Resumen Latinoamericano, 13 de septiembre de 2021.
Se vuelve a equivocar el Gobierno peruano de Pedro Castillo al expresar aún más su debilidad frente a la derecha narcofujimorista que hizo toda su campaña electoral y hasta el presente lo acusa de haber estado vinculado con Sendero Luminoso. Y en vez de responder como lo venía haciendo hasta ahora, ha caído en la dinámica del «discurso políticamente correcto» y aprovecha la muerte de Abimael Guzmán para ser «más papista que el Papa». De allí que con su ministro del Interior a la cabeza, declare que no quiere que la tumba del líder de Sendero Luminoso se convierta en una lugar de culto.
En este marco, la clase política burguesa debate de manera morbosa y totalmente fuera de lugar, qué hacer con los restos del fundador de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, quien murió en la cárcel el sábado.
El artículo 13 del Código Civil del país ordena la entrega de un cadáver a su esposa o a sus familiares para que decidan si lo entierran o lo incineran, pero las autoridades temen que si Guzmán es enterrado, su tumba «pueda provocar una especie de culto entre sus seguidores». Como si alguien en sus cabales puede imaginar que eso se puede solucionar ocultando un cadáver, y mucho más aún, apelando a un recurso que solo los israelíes y los yanquis, además de los dictadores que asolaron Latinoamérica aplicaban con impunidad.
El ministro de Justicia, Aníbal Torres, reconoció a la televisora local N que no existe un protocolo para proceder en el caso de personajes tan controversiales como Guzmán. Indicó que el Gobierno podría sugerir que el cadáver sea “incinerado y, si es posible, que sus cenizas sean esparcidas en el mar, a fin de que nadie pueda tener un recuerdo de este personaje’’.
CONTROVERSIAS
Benedicto Jiménez, un abogado y coronel retirado de la Policía que dirigió la captura de Guzmán en 1992, dijo este domingo a la prensa que Perú:
“Nunca nadie se puso a pensar qué hacer con el cadáver en caso que muriera en prisión un alto dirigente de Sendero Luminoso para evitar el martirologio”.
Benedicto Jiménez
Recordó que la ley indica que el cadáver debe entregarse a los familiares; y en caso que no los tenga, debe ir a una fosa común.
“Deben transparentarse las cosas’’ y así el país se evitará problemas, dijo Jiménez tras salir de una misa en la catedral de Lima, adonde asistió junto con 34 agentes con los que atrapó a Guzmán, el 12 de septiembre de 1992, en una casa de Lima.
Sebastián Chávez, abogado de Guzmán, comentó que, según la ley, corresponde que le entreguen el cadáver a su esposa, Elena Iparraguirre, también integrante de Sendero y condenada a perpetuidad, quien debe decidir si el cuerpo de Guzmán será cremado o enterrado.
“Ella decidirá los pasos por seguir’’, dijo el abogado. Precisó que aún no conoce la decisión de Iparraguirre, presa en otra cárcel de Lima. Ambos fueron capturados el 12 de septiembre de 1992 por un grupo policial de inteligencia apoyado por Estados Unidos, tras un seguimiento de varios años.
EN LA MORGUE
Guzmán, de 86 años, murió a las 6:40 de la mañana del sábado en una cárcel militar, después de cumplir con casi 30 años de prisión y aislamiento estricto. El ministro de Justicia, Aníbal Torres, le dijo escuetamente a AP que había muerto “de una infección generalizada’’.
El cadáver de Guzmán permanece por ahora en la morgue de la provincia costera de El Callao, cercana a la cárcel donde falleció el sábado.
«APOLOGÍA AL TERRORISMO»
Empeñado en tomar el tema como «causa nacional» el Gobierno peruano advirtió que cualquier intento de rendir homenaje al fundador de Sendero Luminoso o de realizar movilizaciones en su memoria será considerado un delito de apología al terrorismo y penado con cuatro años de cárcel. Mientras tanto, los genocidas del fujimorismo no solo andan libres por la calle si no que se dan el lujo de provocar una y mil veces con estar orgullosos de haber masacrado a decenas de miles de campesinos durante el periodo que gobernó Alberto Fujimori.
Está claro que la derecha criminal que imperó en Perú no solo tiene un peso innegable en el presente sino que también se ha ingeniado para complicar en su juego al actual gobierno, surgido del voto popular y del repudio a esa misma derecha. Aún hay tiempo para que el nuevo gobierno revea su posición y en este caso, permita que sea la viuda de Guzmán la que decida qué hacer con sus restos. Todo lo demás es cruel, bochornoso y condenado al fracaso.