Pensamiento crítico. El fascismo

Pen­sa­mien­to crí­ti­co. El fascismo

Por Gon­za­lo Abe­lla, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 de sep­tiem­bre de 2021.

foto de archi­vo de una reu­nión de nazis uruguayos

El fas­cis­mo es una herra­mien­ta polí­ti­ca del capi­ta­lis­mo del siglo XX. A dife­ren­cia del siglo ante­rior, el Capi­ta­lis­mo de 1900 empie­za a expan­dir­se a los paí­ses más leja­nos. Para man­te­ner su saqueo voraz de mate­rias pri­mas, sus­ti­tu­ye la tra­ta negre­ra por la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta direc­ta de un pro­le­ta­ria­do lejano y con menos orga­ni­za­ción de clase. 

La colo­sal acu­mu­la­ción del capi­tal finan­cie­ro hace que los nue­vos mono­po­lios y con­glo­me­ra­dos (los dino­sau­rios de las Tras­na­cio­na­les) cho­quen entre sí, y a su ser­vi­cio se enfren­ten los Esta­dos impe­ria­lis­tas. Por eso en el siglo XX, la lucha de cla­ses, que sigue dán­do­se al inte­rior de cada Esta­do, gene­ra una lucha anti­im­pe­ria­lis­ta en los paí­ses saquea­dos y posi­bi­li­ta gue­rras mun­dia­les por el repar­to de áreas de influen­cia, colo­nias y mercados.

Pero en el siglo XX, pese a su colo­sal desa­rro­llo, el Capi­ta­lis­mo mues­tra dos gra­ves pro­ble­mas. El pri­mer es la rup­tu­ra de sus esla­bo­nes más débi­les, don­de los pue­blos irrum­pen con revo­lu­cio­nes liber­ta­do­ras y en algu­nos casos ver­da­de­ra­men­te socia­lis­tas. El segun­do es que la fal­ta de una pla­ni­fi­ca­ción esta­tal gene­ra a veces una exce­si­va ofer­ta de mer­can­cías y des­en­ca­de­na cri­sis cada vez más gra­ves de super­pro­duc­ción y desempleo. 

Fren­te al segun­do pro­ble­ma, el Capi­ta­lis­mo del siglo XX hace que el Esta­do inter­ven­ga en áreas de infra­es­truc­tu­ra, para ase­gu­rar las ganan­cias de las gran­des empre­sas pri­va­das. Cada vez que el Capi­ta­lis­mo se sien­te ame­na­zad, inter­vie­ne más en obras; en cam­bio, cuan­do se sien­te segu­ro vuel­ve al mer­ca­do salvaje.

Para el pri­mer pro­ble­ma, que es la ame­na­za de la revo­lu­ción social, el Impe­ria­lis­mo tie­ne varias rece­tas. La pri­me­ra es la inter­ven­ción direc­ta en el esla­bón que pue­de que­brar­se, o el blo­queo a los pue­blos que bus­can su sobe­ra­nía, aun­que sólo sea en el mar­co capi­ta­lis­ta. Al mis­mo tiem­po mues­tra la vitri­na tram­po­sa de la demo­cra­cia bur­gue­sa, que pese a su injus­ti­cia esen­cial, es el terreno más favo­ra­ble para la lucha de los trabajadores.

Pero hay coyun­tu­ras don­de, como diría Engels, “su pro­pia lega­li­dad los mata”. Enton­ces recu­rren al fas­cis­mo. El Par­ti­do Nazi de Hitler fue ape­nas una ver­sión gro­tes­ca de una meto­do­lo­gía fas­cis­ta que pue­de ser mucho más sutil. Ya en 1930, la Ter­ce­ra Inter­na­cio­nal defi­nió cien­tí­fi­ca­men­te al Fas­cis­mo como el movi­mien­to que bus­ca una dic­ta­du­ra terro­ris­ta del Capi­tal, usan­do la dema­go­gia social y nacio­na­lis­ta para su apro­xi­ma­ción al Poder. Sir­vien­do al mis­mo amo del Neo­li­be­ra­lis­mo, que es el capi­tal finan­cie­ro, el fas­cis­mo no deja todo a la volun­tad del mer­ca­do y de las Tras­na­cio­na­les, por­que para su futu­ra dic­ta­du­ra nece­si­ta que el Esta­do mane­je cier­tos recur­sos bási­cos. Esto hace que muchas veces la pré­di­ca fas­cis­ta parez­ca patrió­ti­ca, mien­tras se apro­xi­ma dema­gó­gi­ca­men­te a los pobres y disi­mu­la al prin­ci­pio su odio a toda orga­ni­za­ción autén­ti­ca de trabajadores.

En el Uru­guay, los par­ti­dos polí­ti­cos fun­da­cio­na­les siem­pre tuvie­ron un ala fas­cis­ta y un ala anti­fas­cis­ta, con­tro­la­da por los Maso­nes. La nove­dad de esta Legis­la­tu­ra es que por pri­me­ra vez en el Uru­guay, (y res­pon­dien­do a una ten­den­cia mun­dial), tene­mos un par­ti­do fas­cis­ta en el Par­la­men­to, en rápi­da expan­sión. Se lla­ma “Cabil­do Abier­to” y su pro­pio nom­bre es una facha­da del auto­ri­ta­ris­mo más ver­ti­cal. Cuan­do se qui­so infil­trar allí un ala “nazi”, este Par­ti­do la apar­tó. Tie­ne pos­tu­ras mucho más cla­ras que la vaci­lan­te opo­si­ción del FA, y es por ello muy peligroso.

En la situa­ción uru­gua­ya, al impe­ria­lis­mo le sir­ve más la rota­ción en el Gobierno de la dere­cha tra­di­cio­nal y la mal lla­ma­da “izquier­da” del FA, que un gol­pe­de Esta­do. Pero el fas­cis­mo siem­pre es un plan “B”, y cuan­to más acei­tad mejor.

Evo­can­do el horror del fas­cis­mo, Ber­told Brecht nos advir­tió: “No está muer­to el vien­tre que engen­dró al mons­truo”. No lo está.

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