Resumen Latinoamericano, 17 de septiembre de 2021.
Poniendo en práctica una medida como las que se practicaban en la Edad Media o las que luego, en épocas de dictadura, se llevaron a cabo contra líderes revolucionarios en muy contados casos, insólitamente un gobierno progresista decide cremar el cadáver del dirigente senderista Abimael Guzmán y pretende hacer desaparecer sus cenizas. Todo ello para que los seguidores del citado dirigente no puedan homenajearlo.
Así están las cosas: el gobierno peruano promulgó este viernes una ley que permite cremar el cuerpo del fallecido líder del grupo guerrillero Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, que yace desde el sábado en una morgue tras su muerte en prisión, donde cumplía condena a perpetuidad desde 1992.
La nueva ley autoriza a la fiscalía a «disponer la cremación, previa necropsia» del cadáver de Guzmán; y establece su entrada en vigor a partir de este sábado. La cremación deberá ejecutarse «en un plazo máximo de 24 horas» en presencia de un fiscal.
«El Ministerio de Justicia será el encargado de dispersar los restos cremados en tiempo y lugar de naturaleza reservada, con el apoyo del Ministerio del Interior», añade el texto publicado en una edición digital extraordinaria de la gaceta oficial.
Todo esto empezó porque un ministro de pasado fujimorista, como es el de Justicia y «Derechos Humanos» (esto ultimo parece un contrasentido), Aníbal Torres, alentó a que la Fiscalía (en manos de fujimoristas) tome esta medida. Toda la clase política, salvo casos excepcionales como son algunos pocos diputados del partido oficialista Perú Libre desaconsejaron llevar a cabo esta infamia.
Y decimos infamia porque a nadie que esté en sus cabales se le ocurre pensar que de esta manera se puede neutralizar un homenaje o varios que quisieran hacer los partidarios de Guzmán, 40 años después que la organización que él presidiera dejara de existir. Se pueden tener mil diferencias con lo hecho por Sendero Luminoso, criticar su metodología, su accionar y todo lo que se le ocurra a cualquiera que hable u opine sobre el tema, pero suena a pensamiento vesánico oponerse a que los restos del dirigente fallecido no puedan ser entregados a su compañera Elena Iparraguirre, también condenada a cadena perpetua o a quien ella designara. Es atroz como propuesta y más atroz es que la misma no solo cuente con el apoyo de toda la derecha que vive acusando al gobierno de Pedro Castillo de vinculación con el terrorismo, sino que el propio gobierno caiga en ese juego. Es evidente que se trata de una concesión al oscurantismo y el macartismo derechista, y que esto, tarde o temprano pasará factura a Castillo y sus ministros. Quien concede tanto termina perdiendo la autodeterminación de gobernar. Primero fue Héctor Béjar, y lo voltearon, luego apuntaron a Iber Maraví, y está colgado de un pincel, ahora exigen hacer desaparecer de la faz de la tierra a Abimael Guzmán y se acepta. ¿Qué creen que será lo próximo que pida la derecha?