Perú. Francisca Zubiaga, la cusqueña que gobernó Perú en los inicios de la independencia

Perú. Fran­cis­ca Zubia­ga, la cus­que­ña que gober­nó Perú en los ini­cios de la independencia

Gra­cie­la Tibur­cio Loay­za /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 de sep­tiem­bre de 2021

Cono­ci­da como ‘La Maris­ca­la’, Fran­cis­ca Zubia­ga fue la pri­me­ra y úni­ca mujer en lle­gar a la cús­pi­de del poder de un Perú que aún lucha­ba por con­so­li­dar­se como República.

En la lis­ta de los 130 hom­bres que han ocu­pa­do el sillón pre­si­den­cial peruano en 200 años de his­to­ria, hay un nom­bre olvi­da­do en el tiem­po, es la iden­ti­dad de la úni­ca mujer que tam­bién gober­nó el país cuan­do aún era una inci­pien­te Repú­bli­ca. Se tra­ta de Fran­cis­ca Zubia­ga y Ber­na­les, la cus­que­ña que que­bró el poder mas­cu­lino de la épo­ca inde­pen­den­tis­ta para desem­pe­ñar­se, en la prác­ti­ca, como pre­si­den­ta del Perú.

“Fran­cis­ca se pre­sen­ta como una opor­tu­ni­dad para explo­rar una épo­ca que por casi dos siglos ha sos­te­ni­do un dis­cur­so asen­ta­do en la mas­cu­li­ni­dad. Repre­sen­ta uno de los ros­tros feme­ni­nos más impor­tan­tes de nues­tra his­to­ria nacio­nal. Pero la his­to­ria tra­di­cio­nal la ha man­te­ni­do mar­gi­na­da”, advier­te la his­to­ria­do­ra femi­nis­ta Clau­dia Nuñez quien se ha dedi­ca­do varios años a res­ca­tar el lega­do de la tam­bién lla­ma­da ‘Maris­ca­la’.

De per­so­na­li­dad impo­nen­te, Fran­cis­ca supo hacer­se de los hilos del poder para con­ver­tir­se en la cabe­za de un país que aún bata­lla­ba por con­so­li­dar su auto­no­mía. ‘La Maris­ca­la’ era una mujer vale­ro­sa, estra­te­ga, gue­rre­ra y apa­sio­na­da en cada pro­yec­to que empren­día. No por nada la escri­to­ra Flo­ra Tris­tán la des­cri­bió tan pode­ro­sa como Napo­león Bona­par­te y Abraham Val­de­lo­mar la rese­ñó como una sol­da­do audaz y teme­ra­ria en la lucha. Esta es su historia.

De joven rebel­de a Gobernadora

En 1824, con tan solo 21 años y con la patria recién libe­ra­da del yugo de Espa­ña, Fran­cis­ca Zubia­ga tam­bién deci­de eman­ci­par­se de su fami­lia al casar­se con el coro­nel Agus­tín Gama­rra. Esta sería la pri­me­ra acción que rom­pe­ría con los cáno­nes tra­di­cio­na­les de la épo­ca. Ella, hija de un espa­ñol, se casó con un mes­ti­zo viu­do que casi le dobla­ba la edad y que había ser­vi­do a las fuer­zas independentistas.

Jun­tos gober­na­ron Cus­co, la ciu­dad que la vio nacer. “Fran­cis­ca Zubia­ga y Agus­tín Gama­rra se pre­sen­tan como los nue­vos ‘padres’ de la recién inau­gu­ra­da repú­bli­ca en Cus­co y asu­men la pre­fec­tu­ra de la ciu­dad como una dupla polí­ti­ca que encar­na los idea­les de una nue­va Nación”, narra Nuñez en su inves­ti­ga­ción ‘De Fran­cis­ca Zubia­ga a La Maris­ca­la: cons­truc­cio­nes del cam­po de bata­lla des­de el poder femenino”.

El títu­lo de pre­fec­ta no era una deno­mi­na­ción deco­ra­ti­va, era un car­go que ella ejer­cía con reco­no­ci­mien­to ciu­da­dano. Como gober­na­do­ra de la ciu­dad, Fran­cis­ca Zubia­ga dotó de auto­no­mía eco­nó­mi­ca al emble­má­ti­co cole­gio Edu­can­das y refor­mó su plan de estu­dios para que las muje­res cus­que­ñas tam­bién pudie­ran apren­der mate­má­ti­cas y cien­cias, mate­rias que enton­ces esta­ban reser­va­das sola­men­te para hombres.

Gra­cias a estas ges­tio­nes, el cole­gio Edu­can­das for­jó a renom­bra­das muje­res que han dado gran­des apor­tes a la his­to­ria del Perú como la escri­to­ra indi­ge­nis­ta Clo­rin­da Mat­to y María Tri­ni­dad Enrí­quez, la pri­me­ra mujer en cur­sos estu­dios uni­ver­si­ta­rios en Perú y Suda­mé­ri­ca y la pri­me­ra mujer juris­ta del país. Zubia­ga inclu­so fue la pri­me­ra cus­que­ña en ser con­de­co­ra­da con la Orden del Sol.

Y, en julio de 1825, orga­ni­zó la lle­ga­da de Simón Bolí­var al Cus­co para quien había pre­pa­ra­do una guir­nal­da de oro como pre­sen­te de bien­ve­ni­da. Los perió­di­cos de la épo­ca resal­tan que Bolí­var, al reci­bir el obse­quio, deci­dió coro­nar a Zubia­ga con la guir­nal­da en un acto sim­bó­li­co para reco­no­cer su lide­raz­go como Pre­fec­ta de la ciu­dad. Sin ima­gi­nar que, años des­pués, Zubia­ga sería pie­za fun­da­men­tal para expul­sar del Perú al lla­ma­do ‘Liber­ta­dor’.

colegio Educandas
Fran­cis­ca Zubia­ga poten­ció el cole­gio Edu­can­das de Cus­co para que las muje­res tuvie­ran mayor acce­so a edu­ca­ción. Foto: RPP

Su ascen­so como Mariscala

Con Cus­co en sus manos, Fran­cis­ca Zubia­ga se pre­pa­ró para con­quis­tar los cam­pos de bata­lla. En 1828, lide­ró las tro­pas en la toma del pue­blo de Paria al sur de Perú para hacer­le fren­te a tro­pas gran­co­lom­bia­nas que habían ocu­pa­do el lími­te entre Boli­via y Perú. En ese perío­do, José de La Mar gober­na­ba Perú, pero las fron­te­ras aún era ocu­pa­das por el ejér­ci­to de Simón Bolí­var quien tenía el pro­yec­to de for­mar una sola gran nación de Repú­bli­cas bolivarianas.

Esta ines­ta­bi­li­dad en los lími­tes terri­to­ria­les sería apro­ve­cha­da por la dupla Gama­rra-Zubia­ga para hacer­se del con­trol mili­tar y polí­ti­co nacio­nal, borran­do el ras­tro de Bolí­var de Perú y, pos­te­rior­men­te derro­can­do el gobierno de José de La Mar. Des­de Cus­co, Zubia­ga par­tió con la ves­ti­men­ta que se con­ver­ti­ría en su ‘mar­ca per­so­nal’ de ese momen­to en adelante.

Ves­ti­da con un tra­je de ter­cio­pe­lo azul y espue­las de oro, lide­ró un bata­llón de 25 lan­ce­ros que le per­mi­tió tomar per­so­nal­men­te la pla­za de Paria y ganar el enfren­ta­mien­to. Esta haza­ña la hizo adqui­rir el títu­lo de Maris­ca­la. El expre­si­den­te de Boli­via, Andrés de San­ta Cruz, se refe­ri­ría a ella como ‘Gran Maris­ca­la del Perú’ en varias de las corres­pon­den­cias que le envia­ba ofre­cien­do apo­yo al futu­ro gobierno que ten­drían ella y su espo­so Agus­tín Gamarra.

“Ella no asu­me el tra­je con­ven­cio­nal de las tro­pas. Ella vis­te ter­cio­pe­lo, oro, capa, quie­re que la vean entran­do al cam­po de bata­lla. Ella se asien­ta como cabe­za de tro­pa des­de ese momen­to y es aho­ra ‘La Maris­ca­la’ por­que no solo tie­ne el con­trol polí­ti­co de Cus­co, sino que tam­bién ha toma­do las rien­das del cam­po de bata­lla”, cuen­ta Nuñez.

«Des­de hace mucho tiem­po reco­rro el Perú en todas sus direc­cio­nes, ves­ti­da con un lar­go pan­ta­lón de tos­co paño fabri­ca­do en Cus­co, mi ciu­dad natal, con una amplia cha­que­ta del mis­mo paño, bor­da­do de oro con botas con espue­las de oro. Me gus­ta el oro. Es el mejor adorno de un peruano, es el metal pre­cio­so al que mi país debe su repu­tación. Ten­go tam­bién una gran capa un poco pesa­da, pero muy abri­ga­do­ra. Fue de mi padre y ha sido muy útil en medio de las nie­ves de nues­tras montañas».

Cita de Fran­cis­ca Zubia­ga en el libro Pere­gri­na­cio­nes de una paria de la escri­to­ra Flo­ra Tristán

Fran­cis­ca Zubia­ga en su tra­ba­jo mili­tar. Ima­gen: Pin­tu­ra del Museo His­tó­ri­co Mili­tar del Perú

En 1829, Agus­tín Gama­rra toma el poder y Fran­cis­ca Zubia­ga va a su encuen­tro en Lima para unir­se al nue­vo gobierno. El dia­rio Miner­va de Cus­co des­cri­bi­ría su par­ti­da de esta for­ma: “La exce­len­tí­si­ma Sra. Pre­si­den­ta de la Repú­bli­ca dejó su que­ri­do sue­lo natal la maña­na del mar­tes 17 para diri­gir­se a la capi­tal de Lima. (…) Un lúci­do y nume­ro­so acom­pa­ña­mien­to salió de la ciu­dad a dar un intere­san­te adiós a esta ama­ble Generala”.

‘La Maris­ca­la’ en el poder nacional

Ya en la cús­pi­de del poder, Fran­cis­ca Zubia­ga se encar­gó de diri­gir el Perú mien­tras Agus­tín Gama­rra com­ba­tía levan­ta­mien­tos en con­tra de su gobierno en dife­ren­tes par­tes del país. Según deta­lla la his­to­ria­do­ra Clau­dia Nuñez, los docu­men­tos de la épo­ca repor­tan que Zubia­ga ejer­ció una polí­ti­ca pro­tec­cio­nis­ta del mer­ca­do peruano, prio­ri­zan­do la pro­duc­ción nacio­nal fren­te a la extran­je­ra y hacien­do alian­zas polí­ti­cas para man­te­ner su gobierno en el mando.

Pero no todos veían con bue­nos ojos el lide­raz­go y el poder que tenía Zubia­ga. Anto­nio Gutié­rrez de la Fuen­te, enton­ces vice­pre­si­den­te del Perú, era su mayor opo­si­tor y crí­ti­co. “Fran­cis­ca es el bra­zo polí­ti­co y Gama­rra es el poder mili­tar. Pero no todos tenían cla­ra esa dupla. Anto­nio Gutié­rrez tra­ta de reve­lar­se a Fran­cis­ca y ella le res­pon­de de mane­ra con­tun­den­te vacán­do­lo”, rela­ta la historiadora.

Este hecho fue regis­tra­do en abril de 1831, cuan­do Fran­cis­ca Zubia­ga orga­ni­zó un motín en con­tra de Anto­nio Gui­té­rrez. Las cró­ni­cas his­tó­ri­cas deta­llan que ‘La Maris­ca­la’ envió tro­pas a su casa y Gutié­rrez tuvo que huir en ropa inte­rior por el techo. “Fran­cis­ca gobier­na por casi cua­tro años el Perú y desig­na per­so­nas que pue­dan apo­yar­la en su pro­yec­to polí­ti­co”, agre­ga Clau­dia Nuñez.

En 1833, el gobierno Gama­rra-Zubia­ga cae y asu­me la pre­si­den­cia Luis José de Orbe­go­so. Esto enfu­re­ce a Zubia­ga, pues espe­ra­ba que Pedro Ber­mú­dez, a quien ella había pre­pa­ra­do como suce­sor, toma­ra el man­do del Perú y así con­ti­nuar en el poder como alia­da del nue­vo gobierno. Ante este esce­na­rio adver­so para ella, ‘La Maris­ca­la’ ini­cia un motín en Lima con­tra Orbe­go­so que dura tres días. Pero no tuvo éxi­to y ter­mi­na par­tien­do al exi­lio rum­bo a Chile.

Fran­cis­ca Zubia­ga tuvo que par­tir exi­lia­da a Val­pa­ra­iso, Chi­le. Foto: memo​ria​chi​le​na​.cl

Exi­lio histórico

‘La Maris­ca­la’ murió el 8 de mayo de 1835 a la edad de 32 años. Al pare­cer, fue ente­rra­da en una fosa común de la que, actual­men­te, no exis­te regis­tro alguno. Antes de morir, le pidió al mili­tar Ber­nar­do Escu­de­ro, su ami­go de con­fian­za, que le reti­ren el cora­zón y lo entie­rren en Cus­co, la tie­rra don­de nació y que la vio cre­cer for­jan­do sus glo­ria polí­ti­ca y militar.

Los mitos y las fuen­tes seña­lan que el cora­zón de Fran­cis­ca era mucho más gran­de que un cora­zón con­ven­cio­nal. Como era su volun­tad, fue lle­va­do a Cus­co y ente­rra­do en la igle­sia de la Mer­ced, pero fue roba­do y ya no exis­te mayor regis­tro sobre él. Y así como se per­dió el ras­tro de su cuer­po, se per­dió tam­bién la his­to­ria de la pri­me­ra mujer que tuvo el man­do polí­ti­co del Perú. 

Para Nuñez, “no fue solo un exi­lio polí­ti­co, fue un exi­lio his­tó­ri­co por­que a par­tir de ahí Fran­cis­ca ter­mi­na olvi­da­da en nues­tra his­to­ria, borra­da de nues­tra memo­ria”. Reme­mo­rar la his­to­ria de ‘La Maris­ca­la’ no solo la res­ca­ta de ese olvi­do his­tó­ri­co, tam­bién rede­fi­ne el rol que tuvie­ron las muje­res en los ini­cios del Perú repu­bli­cano e inclu­so mucho antes, cuan­do se lucha­ba por la independencia.

Fran­cis­ca Zubia­ga nun­ca se sin­tió derro­ta­da e inclu­so aho­ra su his­to­ria con­ti­núa pelean­do por ser reva­lo­ra­da y recor­da­da como lo que fue en la prác­ti­ca: la man­da­ta­ria de Perú. Tal como la des­cri­be Flo­ra Tris­tán en su libro Pere­gri­na­cio­nes de una paria: “Pri­sio­ne­ra doña Pan­cha, era aún Presidenta”.

FUENTE: Way​ka​.pe

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