yemen para protegerse de los ataques de represalia de los yemeníes.
Ya ha pasado más de siete años desde el estallido de la revolución en Yemen, donde en Saná y otras provincias controladas por el Consejo Político Supremo y el Gobierno de Salvación Nacional afiliados a Ansarolá reina la seguridad y estabilidad a diferencia de las zonas ocupadas por Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.
Desde que el Consejo de Transición del Sur (STC) respaldado por los Emiratos Árabes Unidos y las fuerzas apoyadas por Arabia Saudí hicieron de Adén la sede de su gobierno, las provincias del sur atravesaron la peor crisis de servicios públicos de su historia. El sector de la salud, la moneda y seguridad colapsó en el sur de Yemen.
¿Qué grupo va a ganar la guerra de Yemen?
Los hechos en el campo de batalla demuestran que la balanza se inclina a favor de Ansarolá, ya que actualmente, Arabia Saudí está implicada en encontrar vías para defenderse de los ataques de represalia de los yemeníes. Los comités populares de Yemen no solo defienden el país de los ataques de Riad y sus aliados sino también utilizan aviones no tripulados (drones) y misiles balísticos para atacar objetivos militares y económicos de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.
El movimiento popular Ansarolá defiende firmemente las zonas bajo su control, mientras que han surgido fisuras en la coalición árabe. Los separatistas del sur, respaldados por los Emiratos Árabes Unidos piden más influencia política, lo que generó enfrentamientos sangrientos entre los llamados aliados (saudíes y emiratíes).
Marib, la batalla clave
Para ganar la guerra en Yemen, controlar la provincia norteña de Marib es de su importancia, ya que está rodeada por otras cinco gobernaciones: Al-Jawf al norte, Saná al oeste, Al-Bayda y Shabwa al sur y Hadramawt al este. Su ubicación y la existencia de amplias reservas de petróleo y gas hacen de Marib una gobernación estratégica y muy apreciada en la guerra de Yemen.
El principal oleoducto de Yemen atraviesa el territorio de Jahm en Marib hasta la terminal petrolera de Ras Isa en el mar Rojo.
A principios de febrero, las tropas yemeníes iniciaron operaciones militares a gran escala para retomar el dominio sobre la provincia de Marib, que está en manos de los mercenarios de Arabia Saudí.
La importancia estratégica de Marib para todas las partes del conflicto no se discute. Si las fuerzas yemeníes se hacen con el control de Marib, Arabia Saudí sufrirá un golpe del que no podrá levantarse.
La recuperación de Marib, en muchos aspectos, decidirá el destino de Yemen en los próximos años. Si Ansarolá arrebate a los aliados de Arabia Saudí el dominio de Marib, las tropas de Hadi no tendrían bajo su control ninguna zona importante en el norte de Yemen. Sin duda, conquistar esta ciudad mejoraría en gran medida la influencia de Ansarolá en las conversaciones intrayemeníes una vez que se reinicien.
Marib se erige tanto como el último bastión norteño del gobierno de Hadi desde el que se puede recuperar la capital de Yemen, Saná, y como un muro para bloquear los avances del Ejército yemení y los combatientes de Ansarolá hacia las gobernaciones de Hadramawt y Shabwa, ricas en petróleo.