Vicente Otta Rivera /Resumen Latinoamericano, 1 de septiembre de 2021
A las 2 de la tarde, del jueves 26 de agosto, el congreso otorgó el voto de confianza al gabinete Bellido. 73 votos a favor, 50 en contra es el resultado de la votación.
Esta aprobación era previsible dado el muy reciente acceso de Pedro Castillo al sillón presidencial y, menguada la polarización inicial, con la salida de Héctor Béjar de la cancillería.
La nota saltante se produjo con la irrupción del quechua en el dialogo político del primer poder del estado. Muchos parecen tomarlo como parte del anecdotario político. Nada más lejos de la realidad. Expresa de manera potente la continuación de la fractura social y cultural del Perú, desde Pizarro que entrega la biblia a Atahualpa. Cultor de otro idioma, el Inca arroja el libro lejos de sí.
Desencuentro idiomático y cultural que se ha mantenido y profundizado a lo largo de los últimos 485 largos años. La independencia cuyo Bicentenario dice celebrarse este año, no cumplió con su postulado esencial. La igualdad y libertad de todos los peruanos. La peruanidad y nación se redujeron a los criollos, hijos de los españoles nacidos aquí en tierra peruana.
El 80% de la población de la época, indígena, negra y mestiza, no tuvieron cambio favorable alguno. Los indígenas vieron empeorar su condición social. Aun cuando las reformas de Velasco, 1969 – 1975, cambiaron su condición, con el acceso a la tierra y especialmente, con el reconocimiento del idioma quechua, como lengua oficial. Esto nunca se respetó y se desconoce sistemáticamente.
La censura y rechazo del congreso a la utilización de este idioma por el premier Guido Bellido, es la expresión flagrante de la arrogancia criolla frente a la inmensa mayoría popular-nacional. Mestiza, chola y provinciana, mayoritariamente.
Hablar quechua en un espacio de la política oficial, que está obligada a respetar el pluralismo idiomático, es rechazada de manera arbitraria. Revelación del carácter racista y excluyente del poder criollo en el Perú del siglo XXI. El factor étnico-social tiene una enorme incidencia en la forma en que se desarrollan las diferencias y contradicciones sociales.
Este factor permea y les impregna peculiar tensión y violencia a los conflictos sociales actuales. Con este telón de fondo desarrollaremos las siguientes líneas de reflexión.
Imprevista llegada al gobierno: Crisis del modelo neoliberal, Covid y corrupción
Debe recordarse que Pedro Castillo (PC)-Perú Libre (PL) llega al gobierno de manera imprevista. Hasta el mes de febrero ambos eran casi NN en el escenario político electoral nacional, no llegaban ni al 3% de intención de voto.
La defección del candidato favorito, Yony Lescano del partido derechista, Acción Popular (AP) y de la candidata izquierdista, Juntos por el Perú, Verónica Mendoza, abren el espacio de PC, que simboliza la presencia chola, provinciana y de izquierda. Encarna el descontento social frente a la difícil situación del Perú. La pandemia y la corrupción habían creado una situación crítica. Un enorme malestar de la mayoría nacional por el terrible costo social, que los pobres venían pagando en salud y hambre.
200 mil muertes, la cifra más alta de muertos en el mundo, por millón de habitantes, y los 5 últimos presidentes procesados o encarcelados por corrupción, uno suicidado, para no ir a prisión.
La pandemia ha tenido efecto plebiscitario a nivel global, también la derecha neoliberal mundial: Trump, Bolsonaro, han pagado sus consecuencias. En nuestro país, ha sucedido lo propio. El 19% de votación alcanzado por Castillo en la primera vuelta, es en buena medida consecuencia de la pandemia. Con este porcentaje obtuvo su pase al balotaje.
Masivas movilizaciones, emerge la generación del Bicentenario
Los efectos devastadores de la pandemia sumada a la indolencia, ineficacia y corrupción de las autoridades gubernamentales, produjeron un malestar y estado de ánimo nacional como no se daban desde hace 25 años.
Abrió grietas en el discurso neoliberal sobre las bondades del modelo vigente desde 1993 y dio curso al descontento y la movilización ciudadana. Deslegitima la partidocracia conservadora y genera las condiciones para la radicalización social de la población vulnerable y sectores empobrecidos de la precaria clase media.
Por primera vez en 30 años, hay un cuestionamiento abierto al modelo neoliberal y la constitución política que la sustenta desde el año 1993. Se abren las condiciones para proponer abiertamente, el cambio de la constitución. La posibilidad de convocar una Asamblea Constituyente, que elabore y apruebe la nueva carta magna.
El ánimo de cambio se apodera de importantes sectores de la sociedad
Todos estos elementos van a confluir en el escenario electoral del 06 de abril. Lo más valioso es que el grueso de la ciudadanía sensibilizada y movilizada es joven, entre los 16 y 30 años. Denominada con justicia, la generación del Bicentenario
Factores que inciden en el resultado electoral:
Ante el desastre sanitario y económico-social, las fuerzas conservadoras carecen de legitimidad para seguir justificando un modelo que produjo extraordinarios beneficios a la gran empresa, especialmente agro-extractivas, en tanto los trabajadores formales y auto empleados obtuvieron solo migajas. Para unos la riqueza caía a chorros mientras que, para el resto, caía a cuenta gota, si caía.
La pérdida de legitimidad y predicamento del status quo conservador, que se agudiza con las masivas y potentes movilizaciones de la primera semana de noviembre 2020, generan el cuestionamiento más severo al orden vigente, en los últimos 30 años.
Este cuestionamiento es tan fuerte que ha logrado subvertir la narrativa anti socialista, instalada en la sociedad peruana desde los años noventa del siglo anterior. Socialismo, izquierdismo, igual a Sendero Luminoso; ergo toda la izquierda socialista, es terrorista, así pintaba la campaña mediática y política persistente de la derecha recalcitrante.
El año 2021 del siglo XXI, se produce la reinserción de las propuestas socialistas de la izquierda peruana en la sociedad, su retorno al universo de la política nacional legal.
Gobierno del pueblo o gobierno sectario del hegemonismo
En circunstancias en que arreciaba la campaña de calumnias y mentiras de la derecha, el equipo de campaña de Perú Libre y Castillo lanzó la consigna, Pedro Castillo, candidato del pueblo. Enfatizaron, que no era una candidatura personal, ni del partido Perú Libre, que era una candidatura del pueblo peruano. En tanto tal se encomendaba a su apoyo y votación pues en caso de llegar al gobierno, era su objetivo estar a su servicio.
Esta propuesta tuvo amplia acogida y la población mayoritaria hizo suya la candidatura y le dio el triunfo presidencial.
Esta definición de candidato del pueblo, debe tener su expresión en un gobierno del pueblo. Cuestión que no está sucediendo. Se está produciendo una partidización hegemonista del ejecutivo, en su gabinete y decisiones políticas más importantes.
La tarea urgente es trazar el plan de acción política general del gobierno y sus equipos de gestión, al igual que la periodización y ritmo de su implementación.
Evitar caer en el hegemonismo político que produzca el aislamiento del gobierno recién inaugurado.
Abrir paso a un gobierno de ancha base, integrado por los mejores, eficientes y honestos profesionales, existentes en la izquierda y el campo democrático; no reducir la gestión solo a militantes partidarios.
FUENTE: Otra Mirada